Una reciente evaluación encuentra restos de plaguicidas en el 85% de las muestras de alimentos

Por Carey Gillam, 23 de noviembre de 2016

Huffington Post

plaguicidas

Los estadounidenses se reúnen esta semana para compartir la comida de Acción de Gracias, cuando los datos de un reciente estudio realizado por el Gobierno ofrece una evaluación poco recomendable de los alimentos que consumen los estadounidenses: se han encontrado residuos de insecticidas, fungicidas y sustancias químicas peligrosas en aproximadamente el 85% de los alimentos evaluados.

Los datos publicados la semana pasada por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) muestran unos niveles variables de residuos de plaguicidas en todos los alimentos, desde setas a patatas y desde las uvas a las judías verdes. La evaluación de una muestra de fresas encontró residuos de 20 plaguicidas distintos, de acuerdo con el Informe “Pesticide Data Program” (PDP), publicado por el Departamento Agricultural Marketing Service de la USDA. Se trata del 25ª Informe anual que recopila datos de residuos para la Agencia y la evaluación que la USDA hizo en el año 2015.

Cabe destacar que la Agencia ha dicho que solamente el 15% de las 10.187 muestras evaluadas estaban libres de cantidades detectables de residuos. Se trata de una importante diferencia con respecto al año 2014, ya que en el anterior Informe la USDA encontró que más del 41% de las muestras estaban limpias o no mostraban cantidades detectables de residuos de plaguicidas. En años anteriores también se observó que entre el 40% y el 50% de las muestras estaban libres de residuos detectables, según datos de la USDA. Sin embargo, la USDA dijo que no es estadísticamente válido comparar unos años con otros, ya que las muestras de alimentos cambian de un año para otro. Sin embargo, los datos muestran que el año 2015 fue similar a los años anteriores en cuanto al tipo de muestras seleccionadas de frutas y verduras frescas y procesadas, y que constituyen la mayor parte de los alimentos evaluados.

No obstante, parece que a la USDA esto no le preocupa, ni que deba ser motivo de preocupación para la gente: “los niveles de residuos encontrados en los productos agrícolas analizados no suponen un riesgo para la salud de los consumidores y son seguros…”.

Pero algunos científicos dicen que hay pocos datos o ninguno para dar por válida esta afirmación. Las Agencias de Regulación no disponen de suficientes investigaciones exhaustivas sobre el impacto en la salud humana del consumo regular y repetido de múltiples tipos de plaguicidas a largo plazo y las garantías del Gobierno son decididamente falsas.

No sabemos cuáles pueden ser las consecuencias dentro de 20 años del consumo de una manzana diaria que contiene múltiples residuos”, dijo Chensheng Lu, profesor asociado de Biología Ambiental en la Escuela de Salud Pública de Harvard. “Ellos quieren decirle que esto no supone un riesgo, pero la investigación científica en este sentido es muy inadecuada. Ese es el gran problema”.

La USDA también dijo en su último Informe que 441 de las muestras tenían unos niveles preocupantes, suponiendo “una violación de los límites de tolerancia”, porque los residuos encontrados excedían los límites, según lo que ha establecido como seguro la Agencia de Protección Ambiental (EPA) o se encontraron alimentos que no se esperaba tuviesen residuos de plaguicidas en absoluto, y para los que no existe un límite de tolerancia legal. Esas muestras contenían residuos de 496 plaguicidas diferentes, según la USDA.

Las espinacas, fresas, uvas, judías verdes, tomates, pepinos y sandías, han sido los alimentos con unos niveles de residuos de plaguicidas por encima de los límites legales. Incluso se han encontrado restos de productos prohibidos desde hace mucho tiempo en los Estados Unidos, tales como el DDT o sus metabolitos, encontrados en espinacas y patatas. El DDT fue prohibido en 1972 debido a las preocupaciones ambientales de salud asociadas a este insecticida.

Hay ausencia de datos por parte de la USDA sobre los residuos del herbicida glifosato, a pesar de que el glifosato es el herbicida más utilizado en el mundo, y se rocía en una amplia variedad de cultivos, incluyendo el maíz, la soja, el trigo y la avena. Es el ingrediente activo del herbicida Roundup, fabricado por Monsanto Co., que ha sido clasificado como posiblemente carcinógeno para los seres humanos por un grupo internacional de científicos que trabaja para una Agencia de la Organización Mundial de la Salud. Pero Monsanto ha dicho que la presencia de residuos de glifosato en los alimentos es algo inocuo. Esta Empresa solicitó a la EPA que elevase los niveles de tolerancia para el glifosato en varios alimentos, en el año 2013, y la EPA obedeció.

