por Shimshon Bichler y Jonathan Nitzan, 2 de mayo de 2014
Preámbulo
En los últimos años hemos estado escribiendo una serie de artículos sobre la crisis global (1). Estos artículos trataban de romper los límites convencionales del liberalismo y el marxismo y el examen de la crisis desde una nueva perspectiva teórica sobre el capital como fuente de poder.. Los capitalistas y las Corporaciones, decíamos, no están impulsados por una maximización de los beneficios, sino que tratan de distinguirse del promedio y aumentar el poder en base a esa diferencia. Según este enfoque, la redistribución de los ingresos y de los activos no es un efecto secundario de una economía social, sino el conflicto central que impulsa el moderno Capitalismo. Y la principal arma en esta lucha, afirmábamos, no es la inversión y el crecimiento, sino lo que el economista estadounidense Thorstein Veblen llamó sabotaje estratégico, es decir, las restricciones, limitaciones, riesgos y molestias que los capitalistas imponen al resto de las sociedad con el fin de mantener y aumentar su poder diferencial. (Teoría de la clase ociosa, en pdf).
Hasta el año 2011, el tema de la distribución era un no-tema. Excepto unos pocos expertos encerrados en su torre de marfil y de activistas en busca de una mayor justicia, nadie hablaba de ello. No era asunto que apareciese en los medios, sin contar los titulares, y no suscitó ningún debate significativo. Pero a raíz de la crisis global que persiste y la redistribución hacia arriba que sigue imperturbable, el lema de los movimientos Occupy “Somos el 99 por ciento”, por fin va ganando fuerza. De repente, la desigualdad y los excesos del 1% restante se han convertido en bienes comercializables, difundidos, discutidos y sobre ello se escribe en los medios de comunicación.
Pero el debate en sí sigue siendo en gran medida muy conservador. Los movimientos de protesta han logrado poner sobre la mesa política el tema de la distribución, pero no se ha descubierto la forma de llevar esto hacia adelante. Hasta el momento no se ha producido ningún movimiento en el campo de la política, por no hablar de nuevos marcos teóricos, y este vacío sigue dejando abiertos los escenarios políticos a los responsables políticos, a los líderes académicos y a los laureados premios Nobel, que siguen sin reciclar sus gastados tópicos.
Para invertir esta tendencia, de manera simbólica, escribimos un artículo relativamente corto, incisivo, que se titula “Por qué los Capitalistas no quieren la recuperación y qué significa esto para Estados Unidos” El artículo ofrece un mensaje claro, respaldado por dos gráficos contrapuestos. Los gráficos muestran, contrariamente a la creencia convencional, tanto en la corriente principal como en la heterodoxa, que la acumulación se nutre de la crisis y el sabotaje. Los gráficos demuestran que durante el siglo pasado la proporción entre el Producto Interior Bruto de Estados Unidos y los ingresos del 1% no están estrechamente correlacionados con el crecimiento y la prosperidad, sino por el contrario con el desempleo y el estancamiento.
Buscamos un editor, y acudimos a los dos bastiones del liberalismo estadounidense: The New York Times y Los Angeles Times. Les enviamos el artículo, de forma gratuita, pero no nos contestaron. Optamos por el Reino Unido, enviando un correo electrónico al periódico The Guardian, pero una vez más, el silencio por respuesta. Nuestro último intento fue el London Review of Books. Esta vez sí obtuvimos una respuesta muy cortés, afirmando que el artículo “no encaja bien en nuestra línea”.
Resulta evidente que la prensa capitalista ilustrada no tiene interés en mostrar la base de la acumulación de poder. El artículo resulta demasiado difícil de digerir por parte de los lectores y es demasiado políticamente incorrecto para que los anunciantes presten su apoyo. Sugiere que la redistribución hacia arriba y el sabotaje asociado no son manifestaciones desafortunadas de la injusticia social, sino la dos almas gemelas de la acumulación de capital. Y este mensaje, al parecer, es impublicable.
No tenía sentido darse de golpes contra la pared. Había que ir hacia otro lugar. Y puesto que la salvación siempre viene del Este, nos presentamos en el emergente mercado de la India. A diferencia de Estados Unidos o el Reino Unido, el Capitalismo en la India todavía es una fuente de debate, incluso en la prensa dominante. Así que presentamos el artículo a Frontline, una revista quincenal publicada por The Hindu Group. Y para nuestra sorpresa, fue rápidamente aceptado, tal como lo redactamos, y apareció en el siguiente número (Nitzan and Bichler 2014).2 Hay que reconocer que esto de la globalización tiene sus ventajas.
