Un científico que trabajó para la IARC blanco de los valedores de Monsanto

Por Carey Gillam, 16 de junio de 2017

huffingtonpost.com

La logomaquia de Reuters

En un golpe bien orquestado en los medios y muy bien coordinado, Monsanto y Co., y sus valedores, han dejado caer una verdadera bomba contra los opositores que están tratando de probar que el conocido herbicida Roundup de la Empresa causa cáncer.

Ha sido un artículo ampliamente difundido y publicado el pasado 14 de junio en la agencia de noticias Reuters (en la que trabajaba anteriormente), donde se exponía al parecer una escandalosa historia de informaciones ocultadas y de secretos científicos, de revelaciones “exclusivas” que podían haber alterado el curso de los hechos y el de la asociación del herbicida Roundup de Monsanto con el cáncer y que provocó una oleada de demandas contra Monsanto.

Fue un éxito de taquilla, y fue repetido una y otra vez por sitios de noticias de todo el mundo, impulsado por comunicados de prensa de organizaciones respaldadas por Monsanto y aclamado por los aliados de la Industria, como el Consejo de Química de los Estados Unidos.

También presentaba defectos y daba lugar a confusión en varios aspectos críticos.

Firmado por la periodista de Reuters Kate Kelland, que tiene un largo historial de relaciones con un grupo parcialmente financiado por la Empresa agroquímica, en el artículo se acusaba a un epidemiólogo del Instituto Nacional de Cáncer de los Estados Unidos de no compartir unos datos científicos importantes con otros científicos. Todos ellos habían trabajo en la evaluación del herbicida glifosato para la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC). Este grupo revisó un amplio conjunto de investigaciones científicas sobre el glifosato y determinó en el mes de marzo de 2015 que el plaguicida debería clasificarse como posible carcinógeno para los seres humanos. Si el grupo hubiera conocido los datos ocultados por aquel científico, la resolución podría haber sido diferente, según Reuters.

La historia viene a colación porque el glifosato y Roundup están en el centro de las numerosas demandas presentadas en los Estados Unidos y se encuentra bajo el escrutinio de las Agencias de Regulación de los Estados Unidos y de Europa. Después de la clasificación del glifosato por parte de la IARC, Monsanto fue demandado por más de 1000 personas de los Estados Unidos, que afirman que a ellos o a sus familiares les había provocado un linfoma no Hodgkin (NHL) por exposición al herbicida Roundup y el juicio contra la Empresa podría comenzar el próximo año. Roundup es el herbicida más utilizado en todo el mundo y le genera a Monsanto miles de millones de ingresos al año. La Empresa insiste en que la clasificación de la IARC es infundada y se ha probado que el producto químico es seguro, después de décadas de investigación.

Y así fue como este artículo le dio muchos puntos a Monsanto en el debate sobre la seguridad del glifosato. Pero profundizando en la procedencia y la naturaleza selectiva de los artículos de Reuters, se ve con claridad que el artículo no solamente tiene defectos, sino que forma parte de los continuos esfuerzos y cuidadosas elaboraciones por parte de Monsanto y la Industria de los pesticidas para desacreditar el trabajo de la IARC.

El artículo contiene al menos dos errores factuales que afectan a la credibilidad del asunto que trata. Primero, el artículo cita “documentos judiciales” como fuentes primarias de información, cuando los hechos de los que se habla no han sido presentados ante los tribunales y por lo tanto no están disponibles públicamente para los periodistas o las personas. Kelland no pone los enlaces a los documentos a los que hace referencia, pero deja claro que su información se basa en gran medida en una declaración de Aaron Blair, epidemiólogo del Instituto Nacional del Cáncer, que presidió el grupo de trabajo sobre el glifosato de la IARC, así como de correos electrónicos y otros registros. Todo ello fue obtenido por Monsanto como parte del actual litigio que está pendiente en una corte federal de San Francisco, en relación con el glifosato. Al citar estos documentos judiciales, Kelland evitó decir si Monsanto y sus valedores le habían entregado los registros. Y debido a que en el artículo no se proporcionaba un enlace a la declaración de Blair, los lectores no podían acceder a la declaración completa sobre el estudio inédito o los muchos comentarios de Blair sobre otros muchos estudios que muestran evidencias de un vínculo entre el glifosato y el cáncer. Aquí se proporciona la declaración, que obtuve a través de los abogados que llevan las demandas contra el herbicida Roundup, después de que apareciera el artículo de Kelland.

