Disruptores endocrinos: la fabricación de una mentira

La Comisión Europea ha desarrollado sus propios métodos de estudio para evitar una regulación estricta de estas peligrosas sustancias.

Por Stéphane Horel, 1 de diciembre de 2016

environmentalhealthnews.org

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Todo se puede resumir en unas pocas palabras: “(Los disruptores endocrinos) se pueden considerar como cualquier otro producto químico de interés para la salud humana y el medio ambiente”. Es en esta corta frase, que aparece en las conclusiones de un dictamen de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA ), del año 2013, sobre la que descansa el plan de Bruselas para regular los disruptores endocrinos, sustancias ubicuas capaces de interferir en el sistema hormonal, incluso a dosis bajas.

La propuesta, que próximamente será objeto de votación por parte de los Estados miembro, no sólo ha unido a Francia, Dinamarca y Suecia, sino también a muchas organizaciones no gubernamentales (ONG), que consideran que no se protege la salud pública ni el medio ambiente.

Esta frase sobre la que se levantó

el edificio reglamentario propuesto

por la Comisión ya había sido redactada

incluso antes de que se hubiesen

llevado a cabo estudios científicos.

La comunidad de expertos, encarnada en la Sociedad de Endocrinología, una sociedad que reúne a unos 18.000 investigadores y personal clínico especializado en el sistema hormonal, también está en contra de la propuesta. Existe una amplia oposición, mientras que la Comisión Europea insiste en que se basa en datos científicos, en los datos científicos recogidos según el método empleado por la EFSA.

La explicación de esta situación se encuentra en una serie de documentos internos de la Administración Europea obtenidos por Le Monde. Esos documentos muestran sin ambigüedad que la frase clave sobre la que se ha construido el edificio regulador propuesto por la Comisión ya se había redactado incluso antes de que se hubiesen llevado a cabo estudios científicos.

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Las conclusiones fueron redactadas de antemano en diciembre de 2012

En diciembre de 2012, la EFSA ya empezó a presentar sus conclusiones y recomendaciones en un correo electrónico enviado a los expertos que se habían reunido para llevar a cabo la tarea de evaluación.

Se decía:

Los disruptores endocrinos y sus efectos adversos deben ser tratados como cualquier otro producto químico de interés para la salud humana y el medio ambiente”. La frase clave ya se incluía ahí. Sin embargo, la primera reunión para establecer el plan de trabajo se celebró sólo unos días antes. A finales de marzo de 2013, tres meses después, la frase figuraba en las conclusiones del dictamen publicado por la Agencia.

Por supuesto, las conclusiones fueron escritas de antemano, si no en el papel, sí en la cabeza de algunos de los que participaron”, dice una fuente cercana a los intervinientes en aquel momento a Le Monde. La propia Comisión no ha respondido a nuestras preguntas. La EFSA reaccionó con la seguridad de que había cumplido adecuadamente su mandato.

El Comité científico de la EFSA “ha hecho un balance de las opiniones de varios expertos y foros”, dijo la Agencia Europea cuando fue interrogada.

La frase de la EFSA puede parecer inocente para una persona no familiarizada con este mundillo, pero tiene un peso considerable, porque si los disruptores endocrinos son consideradas sustancias como cualquier otra, entonces no habría necesidad de llevar a cabo una estricta regulación.

La Industria de los Plaguicidas, que es la más afectada por esta cuestión, ha entendido enseguida el problema. Sus principales organizaciones de presión, la Asociación de Protección de las Plantas de Europa (ECPA). CropLife International, CropLife America, los grupos de la Industria Agroquímica, como BASF o Bayer, repiten la frase de la EFSA en sus argumentos y en la correspondencia con la Instituciones Europeas, como ha podido comprobar Le Monde.

De hecho, esta famosa frase es de gran importancia para la regulación en Europa de los productos fitosanitarios. En el año 2009, el Parlamento Europea votó unas nuevas normas de regulación de los plaguicidas. De acuerdo con esta legislación, los plaguicidas a priori identificados como disruptores endocrinos no tendrían autorización para su entrada en el mercado, excepto cuando la exposición se considere insignificante.

Esta disposición sólo necesita de una cosa si se quiere aplicar: la adopción de criterios científicos para definir los disruptores endocrinos, es decir, lo que Bruselas propone ahora. Pero ya que los disruptores endocrinos serían sustancias como cualquier otra, la frase de la EFSA, surge la pregunta: ¿por qué prohibirlos a priori?

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Una violación grave de la protección de la salud

La Comisión ha modificado el texto. Ahora bien, bastaría con evaluar el riesgo que presentan en caso de surgir problemas después de su comercialización y, por tanto, a posteriori. ¿Se ha hecho este cambio a costa del espíritu regulatorio de 2009?

