¿Dónde se han ido los insectos?

Por Gretchen Vogel, 10 de mayo de 2017

sciencemag.org

Los entomólogos lo llaman el fenómeno del parabrisas. Wolfgang Wägele, director del Instituto Leibniz para la Diversidad Animal, con sede en Bonn (Alemania), dijo: “Si hablas con la gente, ésta tiene un presentimiento, recuerda cómo los insectos quedaban aplastados contra el parabrisas”. Hoy en día, los conductores tienen que rasparlo y limpiarlo menos. “Soy una persona que se guía por lo que le dicen los datos, pero tienes una reacción visceral cuando te das cuenta de que ya no observas ese desastre”, dice Scott Black, director ejecutivo de la Sociedad Xerces para la Conservación de los Invertebrados, de Portland, Oregón.

Algunos dicen que se debe a que los coches son más aerodinámicos y por lo tanto causan una menor mortalidad entre los insectos. Pero Black dice que cuando era un adolescente iba con su Ford Mustang por Nebraska, un coche con unas líneas muy aerodinámicas y “Tenía que lavar el coche muy a menudo, siempre estaba cubierto de insectos”.

O como dice Martin Sorg, un entomólogo: “Conduzco un Land Rover, que tiene la aerodinámica de un frigorífico, y se mantiene limpio durante mucho tiempo”.

Aunque estas observaciones sobre los insectos que cubren los parabrisas no son científicas, existen pocos datos fiables sobre el destino de las especies más importantes de insectos. Los investigadores sí que han estudiado el alarmante descenso de las abejas, las mariposas monarca y las luciérnagas, pero han prestado poca atención a las polillas, las moscas, los escarabajos y el sin fin de insectos que zumban durante los meses más cálidos. “Ignoramos la mayoría de las especies menos carismáticas”, dice Joe Nocera, un ecólogo de la Universidad de New Brunswick, Canadá.

De los escasos registros que existen, muchos proceden de naturalistas aficionados, ya sean coleccionistas de mariposas u observadores de aves. Ahora está saliendo a la luz un nuevo conjunto de datos, que proceden de un grupo de entomólogos, en su mayoría aficionados, que han contabilizado la abundancia de insectos en más de 100 reservas naturales de Europa Occidental desde la década de 1980.

Durante todo ese tiempo, la Sociedad de Entomología de Krefeld ha visto fluctuar el número de capturas anuales de insectos, algo que era de esperar. Pero en el año 2013 observaron algo alarmante: cuando regresaron a uno de los primeros lugares donde realizaron capturas en el año 1989, la masa total de sus capturas disminuyó en un 80%. Tal vez se trató de un año particularmente malo, así que volvieron con sus trampas en 2014: las capturas fueron igual de bajas. A través de comparaciones más directas, el grupo, que había conservado miles de muestras durante 3 décadas, pudo comprobar un descenso dramático en más de una docena de otros sitios.

Tales pérdidas repercuten en la cadena alimentaria. “Los pájaros que se alimentan de insectos en esas áreas han visto descender en cuatro quintas partes el alimento disponible, que ha desaparecido en el último cuarto de siglo, lo cual es asombroso”, dice Dave Goulson, un ecólogo de la Universidad de Sussex, Reino Unido, que está trabajando con el grupo de Krefeld para analizar y publicar algunos datos. “Uno casi espera que estos datos no sean representativos, que sean anómalos”.

Pero nadie sabe que si estos datos son representativos o no de las tendencias en otros lugares. Pero la precisión de las observaciones ofrece una mirada sobre el estado de algunas de las especies menos apreciadas del planeta. La “Lista Roja” de insectos en peligro de extinción no parece muy alarmante a primera vista, dice Sorg, que cuida la gran colección de especímenes de insectos de la sociedad Krefeld. De pocas especies se dice que están extintas porque todavía se encuentran en uno o dos sitios. Pero lo cierto es que muchas especies han desaparecido de grandes áreas donde antes eran comunes. En Alemania, sólo han desaparecido tres especies de abejorros, pero la región de Krefeld ha perdido más de la mitad de las dos docenas de especies de abejorros que los miembros de la sociedad documentaron a principios del siglo XX.

