por Alfredo Jalife-Rahme, 13 de abril de 2024
La masacre de 33.000 civiles palestinos por el gabinete de guerra de Benjamin Netanyahu, su negativa a aplicar las disposiciones impuestas por la Corte Internacional de Justicia y su negativa a cumplir la Resolución 2728 del Consejo de Seguridad recuerdan al síndrome de Masada. Un extremismo que pertenece más al campo de la psiquiatría que al de la política.
Es muy poco probable que el primer ministro Netanyahu, ahora entre la espada y la pared, respete la resolución del alto el fuego inmediato en Gaza [1].
Netanyahu se atrinchera tras el síndrome de Masada y explota el clamor del 90% de la población israelí que exige la erradicación de Hamás, independientemente de los «daños colaterales» (sic), lo que se traduce en un apocalipsis palestino que choca con los tres principios del derecho internacional humanitario: discernimiento, proporcionalidad y precaución [2].
Tres años después de la caída de Jerusalén, en el 70 d.C., Masada fue el bastión donde pereció la secta extremista de los Sicarios (de donde deriva el término «asesino»), es decir, los zelotes de Judea, asediados por las tropas del emperador Tito.
Después de 1951 años, Netanyahu, que es de origen polaco y no tiene nada en común con los auténticos judíos semitas, vuelve a practicar el síndrome de Masada, en respuesta al clamor abrumador de la conciencia humanista universal de los pueblos y los Estados.
¡Qué asombrosa similitud entre los fanáticos del año 73 d.C., por un lado, y, por otro, sus emuladores neocolonialistas Ben Gvir, ministro de Seguridad (sic), y Smotrich, ministro de Finanzas del gobierno de Netanyahu!
El síndrome de Masada se apoderó del gabinete de Netanyahu cuando su ministro de Asuntos Exteriores, Israel Katz, haciendo caso omiso de la Resolución 2728 del Consejo de Seguridad de la ONU, declaró: «El Estado de Israel no cesará el fuego. Destruiremos a Hamás y seguiremos luchando hasta que todos los rehenes vuelvan a casa» [3].
La hasta ahora ineficaz Corte Internacional de Justicia (CIJ), tras casi seis meses de genocidio dantesco, ha ordenado a Israel que facilite «urgentemente» (sic) la entrada de ayuda humanitaria (sic) en la Franja de Gaza [4], territorio palestino bloqueado por cielo, mar y tierra, donde se libra una guerra alimentaria que provoca hambruna, sed y enfermedades.
Según The Times, periódico cercano a la monarquía globalista británica y a Israel, el bloqueo de la ayuda humanitaria (sic) a Gaza es un grave error estratégico por parte de Israel, porque la opinión pública mundial percibe que está matando deliberadamente de hambre a los palestinos asediados.
De acuerdo con la CIJ, Francesca Albanese, relatora de la ONU sobre los derechos humanos en los territorios palestinos ocupados, en su informe titulado Anatomía de un genocidio, acusó a Israel y pidió que «los Estados cumplan sus obligaciones e impongan un embargo de armas y sanciones contra Israel (…) Cuando la intención genocida es tan evidente, tan ostentosa como en Gaza, no podemos apartar la vista; nuestro primer deber es prevenirla y castigarla«.
Elijah Magnier comenta que «Israel se está preparando para la reacción internacional sobre Gaza más allá del campo de batalla» [6] con un tsunami de procesamientos que recuerda a las inquietantes conclusiones de la Comisión Goldstone que, de nuevo en nombre de la ONU, investigó las atrocidades de Israel, incluidos crímenes de guerra, en la guerra de Gaza de hace 15 años [7].
En Anatomía de un genocidio, Francesca Albanese señala que Israel cometió tres actos específicos de genocidio, según la definición de la Carta de la ONU: mató a miembros de un grupo de población; les causó graves daños físicos y mentales; creó intencionadamente las condiciones que llevaron a la destrucción del grupo. También ha destruido masivamente las infraestructuras de Gaza, incluidos hospitales y terrenos agrícolas, y ha matado y presuntamente torturado a miles de hombres y niños palestinos.
Francesca Albanese ve la situación actual como una escalada del largo proceso de colonización y borrado (sic): una nueva Nakba, en alusión a la expulsión masiva de palestinos tras la creación de Israel en 1948.
Elijah J. Magnier informa de que Israel ha rechazado categóricamente los hechos del perturbador informe de Francesca Albanese, calificándolo de «obscena inversión (sic) de la realidad». ¡El clásico síndrome de Masada!
Alfredo Jalife-Rahme es profesor de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Doctor honoris causa por la Universidad Pontificia San Francisco Xavier de Chuquisaca. Publica artículos sobre política internacional en el diario La Jornada. Último libro publicado: La invisible cárcel cibernética. Google/Apple/Facebook/Amazon/Twitter (GAFAT) (Orfila, 2019).
Notas:
[1] «El invento (sic) de la «Tierra de Israel»– la «Tierra de Canaan» espoliada–, según el historiador Shlomo Sand», Alfredo Jalife-Rahme, La Jornada, 25 de febrero de 2024.
[2] Normas internacionales. ACNUDH: Protección de los derechos humanos en situaciones de conflicto, Naciones unidas
[3] «Israel says won’t cease fire in Gaza despite UN resolution», Anadolu Agency, March 25, 2024.
[4] “Le misure cautelari della Corte Internazionale di Giustizia”, di Thierry Meyssan, Traduzione Rachele Marmetti, Rete Voltaire, 30 gennaio 2024.
[5] Anatomy of a Genocide. Report of the Special Rapporteur on the situation of human rights in the Palestinian territories occupied since 1967, Francesca Albanese, Advance unedited version (Non traduit), Human Rights Council, March 25, 2024.
[6] «Israel braces for international backlash over Gaza: Preparing for Battle Beyond the Battlefield», Elijah J. Magnier, ejmagnier.com, March 28, 2024.
[7] «Committee following up on “Goldstone Report” says investigations by Israel and de facto Gaza authorities inadequate. Follow-up on «Goldstone Report»», Human Rights Council, 21 September 2010.
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