Por Claire Robinson, 2 de agosto de 2017
Documentos obtenidos en la demanda presentada en los Estados Unidos descubren los intentos desesperados de Monsanto para que se retirase el estudio que mostraba los efectos adversos del herbicida Roundup, y el editor de la revista que accedió a la retractación tenía una relación contractual con la Empresa.
Los documentos internos de Monsanto publicados por los abogados que llevan la demanda en los Estados Unidos de los afectados que dicen que el herbicida Roundup les ha provocado cáncer, muestran que al empresa respaldó una campaña para forzar la retracción de un estudio que revelaba los efectos tóxicos de Roundup. Los documentos también muestran que el editor de la revista que publicó por primera vez el estudio firmó un contrato con Monsanto poco antes de comenzara la campaña a favor de la retractación.
El estudio a largo plazo, dirigido por el profesor G.E. Séralini, demostró que dosis muy bajas del herbicida Roundup de Monsanto tienen efectos tóxicos en las ratas, incluyendo daños en el hígado y los riñones. Observaciones adicionales del aumento de la tasa de tumores en las ratas expuestas al herbicida tendrían que ser confirmadas por un estudio de carcinogenicidad a mayor escala.
Estos documentos recientemente publicados demuestran que durante la campaña para forzar la retractación, Monsanto intentó evitar que se notase su participación en la misma. En cambio, el científico de Monsanto, David Saltmiras, admitió que se preparó una campaña utilizando “terceras personas” que aparentemente no mantenían ninguna relación con Monsanto, exigiendo al editor de la revista Food and Chemical Toxicology (FCT), A. Wallace Hayes, la retractación del estudio publicado por la revista.
La utilización de “terceras personas” es una táctica clásica de relaciones públicas que perfeccionó la Industria del Tabaco. Esta táctica consiste en poner mensajes en bocas de expertos que supuestamente son independientes, ya que nadie creería las afirmaciones de la Industria al defender sus propios productos. En 2012, el fundador de GMWatch, Jonatahan Matthews, expuso los vínculos de la Industria con científicos supuestamente independientes, los cuales presionaron al editor de la revista para que se retirase el estudio de Séralini. Ahora tenemos pruebas de primera mano que demuestran la participación directa de Monsanto.
En un documento, Saltmiras revisa sus logros dentro de la Empresa, alardeando de que
“gracias a él se enviaron numerosas cartas firmadas por terceras personas al editor de la revista, que posteriormente fueron publicadas, reflejando las numerosas deficiencias del estudio, lo sesgado de su informe y los métodos estadísticos empleados por Séralini. Además, aparecen como coautores de una carta enviada a Monsanto Dan Goldstein y Bruce Hammond (empleados de Monsanto)”.
Saltmiras escribe además sobre cómo
“la publicación del estudio de Séralini sobre la aparición de tumores en las ratas a finales de 2012 y la posterior campaña en los medios de comunicación, he aprovechado mi relación con el Editor Jefe de la revista… siendo el único punto de contacto entre Monsanto y la revista”.
Otro empleado de Monsanto, Eric Sachs, escribe un corre electrónico acerca de sus esfuerzos para organizar entre varios científicos una campaña de envío de cartas. Sachs hace referencia a Bruce Chassy, un científico que administra un sitio web a favor de los transgénico, Pro-GMO Academics Review. Sachs escribe:
“Hablé con Bruce Chassy y dice que enviará una carta directamente a Wally Hayes y pedirá a otros científicos que han enviado cartas que hagan lo mismo. Él entiende la urgencia… sigo convencido de que Monsanto no debe jugar un papel en proporcionar un análisis crítico para forzar a los editores de la revista a retirar el artículo”.
En respuesta a la petición de Monsanto, Chassy urgió a Hayes a que retirase el estudio de Séralini:
“Mi intención es que se dé marcha atrás, que se produzca una retractación del estudio y se reinicie el proceso de revisión”
Chassy fue también el primer firmante de una petición que exigía la retractación del estudio de Séralini y es coautor de un artículo publicado en la revista Forbes en la que acusaba de fraudulento el estudio de Séralini. En ninguno de los dos artículos mencionaba su relación con Monsanto. Pero en el año 2016 se descubrió que había recibido más de 57.000 dólares de Monsanto para que realizase viajes, escribiese y hablase a favor de los transgénicos.
Sachs ha intentado que M0nsanto no se considere públicamente como impulsor de la campaña para forzar la retracción del estudio, aunque es precisamente lo que ha estado haciendo. Sachs escribe al empleado de Monsanto William Heydens:
“Hay diferencia entre defender los descubrimientos científicos y participar en un proceso formal para intentar la retractación en la publicación de un estudio que desafía la seguridad de nuestros productos. No debemos dar munición a Séralini, los críticos de los transgénicos y a los medios de comunicación para acusar a Monsanto de que está interviniendo en el proceso de retirada del estudio. La información que proporcionemos debe explicar claramente las deficiencias del estudio y señalar que tal estudio no ha debido pasar la revisión por pares”.
