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Controversia entre la EFSA y la IARC sobre la carcinogenicidad del glifosato: ¿serían los distintos documentos consultados por una y otra organización lo que indicaría las diferencias de opinión? Y sin son tan importantes los documentos secretos a los que ha tenido acceso la EFSA y no la IARC, ¿por qué mantenerlos de forma confidencial?)
“Además de hacer investigación, publicar y tener proyectos de investigación, lo que intentamos es que los resultados de nuestra investigación se apliquen cuanto antes en beneficio de la sociedad como herramientas de protección medioambiental […] Ahora estamos trabajando en el Reglamento de Sustancias Químicas de la UE (REACH), que va a suponer un cambio radical en la gestión de la contaminación y de los focos de la contaminación en la UE. Intentamos que se utilice nuestro conocimiento, todo lo que hemos aprendido y lo que nos queda por aprender”. – Declaraciones de José Vicente Tarazona en una entrevista realizada en madrimasd.org (pdf) |
[Este artículo se detiene en algunas cuestiones de importancia. Del mismo modo que las Empresas Farmacéuticas están siendo presionadas para que publiquen los datos de sus estudios clínicos, con el actual sistema de regulación de los plaguicidas ocurre algo parecido: la Industria mantiene todavía ocultos los estudios sobre sus propios pesticidas. Esto no puede continuar de manera indefinida frente a las peticiones de transparencia. Comentario de Claire Robinson en GMWatch]
En el año 2015, la IARC (Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer) publicó su revisión con las evidencias de carcinogenicidad del glifosato (vol. 112). Llegaron a la conclusión de que hay indicios limitados de que la exposición al glifosato produzca cáncer en los seres humanos, y pruebas suficientes en los estudios realizados con animales. Por lo tanto, el glifosato quedó clasificado como “probablemente cancerígeno para los seres humanos”.
En la revisión del análisis realizado por la IARC, la Agencia de Evaluación de Riesgos de Alemania, la BfR, aceptó más o menos lo que decía la IARC sobre las evidencias en los seres humanos, pero rechazó frontalmente la interpretación de la IARC sobre las pruebas en los animales, concluyendo que “no está justificada su inclusión como probablemente cancerígeno”. La EFSA Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) y expertos de los Estados miembros de la UE revisaron la evaluación de riesgos y los análisis de la BfR y de la IARC, y acordaron que el glifosato es “poco probable que suponga un riesgo de provocar cáncer en los seres humanos”.
Las diferencias son notables: ¿cómo puede la IARC haber encontrado evidencias en los animales, quedando convencida de que el glifosato produce cáncer, y sin embargo la EFSA no pudo ver tales evidencias y queda convencida de que el glifosato no causa cáncer?
Una de las razones que ha ofrecido la EFSA es que los documentos consultados por ella y la IARC fueron diferentes. La EFSA tuvo acceso a por lo menos tres estudios confidenciales de la Industria (a los que llamaremos los Tres Misteriosos), descritos por José Tarazona, Jefe de la Unidad de Plaguicidas de la EFSA, como claves y fundamentales. La IARC o bien sólo tuvo acceso a los resúmenes de estos estudios, donde no aparecían esas informaciones clave, o no tuvieron en absoluto acceso a ellos (puesto que según parece son documentos confidenciales no publicados). La IARC excluyó los resúmenes de investigación que carecían de datos esenciales, y no se tuvieron en cuenta en su conclusión final.
¿Pueden haber sido los Tres Misteriosos los que expliquen las diferencias de criterio entre la IARC y la EFSA?
Para responder a esta pregunta tenemos que entender que cuando la IARC dice que hay “pruebas suficientes” de que el glifosato causa cáncer en los animales, es que está diciendo que están convencidos por las pruebas, lo que significa que no hay posibilidad de que se realicen nuevos estudios que vengan a demostrar que el glifosato no causa cáncer en los animales (es decir, cualquier estudio de este tipo tendría que ser lo suficientemente importante y consistente como para anular todas las pruebas que actualmente señalan lo contrario).
La EFSA, por el contrario, parece estar diciendo que lo que ha hecho la IARC es incorrecto, que las pruebas existentes muestran que el glifosato “es poco probable” que cause cáncer, lo que implica que piensan que la posibilidad de que un nuevo estudio realizado en animales venga a mostrar que el glifosato causa cáncer es muy pequeña (es decir, que las evidencias existentes muestran que el glifosato no causa cáncer, y que ese nuevo estudio tendría que ser lo suficientemente importante y consiste para modificar las actuales evidencias).
Por lo tanto, los Tres Misteriosos tienen que ser lo suficientemente consistentes y seguros en sus evidencias como para persuadir a la IARC de haber clasificado al glifosato como probablemente carcinógeno, y que han consultado documentos no lo suficientemente convincentes. Se trata de una especulación, ya que no hemos visto esos estudios. Pero tienen que ser lo suficientemente sólidos, pues de lo contrario tendrían poco peso frente a los estudios que convencieron a la IARC para decir que el glifosato ha demostrado ser cancerígeno en los estudios realizados con animales.
Si esos estudios secretos son realmente tan convincentes, resulta extraño que no se hayan publicado: ¿no acabarían con esta controversia sobre la carcinogenicidad o no del glifosato?
La otra posibilidad, claro, es que estos estudios de hecho no sean tan sólidos como dicen, y que la EFSA haya cometido un error en la importancia que les ha dado en su análisis, Según Kate Guyton, toxicólogo del Programa de Monografías de la IARC, que participó en el Informe de la IARC, los Tres Misteriosos mostrarían una correlación entre la exposición al glifosato y un tipo nada común de tumor (declaración realizada en una entrevista de la Corporate Europe Observatory).
Cómo estos estudios, que parecen ir en sentido contrario, pueden haber influido en la EFSA para decir que es poco probable que el glifosato sea cancerígeno, es una pregunta a la que tiene que contestar la propia EFSA. Es algo que sólo puede hacer publicando los datos y explicando cómo los interpreta. Cualquier investigación adicional a la que haya tenido acceso la EFSA pero no la IARC ( tal como se menciona en esta carta), deben hacerse públicos, pues de lo contrario nadie puede confiar en el funcionamiento de la EFSA y ver si sus análisis son correctos.
En el ámbito de las Medicina, la Campaña AllTrials está “solicitando que se publiquen los ensayos clínicos, así como los métodos y los resultados obtenidos”. Se trata de un paso esencial para asegurar que las evidencias que se han tenido en cuenta para llevar a cabo los tratamientos médicos se han evaluado correctamente, aumentado la eficacia de los tratamientos y desechar los ineficaces o perjudiciales. Lo mismo debe ocurrir con la investigación de la toxicidad química, porque de mantenerse en el secretismo no se puede realizar una evaluación correcta de los datos y de los riesgos que corren las personas y el medio ambiente, que están expuestos a productos químicos perjudiciales.
En este caso particular, si las evidencias son tan sólidas como afirma la EFSA, entonces no hay razones para mantener los datos en secreto. De no ser así, a continuación el glifosato es un producto químico que debe ser retirado del mercado, ya que presenta un peligro de producir cáncer. De cualquier manera, es algo que tenemos que conocer.
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