La carta
Apenas había pasado un día de la publicación del artículo cuando recibimos un airado correo electrónico de un señor al que llamaremos Mr. X. Mr. X es un capitalista inteligente y la lectura de nuestro artículo le había encendido. Protestaba diciendo que nuestro artículo estaba “terriblemente viciado”. Fallábamos miserablemente en la “comprensión del capitalismo y nuestra afirmación de que los Capitalistas no quieren la recuperación está haciendo un tremendo daño”.
“ Jonathan
Su último artículo es muy deficiente. Igual que muchos analistas políticos y económicos, ha fracasado en su comprensión del Capitalismo. Usted ha cometido el típico error al establecer una correlación de causalidad.
A medida que iba leyendo el artículo me sentía presente en unas conferencias de inversión destinadas a capitalistas. ¿Están interesados en vencer a medias y aumentar su poder sobre los demás? No, en absoluto. El enfoque debe ser el de mejorar la igualdad en los ingresos, una mejora del ambiente y reducir considerablemente la pobreza y el hambre.
Creo sinceramente que no es un juego de obtener cero como resultado, donde un grupo gana mientras el otro pierde. De hecho, es todo lo contrario, un intercambio mutuo en el que las contrapartes se beneficien y prosperen.
Hoy en día se utiliza muy mal el término Capitalismo (como ocurre con el Fascismo, el Socialismo y el Comunismo), y nadie parece entender lo que significa.
La principal causa de la redistribución se realiza a través del estatismo corporativo (Corporativismo estatal) no capitalista. Con su intento continuo de establecer una diferencia de poder, creo que es muy importante que usted establezca esta distinción en sus trabajos para no confundir a la próxima generación de estudiantes.
Al leer sus artículos no veo ninguna mención de los efectos de los bancos privados y de los bancos centrales para monopolizar la creación de crédito. Cuando el poder y la redistribución se están llevando a cabo, ésta es la raíz del problema. La redistribución se facilita, especialmente durante una crisis, ya que se crea crédito a expensas del resto de la sociedad. No es nada sorprendente que los primeros en la fila sean los bancos, la entidades de inversión y las grandes Corporaciones, y todos ellos tienen una fuerte influencia en los Gobiernos. Tiene razón cuando dice que “lo bueno para General Motors es bueno para Estados Unidos”, pero completamente vacío. Para ser claros, esto es completamente incompatible con el Capitalismo. Esto no es Capitalismo y los ejecutivos de estas empresas que dependen de los favores especiales, de leyes y rescates de los Gobiernos, no son capitalistas.
Los verdaderos capitalistas fallan, algo que ocurre muy a menudo. Esa es la belleza del Sistema Capitalista, donde la descomposición del capital es tan importante como lo es en la naturaleza. Además, muchos capitalistas se sienten muy felices en la homeostasis, es decir, que no desean ni persiguen un crecimiento económico constante. Es el caso de miles de propietarios de restaurantes, que simplemente ponen un restaurante, están satisfechos con la vida que llevan, y no tienen el deseo ni las ambiciones de convertirse en un McDonalds. Incluso cuando se persigue el crecimiento económico, que a mundo está estimulado por la necesidad de mantener el poder adquisitivo, causa contante en la búsqueda de la rentabilidad de las inversiones. Si el poder de compra se mantuviese consecuente en lugar de verse diluido y la falsa creación de crédito, la oferta monetaria en demanda de constantes rendimientos se vería muy disminuida. No es lo que persiguen la mayoría de los inversores, sino la homeostasis.
Creo que está haciendo un daño enorme al publicar artículos que inducen a error al público, diciendo que los capitalistas no quieren la recuperación.
Yo fundé una organización sin fines de lucro para Venezuela y una de las herramientas que utiliza constantemente el Gobierno es la de culpar a los capitalistas de sus problemas económicos. Mientras tanto, la tasa de suicidios supera a la de Irak, que son la primera causa en el mundo por el mal uso de los fondos públicos, menores donde se usan fondos privados, y al borde de un completo colapso. Y mientras esto sucede, la mitad del país cree que la culpa es de los hombres de negocios, que sólo quieren obtener ganancias aprovechándose de la situación. Las pequeñas empresas están siendo saqueadas y absorbidas por el Gobierno, mientras que la escasez y la inflación aumentan a más del 60%. ¿Se están beneficiando los capitalistas de esta crisis? No, sólo los políticos corruptos y los empresarios que actúan en connivencia con las empresas estatales, los cuales no podrían sobrevivir en una economía capitalista.