La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) también analiza los alimentos para detectar la presencia de pesticidas. Nuevos documentos obtenidos de la FDA muestran la presencia de niveles ilegales de dos tipos de insecticidas: la propargita, utilizada para matar ácaros, y flonicamida, generalmente destinada para matar áfidos y la mosca blanca. Estos insecticidas se encontraron en la miel. Documentos del Gobierno también muestran que el N,N-Dietil-meta-toluamida (DEET), un repelente de insectos de uso corriente, ha sido detectado en la miel, y el herbicida acetoclor en las setas.

Científicos de la FDA también señalaron la presencia de altos niveles del neonicotinoide tiametoxam en el arroz. Syngenta ha solicitado a la Agencia de Protección Ambiental (EPA) que permita la presencia de unos niveles mayores de tiametoxam en los cultivos, porque la Empresa pretende ampliar su uso. Esta solicitud a la EPA todavía está pendiente de resolución, según un portavoz de la Agencia.

El Informe más recientemente publicado sobre residuos por parte de la FDA muestra que las tasas de violación de los niveles de plaguicidas han aumentado en los últimos años. En el año 2013, la tasa de incumplimientos de los límites legales fue del 2,8%, el doble de la tasa observada en el año 2009. Las violaciones supusieron el 12,6% de los alimentos importados en el año 2013, frente al 4% del año 2009.

Tanto la USDA como la FDA han omitido en sus pruebas de residuos de plaguicidas al glifosato. Pero la Agencia sí realizó un esfuerzo adicional para determinar los niveles de glifosato en un pequeño grupo de alimentos. Un químico de la FDA comprobó la presencia de glifosato en la miel y varios productos de avena, incluyendo alimentos para bebés.

Un Informe de una organización también informó de la presencia de residuos de glifosato en los cereales Cheerios, las galletas Oreo y una amplia variedad de alimentos de amplio consumo.

Dudas sobre los impactos acumulativos de plaguicidas

La cuestión de si los consumidores deben preocuparse por los alimentos que contienen residuos de plaguicidas, es objeto de debate. Las tres Agencias Federales involucradas en los residuos de plaguicidas apuntan a lo que ellos denominas “límites máximos de residuos” (LMR) o tolerancia, como puntos de referencia para determinar la seguridad. La EPA usa los datos suministrados por la Industria Agroquímica para determinar los LMR para cada plaguicida que espera sea utilizado en cada uno de los cultivos.

Mientras que la mayoría de los alimentos analizados muestren la presencia de una cantidad de residuos de plaguicidas en los alimentos por debajo de los LMR, dice la USDA que no hay motivo de preocupación.

La notificación de la presencia de residuos por debajo de la tolerancia establecida sirve para asegurar y verificar la seguridad del suministro de alimentos del país”, dice el Informe de residuos de 2015. La Industria Agroquímica ofrece garantías aún más amplias, diciendo que no hay nada que temer por consumir residuos de productos químicos que se venden a los agricultores para su uso en la producción de alimentos, incluso si excediesen los límites legales.

Pero muchos científicos dicen que las tolerancias están diseñadas para proteger a los que utilizan los pesticidas, no a los consumidores. Las tolerancias varían ampliamente dependiendo del pesticida y del cultivo. La tolerancia para el insecticida clorpirifos en una manzana, por ejemplo, es diferente de la cantidad de clorpirifos permitida en los cítricos, en un plátano o en la leche, de acuerdo con los datos de tolerancia establecidos por el Gobierno.

En el caso de los clorpirifos, la EPA ha dicho que quiere revocar todas las tolerancias en los alimentos porque hay estudios que han establecido una relación entre este producto químico y daño cerebral en los niños. Aunque la Agencia ha considerado durante mucho tipo los límites legales de clorpirifos como seguros, ahora la Agencia dice que puede no ser así.

