Nuevas investigaciones en torno a la pandemia de 1918 (I)

Por J. Holcombe, D. Jacobson, y Ruhl T. , 9 de julio de 2011

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Los esfuerzos de Bayer en todo el mundo para la fabricación de la aspirina, había dejado pocos sitios sin ella. En los Estados Unidos, una gigantesca fábrica de Bayer producía la la aspirina bajo gestión americana. Después de que los ejecutivos de Bayer fueran acusados de violar la Ley de Comercio con los Enemigos, los anuncios alentaban a confiar en la aspirina”. Karen Starko

Durante mucho tiempo se ha creído, casi un siglo, que un nuevo virus muy virulento salió de la nada en todo el mundo y mató a varios millones de personas en 1918. Dos informes publicados en 2008 y 2009, acaban con este mito para siempre.

El primer informe fue conocido a través de una nota de prensa publicada el 19 de agosto de 2008 por el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID):

Los resultados bacteriológicos e histopatológicos de la serie de autopsias realizadas se obtiene de forma clara y consistente que se produjo una neumonía bacteriana secundaria, causada por lo común en el tracto respiratorio superior, siendo ésta la causa de la mayoría de las muertes que se atribuyeron a la gripe”.

Las personas murieron por bacterias comunes encontradas en el tracto superior, de acuerdo con la investigación llevada a cabo por F. William Engdahl:

De 20 a 40 millones de personas murieron en todo el mundo por la gran pandemia de 1918, pero no se debió a la gripe o a un virus, sino por una neumonía causada por una gran infección bacteriana”.

El comunicado de prensa de NIAID no dice nada acerca de las causa de estas infecciones bacterianas, pero esto ha sido investigado por la Dra. Karen Starko. Implica a la aspirina en este proceso, coincidiendo con las investigaciones del NIAID sobre la neumonía producida por una gran infección bacteriana, pero que no explica la rapidez con que se produjeron muchas de las muertes:

La mortalidad aumentó por la superposición de dos síndromes clinico-patológicos: el síndrome respiratorio agudo (SDRA), que habría causado de entre el 10% al 15% de las muertes ( no se han realizado autopsias secuenciales), y una posterior superinfección causando nuemonía bacteriana , que estuvo presente en la mayoría de las muertes”.

Al examinar los historiales clínicos de las personas que murieron, observó Starko que había dos grupos distintos, sobre la base de un desarrollo muy particular desde la aparición de la enfermedad hasta la muerte:

1.- La gente que murió de neumonía a partir de una infección bacteriana, su salud se fue deteriorando a diferentes velocidades, llegando finalmente la muerte, y

2.- Personas que murieron de forma asombrosamente rápida, lo que acrecentó la clásica leyendo aterradora de la gripe de 1918 – la gente se encontraba bien por la mañana y moría en cuestión de horas.

En ambos grupos, la aspirina pudo ser el agente causal probable.

En el primer grupo, el de las neumonías, la aspirina inhibe el sistema inmunitario, las infecciones bacterianas se afianzan. Ya los médicos de aquella época relacionaron las neumonías con el uso de la aspirina.

No perdí un solo caso de gripe; mi tasa de mortalidad en las neumonías fue del 2,1%. Los salicilatos, incluyendo la aspirina y la quinina, fueron los únicos recursos seguros de la vieja escuela, fue cosa común oír hablar de una mortalidad del 60% producida por la neumonía·.

~ Dudley A. Williams, MD, Providence, Rhode Island.

 “Hay un medicamento que directa o indirectamente fuese la causa de que se produjesen más muertes por la gripe. Todos ustedes saben de qué medicamento hablo. Es el ácido salicílico. La historia de la aspirina está impresa en este proceso. No sé cuál es la acción sedante del ácido salicílico. Tuvo efecto negativos de dos maneras. Por un lado de forma indirecta, la aspirina fue suministrada en grandes cantidades, hasta la postración, y fue la causa del desarrollo de una neumonía”.

~ L. Frank Newton, MD, Somerville, Massachusetts

De trescientos cincuenta casos sólo perdí uno, un caso de neumonía que me llegó después de que la persona hubiese tomada cien gramos de aspirina en veinticuatro horas”.

