Egipto, Serbia y Georgia: aprender de los errores de otros

Por Eric Walberg, 3 de marzo de 2011

Hay un proverbio ruso que dice: sólo un tonto aprende de sus propios errores. El Ministro de Asuntos Exteriores de Georgia ha visitado a su homólogo egipcio, pues hay lecciones que Egipto puede aprender de otras revoluciones similares en Europa Oriental y en la ex Unión Soviética, señala Eric Walberg.

Un elemento fundamental en la revolución de Egipto fue la labor de un pequeño grupo de activistas serbios, Otpor (Resistencia), que utilizando unas tácticas no violentas a finales de 1990, logró con éxito derrocar al presidente serbio Slobodan Milosevic en el año 2000. La juventud egipcia del Movimiento Juvenil 6 de abril incluso ha adoptado el símbolo del puño cerrado, con el que apareció Otpor más de una vez en los titulares y en las pantallas de televisión.

Fue durante la huelga de El-Mahalla el-Kubra en 2008, en protesta por los altos precios de los alimentos y los bajos salarios, lo que provocó esta alianza serbio-egipcio imprevista. Un grupo de jóvenes cairotas experimentados en el uso de las nuevas tecnologías, decidieron iniciar un grupo en Facebook para organizar acciones de solidaridad en todo el país, atrayendo a la sorprendente cifra de 70.000 seguidores. Los resultados de la huelga fueron dispares: la policía atacó a los huelguistas y murieron dos manifestantes, pero las protestas en solidaridad se extendieron por todo el país.

Decidido a aprovechar su éxito en la red, según dice Tina Rosenberg en la revista Foreign Policy, Mohamed Adel, bloguero de 20 años y activista del Movimiento 6 de abril, viajó a Belgrado en el año 2009 y recibió un curso de una semana de duración sobre estrategias de revolución no violenta, por veteranos de Otpor, que habían establecido un Centro de Acción de Estrategias Aplicadas No violentas (LONA) en el año 2003, sólo para activistas. Aprendió el funcionamiento de las redes sociales para la protesta en la calle, y difundió sus conocimientos entre otras personas del Movimiento 6 de abril y Kefaya (Basta).

El resto es historia. Un derrocamiento relativamente pacífico del régimen egipcio ha hecho de la juventud egipcia famosa por todo el mundo – el científico egipcio- americano Faruq El-Baz ha sugerido la concesión del Premio Nobel de la Paz para ellos-.

La táctica revolucionaria no violenta se hizo muy conocida gracias a Otpor y se fue utilizada con notable éxito por los egipcios, y que son el resultado de las estrategias contra el poder que puso en práctica Mohandas Gandhi en su lucha anticolonial en la década de 1920-30, pero también por el Gobierno de Estados Unidos durante la Guerra Fría, para minar al bloque socialista, cuando la acción militar directa contra el enemigo no era factible

Más relevante que el caso de Otpor fue el Reagan National Endowment for Democracy (NED, 1983), que fue el instrumento de produjo el colapso de la Unión Soviética y de la Europa del Este, financiando a todos los grupos que intentaban socavar los regímenes socialistas, tanto de la derecha como de la izquierda. Warren Christopher, primer Secretario de Estado durante la presidencia de Bill Clinton dijo: “Alistando a organizaciones internacionales y regionales, los Estados Unidos pueden aprovechar sus recursos limitados y también se evita que parezca que tratamos de dominar a otros”. El primer presidente del NED, Allen Weinstein, admitió que “mucho de lo que hacemos hoy ya se hacía de forma encubierta por la CIA hace 25 años”.

El bloque socialista se derrumbó justo cuando Internet estaba empezando a despegar en la década de 1990. La táctica funciona bien en las dictaduras blandas que están abiertas a la penetración Occidental y la glasnost del líder soviético Mikhail Gorbachev (franqueza) y perestroika (reestructuración) eran los vehículos para su introducción en Europa del Este y la Unión Soviética, ya que el nivel de represión por parte del Estado se había aliviado a partir de los tiempos paranoicos de la Guerra Fría.

Las técnicas utilizadas fueron perfeccionadas durante los años 1990 por Gene Sharp (De la Dictadura a la Democracia, 1993), denominado mediante un oxímoron “el Claussewitz de la no violencia”, y Robert Helvey, un ex coronel del Ejército de los Estados Unidos en la defensa/ataque de la Embajada estadounidense en Birmania en los años 1980. Considerando el estancamiento económico ( propio de la dictaduras), usando una combinación de desafío y de burla a un régimen autocrático envejecido, y seduciendo al aparato de seguridad del ejército y la policía, mal pagados, los jóvenes revolucionarios han sido capaces con el apoyo de las masas de provocar el cambio, convenciendo al aparato de seguridad que no interviniese.

Aunque los detalles son algo distintos, un escenario similar a los sucesos de El Cairo en 2011 se produjeron en toda Europa Occidental y en la Unión Soviética entre 1989 y 1991. En este último caso, el carisma de Boris Yeltsin apartó a los militares a un lado, después del golpe de Estado en agosto de 1991, poniendo fin a la hegemonía del Partido Comunista.

