Comisión Independiente de Investigación sobre el accidente nuclear de Fukushima
Masaharu Fujiyoshi
Boletín de Científicos Atómicos
Resumen
En este artículo, un trabajador de la central nuclear de Fukushima Daiichi da su testimonio de lo que ocurrió el 11 de marzo de 2011, como consecuencia del terremoto y posterior tsunami, que causó la fusión del núcleo de tres reactores nucleares.
En septiembre de 2011, seis meses después del desastre que sacudió la central nuclear de Fukushima Daiichi, la Comisión Independiente de Investigación sobre el accidente nuclear de Fukushima, puso en marcha una campaña nacional para la recogida de testimonios del personal que trabajaba en la central y de aquellos que se vieron obligados a abandonar el área más cercana a la central. La Comisión puso en marcha una página web que sirviese de punto de reunión, publicando una serie de preguntas a las que la gente podía responder de forma detallada. Durante medio año, la Comisión recibió cientos de respuestas a sus consultas. Aunque los miembros de la Comisión encontraron testimonios muy útiles, necesitaban recoger testimonios de primera mano.
Uno de estos testimonios fue el de un trabajador de la Compañía Eléctrica de Tokio, conocida como TEPCO, propietaria de la planta de energía nuclear. Fue uno de los varios cientos de trabajadores que se encontraban en la central nuclear de Fukushima Daiichi cuando se produjo el gran terremoto y el posterior tsunami, que afectó al este de Japón. Trabajó en el Centro de Crisis de la planta, situado en el segundo piso del edificio resistente a los seísmos, y contó lo sucedido cuando se produjo el accidente el 11 de marzo de 2011. Se le prometió anonimato como condición para que diese su testimonio.
La Comisión de dirigió al trabajador de TEPCO para que respondiese a una pregunta muy concreta: ¿Cuáles fueron las decisiones tomadas por el Director General de TEPCO, Masao Yoshida, a medida que iba conociendo las informaciones?
Se sabe que Yoshida desobedeció las instrucciones de la sede de TEPCO para que se dejase de usar agua del mar para enfriar los reactores. A pesar de que fue reprendido por su actuación, quizás fuese el motivo por el que los núcleos de los reactores no explotaron.
La primera vez que sentí el terremoto, caminaba por las proximidades de los reactores 5 y 6, que se encuentran cerca de la costa, en uno de los extremos de la central. De repente, el asfalto se comenzó a ondular, y apenas podía mantenerme en pie. Presa del pánico, miré a mi alrededor y vi un conducto de evacuación de unos 120 metros que temblaba violentamente y parecía que fuera a romperse de un momento a otro. Las grietas comenzaron a aparecer en el exterior del edificio de la turbina del reactor nº 5 y en la puerta de entrada que da acceso al edificio. El aire se llenó de nubes de polvo.
Cuando cesó el temblor, más de 200 trabajadores, que se encontraban cerca del mar, se dirigieron hacia la puerta. Para proteger las instalaciones, cualquier persona que entre o salga tiene que pasar por un detector de metales.
“Dejadnos salir de aquí, el tsunami puede llegar en cualquier momento”, se llenó el aire con estos gritos.
“Esperen las instrucciones del grupo de seguridad sobre radiación”, gritó el guarda de seguridad.
Esta respuesta enfureció a los trabajadores. Cuando un terremoto afectó a la central nuclear de Kashiwazaki-Kariwa ( en 2007), algunos trabajadores que saltaron por encima de la puerta para poder huir, posteriormente fueron acusados de haber violado la ley.
Después de esperar durante unos minutos, el guarda recogió nuestros medidores de bolsillo de la radiación y nuestras tarjetas de identificación y dio instrucciones de que queríamos buscar un lugar más seguro. Me dirigí a la construcción resistente a los terremotos, sin embargo, cuando llegué, un tubo que se había roto lanzaba agua como un géiser y había provocado un deslizamiento de lodo que cubría las escaleras, extendiéndose en unos 20 o 30 metros. Cuando llegué a la sede operativa, numerosas ventanas del segundo piso del edificio se habían roto, y las persianas aleteaban con el viento. Tres o cuatro torres de refrigeración del techo se habían caído y estaban inclinadas. Teniendo en cuenta que las paredes de los edificios de los reactores 5 y 6 se habían dañado, me imaginé que las unidades 1 a 4 también habían resultado dañadas, incluso encontrándose en una situación mucho peor.
El Centro de Crisis, situado en el segundo piso, estaba atestado. Mientras escuchábamos las noticias en la televisión, no dejábamos de preocuparnos por la central nuclear de Onagawa. NHK News mostró imágenes aéreas tomadas desde helicópteros de los campos arrasados en Natori City de la prefectura de Miyagi ( al noreste de Japón, donde se encuentra la central nuclear de Onagawa, a más de 200 kilómetros de Tokio). Un Jefe de Sección se dirigió al Director general de la planta de Fukushima, Masao Yoshida, diciéndole: “Un tanque ha sido arrastrado por el agua y se ha hundido en el océano”.