Por favor, tenga cuidado a quien se etiqueta de capitalista.
Atentamente,
Mr. X
Tradicionalmente, la sátira, la comedia, la parodia, son las sofisticadas armas de los débiles, los métodos a través de los cuales las gentes podían burlarse de sus gobernantes y ridiculizar a sus séquitos. Grandes artistas, desde Aristófanes a Molière, de Balzac a Charlie Chaplin, diseccionan la comedia humana, exponiendo su fealdad, estupidez y futilidad para que todos lo vean. Se rieron de los ricos y poderosos, bromeando en sus lamentables intentos de justificar los injustificable. En el empleo de situaciones extremas, situando a sus protagonistas en posiciones absurdas, con su dogmatismo, incapaces de entender al otro, y mucho menos de trascender los confines de sus roles sociales.
Al leer el correo electrónico de Mr. X pensamos que quizás seguía este modelo. Aristófanes y sus seguidores nos ofrecieron un relato muy sofisticado de la locura humana. Pero sus creaciones, de indudable valor artístico, son una mera imitación de lo que puede darse en realidad. Hoy en día ya no necesitamos de estas imitaciones: se dan las sátiras auténticas de la realidad dominante, dirigidas y producidas por los por los propios guardianes.
Ahora, toda obra de arte, ya sea de alto o bajo valor, merece una evaluación crítica. Hay que ponerla en el contexto, traducirla, explicarla e interpolarla. Tiene que ser preparada adecuadamente para los expertos y simplificada para los neófitos. Tiene que ser deconstruida. Así que vamos a empezar.
Deconstrucción
El correo de Mr. X refleja la ansiedad típica del capitalista. El mundo está cambiando muy rápidamente y no para mejor. En primer lugar, se está cuestionando el modelo económico liberal. La crisis financiera mundial y la Gran Recesión han puesto de manifiesto que el modelo de mercado no se corrige solo, sino que incluso las medidas políticas no podrían ser capaces de arreglar lo que los mercados han roto. En segundo lugar, las perspectivas económicas para la mayor parte de la humanidad sigue siendo muy pobres. A pesar de la victoria del Capitalismo sobre el Comunismo, grandes segmentos de la población viven en absoluta pobreza, con escasas perspectivas de cambio, mientras que las llamadas clases medias, especialmente las generaciones más jóvenes, se ven amenazadas por un desempleo crónico y un futuro sin trabajo. Y en tercer lugar, el Capitalismo está desestabilizando el medio ambiente: la contaminación se intensifica, el clima global está cambiando, seguramente que para peor.
Y sin embargo, a pesar de esta triple calamidad, o quizás debido a ello, la redistribución hacia arriba de los ingresos y los activos no ha disminuido. Aunque gran parte de la población mundial se ha quedado atascada por la crisis, el capital dominante parece hacerse cada vez más poderoso. Los líderes capitalistas y sus órganos de inversión se están apoderando de la mayor parte de los recursos naturales, de los bienes de consumo y los conocimientos colectivos, formulando y dirigiendo las políticas públicas en su propio beneficio, dominando los baluartes ideológicos, la educación y los medios de comunicación.
Algunos capitalistas, especialmente los de más alto nivel, están empezando a considerar que esta divergencia es insostenible. Se están dando cuenta de que si continúa este sabotaje de la redistribución, en algo tendrá que dar, y cuando esto sucede podrían encontrarse de camino hacia las colinas.
Como clase, sin embargo, los capitalistas no son capaces de invertir este riesgo del Sistema. En primer lugar, la clase dominante no deja voluntariamente su poder, sobre todo debido a su arrogancia, y a que su poder parece inexpugnable. En segundo lugar, la lógica de la acumulación de poder, es decir, la necesidad de sabotear estratégicamente a los demás con objeto de aumentar la apropiación de l total, de las fuerzas capitalistas de continuar podría cavar su propia tumba, por así decirlo.