El colapso de Yugoslavia fue mucho más traumático. Estuvo dirigida por un líder carismático, Josip Tito, que había utilizado su monopolio en el poder político para construir una sociedad próspera, con un régimen socialista relativamente abierto. Sin embargo, se produjeron presiones para su desintegración después de que se derrumbaron sus vecinos socialistas. Financiado por Estados Unidos y Alemania, los líderes étnicos, hambrientos de poder, declararon su independencia, estallando una guerra civil, estando en el centro la Serbia de Milosevic, que intentaba desesperadamente mantener unidos lo que hasta entonces había sido una unión pacífica y popular. En 1999 ya estaba escrito -sanciones por parte de Occidente, bombardeos y el derribo de la antigua Yugoslavia, el pueblo inquieto se volvió contra un anciano dictador, actuando como catalizador un grupo de activistas expertos.

Al igual que el resto de grupos de la oposición de la antigua Yugoslavia, Otpor recibió dinero del NED, a pesar de que lo negase en su momento, algo que fue decepcionante para muchos miembros de Otpor, después de haber ayudado a derrocar a Milosevic, sintiéndose engañados, según Rosenberg. LONA participa en talleres financiados por la Organización para la Seguridad y la Cooperación Europea, el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas, y Freedom House, un grupo estadounidense financiado por el NED.

Los resultados de las revoluciones inspiradas por Otpor han sido dispares: los activistas de Zimbabwe, Birmania, Bielorrusia e Irán – más de 50 países- han recibido formación de LONA. El único éxito que se les podía imputar antes que el de Egipto fue el de Georgia (2003). Ucrania (2004) y Kirguizistán (2005) – las llamadas revoluciones de color, todas las cuales han sido una amarga decepción, que junto con Serbia, han sido claramente manipuladas por los Estados Unidos para servir a sus intereses geopolíticos.

En el caso de Georgia, un muchacho de 37 años de edad, Mikheil Saakashvili, fue catapultado al poder por un movimiento juvenil, Kmara (Basta), siguiendo el modelo de Otpor, ganando las elecciones presidenciales en 2004 con el 97% de los votos. Invitó a miles de asesores estadounidenses e israelíes, lanzó una desastrosa guerra en 2008 contra Rusia, y rápidamente asumió poderes dictatoriales. La mayoría de los israelíes se apresuraron a volver a casa después de la guerra e incluso su patrón Estados Unidos está poniendo trabas a sus planes de enfrentarse de nuevo a Rusia.

La oposición de Georgia ha tratado de derrocar a Saakashvili desde que lanzó el ataque contra Rusia, pero está utilizando a los medios de comunicación ( y reforzando las fuerzas de seguridad) para mantenerse en el poder, enviando servilmente miles de soldados a Iraq y Afganistán, con la esperanza de obtener los suficientes puntos como para ingresar en la OTAN. Una oposición fuerte y unida en torno a un líder carismático y unas elecciones rigurosamente controladas, es necesario para echarlo del poder.

La regla de oro es que si juega bien las cartas que tiene puede permitirse una revolución al estilo Otpor, de este modo podrá hacer un buen uso de ella. Una segunda es difícil de lograr, y si ocurre, como en 2010 en Kirguistán, es síntoma de disfunción política más que de algo que haya que celebrar. Y la Democracia al estilo Occidental rara vez conduce a la Justicia Social, sobre todo cuando el país en cuestión es objetivo geopolítico de Estados Unidos, como es el caso de Serbia y Egipto.

La estrategia funcionó bien para los pequeños grupos étnicos que desean su propio Estado, al igual que los estonios, los eslovenos y otros países europeos del Este, a excepción, irónicamente, de los serbios, que tuvieron graves dificultades económicas como consecuencia de su revolución y todavía continúan resintiéndose del papel de Europa y Estados Unidos en sus asuntos políticos. Cuando los egipcios se congregaban en la Plaza Tahrir, el 5 de febrero, también 70.000 serbios se manifestaban en Belgrado, protestando contra el desempleo y la pobreza, en donde el Gobierno ( al típico estilo democrático, una minúscula mayoría de coalición) está llevando a cabo las políticas dictadas por Europa. Con la invasión de la OTAN y la pérdida de Kosovo, los serbios recuerdan con amargura ahora, en lugar de la dictadura de Milosevic, el intento de Otpor de entrar en el arena política en 2003, obteniendo sólo el 1,6% de los votos y se rindió, afiliándose al Partido Demócrata Pro-Europeo del presidente de Serbia Boris Tadic.

Los egipcios deben aprender de la experiencia de Rusia, Serbia y las revoluciones de color, ya que navegan en las procelosas aguas de la Democracia al estilo estadounidense. Curiosamente, el Ministro de Asuntos Exteriores de Georgia, Grigol Vashadze visitó Egipto el 1 y 2 de marzo para compartir su experiencia en la transición post-revolucionaria, no con el Movimiento Juvenil 6 de abril o con otros grupos revolucionarios, sino con el ex-jefe de la Liga Árabe, Amr Moussa, y el Ministro de Asuntos Exteriores de Egipto, Ahmed Aboul-Gheit, ambos íntimamente relacionados con el régimen de Mubarak.

No es como para animar a los idealistas revolucionarios de Egipto a entrar en confabulaciones , o en las formas políticas de Georgia o cualquier otra revolución de color en la actualidad. Sería una tragedia que después de un tiempo los egipcios mirasen hacia atrás, con nostalgia los tiempos pre-revolucionarios, al igual que muchos serbios, georgianos, rusos y europeos del Este.

 

Eric Walberg es un periodista que trabajó en Uzbekistán y escribe ahora para Al-Ahram Weekly (ehttp://weekly.ahram.org.eg/) de El Cairo. Lea otros artículos de Eric (http://ericwalberg.com/)