Atlas y Libro Rojo de los invertebrados amenazados de España. (Especies vulnerables)

Descarga atlas completo (110 MB)

Los miembros de la sociedad de Krefeld han estado observando, grabando y recolectando insectos de la región, y alrededor de todo el mundo, desde el año 1905. Algunos de los aproximadamente 50 miembros, entre los que hay maestros, técnicos de telecomunicaciones y editores de libros, se han convertido en expertos mundiales en sus insectos favoritos. Siegfried Cymorek, por ejemplo, que se mantuvo activo entre los años 50 a 80, nunca terminó los estudios en la Escuela Secundaria, fue reclutado para el ejército cuando era un adolescente, y después de la guerra trabajó en una planta química para la protección de la madera. Sin embargo, debido a sus amplios conocimientos del escarabajo de la madera, el Instituto Federal Suizo de Tecnología de Zurich le concedió un doctorado honorífico en 1979. En dos años, los miembros de esta asociación han escrito más de 200 publicaciones sobre taxonomía, ecología y comportamiento.

La sede de la sociedad está situada en una antigua escuela en el centro de Krefeld, una ciudad industrial a orillas del Rin, que una vez fue famosa por la producción de seda. En las aulas en desuso se almacenan más de un millón de especímenes de insectos, con su correspondiente nombre y colocados en vitrinas. La mayoría de ellos han sido recogidos en las cercanías, pero algunos provienen de lugares más exóticos. Entre las colecciones se encuentra la de un sacerdote de la localidad, que fue miembro activo entre los años 1940 y 1950, que persuadió a sus colegas destinados en las misiones para que le enviaran especímenes. (La colección y el archivo de la sociedad están bajo preservación).

La masa de insectos recogidos en las trampas para el control en la reserva natural Orbroicher Bruch, en el noroeste de Alemania, ha disminuido en un 78% en 24 años.
Tabla: Science

Decenas de millones más de insectos flotan en botellas con alcohol cuidadosamente etiquetadas: son los especímenes recogidos por la sociedad en las reservas naturales de la región. Las reservas, elegidas por su alto valor ecológico, no son espacios prístinos, sino seminaturales, tales como prados de henos, llenos de flores silvestres, aves y pequeños mamíferos e insectos. Incluso algunos incluyen campos agrícolas, que los agricultores pueden cultivar según los métodos convencionales. Heinz Schwan, un químico ya retirado y miembro de la sociedad durante mucho tiempo, que ha pesado miles de trampas en las que se recogen insectos, dice que la sociedad comenzó a realizar registros de la abundancia de insectos en parte por casualidad. A finales de los años 1970 y principios de 1980, las autoridades locales solicitaron ayuda al grupo para evaluar las diferentes estrategias de manejo de las reservas y como éstas afectaban a las poblaciones de insectos y la biodiversidad.

Los miembros controlaban estos sitios una vez cada pocos años, pero instalaban trampas idénticas de insectos en el mismo lugar cada vez para así asegurar que las comparaciones fuesen válidas. Debido a que las trampas que se comercializan varían en la forma de realizar las capturas, el grupo hace las suyas propias. El entomólogo sueco René Malaise realizó un diseño básico en los años 1930; cada trampa se asemeja a una tiendo flotante. La base de la tela es una malla negra, encima una tienda de tela de color blanco, y en lo alto un contenedor para la recolección, que es una jarra de plástico con una abertura en otra jarra de alcohol. Los insectos atrapados vuelan hasta el frasco, donde los vapores del alcohol les aturden y acaban por caer dentro del alcohol. Las trampas recogen sobre todo las especies que vuelan a un metro o más por encima del suelo. Para las personas que crean que estas trampas pueden disminuir las poblaciones de insectos, decirles que cada trampa sólo captura unos pocos gramos al día, el equivalente a la dieta diaria de una musaraña.

Sorg dice que los miembros de la sociedad guardaron todas las muestras porque incluso en la década de 1980 empezaron a reconocer que cada una de ellas representaba una instantánea de las poblaciones potencialmente interesantes. “Nos pareció algo fascinante, a pesar de que en el año 1982 el término biodiversidad apenas era utilizado”, dice. Muchas muestras aún no han sido clasificadas y catalogadas, una labor muy cuidadosa que se realiza con pinzas y un microscopio. Tampoco se han publicado las conclusiones completas del grupo. Pero algunos de los datos están apareciendo poco a poco en las conversaciones de los miembros de la sociedad y han llegado hasta el Bundestag, el parlamento nacional de Alemania, y resultan inquietantes.