En segundo lugar, el artículo arrastra un credo en contra de la IARC, una actitud que parte de un científico llamado Bob Tarone, al que hacen referencia en el artículo como un experto “independiente”, alguien “no dependiente de Monsanto”. Kelland cita a Tarone diciendo que la evaluación del glifosato por parte de la IARC ha sido “deficiente e incompleta”. Lo que pasa, según la información proporcionada por la IARC, es que Tarone está lejos de ser independiente de Monsanto: Tarone es un reconocido consultor pagado por Monsanto y en un artículo citado por Reuters, Tarone publicó el año pasado un artículo en una revista científica europea, que está siendo corregida para reflejar los conflictos de interés de Tarone, de acuerdo con la IARC, según ha sido comunicado a esta revista.

Pero mucho más digno de mención que los errores es la forma en la que se hacen caso omiso de las declaraciones de Blair. El artículo ignora las afirmaciones de Blair sobre aquellas investigaciones que muestran una conexión entre el glifosato y el cáncer, y se concentran en el conocimiento que tenía Blair de un estudio científico inédito que todavía estaba en proceso de elaboración. El artículo especula que los datos de ese estudio quizás podrían haber determinado la decisión de la IARC, y una especulación adicional señala que de haberse publicado a tiempo para ser revisado habría ayudado a equilibrar la balanza con los estudios que establecieron una conexión entre el glifosato y el cáncer.

Esa investigación forma parte de un proyecto en curso más amplio que se está realizando por parte del Gobierno de los Estados Unidos, y que se denomina Estudio de Salud Agropecuaria, que incluye cientos de estudios y años de análisis de datos sobre el impacto de los plaguicidas en los agricultores. Blair, que abandonó el Instituto Nacional del Cáncer en el año 2007, no dirigía esa investigación, sino que formaba parte de un equipo de científicos que en 2013 estuvieron analizando datos sobre el uso de plaguicidas y el riesgo de contraer un linfoma no Hodgkin. Los datos recogidos no mostraron una conexión del glifosato con el linfoma no Hodgkin, pero en el trabajo para la elaboración de un documentos con los datos obtenidos, decidieron concentrar su atención en los insecticidas y en el año 2014 publicaron un documento relacionado con ese trabajo. Los datos sobre el glifosato y el linfoma no Hodgkin aún no se han publicado, y algunos científicos que están familiarizados con ese trabajo dicen que no se ha seguido a las personas durante el suficiente tiempo como para considerar definitivas las conclusiones, dado que el linfoma no Hodgkin generalmente tarda unos 20 años o más en desarrollarse. Una compilación previa de datos de investigadores del AHS, también mostró que no existía conexión entre el glifosato y el linfoma no Hodgkin. Esta compilación se publicó en el año 2005 y sí fue considerada por la IARC. Sin embargo, debido a que no se han publicado los datos más reciente, no se tuvo finalmente en consideración por la IARC.

Blair dijo que la decisión de limitar a los insecticidas el trabajo publicado era porque de esta manera los datos eran más manejables y se hizo antes de que la IARC anunciara que evaluaría el glifosato en el año 2015.

La regla de oro es que sólo se tengan en cuenta las cosas que se publican. ¿Cómo serían los grupos de trabajo si se susurraran cosas no publicadas y se tomaran decisiones al respecto basándose en rumores?”, me dijo Blair esta semana, después de que se publicase el artículo en Reuters. En su declaración, Blair afirma que nada ha cambiado en su opinión sobre el glifosato y el linfoma no Hodgkin.

