Hacia la responsabilidad biotecnológica por contaminación con transgénicos

por Rady Ananda, 8 de septiembre de 2011

El 6 de septiembre, el más alto tribunal de la unión Europea abrió el camino para que agricultores y apicultores soliciten las indemnizaciones producidas por la contaminación de sus cosechas o de la miel por los cultivos transgénicos.

El Tribunal Europeo de Justicia dictaminó que todos los productos alimenticios que contengan organismos modificados genéticamente, ya sea de forma intencionada o no, deben someterse a un proceso de aprobación.

Es una sentencia que marca un camino más estricto que el deseado por el Comisario Europeo de Sanidad y Consumo, John Dalli, que dice que la regulación de los alimentos que se han contaminado de forma accidental por los transgénicos es una idea absurda, dado que la cercanía de unos y otros cultivos asegura la contaminación genética.

En el centro de la controversia se sitúa el apicultor bávaro Karl Heinz Bablok, que se unió a otros para presentar una demanda contra el Estado cuando observó que su miel estaba contaminada por el maíz transgénico de Monsanto MON 810.

En 2008, un tribunal administrativo prohibió a Bablok la venta o comercialización de la miel. Pero en un extraño giro, el Tribunal de Augsburgo dictaminó que los apicultores no tienen derecho a una protección frente a los cultivos transgénicos. De inmediato presentó una nueva demanda.

Los abogados de los apicultores a raíz de la sentencia del Tribunal Europeo de Justicia señalaron que “ se podría solicitar una indemnización por daños y perjuicios si el maíz MON 810 contamina la miel”.

Los abogados Dr. Achim Willand y el Dr. Georg Buchholz explicaron:

Si el apicultor no puede vender su miel se considerará el impedimento principal para la reclamación de daños. Si el apicultor tiene que mover sus panales para evitar la contaminación, también es posible que pueda solicitar una compensación económica por los gastos adicionales.

Esta decisión no sólo es importante para los apicultores, sino también para los productores de alimentos y piensos, así como para el comercio”.

La nueva norma también se aplicará a “las importaciones que contengan material procedente de los cultivos modificados genéticamente que no tienen una aprobación adecuada de la UE”.

El Tribunal Supremo de Justicia sólo “interpreta la ley de la Unión Europea sin resolver el litigio” señala InfoOGM, un grupo francés que mantiene una posición neutral en materia de transgénicos. Estados miembros como Alemania, Francia y España pueden solicitar el dictamen que consideren oportuna en determinados casos de contaminación genética.

De la lectura de las declaraciones ante el Tribunal, InfoOGM explicó que Monsanto no busca la aprobación del polen modificado genéticamente. En su lugar, la aprobación del maíz MON 810 sólo cubriría la harina, el gluten, la sémola, el almidón y el aceite de maíz.

La aprobación del maíz MOB 810 se encuentra actualmente de nuevo en consideración. Se ha relacionado su consumo con daño en los órganos de animales de laboratorio y su inicial aprobación podría ser retirada. Hasta el año pasado, era el único cultivo transgénico que tenía la aprobación para su cultivo en la UE, aunque un total de 40 alimentos transgénicos han sido aprobados para su venta.

Una de las primeras cosa que hizo el Comisario Dalli uno vez que asumió el cargo en 2010 fue la de levantar la prohibición de la patata transgénica de BASF Amflora. Suecia, Alemania y la República Checa la cultivaron, produciéndose 47 casos de contaminación.

El fallo del Tribunal Europeo de Justicia anula también una recomendación del Abogado General de Tribunal, que decía que el material genético que ha sido transferido a otros seres vivos de forma accidental “ya no es viable y por lo tanto es estéril, no se trata de un organismo vivo, y por lo tanto no puede considerarse un organismo modificado genéticamente”.

Sin embargo, en esa misma recomendación, la Fiscalía sostenía que cualquier producto que contenga material transgénico debe ser regulado.

Thijs Etty, un abogado ambientalista especializado en biotecnología y en la legislación de la UE dijo a Fodd Freedom que “el fallo del Tribunal afianza la tolerancia cero de la UE a los alimentos transgénicos, y supone una pérdida considerable para Monsanto y la Comisión Europea”.

Etty explicó que la Comisión Europea “ha estado trabajado con ahínco para abandonar la tolerancia cero frente a los transgénicos”, citando una reciente regulación por la que se “permitía la presencia de transgénicos no autorizados en las importaciones de piensos”.

La decisión del Tribunal cuestiona está regulación.

Los opositores a los transgénicos han tenido un respiro ante la propuesta inicial del Comisario Dalli de reformar radicalmente las nomas vigentes para la aprobación de los transgénicos. La polémica propuesta apareció después de que los abogados de la Comisión Europea determinaran que la nueva normativa de la UE violaba las leyes internacionales del comercio.

Es de destacar que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, en relación a las normas sobre seguridad de los transgénicos, ha sido criticada por su estrecha relación con los intereses financieros de la Industria de la Biotecnología. Diana Banati de la EFSA tuvo que renunciar el año pasado después de que se supiese que había trabajado como consultora para empresas de biotecnología como Monsanto, Bayer y BASF.

Otros cuatro miembros del consejo de la EFSA también tienen importantes vínculos con la industria alimentaria. Uno tiene interés financieros en la industria de las semillas transgénicas (Piet Vanthemsche); otro pertenece a un importante grupo de presión relacionado con la industria alimentaria alemana (Matthias Horst); Milan Kovac y Ruprich Jirí también tienen vínculos con la Industria Alimentaria, según admitió la EFSA.

La decisión de hoy es una importante victoria para los apicultores, pero también para los que se oponen al cultivo y comercialización de los transgénicos y las organizaciones no gubernamentales que luchan a favor de nuestro medio”, dijo Etty.

Pero no es una victoria completa. Aunque la situación no es tan mala como en los Estados Unidos, las leyes sobre etiquetado de los alimentos que contienen material transgénico, tales como carne, leche y huevos, procedentes de animales alimentados con piensos modificados genéticamente, están exentos de informar de este hecho, dejando a los consumidores a merced de la Industria Biotecnológica.

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