Por Media Lens, 19 de enero de 2011
La noticia de que un científico, el cuarto en dos años, Mostafa Ahmadi Roshan, había sido asesinado en Irán por un grupo desconocido, ha generado una mínima indignación en la prensa.
Patrick Cockburn decía en The Independent:
“Mientras que la identidad de quienes llevan a cabo los asesinatos sigue siendo un misterio, los más probable es que el Servicio de Inteligencia de Israel, el Mosad…”.
The Sunday Times publicó un minucioso relato de la planificación y ejecución del asesinato, proporcionado por “una fuente que reveló los detalles sobre las acciones de pequeños grupos de agentes israelíes que operan dentro de Irán”. (1)
El artículo de Julian Borger en The Guardian advierte contra la “incitación a un régimen que está al límite”. Nos preguntamos si The Guardian también habría descrito el asesinato de científicos en Estados Unidos o en Israel como una incitación. Y también nos preguntamos si Borger ha descrito estos ataques como actos terroristas.
Utilizando la base de datos Lexis-Nexis sobre medios de comunicación, no hemos sido capaces de encontrar un solo ejemplo de un periodista del Reino Unido que describa el asesinato de Roshan como un acto terrorista – dice el editor de la sección de política de New Statesman, Mehdi Hasan, que escribe en The Guardian. Al contrario, casi todas las referencias se han limitado a utilizar las palabras de las autoridades iraníes entre comillas (Después, ante la insistencia de Media Lens y otros activistas, Borger publicó un raro ejemplo de artículo en el que no hacían uso de la palabra únicamente los iraníes).
En octubre pasado, Estados Unidos acusó a Irán de contratar a un vendedor de coches usados, Manssor Arbabsiar, para llevar a cabo un complot cuyo objetivo era el de asesinar al embajador de Arabia Saudí en un restaurante de Washington DC. En este caso, el periodista no tuvo reparos en utilizar la palabra terrorismo, sin comillas. Karen McVeigh decía en The Guardian:
“Manssor Arbabsiar, un ciudadano naturalizado en los Estados Unidos, fue arrestado el mes pasado acusado de dirigir una conspiración terrorista mundial que se extendía desde México hasta Teherán”.
“Un complot terrorista de grandes proporciones ha sido frustrado – se intentaba asesinar al embajador de Arabia Saudí en suelo americano”.
“Funcionarios del Gobierno iraní han sido acusados por el Gobierno de Obama de planear una serie de ataques terroristas en suelo estadounidense”.
En Salon.com, Glenn Greenwald ha publicado varios ejemplos similares de los medios de comunicación de Estados Unidos. La supuesta trama Arbabsiar ha sido posteriormente desmentida por el analista Gareth Porter.
Como observa Greenwald: “Cuando las acusaciones parten de Israel y/o de los Estados Unidos, el terrorismo se convierte en uno de los mayores tabúes políticos”. En respuesta a un lector de Media Lens,k que había sugerido, no sin razón, que “terrorista es aquél que produce terror a otra persona”, el Canal 4 de Alex Thomson escribió:
“Su definición de lo que es un terrorista no tiene sentido de ser, ya que incluiría a todos los militares, incluidos los Royal Fusilliers (sic)”..(2)((Enviado a Media Lens el 25 de febrero de 2005).
¿Esto es algo absurdo? Después de todo, tras el bombardeo de la ciudad de Dresde en febrero de 1945, el Primer Ministro Winston Churchill escribió que el Bomber Command:
“A mí me parece que ha llegado el momento en el que bombardear las ciudades alemanas por el simple hecho de aumentar el terror, aunque bajo otros pretextos, debe ser revisado” (3)
Es de suponer, entonces, que siguiendo esta línea argumental se diga que la RAF es una organización terrorista.
Volviendo al asesinato de la semana pasado, mientras nadie ha sugerido la idea de que Irán debiera responder con acto parecido en Washington, Borger afirmaba:
“Si estadounidenses hubieran muerto en el restaurante de Georgetown, que se suponía era el objetivo de la trama de Ababsiar, el Gobierno de Obama se habría visto obligado a responder militarmente”.
En la misma línea, James Blitz pedía en el Financial Times:
“Incluso si se evita un conflicto militar inmediato, todavía queda una pregunta en el aire: ¿cuánto tiempo más Israel y Estados Unidos van a esperar para bombardear las instalaciones nucleares de Irán?”.
El día posterior al asesinato de Roshan, Andrew Cummings, ex asesor de Estados Unidos en Oriente Medio…, comentó en The Guardian sobre los riesgos de este audaz enfoque – se refería al asesinato de los científicos iraníes”.
Los subtitulares lo explican:
“La muerte de otro científico iraní ha llevado a criticar tales acciones, pero existe la negativa de Teherán a cooperar, dejando pocas alternativas”.
Cummings aclara:
“Lo que muchas personas no reconocen, sin embargo, es que existe una campaña encubierta, mientras que los impedimentos físicos, jurídicos y diplomáticos, son el menor de los males”.
Y sin embargo, Patrick Cockburn señaló:
“Estados Unidos no ha encontrado pruebas. Teherán está tratando de fabricar una bomba nuclear, aunque los políticos de Estados Unidos ( y los periodistas de Estados Unidos y del Reino Unido) hablar como si fuera un hecho establecido…
“Los servicios de Inteligencia de Estados Unidos, en cuanto a las estimaciones del avance nuclear de Irán, señalan que no hay pruebas de que Irán esté tratando de fabricar una bomba nuclear desde el año 2003. La Agencia de Inteligencia concluyó que el programa nuclear de Irán estuvo dirigido contra Irak en ese momento y cuando fue derrocado Saddam Hussein se dio por finalizado”.
Comparemos estas palabras con la versión de Blitz:
“Algunas Agencias de Inteligencia Occidentales creen que Irán va a esperar un tiempo antes de enriquecer más uranio, pero no tomará una decisión estratégica para desarrollar la bomba en 2012. Sin embargo, en todo lo demás, los augurios no son buenos”.
Una vez más, al contrario, Greg Thielmann, que formó parte del Departamento de Estado de Estados Unidos y analista del Comité de Inteligencia del Senado, dijo al veterano periodista de investigación Seimour Hersh el año pasado: “No hay nada que nos indique que Irán esté realmente fabricando una bomba nuclear”.
Los lectores podrán pensar que Cummings y Blitz tienen derecho a tener sus opiniones, aunque no tengan fundamento, y que The Guardian y Financial Times tiene el derecho a publicarlos, de eso se trata la libertad de expresión. En eso estamos de acuerdo.
Pero el problema surge cuando tratamos de imaginar a The Guardian publicando un artículo que justifique el asesinato de un científico estadounidense en una calle de Estados Unidos, un día después de haber sido asesinado. Y tratamos también de imaginar a Financial Times publicando un artículo de opinión que dijese: ¿Cuánto tiempo ha de esperar Irán para lanzar un bombardeo contra Estados Unidos e Israel”.