por Jennifer Browdy de Hernández, 4 de abril de 2012
Cuando me quedé preñada de mi segundo hijo, que nació en 1998, vivíamos en una casa pequeña junto a la de mis padres, mucho más grande. Mi hijo nació a finales de agosto; durante todo el tercer trimestre estuve durante mucho tiempo al exterior, recibiendo el sol y el aire.
Durante este tiempo, mi madre tenía la costumbre de rociar el camino de gravilla con Roundup un par de veces durante el verano, con el fin de mantener a raya a las hierbas y otras plantas. Las hierbas también se extendían hasta la puerta de nuestra casita, y Roundup también era depositado por allí. Le dije varias veces a mi madre que ese producto químico era tóxico, perjudicial para los animales, pero se necesitó mucho tiempo para que ella se diera cuenta de los problemas de salud que puede acarrear, a un ritmo mucho más rápido que el aspecto más o menos cuidado del camino de entrada.
Estaba pensando en esto, cuando leí la noticia de que finalmente el centro de investigación médica está empezando a tomar cartas en el asunto sobre el uso de Roundup, debido altas tasas de autismo entre los niños y el colapso de las colonias de abejas.
Mi madre recuerda que cuando nació mi segundo hijo, nos empezamos a preocupar, sobre todo a partir del segundo o tercer mes de vida, ya que todavía no mantenía ningún contacto visual y no nos devolvía ninguna sonrisa. Era un niño dulce, tranquilo, que dormía y comía bien, y al que le encantaba estar en los brazos… pero a diferencia de su hermano mayor, que ya reía o sonreía durante el primer mes, éste tenía un actitud que resultaba inquietante.
Al igual que la gente sabe de las dificultades de cuidar a alguien que sufre de cáncer, todo el mundo también sabe de las dificultades de criar a un niño autista. Durante esos primeros meses de vida me empecé a dar cuenta de quizás mi hijo tuviese este trastorno.
Pero de repente, empezó a sonreír, mantuvo el contacto visual, y desde entonces todo fue bien.
¿Podría haber ocurrido ese retraso en el desarrollo debido al rociado de Roundup en los últimos meses de mi embarazo?
Las investigaciones sugieren que este hecho es posible.
Es de conocimiento por parte de todos que Monsanto, Dow y otras compañías utilizan sus inmensos ingresos para luchar contra las investigaciones que muestran los problemas de salud ocasionados por los agroquímicos.
Pero llegados a este punto, con la población de abejas afectada por una grave crisis, y con 1 de cada 88 niños (según datos de la FDA) en los Estados Unidos diagnosticado con autismo ( en este cifra no se incluyen a muchos niños que son diagnosticados con algún tipo de trastorno mental), es imposible que la grandes industrias puedan seguir manteniendo cerrada la tapadera por mucho más tiempo.
Es un escándalo internacional, incluso mucho más grave y amplio que los escándalos de las compañías tabacaleras de hace una generación, porque en este caso no hay forma de argumentar que no se haya expuesto por propia voluntad al niño a las sustancias químicas tóxicas.
Francia, Alemania, Italia ( no España) y otros países europeos ya han adoptado medidas para prohibir los herbicidas y pesticidas dañinos. La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, finalmente, bajo la presión de un grupo de ciudadanos, está en proceso de reconsiderar la aprobación de “Poncho”, uno de los más peligrosos plaguicidas, que también se ha demostrado tiene un fuente impacto en las abejas.
El Dr. Brian Moench, Presidente de la Asociación de Médicos de Utah para un ambiente sano y un miembro de la Unión de Científicos Preocupados, tuvieron el coraje de desafiar a la gran Industria Agroquímica, describiendo por primera vez el eslabón perdido entre el colapso de las colonias de abejas, el autismo, y el uso generalizado de sustancias químicas tóxicas en la agricultura.
En un artículo publicado recientemente por Common Dreams, el Dr, Moench escribió: “El cerebro de los insectos es el objetivo previsto de estos insecticidas. Alteran el comportamiento de las abejas y su capacidad de regresar a la colmena, produciendo una especie de “autismo de la abeja”. Pero los insectos son distintos a los seres humanos, aunque sus células nerviosas comparten la misma infraestructura biológica básica. Los productos químicos que interrumpen los impulsos eléctricos en los nervios de los insectos, causan el mismo daño en los humanos. Pero los seres humanos tienen un tamaño mucho mayor y las dosis que reciben son muy pequeñas”.
“Durante el desarrollo del ser humano el primer mes, cuando su tamaño no es mayor que el de un insecto, no hay razones para no creer que los pesticidas puedan causar estragos en el cerebro del embrión. Sin embargo, los embriones humanos no son directamente expuestos en los campos de maíz a los insecticidas. Pero un reciente estudio muestra que todos los seres humanos sí lo están al pesticida de mayor uso en el mundo, Roundup, que se ha detectado en la orina en concentraciones de entre cinco a veinte veces el nivel que es considerado seguro en el agua potable”.
En los alrededores de la casa donde vivíamos cuando estaba embarazada de mi segundo hijo había campos de maíz cultivados. No eran las cantidades que se utilizan hoy en día, pero se rociaban los pesticidas y herbicidas en días de viento durante la primavera, y luego llegaba la cosecha de maíz en otoño, inhalando la mezcla tóxica, y contaminando el pozo del que nos surtíamos de agua.
Y esta contaminación por Roundup no procede del rociado voluntario del camino de entrada, ni era lo suficientemente consciente para tratar de conseguir frutas y verduras ecológicas, y evitar también la carne industrial.
Así que nos debemos de sentir afortunados en mi familia de no tener casos de autismo o familiares con cáncer.
No es cuestión de suerte: “ Permitir que Monsanto, Dow u otras compañías de agroquímicos se sigan beneficiando a base de envenenar nuestra tierra y nuestros alimentos es algo absolutamente inconcebible”
Es incluso peor que se permitirse que la Industria Tabacalera hiciese publicidad entre los jóvenes, cosa que ya no se permite.
Las poblaciones de abejas están disminuyendo de forma dramática en todo el mundo.
¿Vamos a permitir que las estadísticas ofrezcan datos que digan que 1 de cada 50 niños nace autista?
Este es un escándalo nacional e internacional que debe ser abordado sin demora.
Jennifer Browdy de Hernández es profesora de literatura comparada y de estudios de género, en el Bard College en Rock Simon, Massachusetts, y tiene un blog: Tiempos de transición
http://www.commondreams.org/view/2012/04/04-5
Lista de estudios científicos que muestran los efectos en la salud por los transgénicos: