Por Michel Warschawski, 10 de diciembre de 2013
“Mandela fue una figura ejemplar de nuestra era que será recordado como un líder moral de primer orden. Fue un luchador en favor de la liberación que rechazó la violencia…”. Con estas palabras el Primer Ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, no sólo revela un conocimiento muy limitado de la historia de Sudáfrica (por decirlo suavemente), sino que traspasa los límites de la decencia, y ante las muestras unánimes de admiración hacia Mandela, lo mejor que pueden hacer los representantes oficiales del Estado de Israel es cerrar la boca con vergüenza y humildad.
Hasta el día de hoy, ninguna autoridad israelí ha pedido a Mandela y al pueblo sudafricano perdón por el activo papel de Israel en la defensa y mantenimiento del régimen de apartheid en Pretoria.
La alianza entre Israel y el régimen racista de Sudáfrica era de carácter estratégico, no sólo a nivel económico y militar, sino también ideológico. Incluso varios años después de que la comunidad internacional decretase un boicot contra el régimen del apartheid, Israel continuaba manteniendo excelentes relaciones con Pretoria e incluso ayudó a evadir las sanciones internacionales. De acuerdo con la prensa internacional, Israel no podía continuar con su programa nuclear sin la colaboración de Sudáfrica. Esta alianza se basaba no sólo en intereses comunes, sino también en una filosofía determinada, países de mayoría no blanca dirigidos por blancos, en un ambiente hostil, en una lucha conjunta contra el comunismo por un lado, y contra el resurgimiento de los pueblos del Tercer Mundo por otro.
Hace unas semanas vi en la televisión israelí un informe sobre un famoso millonario israelí que producía películas de gran éxito, y al mismo tiempo era agente del Mossad. Entre las muchas revelaciones ( al menos para mí) se decía que este hombre recibió millones de dólares de la Administración estadounidense y del Régimen de Sudáfrica para hacer películas con un solo objetivo: la legitimación del Régimen de Apartheid de Pretoria… incluyendo a sus líderes pronazis. Cuando se le preguntó si tenía algún remordimiento, respondió que “sí, un poco”; sus ojos revelaban sin embargo que esa declaración era falsa.
Cuando finalmente Mandela salió de la cárcel y fue aceptado mundialmente como el líder de la nueva Sudáfrica, los distintos Gobiernos de Israel continuaron manteniendo una cierta distancia con un negro comunista/terrorista, y preferían mantener relaciones con el líder más moderado de la ANC, Desmond Tutu.
Israel no fue el único país que apoyó el Régimen del Apartheid: Estados Unidos utilizó al Estado de Israel para que hiciese el trabajo sucio en su nombre. Sin embargo, la fuerte relación entre Tel Aviv y Pretoria no estaba basada sólo en el interés, sino es una visión común del mundo y de unos valores comunes. Esta es la razón por la cual Israel fue el último país en cortar sus lazos con aquel régimen.
El duelo de Benjamin Netanyahu y las declaraciones del Presidente de Israel, Shimon Peres, son tan falsas como la respuesta de ese agente del Mossad que producía películas. Esperemos que los familiares, los amigos y los millones de seguidores de Nelson Mandela no permitan que estos líderes de Israel contaminen las exequias de uno de los mayores luchadores por la liberación del último siglo.
Publicado originalmente en Alternative Information Center.
Michel Warschawski es un activista israelí antisionista. Dirigió la Liga Comunista Revolucionaria hasta que despareció en los años 90. Ha fundado el Centro de Información Alternativa
Fuente: http://dissidentvoice.org/2013/12/how-dare-israeli-leaders-mourn-mandela/#more-52118