Más allá de la inquietante caída en la biomasa total de insectos, los datos apuntan a la desaparición de muchas especies de las que nadie ha realizado registros. En los datos de Krefeld, los sírfidos, importantes polinizadores que a menudo se confunden con las abejas, muestran un declive particularmente pronunciado. En 1989, las trampas de la sociedad recogieron en una reserva 17.291 sírfidos de 143 especies. En 2014, en los mismos lugares, sólo recogieron 2737 individuos de 104 especies.

Desde los hallazgos iniciales del año 2013, el grupo sigue instalando más trampas cada año. Trabajando con investigadores de varias universidades, los miembros de la sociedad buscan correlaciones denodádamente, cambios en la vegetación y otros factores. No se ha encontrado una única causa. Incluso en las reservas donde la diversidad de plantas y el número de ellas ha mejorado, dice Sorg, “el número de insectos también se ha desplomado”.

Los investigadores de Alemania esperan desarrollar

un conjunto de sensores automatizados que controlen

la abundancia y diversidad de plantas, animales y hongos,

con la ayuda de un sistema de reconocimiento

de patrones y análisis químicos y del ADN.

Sírfido. Imagen: Science

 

Los cambios en el uso de la tierra que rodea las reservas probablemente tenga algo que ver. “Se han perdido enormes extensiones de hábitat, lo que seguramente ha contribuido a estos descensos”, dijo Goulson. “Si convertimos todos estos hábitat seminaturales en campos de maíz y trigo, entonces desaparece casi toda la vida de esos campos”. A medida que los campos de cultivo se extienden y los setos desaparecen, las islas que van quedando pueden sostener a menos especies. La fertilización de las tierras por el pastoreo favorece el crecimiento de una mayor variedad de flores silvestres a las que acuden los insectos. Pero cuando el desarrollismo sustituye estas zonas de pastos por campos de cultivo, por urbanizaciones y carreteras, todo esto genera una contaminación lumínica que desvía a los insectos e interfiere en su apareamiento.

Los plaguicidas neonicotinoides, los cuales parecen estar implicados en el descenso generalizado de la población de abejas, son otros de los principales sospechosos. Introducidos en la década de 1980, se han convertido en los insecticidas más utilizados en todo el mundo, inicialmente vistos como relativamente benignos porque a menudo se aplican directamente sobre las semillas en lugar de ser rociados sobre los campos. Pero debido a que son solubles en agua, no se quedan en los campos donde se utilizan. Goulson y sus colegas informaron en el año 2015 que el néctar y el polen de las flores silvestres que se encuentran junto a los campos tratados pueden tener concentraciones más altas de neonicotinoides que las propias plantas de cultivo. Aunque los estudios iniciales de seguridad demostraron que los niveles permisibles de estos compuestos no mataban directamente a las abejas, sí que afectan a la capacidad de los insectos a orientarse y comunicarse, según investigaciones posteriores. Los investigadores encontraron efectos similares en las abejas silvestres y los abejorros.

Se sabe menos de cómo estos productos químicos afectan a otros insectos, pero nuevos estudios sobre las avispas parasitoides sugieren que esos efectos pueden ser significativos. Estas avispas solitarias desempeñan múltiples funciones en los ecosistemas, como polinizadores, depredadoras de otros insectos y presas de animales más grandes. Un equipo de la Universidad de Regensburg, Alemania, señalaba en un Informe Científico del mes de febrero que la exposición de la avispa Nasonia vitripennis a sólo 1 nanogramo de un insecticida neonicotinoide interfiere en su apareamiento, reduciéndolo a la mitad, y disminuyendo la capacidad de las hembras para encontrar un huésped al que parasitar. “Es como si el insectos [expuesto al insecticida] estuviera muerto” desde el punto de vista de las poblaciones, porque no puede producir descendencia, dice Lars Krogmann, entomólogo del Museo de Historia Natural de Sttutgart, Alemania.

Sin embargo, nadie puede demostrar que los plaguicidas sean los responsables de esta disminución: “No hay datos sobre los niveles de insecticidas, especialmente en las reservas naturales”, dice Sorg. El grupo ha tratado de averiguar qué tipos de pesticidas se utilizan en los campos cercanos a las reservas, pero ha resultado difícil: “Simplemente no sabemos cuáles son las causas. No se trata de un experimento, sino la observación de este inmenso declive; los datos son contundentes, pero saber qué hacer al respecto es difícil”.