Por otra parte, la mayoría de los capitalistas, especialmente los de menor rango, no son conscientes de estos rasgos de Capitalismo. Aunque sientan las reverberaciones globales y una ansiedad creciente, apenas pueden analizar su propia experiencia. En lo que a ellos respecta, su meta, y por extensión la de todo el Sistema, es producir más, obtener más beneficios, y a la larga más utilidad. Esta mentalidad liberal propagada por economistas como Adam Smith, les permite dividir su mundo en dos esferas separadas, la Economía y la Política, y al hacerlo están negando en primer lugar la base del poder del capital.
La acumulación en este mundo dual es un acto económico libre, y como tal no puede albergar el poder, por definición. La inversión, la producción, el comercio y el consumo son vistos como empresas voluntarias individuales, y por lo tanto carentes de coerción, fuerza y sabotaje. Por supuesto, dicen los dualistas, que la economía en general y la acumulación en particular, pueden estar contaminadas por el poder. Pero el poder es un distorsión externa, pero en el mundo vertical de la política. No emana de los actos productivos de empresarios e inversionistas, sino de la maldad de Gobiernos, de funcionarios públicos corruptos, de sindicatos codiciosos, de monopolios autorizados por el Estado y por violentos criminales. En todo caso, este es el credo convencional.
De acuerdo con este credo convencional, la única esperanza para nuestro mundo fue y sigue siendo el libre mercado. La inversión privada, con tal de que se mantenga libre de la intervención política, es la forma más segura para deshacer el poder y dar rienda suelta a la prosperidad. Sin embargo, hay una mosca en la sopa. Como resultado, los agentes que maximizan los beneficios podrían, involuntariamente, por supuesto, comprometer los intereses de los demás. Estas consecuencias involuntarias es lo que se denomina externalidades ( externas a las transacciones de los mercados que las crearon), y en principio podrían incluir cualquier cosa, contaminación, cambio climático, desempleo y delincuencia, crisis financieras y grandes depresiones. Afortunadamente, sin embargo, este problema podría ser resuelto, no por la intervención externa, sino por el propio mercado: en lugar de que la sociedad interfiera en los mercados, lo que hay que hacer es expandir los mercados en la sociedad, para así llevarla al redil pecuniario de la acumulación.
En la jerga de los negocios, a esta solución se la denomina socialmente responsable, o inversión ética, y es aquí donde Mr. X sale fuera de escena.
Inversión ética
Mr. X es un gestor de activos éticos. Sus fondos, con sede en paraísos fiscales de reconocida reputación, se ha comprometido con el bien común y dona dinero para ayudar al planeta. Los gestores del fondo consideran que el ser humano puede encontrar un equilibrio con el medio ambiente, y nos instan a trabajar juntos con el fin de promover, y beneficiarse, de este nuevo equilibrio ético y sostenible.
Para que los capitalistas políticamente correctos consideren adecuada una inversión, los fondos de Mr. X están cuidadosamente cubiertos por medio de una doble estrategia: la compra y tenencia de buenas empresas que se benefician de la conservación del planeta, mientras que abandonan a las empresas que dañan el medio y a los Gobiernos que realizan una mala asignación de los recursos. En el supuesto de que el mundo se pudiese convertir en un mejor lugar, en realidad se trata de una estrategia para ganar, es decir ganar al promedio y superar los índices globales establecidos. Y por supuesto, saliendo airosos de esta situación, tenemos una profecía autocumplida: los capitalistas sostenibles, y por tanto más rentables, sustituirán gradualmente a los insostenibles y menos rentables.
Así que al final, el Capitalismo se autocorregiría. Todo lo que se necesita hacer es aprovechar los rituales existentes de la acumulación diferencial en el bien común, y el resto se hará cargo de sí mismo.
La parodia
Con este marco teórico en mente, es fácil ver que el mundo en que vivimos no es capitalista en absoluto, sino estatista.
El Capitalismo real no tiene entidades que lo distorsionen. No tiene ningún Gobierno, ni Banco Central, ni sistema judicial, ni tribunales, ni policía ni cárceles. No tiene ejército, ni ideología, ni educación pública o transporte público. No tiene papel moneda, no tiene unidades de medida y probablemente carezca de un lenguaje común. Ni hay coalición de empresas, ni sindicatos ni ONG. Y, como educadores, tenemos el deber de presentar el verdadero rostro del Capitalismo a nuestros estudiantes. De lo contrario, podrían terminar confundiendo el mundo que les rodea con la realidad.