Otro ejemplo de cómo se ha intentado que Monsanto no aparezca como partícipe en la campaña de retractación aparece en la correspondencia mediante correo electrónico entre los empleados de Monsanto Daniel Goldstein y Erich Sachs. Goldstein afirma:
“Me sentía incómodo sólo de pensar que los accionistas son conscientes de esta LTE (¿Letter to the editor?: quizás se refiera a Carta al Editor)… Eso implica que algo teníamos que ver con ello, de lo contrario ¿cómo hemos tenido conocimiento del tal cosa?”.
A lo que Sachs responde:
“Mantenemos un contacto pero no redactamos la carta ni alentamos a nadie a que la firme”.
Wallace Hayes recibió dinero de Monsanto
Pero la revelación más destacada de los documentos publicados es que el editor de Food and Chemical Toxicology, A. Wallace Hayes, firmó un acuerdo de consultoría con Monsanto poco antes de la participación de Hayes en la retractación del estudio de Séralini. Es decir, claramente se observa que Hayes tenía un conflicto de interés al actuar como consultor para Monsanto y por su labor como editor de la revista que retractó un estudio que determinaba que el glifosato tiene efectos tóxicos. El estudio fue publicado el 19 de septiembre de 2012. El acuerdo de consultoría entre Hayes y Monsanto tiene fecha del 21 de agosto de 2012 y Hayes es contratado para prestar sus servicios desde el 7 de septiembre de 2012.
Los documentos también revelan que Monsanto pagó a Hayes 400 dólares a la hora por sus servicios y que a cambio Hayes debía
“Ayudar en el establecimiento de una red de expertos toxicólogos, epidemiólogos y otros científicos de América del Sur y participar en la reunión inicial que se celebrase en la región. La preparación y redacción de un seminario abordando temas regionales relacionados con al toxicología del glifosato es una cuestión clave de la reunión inaugural de 2013”.
Hayes debiera de haberse mantenido al margen en la cuestión del estudio de Séralini desde el momento en que firmó el acuerdo. Pero continuó supervisando una segunda revisión del estudio por parte de personas anónimas cuyos conflictos de interés, si es que los tenían, nunca fueron declarados, resultando en una decisión a favor de la retracción en la publicación del estudio por la razón sin precedentes de que algunos resultados no eran concluyentes.
Hayes le dijo a Danny Hakim del New York Times en una entrevista que él no estaba sometido a ningún tipo de contrato con Monsanto en el momento de producirse la retractación y que recibió el pago sólo después de abandonar la revista. Pero se tardó más de un año es hacerse firme la retirada del estudio después de la segunda revisión, que Hayes supervisó, lo cual deja claro que tenía conflictos de interés no revelados desde el mismo momento que firmó el contrato con Monsanto y durante el proceso de revisión. Parece que las declaraciones que hizo al New York Times no eran ciertas.
Las fechas del contrato también plantean la pregunta de si Monsanto sabía de antemano que se iba a publicar dicho estudio. De ser así, pueden haberse alegrado de iniciar la relación con Hayes en ese momento.
Un correo electrónico interno de Monsanto confirma la estrecha relación de la Empresa con Hayes. Saltmiras escribe sobre la reciente publicación del estudio de Séralini:
“Wally Hayes, ahora Editor Jefe de FCT, m3e envió un correo electrónico de cortesía esta misma mañana. Espero que pronto podamos tener una discusión antes de considerar si la visión y estrategia de FCT era la cuestión principal en el proceso de revisión por pares”.
En otro correo electrónico entre varios empleados de Monsanto, Daniel Goldstein escribe lo siguiente en relación al estudio de Séralini:
“Retractación. Tanto Dan Jenkins (de Asuntos del Gobierno de los Estados Unidos) como Harvey Glick están a favor de la retirada del estudio. Sobre la misma base se podrían poner en duda otros estudios publicados en la revista, y eso permitiría un mayor margen de maniobra a Séralini. Todos somos conscientes de que la decisión final depende del editor y de la dirección de la revista, y que quizás no tengamos la oportunidad de que se retire, pero creo que valía la pena intentarlo”.
Monsanto siguió su camino, aunque el estudio fue reeditado posteriormente por otra revista con mayor dignidad, y presumiblemente su consejo editorial no estaba bajo contrato con Monsanto.