El epidemiólogo y científico de la Universidad de Toronto, John McLaughlin, que se sentó con Blair en el grupo de trabajo de la IARC sobre el glifosato, me dijo en una nota esta semana que la información sobre el estudio inédito al que hace referencia Reuters tampoco alteró su visión de la validez de la evaluación realizada por la IARC sobre el glifosato.

También dejó de lado el artículo de Reuters un borrador del estudio en cuestión que muestra que había razones para preocuparse sobre los resultados de la AHS, debido a lo “relativamente pequeño” de los casos expuestos. Y también olvida el artículo de Reuters la discusión de Blair sobre el North American Pooled Project, en el que participó, que también contiene datos relacionados con el glifosato y el linfoma no Hodgkin, pero los resultados no son favorables para Monsanto. Un resumen de este proyecto presentado a la Sociedad Internacional de Epidemiología Ambiental en 2015 mostró que las personas que utilizaron el glifosato durante más de 5 años habían aumentado significativamente las probabilidades de padecer un linfoma no Hodgkin, y el riesgo también se observó significativamente mayor para las personas que manejan el glifosato durante más de 2 días al año. Esta información, al igual que los nuevos datos de la AHS, no fueron entregados a la IARC porque todavía no se habían publicado.

Cuando se lee la declaración completa del Dr. Blair, se observa que nada fue retenido para su consideración por parte de la IARC”, dijo la abogada de los demandantes Aime Wagstaff. Dijo que Monsanto estaba utilizando fragmentos de la declaración para “promover su agenda en los medios”.

Para el epidemiólogo Peter Infante, quien pasó más de 20 años dirigiendo una unidad de identificación del cáncer en la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional y analizó un conjunto de investigaciones epidemiológicas sobre el glifosato, en un testimonio ante un Comité Científico de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) dijo que los datos que apoyan la posición de Monsanto se basan en mucho ruido y pocas nueces.

Hay otros estudios que muestran una respuesta a la dosis. Este estudio de Salud Agrícola no es el estándar de oro. No han seguido a los agricultores el suficiente tiempo como para establecer una relación entre el glifosato y el linfoma no Hodgkin. Incluso si los datos hubieran sido publicados y considerados por la IARC, estarían en el contexto de todos los demás resultados de otros estudios”, me dijo Peter Infante.

Y finalmente, en una extraña conclusión, el artículo no dice que Kelland tiene al menos algunos vínculos tangenciales con Monsanto y sus amigos. Kelland ha promovido una organización llamada Science Media Center, un grupo cuyo objetivo es el de conectar a ciertos científicos como Tarone con periodistas como Kelland, recibiendo la mayor parte de sus fondos de Corporaciones de la Industria Agroquímica. Entre los actuales y pasados donantes se encuentran Monsanto, Bayer, AG, DuPont y CropLife International, grupo de presión de la Industria Agroquímica. Kelland aparece en un vídeo promocional de la SMC, y es autora de un ensayo que aplaude al SMC.

Como reportera de Reuters durante 17 años (1998 a 2015) sé del valor de una “exclusiva”. Cuanto más recauda un reportero, más puntos de bonificación y elogios por parte de los editores. Es un sistema que se ve en muchas agencias de noticias y que funciona muy bien cuando se fomenta el periodismo de investigación. Pero las poderosas Corporaciones como Monsanto también saben de reporteros ávidos de noticias exclusivas y saben entregar información seleccionada con la promesa de exclusividad cuando sirve a sus intereses de relaciones públicas. Un artículo alimentado por un comunicado de prensa de una organización financiada por la Industria que solicita una investigación por parte del American Chemistry Council y ya tiene usted asegurada la propaganda.

Lo que no tienen es la verdad.

Carey Gillam es Directora de Investigación de Us Right to Know, un grupo de educación para los consumidores sin ánimo de lucro. Twitter: www.twitter.com/careygillam

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