Como superviviente del Holocausto, el AIPAC no habla por mí

Por Hedy Epstein, 5 de mayo de 2011

Dissident Voice

Al finalizar uno de mis primeros viajes a la Cisjordania ocupada, en 2004, sufrí en mis carnes una dura experiencia en Ben-Gurion. Nunca pude imaginar que las fuerzas de seguridad israelíes pudiesen abusar de una superviviente del Holocausto, con 79 años de edad. Me retuvieron durante 5 horas, desnuda, e inspeccionaron todas las cavidades y partes de mi cuerpo. La vergüenza de estos agentes de seguridad se expresaba en que llevaban oculto el nombre en su tarjeta de identificación.

El único propósito de esta flagrante violación de mi integridad física era humillarme y aterrorizarme. Pero tuvo el efecto contrario. Me hizo más decidida a hablar contra los abusos cometidos por el Gobierno israelí y el Ejército.

Sin embargo, esta experiencia, aunque desagradable para mí, no es nada en comparación con las humillaciones y los abusos perpetrados contra los palestinos año tras año. La ocupación israelí de Cisjordania no se basa en una igualdad de derechos y de juego limpio, en lo que Human Rights Watch ha denominado un ordenamiento jurídico “a dos niveles”, en otras palabras, el Apartheid, con un conjunto de leyes para los judíos y duras leyes opresivas contra los palestinos.

Sin embargo, es el sistema legal y de seguridad que el AIPAC ( (Comité de Asuntos Públicos Estados Unidos-Israel) defenderá los días 22 a 24 de mayo en su conferencia anual. A pesar de la sombría realidad, los miembros de Congreso asistirán para recibir a la AIPAC y a Israel. La falta de libertad para los palestinos quiere ser ocultada por esta conferencia de la AIPAC, con su obsesivo enfoque hacia la seguridad y sin que se toquen los aspectos relacionados con los derechos fundamentales de los palestinos.

Hace varios años, cerca de Der Beilut, en la Ribera Occidental, observé cómo la policía israelí utilizaba un cañón de agua contra una protesta no violenta. Entonces me acordé de Birminghan, Alabama, en 1963, y me pregunté por qué una sociedad supuestamente democrática responde de esta forma ante una reunión pacífica, tratando, literalmente, de ahogar la voz de nuestra protesta.

En Mas’ha, también en la Cisjordania ocupada, me uní a una manifestación contra el muro que Israel ha construido, generalmente dentro de la Ribera Occidental y elevándose, ocasionalmente, a 25 pies de altura (7, 6 metros). Habían colocado un ominoso cartel en rojo que decía “peligro mortal” para cualquiera que se atreviera a cruzar la valla. Vi a los soldados israelíes apuntar a los israelíes desarmados, a los palestinos y otros manifestantes procedentes de otros países. También vi como sangraba Gil Na’amati , un joven israelí que participaba en su primer acto público después de haber finalizado el servicio militar obligatorio para protestar contra el muro. Vi metralla en la pierna de Anne Farina, una de mis compañeras de viaje desde San Luis. Y pensé en el Estado de Kent y en el Estado de Jackson, donde la Guardia Nacional abrió fuego en 1970 contra los manifestantes que protestaban contra la guerra de Vietnam.

Así como el AIPAC se reúne y los miembros del Congreso muestran su complacencia, tengo todas estas imágenes en mi mente y siento miedo sobre la capacidad de la AIPAC para que la policía de los Estados Unidos se mueva en direcciones aún más peligrosas. La AIPAC hace un flaco favor a los palestinos, a los israelíes y al pueblo estadounidense. Ayuda a mantener Oriente Medio en un perpetuo estado de guerra, y este año no será distinto del anterior, ya que ahora se está haciendo un llamamiento continuo a una guerra contra Irán.

La AIPAC pretende, en nombre de todos los judíos, pero ciertamente no hablan por mí ni por otros miembros de la comunidad judía que están comprometidos con la igualdad de derechos para todos y son conscientes de que el intervencionismo estadounidense es la mayor causa del desastre y el caos de Oriente Medio.

Israel, por supuesto, no sería capaz de llevar a cabo sus crímenes de guerra contra civiles tanto en Líbano como en Gaza si Estados Unidos – y los 3 mil millones en ayuda militar- no se lo permitiese hacer. Con 86 años de edad, uso cada gramo de mi energía para educar a los estadounidenses sobre la necesidad de que dejen de apoyar los abusos cometidos por el Gobierno israelí y el Ejército contra el pueblo palestino. A veces hay personas que tratan de acallar mi voz y me gritan que soy una judía que odia a los suyos, pero la mayor parte de la veces el público es receptivo y escucha a alguien que sobrevivió al Holocausto, y que ahora trabaja por liberar a los palestinos de la opresión israelí.

La discriminación ejercida contra los palestinos en los territorios ocupados no merece el aplauso que los miembros del Congresovan a dar en la conferencia de la AIPAC. En su lugar, se debieran plantear preguntas básicas sobre la violación de los derechos sufrida por los palestinos, tanto dentro de Israel como en los territorios ocupados. Hay que tomar medidas para que en el encuentro del 21 al 24 de mayo en Washington DC, se haga ver al AIPAC que es preciso construir una nueva visión de la política exterior de Estados Unidos en Oriente Medio.

Hedy Epstein es una superviviente del Holocausto, que escribe y viaja mucho para hablar sobre cuestiones de justicia social y asuntos de Medio Oriente.

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