Todos nos quedamos sobrecogidos: el tanque que se había perdido en el mar era un depósito de la piscina de supresión de la central nuclear de Fukushima Daiichi.
La gente entraba y salía del Centro de Crisis, entregando un Informe tras otro a Yoshida. El Director de la central gritaba por el micrófono: “Esa no es la pregunta que hice”. Los trabajadores que rodeaban a Yoshida trataban de ponerse en contacto con la gente del resto de edificios de los reactores, solicitando respuestas a unas y otras cuestiones, pero no se tuvo éxito en el contacto con las unidades 1 a 4, ya que el sistema PHS (teléfono personal) había dejado de funcionar por el fallo en el suministro de energía eléctrica, debido al tsunami. Poco después, a las 4 de la tarde, recibimos instrucciones de recoger todo lo que pudiéramos, incluyendo las mangueras, las bombas pequeñas utilizadas en los trabajos de construcción, y los generadores de emergencia que funcionaban con combustible, para así drenar el agua de la sala de producción de energía eléctrica, que se encontraba inundada. Pero como no había energía eléctrica, todo estaba muy oscuro como para poder acceder a esta sala.
En este lugar, unas 700 personas se habían refugiado en el edificio sismorresistente, y gracias a que habíamos realizado un ensayo de actuación en caso de emergencia hacía poco, las cosas transcurrieron de una forma sorprendentemente ordenada. Los empleados de TEPCO repartieron agua y galletas, y se turnaban en el uso del PHS para intentar comunicarse con el mundo exterior para confirmar que nuestras familias se encontraban bien. Mientras tanto, algunos se sentaron en el suelo y se pusieron a charlar, y las mujeres en las réplicas no dejaban de gritar.
Por la tarde nos llegaron las siguientes informaciones: “No se puede conocer el nivel del agua. El nivel ha comenzado a descender y no se pueden medir los metros”. De las Unidades 1 y 2 nos dijeron: “Si el nivel del agua sigue descendiendo a este ritmo, el combustible va estar al descubierto a las 10 de la noche”. La única respuesta de Yoshida a estos Informes fue: “Entendido”, y luego dijo: “Todo el personal que no se dedique a las tareas de mantenimiento, que haga el favor de evacuar el lugar”. Se asignaron vehículos, pero nadie se levantó para marcharse a su casa. Teníamos la sensación de que se podía hacer algo, y no había un ambiente como para salir corriendo y actuar cada uno por su cuenta.
Poco después nos dijeron: “Ya se puede ver el nivel del agua en la Unidad 1”. Y luego otro: “Una vez más, nos resulta imposible compro0bar el nivel del agua”. Incluso cuando se recibieron datos, Yoshida se preguntaba: “¿Pero estos datos son correctos?, ¿están bien realizadas las mediciones?”. Las personas que entregaban los Informes sólo podían contestar: “No estamos seguros”. Era imposible confiar en los datos recibidos. (1).
No recuerdo exactamente a qué hora recibimos un informe que decía: “El edificio se encuentra en un estado lamentable”. Recuerdo que después el nivel de agua empezó a descender, después de las 7 de la tarde. Esta información provenía de un operador de la Unidad 1 o de la 2. No recuerdo de qué Unidad era, pero parece ser que cogió una linterna y se acercó al edifico del reactor, a oscuras. El edificio del reactor nuclear tiene una puerta doble. Abrió la puerta exterior y luego se acercó a la puerta interior y pudo ver a través de la ventana de cristal utilizando la luz de la linterna. Dijo que vio que emanaba un humo de color blanco que llenaba todo el espacio que se encontraba al otro lado del cristal.
“Son emanaciones de vapor”
Tras recibir este Informe, se produjo en el Centro de Crisis una cierta alarma: “¿Qué vamos a hacer? ¿No explotará, verdad?”.
Sólo había dos posibles explicaciones para el vapor: la primera es que se trataba de vapor del calentador, pero debido a que la caldera había dejado de funcionar a causa del terremoto, no podía proceder de estas tuberías. Sólo quedaba una posibilidad: que la tubería de vapor principal del reactor nuclear estuviese lanzando vapor al edificio de la turbina; una ruptura en la tubería principal sería muy peligrosa y podría significar que no se podía trabajar en ese piso. Efectivamente, teníamos informes de que se había detectado radiación en las paredes exteriores de la sala de control… Esto significaba que los niveles de radiación eran extremadamente altos.
“Bueno, este es el final de esta planta nuclear”, pensé en ese momento. “Y es el final de TEPCO”. Teniendo en cuenta la ubicación del sistema principal de vapor, parecía poco probable que el tsunami hubiese roto las tuberías (2).
Procedencia: http://bos.sagepub.com/content/70/2/36.full