Por qué Monsanto participó en la retirada del estudio de Séralini
Resulta obvio que Monsanto tenía un gran interés en la revocación del estudio de Séralini. La razón más inmediata es que el estudio mostraba que dosis muy bajas del herbicida Roundup utilizado en un maíz modificado genéticamente tenía efectos nocivos. Pero había otra razón de mayor peso como muestran los documentos: que de admitir que el estudio tenía alguna validez eso podía abrir las puertas para que las Agencias de Regulación para exigiesen la realización de otros estudios a largo plazo sobre los cultivos transgénicos y sus herbicidas asociados.
Un peligroso nexo para Monsanto, como señala Goldstein, es que
“otros científicos obtengan financiación para verificar las observaciones de Séralini, ya sea a través de una Agencia gubernamental o de aquellos que financian los estudios en contra de los transgénicos y del uso de sus pesticidas asociados”.
Los documentos muestran que Monsanto celebró una serie de teleconferencias internacionales para discutir cómo anticiparse ante acontecimientos que suponían una amenaza.
Resumiendo los asuntos tratados en las teleconferencias, Daniel Goldstein escribe que
“desafortunadamente tres son los problemas potenciales que han surgido respecto a los estudios a largo plazo y será necesaria alguna consideración y probablemente un Libro Blanco de algún tipo (interno o externo)”.
Estos son los problemas potenciales:
– Estudios a largo plazo (2 años) en ratas y posible toxicidad reproductiva provocada por los cultivos transgénicos.
– Estudios de 2 años de duración sobre los daños crónicos provocados por las formulaciones de los pesticidas, además de los estudios sobre el ingrediente activo, que actualmente solicitan las Agencias de Regulación.
– Estudios de 2 años de duración en ratas sobre los daños crónicos provocados por las formulaciones de pesticidas utilizados en los cultivos transgénicos.
En respuesta al primer punto, Goldstein escribe que el estudio de Séralini
“no encontró otra cosa que unos efectos ya conocidos en las ratas SD (Sprague-Dawley), y como tal no hay razón para cuestionar la recientes orientaciones de la EFSA de que tales estudios no son necesarios en los cultivos sustancialmente equivalentes”.
Los lectores de GMWatch no se sorprenderán al ver que Monsanto recibe el apoyo de la EFSA en su empeño en no realizar estudios a largo plazo en la evaluación de riesgos de los cultivos transgénicos.
En respuesta al segundo punto, Goldstein reitera que el estudio de Séralini
“en realidad no encuentra nada, por lo tanto no hay necesidad de sacar ningún tipo de conclusiones, pero esta cuestión ha sido puesta sobre la mesa. Necesitamos estar bien preparados para responder de manera adecuada”.
Y sobre el tercer punto, Goldstein ignora la naturaleza de la ingeniería genética y argumenta con sentido práctico, no científico:
“Este enfoque sugiere que esto mismo podría plantearse sobre los cultivos convencionales y que cada formulación individual utilizada en un cultivo necesitaría de un estudio sobre cronicidad (como mínimo) y probablemente cada variedad de cultivo (ya que sabemos que presentan mayor variación genética que los transgénicos vs sus congéneres convencionales) y se plantea la posibilidad de un número ilimitado de pruebas”.
Y agrega:
“También necesitamos un argumento coherente para hacer frente a este problema”.
Las Agencias de Regulación de la UE respaldan a Monsanto
En contra de la opinión pública, algunas Agencias de Regulación han respaldado a Monsanto en lugar de responder al interés público y han rechazado la idea de que son necesarios estudios a largo plazo sobre los cultivos transgénicos. De hecho, la UE incluso está considerando eliminar los estudios a corto plazo de alimentación animal con una duración de 90 días que actualmente se requieren de acuerdo con la legislación europea sobre transgénicos. Esto se debe en parte a los resultados de un proyecto de alimentación animal, el proyecto GRACE, financiado por la UE, un estudio que ha sido criticado por algunos científicos que han participado en el proyecto por supuesta manipulación de los datos sobre los efectos adversos en ratas alimentadas con el maíz transgénico MON810.
Es necesaria una rectificación
A. Wallace Hayes ya no es Editor Jefe de la revista FCT, pero ha sido nombrado editor emérito. Del mismo modo, Richard E. Goodman, ex empleado de Monsanto, que fue lanzado en paracaídas al Consejo Editorial de la revista poco después de la publicación del estudio de Séralini, ya no forma parte de la revista.
Pero a pesar de estar al margen, su legado continúa en la historia de la revista donde fue publicado en primera instancia el estudio de Séralini.
Ahora que es evidente la participación de Monsanto en la retractación del estudio de Séralini publicado en la revista, FCT y Hayes deberían hacer lo correcto y disculparse públicamente, tanto al profesor Séralini como a su equipo. FCT no puede restablecer ese estudio, porque ahora ha sido publicado por otra revista. Pero tiene que establecer unas líneas rojas que no puede sobrepasar a raíz de este episodio vergonzoso, y admitir que actuó mal, y declarar su apoy9 a la independencia y objetividad científicas.
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