~ Cora Smith King, MD, Washington, DC

Para el segundo grupo, que murió de manera precipitada, sus síntomas son compatibles con una sobredosis de ácido acetilsalicílico, produciendo una muerte rápida. Starko explica:

Un informe de Camp Dix señaló: La enfermedad era una verdadera plaga. La toxicidad extraordinaria, la marcada postración, cianosis extrema y la rapidez del desarrollo de esta enfermedad es algo que todavía no está descrito. La toxicidad del salicilato se ha pasado a menudo por alto debido a que otra enfermedad está presente, pensándose que la dosis era algo trivial y los síntomas (hiperventilación, vómitos, sudoración, dolor de cabeza, somnolencia, confusión, disnea, agitación, epistaxis, vértigo, edema pulmonar y hemorragia) no eran específicos. En 1918, la diferenciación entre intoxicación progresiva por salicilato y una infección patológica, clínicamente “la disnea tiene una duración de unas pocas horas a un día… seguida de insuficiencia respiratoria, colapso circulatorio, convulsiones y la muerte”, parecía algo imposible…

En resumen, junto antes de mayor pico de muertes de 1918, la aspirina se recomendaba; ahora se sabe que es potencialmente tóxica y que puede causar edema pulmonar y por lo tanto, puede haber contribuido a una mayor mortalidad y a favorecer ese halo de misterio. La mortalidad en los adultos jóvenes puede explicarse por la voluntad de utilizar la nueva terapia, recomendándose la presencia de los jóvenes en los centros reglamentados de tratamiento (militares). La menor mortalidad de los niños puede haber estado en el menor uso de la aspirina. Un texto importante de Pediatría de 1918 recomendaba la hidroterapia para la fiebre, no salicilato, y en su edición de 1920 condenaba la práctica de dar “ productos de alquitrán de hulla en grandes dosis para la reducción de la fiebre… El diferente uso de la aspirina pudo contribuir a las diferencias de mortalidad entre las ciudades y los campamentos militares”.

La causa de los millones de muertes de 1918 no es sólo una cuestión histórica. Desde entonces, las autoridades médicas, los organismos internacionales de salud y los Gobiernos han atribuido aquellas muertes a un virus terriblemente virulento. Su punto de vista es el de 1918: una gran amenaza – el mundo se enfrenta a futuras pandemias igualmente virulentas, capaces de matar a millones de personas.

Se han creado organismos, se han desarrollado planes internacionales, y se han establecido protocolos de emergencia, incluyendo planes de actuación militar. Miles de millones de dólares se han dedicado a encontrar una vacuna para proteger al mundo de una posible repetición de la gripe española de 1918.

Sin embargo, el NIAID ha dicho que no hay evidencias de una gripe, y que las bacterias respiratorias comunes fueron las responsables. El trabajo de Starko ofrece una perspectiva científica acerca de cómo la aspirina fue la causa probable de los dos tipos de muerte observados durante 1918, una lenta y otra increíblemente rápida.

Mientras tanto, los Gobiernos, los Centros de Control de Enfermedades y la Organización Mundial de la Salud, señalan que las muertes rápidas son una de las características aterradoras del misterioso virus y que procedía por tanto el desarrollo de vacunas.

Teniendo en cuenta que los millones de muertes de 1918 parecen estar relacionadas con la panacea de entonces de la Industria Farmacéutica (la aspirina), aplicada erróneamente, y que las vacunas son la panacea de la Industria Farmacéutica de hoy en día, recogiéndose el mediante leyes el tratamiento de las pandemias, es esencial que el mundo conozca los hechos de 1918.

En el próximo artículo mostraremos como la promoción en el uso de la aspirina por los Gobiernos, las autoridades médicas y la Industria Farmacéutica, contribuyó a las muertes que se produjeron en 1918. Y ahora los Gobiernos, las autoridades médicas y la Industria Farmacéutica se han unido de nuevo y se repite esa promoción de utilización masiva ( de las vacunas) e incluso se obliga a su administración.

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