Los factores que causan problemas a los sírfidos, las polillas y los abejorros, quizás sea una investigación que se debiera realizar en otro lugar, allí donde los parabrisas limpios indiquen que algo está pasando. Desde 1968, los científicos de Rothamsted Research, un centro de investigación agrícola de Harpenden, Reino Unido, han instalado un sistema de trampas de succión mediante tubos de 12 metros de longitud que se dirigen hacia el cielo. Instaladas en los campos para vigilar las plagas agrícolas, estas trampas captan todo tipo de insectos que pasan sobre ellas. “Se trata de aspiradoras que continuamente realizan un muestreo del aire para controlar la migración de los insectos”, dice James Bell, que dirige la Rothamsted Insect Survey.

Entre 1970 y 2002, la biomasa capturada en las trampas del sur de Inglaterra no disminuyó de manera significativa. Sin embargo, las capturas en el sur de Escocia disminuyeron en más de dos tercios durante el mismo período. Bell señala que el número de capturas totales en Escocia eran mucho mayores al inicio del estudio. “Pudiera ser que gran parte de la abundancia de insectos en el sur de Inglaterra ya se hubiera perdido” en 1970, después de los dramáticos cambios acaecidos en el período posterior a la guerra en la agricultura y el uso de la tierra.

Las capturas estables en el sur de Inglaterra se deben en parte a las plagas de áfidos que prosperan cuando se eliminan los depredadores de estos insectos. Estas especies pueden aprovechar una amplia variedad de ambientes, desplazarse a grandes distancias y reproducirse varias veces al año. Algunos incluso pueden beneficiarse de los pesticidas porque se reproducen con la suficiente rapidez como para desarrollar resistencia, mientras que sus depredadores disminuyen. “Así que para algunos insectos esta situación les beneficia, pero no a otros insectos que queremos que prosperen”, dice Black.

Otras criaturas más visibles pueden resentirse de los efectos de la disminución de insectos. A lo largo de América del Norte y de Europa, las especies de aves que se alimentan de insectos, tales como las alondras, las golondrinas y los vencejos, están en rápido declive. La pérdida de hábitats desempeña un importante papel, dice Nocera, “pero el factor obvio que relaciona a todos ellos es la dieta”.

Algunas pistas intrigantes, aunque indirectas, provienen de un raro tesoro ecológico: los excrementos estratificados de las aves. Nocera y sus colegas han estado investigando las chimeneas en desuso en Canadá, en las que las aves han construido sus nidos durante varias generaciones. De los excrementos, él y sus colegas pueden reconstruir las dietas de los pájaros, que comen casi exclusivamente insectos que cogen durante el vuelo.

Las capas revelaron un llamativo cambio en las dietas de los pájaros en los años 1940, que fue cuando se introdujo el DDT. La proporción de escarabajos se vino abajo, lo que sugiere que las aves tuvieron que comer insectos más pequeños y obtenían menos calorías en cada captura. La proporción de escarabajos capturados aumentó ligeramente después de que el DDT fuese prohibido en los años 1970, pero nunca se volvieron a alcanzar los niveles anteriores. La falta de datos directos sobre las poblaciones de insectos es algo frustrante, dice Nocera: “Todo es correlativo: sabemos que las poblaciones de insectos pueden haber afectado a la disminución en la población actual de aves, pero no tenemos los datos, y nunca los tendremos, porque no podemos retroceder en el tiempo”.

Sorg y Wägele están de acuerdo: “Lamentamos no haber colocado más trampas para insectos en los años 1920 y 1930”. Él y otros miembros de la sociedad de Krefeld ahora están trabajando con el grupo de Wägele para desarrollar lo que ellos querían haber tenido antes: un sistema de estaciones de control automatizado que esperan se utilicen conjuntamente con grabaciones de audio, trampas de cámara, filtros de polen y esporas y trampas automatizadas de insectos en una “estación meteorológica de la diversidad”. En lugar del tedioso análisis manual, esperan utilizar una secuencia automatizadas y un código de barras genético para analizar las muestras de insectos. Estos datos podrían ayudar a determinar qué está causando la disminución y dónde habría que poner los esfuerzos para revertirla.

Prestar atención a lo que E.O. Wilson llama “las pequeñas cosas que corren por el mundo” vale la pena, dice Sorg. “No exterminaremos a todos los insectos, primero se extinguirán los vertebrados, pero podemos causar un enorme daño a la biodiversidad, unos daños que nos dañan a nosotros mismos”.

————————————————–

Artículos relacionados:

La conservación de los insectos en España, una cuestión no resuelta

———————————————————