La “EPA no puede determinar en este momento que la exposición acumulativa de residuos de clorpirifos, incluyendo todas las exposiciones previstas en la dieta y el resto de exposiciones no ocupacionales de las que existe información confiable, sean seguras”, dijo la EPA el año pasado. Dow AgroSciences, que desarrolló los clorpirifos en la década de 1960, está protestando por esta actitud de la EPA, argumentando que los clorpirifos suponen una herramienta fundamental para los agricultores. En el último Informe de residuos de la USDA, se encontraron clorpirifos en los melocotones, manzanas, espinacas, fresas, nectarinas y otros alimentos, aunque no en niveles que supongan una violación de los límites de tolerancia.

La EPA defiende los criterios que ha establecido diciendo que ha estado cumpliendo con la Ley de Protección de Calidad de los Alimentos, que requiere que la EPA tenga en cuenta los efectos acumulativos de los residuos de sustancias “que contienen un mecanismo común de toxicidad”. Para un plaguicida, se examinan los estudios presentados por las empresas de plaguicidas para así identificar los posibles efectos perjudiciales que el producto químico pudiera tener sobre los seres humanos, la cantidad de sustancia química que probablemente permanecerá en los alimentos y otras posibles exposiciones al mismo producto químico.

Pero lo críticos dicen que no se puede confiar en estas medidas y que las evaluaciones debieran considerar escenarios más reales que tengan en cuenta los impactos acumulativos de diferentes residuos de plaguicidas para determinar cuán seguro es consumir mezclas presentes en la dieta diaria. Dado que varias plaguicidas de uso común en la producción de alimentos se ha relacionado con diversas enfermedades, tales como efectos en la capacidad cognitiva, trastornos en el desarrollo y trastorno de déficit de atención/ hiperactividad en los niños, hay una necesidad urgente de un análisis más profundo de estos impactos acumulativos, de acuerdo con muchos científicos. Señalan la Declaración del Consejo Nacional de Investigación,  que dice: “la ingesta en la dieta representa la principal fuente de exposición a los plaguicidas para lactantes y niños, y la exposición en la dieta puede explicar el aumento de riesgos en la salud relacionados con los pesticidas en los niños en comparación con los adultos”.

Con la omnipresente exposición a las mezclas químicas, las garantías de seguridad basadas en los umbrales de toxicidad considerados individualmente, puede dar lugar a engaño”, dijo Lorrin Pang, endocrinólogo del Departamento de Salud de Hawai y ex asesor de la Organización Mundial de la Salud.

Tracey Woodruff, ex científico de la EPA y asesor de políticas especializado en contaminantes ambientales y salud infantil, dijo que hay una clara necesidad de realizar más investigaciones. Woodruff dirige el Programa de Salud Reproductiva y Medio Ambiente de la Escuela de Medicina de la Universidad de California en San Francisco.

No se trata de un asunto trivial. La idea de tener en cuenta las exposiciones acumulativas es un tema candente en la comunidad científica. Evaluar las tolerancias individuales como si fuera una exposición única no es un reflejo exacto de lo que sabemos: las personas están expuestas a múltiples productos químicos al mismo tiempo y los enfoques científicos actuales no pueden dar una explicación a este hecho”.

Los críticos dicen que las evaluaciones de seguridad de los plaguicidas es probable que sólo suavicen un poco el panorama, dada la decisión del Presidente electo Donald Trump de nombrar a Myron Ebell para supervisar el proceso de transición en la EPA. Ebell, Director del Centro de Energía y Medio Ambiente del Instituto de Empresas Competitivas, es un ferviente defensor de los plaguicidas y de su seguridad.

Los niveles de plaguicidas rara vez, o nunca, se acercan a los niveles inseguros. Incluso cuando los activistas gritan que los residuos exceden los límites federales, no significa que los productos sean inseguros”, afirma en el sitio web SAFEChemicalPolicy.org, grupo donde trabaja Ebell. “De hecho, los residuos pueden estar cientos de veces por encima de los límites reglamentados y seguir siendo seguros”.

Los mensajes en uno y otro sentido aturden a los consumidores, de modo que no saben qué creer sobre la seguridad de los residuos de plaguicidas presentes en los alimentos, dijo Therese Bonanni, dietista en la clínica del Centro Médico de la Universidad de Jersey Shore.

Aunque el efecto acumulativo de ingerir estas toxinas durante toda la vida aún no se conoce, los datos a corto plazo sugieren que hay razones para mostrarse cautelosos. El mensaje que les llega a los consumidores resulta muy confuso”.

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