El estado original de la naturaleza. Érase una vez que existió un sistema capitalista real, sin distorsiones, como se decía anteriormente. En este sistema verdadero, el dinero era el peso en oro y el precio del producto reflejaba su verdadero valor. Lamentablemente, sin embargo, el verdadero Capitalismo ya no existe. En algún lugar del camino, y por razones totalmente exógenas, se ha dado paso a un Sistema estatista distorsionado. En este nuevo Sistema, el dinero está monopolizado por el Gobierno y la Banca privada. Juntos crean el crédito privado de la nada y luego obligan al resto, a nosotros, a utilizar este crédito como si se tratara de dinero real.
A diferencia del verdadero Capitalismo, la distorsión del estatismo es injusto: favorece a las grandes empresas, que a su vez influyen en los Gobiernos y en los Bancos para obtener créditos baratos, y al mismo tiempo dar otra vuelta de tuerca sobre los pequeños. La situación es especialmente grave en momentos de crisis, cuando los Bancos no crean el suficiente crédito para todos. Ahora bien, repitiendo, esta configuración no tiene absolutamente nada que ver con el verdadero Capitalismo. De hecho, y agárrense a sus asientos, los Ejecutivos y dueños de las empresas que confían en los Gobiernos, es decir, S&P 500 que Mr. X se esfuerza por superar, no son capitalistas en absoluto.
Entonces, ¿quiénes son los capitalistas reales? Si usted todavía no lo ha adivinado, los capitalistas reales son los que nunca acumulan. Ser capitalista real, es tener pérdidas y ganancias en un punto de equilibrio, lo suficiente para sobrevivir. Es decir, el Capitalismo es como los procesos que se dan en la naturaleza: se nutre y crece, y se descompone ( por emplear la metáfora marshalliana con la que Chauncey Gardiner, el protagonista del libro de 1971 de Jerzy Kosinski “Desde el jardín”, sería feliz). Por otra parte, muchos capitalistas reales son muy felices en un estado de equilibrio (¿ganancias fijas?). La única razón por la que podrían aspirar a un crecimiento (¿más beneficios?) sería para compensar la inflación producida por el falso sistema de dinero creado por el crédito privado. Si se retirase la maldición del falso dinero ( junto con el resto de distorsiones), el Capitalismo convergiría inmediatamente en un equilibro metabólico estable (3).
Confundir la correlación de causalidad. Ahora bien, no se puede negar que durante los últimos 70 años, la tasa de desempleo de Estados Unidos y la cuota del producto interno de capitales estaban positiva y estrechamente relacionados (Figura 1); y no es menos cierto que durante los últimos 90 años la participación en los ingresos del 1% y la tasa del crecimiento del empleo están negativamente relacionados (Figura 2). Por otra parte, estos hechos dan sentido, mostrando cómo los políticos estatistas y los banqueros centrales sesgan, distorsionan y socavan el Sistema a favor de sus compañeros de los grandes negocios. Pero recuerde que nada de esto está relacionado en manera alguna con el Capitalismo real, con el capital real, y con los capitalistas reales.
Salvar el planeta. Para ver a los capitalistas reales en acción, usted necesita acudir a sus reuniones de inversiones de impacto, donde deliberan sobre la salvación del mundo, al estilo capitalista. En estos convenios, que por desgracia tienen que acoger a funcionarios del Gobierno que subvencionan las medidas, así como a economistas aturdidos y representantes simbólicos de la sociedad civil, las discusiones se centran exclusivamente en los problemas más graves del mundo (causados por las distorsiones producidas por los Gobiernos, las imperfecciones del mercado y otras externalidades). El estado de ánimo en estas conferencias está repartido colectivamente. El objetivo general es práctico: llegar a las ideas de negocio y a las soluciones de mercado, trabajando sobre la realidad ( no hace falta decir que las plataformas no negocio no mercado son vistas con recelo, mientras que las ideas antinegocio /antimercados rara vez o nunca cruzan la puerta) En este contexto, es evidente que no hay necesidad de hablar de vencer a la media, y desde luego no se trata de obtener poder sobre los demás.
Superación. Sin embargo, cuando la conferencia ha terminado y los participantes regresan a sus lugares de trabajo, asumen los imperativos de acumulación. A diferencia de la lengua colectiva/cooperativa de la sala de convenciones, aquí los parámetros son diferenciales y nada sentimentales. Tanto si se termina salvando al mundo o no, el imperativo clave aquí es de la superación. El mandato del gestor de fondos éticos es simple: aprovechar las distorsiones e imperfecciones del mundo para realizar ventas a corto plazo y comprar en función de un futuro aumento de la desigualdad, los altibajos esperados en la pobreza, anticipando la degradación ecológica y otros variados desastres, y hacerlo de tal manera que nosotros, sus clientes capitalistas, les hagamos superar el santo promedio.