Esta enmienda supone una laguna importante en la protección de la salud y el medio ambiente, dice EDC-Free Europe. Esta ONG acusa a la Comisión de querer distorsionar el sentido de la legislación europea.

Pero sobre todo, esta modificación de la normativa de 2009 plantea un problema democrático: es como si los funcionarios tomasen la iniciativa de redactar un decreto de implementación que nada tiene que ver con las intenciones de los representantes electos.

El Parlamento Europeo también mantiene esta misma opinión. En una copia de una carta a la que ha podido tener acceso Le Monde, del pasado 15 de septiembre, el Presidente del Comité de Medio Ambiente del Parlamento se dirigió al Comisario de Salud, Vitenis Andriukaitis, que es el responsable del expediente, diciendo que el proyecto: “Excede las competencias de la Comisión al modificar elementos esenciales de la ley. Del mismo modo, en su nota del 10 de octubre, Francia, Dinamarca y Suecia, vienen a decir lo mismo, que la Comisión no tiene la potestad de cambiar una decisión política de la cámara legislativa”.

Este reproche se produce en un momento poco afortunado, porque la Comisión Europea ya rozaría la ilegalidad en esta cuestión. De hecho, el Tribunal Europeo de Justicia condenó a la Comisión en diciembre de 2015 por violar las leyes de la UE: no cumplió con el mandato para que aprobase los criterios para identificar los disruptores endocrinos antes de finales de 2013.

Sin embargo, la Comisión sigue manteniéndose impertérrita a pesar del aluvión de críticas. Mantiene que ha cumplido con el mandato que la autorizaba a actualizar el reglamento: tener en cuenta los nuevos conocimientos científicos, es decir, la famosa frase de la EFSA. Sobre esta frase también descansa su justificación.

Pero, ¿por qué habría redactado la EFSA unas conclusiones por adelantado en contra del consenso científico? Un documento interno de la Comisión obtenido por Le Monde arroja algo de luz sobre la intenciones de la Dirección General de Salud y Seguridad Alimentaria (Dirección General de Sanidad), que ahora se encarga de esta cuestión en la Comisión.

Un Informe de la reunión pone las cosas negro sobre blanco: que desde septiembre de 2012, la Dirección General de Salud tenía la intención de no considerar la voluntad de los representantes elegidos del Parlamento Europeo. La Dirección de Salud dijo entonces que “que no se oponía siquiera a la idea de volver a aprobar nuevas normas en base a la evaluación de riesgos y estaba dispuesta a cambiar completamente la parte del reglamento en cuestión”.

El mismo documento indica además que la DG Salud tendría que “dirigirse a la EFSA para tratar de acelerar la toma en consideración de sus opiniones”. Sobre este asunto la EFSA no tenía opinión… ya que se había pedido que creara un grupo de trabajo sobre los disruptores endocrinos.

Un mensaje incómodo

Las condiciones muy especiales en la que trabaja este grupo pueden apreciarse en los correos electrónicos intercambiados entre expertos y responsables de la EFSA. Un mes antes de la publicación del Informe de la EFSA, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), publicaron un informe conjunto sobre los disruptores endocrinos.

Un perito de la EFSA envió este incómodo mensaje a todo el grupo: “Resulta casi vergonzoso comparar el actual borrador del Informe con el Informe de la OMS-PNUMA… que llega a la conclusión de que la evaluación tradicional de riesgos de los productos químicos no es apta para el propósito de evaluar (los disruptores endocrinos), y nosotros hemos llegado justamente a la conclusión opuesta”.

Este científico consideró que las conclusiones debieran cambiarse radicalmente. El responsable de la EFSA que supervisaba la labor del grupo de expertos estuvo de acuerdo.

Las conclusiones actuales en las que explicamos que los disruptores endocrinos deben considerarse como el resto de la mayoría de productos químicos nos ponen en una situación marginal en comparación con el resto del mundo y resultan difíciles de entender”, escribe. Sin embargo, cuando se publican las conclusiones de la EFSA el 20 de marzo de 2013, seguía apareciendo la famosa frase, imperturbable.

Debiera ser un procedimiento basado en los conocimientos científicos… la formulación de políticas basadas en las evidencias”, dice Axel Singhofen, asesor de la Alianza Libre Europea-Verdes del Parlamento Europeo, “pero por lo que aquí vemos es la fabricación de evidencias basadas en ciertas políticas”.

Si tiene algunas pregunta que hacer relacionada con este artículo, puede ponerse en contacto con Brian Bienkowski, bbienkowski(a)ehn.org

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En este mismo blog se han traducido otros dos artículos de Stéphane Horel relacionados con los disruptores endocrinos, que puede leer en:

Disruptores endocrinos: cómo los científicos ligados a la Industria generan incertidumbres

Disruptores endocrinos: la historia secreta de un escándalo

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