Los agricultores estadounidenses empiezan a rechazar los cultivos transgénicos

Por Lucie Robequain, 22 de noviembre de 2016

Les Echos

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* El rendimiento de los cultivos en los Estados Unidos no es mayor que los de Europa

* La caída de los precios en los cereales hace que las semillas transgénicas sean menos atractivas.

Está revuelto el mundo de los cultivos transgénicos. Debido a la bajada en el precio de los cereales, algunos agricultores estadounidenses se están preguntado si todavía tiene algún interés el cultivo de plantas modificadas genéticamente, que cuestan hasta el doble que una semilla convencional. El debate en torno a los transgénicos en los Estados Unidos está muy alejado de las preocupaciones existentes en Europa sobre la salud y la biodiversidad. Se trata de algo completamente diferente: el retorno de la inversión.

Son tiempos para no realizar gastos innecesarios: en los últimos años, en el mundo se consume menos maíz, menos soja y menos trigo del que se produce. Como resultado, el precio del maíz se ha reducido a la mitad desde su precio máximo en 2012, cayendo bruscamente de los 8 dólares a 4 dólares el bushel (25,40 kg).

Es el caso también de la soja, cuyo precio ha caído un 46% en tres años. Hay pocas razones para pensar que los precios se dispararán en los próximos cinco años, advierte el Ministerio de Agricultura. Los ingresos de los agricultores se han visto reducidos: han disminuido un 42% en tres años (2013-2016), según el Ministerio.

El coste de las semillas transgénicas ha ido en dirección contraria: sigue aumentado cada año. Por ejemplo, los agricultores gastan cuatro veces más en las semillas de maíz que hace 20 años cuando Monsanto empezó a comercializar los primeros cultivos transgénicos. Sin embargo, los ingresos de los agricultores por la venta del maíz no han aumentado. “No se produce un retorno de la inversión”, dijo Joe Logan, un agricultor de Ohio recientemente citado por el Wall Street Journal, quien planea abandonar los cultivos transgénicos el próximo año para volver a las semillas convencionales.

Este debate en torno a los transgénicos todavía se ha exacerbado más debido a que no han cumplido las promesas, por lo menos en los países desarrollados. Los dos mayores productores, Monsanto y DuPont, afirmaron que se iban a obtener unos mayores rendimientos y ahorros sustanciales por el menor uso de pesticidas. Pero los datos globales publicados por las Naciones Unidas y varios centros de investigación muestran que Estados Unidos apenas supera en rendimientos a Europa, donde los cultivos transgénicos están en su mayoría prohibidos.

Por lo tanto, The New York Times se tomó la molestia de comparar los rendimientos de los cultivos estadounidenses y europeos. Y encontró que los Estados Unidos no tiene unos mejores rendimientos agrícolas que Europa: “No tenemos pruebas de que los cultivos transgénicos introducidos en los Estados Unidos hayan aumentado los rendimientos agrícolas, más allá de lo que se ha observado con los cultivos convencionales”, dijo la Academia Nacional de Ciencias en un reciente Informe. El rendimiento de los cultivos de maíz, por ejemplo, han aumentado sólo un 20% en los últimos 20 años, según el Ministerio de Agricultura, a pesar de que el precio de las semillas de maíz transgénico aumentó un 400% en el mismo período.

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Aumento en el uso de herbicidas

Por otro lado, aquella afirmación de que se iban a usar menos plaguicidas con los cultivos transgénicos también resulta cuestionable. Y por una buena razón: las hierbas adventicias han evolucionado para resistir a Roundup, el famoso herbicida de Monsanto, y los agricultores se han visto obligados a recurrir a herbicidas más antiguos y efectivos, como Dicamba. Los datos publicados por un reciente estudio del Servicio Geológico de los Estados Unidos muestran que los agricultores estadounidenses han aumentado el uso de herbicidas en un 21% en 20 años, mientras que los agricultores franceses lo han reducido en un 35% durante el mismo período.

Los estadounidenses han conseguido reducir el uso de insecticidas en dos décadas ( un 33% menos), pero sólo la mitad que los agricultores franceses (-65%). Se trata de una diferencia significativa. De no haber pruebas de la nocividad de los transgénicos para la salud pública, el hecho de que algunos plaguicidas sean cancerígenos no parece tema de debate.

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