Habrá sangre. Ahora, es el mejor de los mundos posibles ( el capitalismo real) donde no existe contradicción entre estas dos actividades, o eso nos dicen. Superar la media ayudaría a salvar el mundo y la salvación del mundo ayudaría a superar la media ( un juego de suma positiva). El problema es que, de acuerdo con el Capitalismo Ilustrado, no vivimos en el mejor de los mundos posibles, pero sí en uno de los peores (estatismo). Y aquí el punto de referencia está totalmente amañado. Refleja no la vuelta a la productividad homeostática, sino un retorno al poder y el sabotaje. Así que al final, la única manera de vencer a los grandes capitalistas irreales de un mundo distorsionado es juntarlos a todos. No se lo diga a nadie o habrá sangre.
1. Bichler, Shimshon, and Jonathan Nitzan. 2008. Contours of Crisis: Plus ça change, plus c’est pareil? Dollars & Sense, December 29.
Bichler, Shimshon, and Jonathan Nitzan. 2009. Contours of Crisis II: Fiction and Reality. Dollars & Sense, April 28.
Bichler, Shimshon, and Jonathan Nitzan. 2010. Systemic Fear, Modern Finance and the Future of Capitalism. Monograph, Jerusalem and Montreal (July): 1-42.
Kliman, Andrew, Shimshon Bichler, and Jonathan Nitzan. 2011. Systemic Crisis, Systemic Fear: An Exchange. Special Issue on ‘Crisis’. Journal of Critical Globalization Studies (4, April): 61-118.
Bichler, Shimshon, and Jonathan Nitzan. 2012. The Asymptotes of Power. Real-World Economics Review (60, June): 18-53.
Bichler, Shimshon, and Jonathan Nitzan. 2013. Can Capitalists Afford Recovery? Economic Policy When Capital is Power. Working Papers on Capital as Power (2013/01, October): 1-36.
Bichler, Shimshon, and Jonathan Nitzan. 2014a. How Capitalists Learned to Stop Worrying and Love the Crisis. Real-World Economics Review (66, January): 65-73.
Bichler, Shimshon, and Jonathan Nitzan. 2014b. No Way Out: Crime, Punishment and the Limits to Power. Crime, Law and Social Change. 61 (3, April): 251-271.
Bichler, Shimshon, Jonathan Nitzan, and Tim Di Muzio. 2012. The 1%, Exploitation and Wealth: Tim Di Muzio interviews Shimshon Bichler and Jonathan Nitzan. Review of Capital as Power 1 (1): 1-22.
Bichler, Shimshon, Jonathan Nitzan, and Piotr Dutkiewicz. 2013. Capitalism as a Mode of Power: Piotr Dutkiewicz in Conversation with Shimshon Bichler and Jonathan Nitzan. In 22 Ideas to Fix the World: Conversations with the World’s Foremost Thinkers, edited by P. Dutkiewicz and R. Sakwa. New York: New York University Press and the Social Science Research Council: 326-354. [↩]
2. Nitzan, Jonathan, and Shimshon Bichler. 2014. Profit from Crisis: Why Capitalists Do Not Want Recovery, and What That Means for America. Frontline, May 2: 129-131. [↩]
3. The interesting side-plot here is that, although real capitalists ‘do not desire nor pursue constant economic growth’, this self-evident truth of steady-state capitalism should never be publicized. And why not? Because such a revelation, says the ecological capitalist, would allow corrupt politicians and their crony big businessmen to discredit the no-growth capitalists, thus killing the very chance of ever achieving the homeostatic bliss…. [↩]
Jonathan Nitzan y Shimshon Bichler son coautores Capital as Power: A Study of Order and Reorder, RIPE series in Global Political Economy (London and New York: Routledge, 2009) [ Libro completo disponible pdf]. Todas sus publicaciones están disponibles libremente en The Bichler & Nitzan Archives. Visite las páginas web de Shimshon Bichler y Jonathan Nitzan’s website.
Otros artículos de Jonathan Nitzan y Shimshon Bichler:
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Procedencia del artículo: http://dissidentvoice.org/2014/05/the-enlightened-capitalist/