Conversando con Arturo Escandón, chileno residente en Nagoya

Por Leopoldo Lavín, martes, 15 de Marzo de 2011

Diario digital El Clarín de Chile

Actualmente la radioctividad alcanza niveles peligrosos para la vida humana en Fukushima, Japón, después de la explosión de varios reactores nucleares y varios casos de personas radiadas. Tenemos suerte de contactar a Arturo Escandón por Internet.

Arturo es chileno, periodista y profesor. Estudió en la Universidad Arcis durante los años de la dictadura y tras un largo periplo, llegó a Japón en 1993 para residir allí. Vive en Nagoya y cuando para comenzar le pregunto por la cantidad de habitantes de su ciudad me responde: “es difícil calcular el número de habitantes de las ciudades japonesas porque las urbes son muy extensas. La Gran Nagoya tiene más de 8 millones de habitantes.”

P. ¿Arturo, tienes noticias de tu familiares que residen en Fukushima, la ciudad de los reactores nucleares averiados?

R. Tenemos noticias de Fukushima. Mis suegros están en su casa con mi cuñado japonés y su mujer, que es china, y sus dos niñitas. Aunque tienen electricidad y esta ha sido racionada, no cuentan con agua potable. Mi cuñado tiene que salir a buscar agua. No quiere usar el automóvil, para no gastar bencina, en caso de que tengan que evacuar la ciudad por carretera. Están a unos 50 u 80 km de la central nuclear Fukushima, de Tepco. Mi cuñada vive aparte con su marido. Es profesora y su escuela se está utilizando como refugio, para albergar a las personas que perdieron sus viviendas.

P. ¿Que dirías de eso que llamamos la idiosincracia, en este caso, la del pueblo japonés?

R. En general, los japoneses tienen una gran virtud y que es también un gran defecto, y es que aman la autoridad y el orden. Esto implica que siguen las órdenes, pero rara vez cuestionan la autoridad. Tienen pensamiento crítico, pero no siempre airean lo que piensan y por tanto es muy fácil que sean víctima de abusos. En este sentido, me parece que los movimientos ciudadanos chilenos están muy por encima de la capacidad de movilización civil japonesa. Me refiero, por ejemplo, al movimiento estudiantil de los pingüinos o a cómo en pocas horas la ciudadanía chilena se unió para protestar en contra del permiso de construcción de la termoeléctrica de Punta de Choros. Ese tipo de movimientos, si bien pueden existir en Japón, son considerados antijaponeses. En general la población desconfía de las movilizaciones sociales y por lo mismo, prefiere confiar en el Gobierno y la Burocracia japonesa.

P. Arturo, ¿piensas que hay responsables de lo que sucede en las plantas de energía atómica o de la amenaza de explosión nuclear? ¿Cómo se explica que el pueblo japonés haya aceptado que la Tepco (Tokyo Electric Power Co.) llegue a falsificar informes de seguridad de las plantas nucleares?

R. Tepco es una empresa de historial muy controvertido. Ha falsificado muchos informes de seguridad. En el 2003, por ejemplo, no informó de las fisuras en la vasija de contención de un reactor y omitió informar a las autoridades que regulan la energía nuclear en el país de varios accidentes en los que se registró fugas radiactivas superiores a los niveles permitidos. En 1999, me tocó cubrir para la prensa española un accidente nuclear en su planta de Tokaimura, muy cerca de Fukushima. Fue una experiencia impactante, porque hubo una fuga, pero no se entregaba información precisa a la población. Puesto que tuve que hacer un largo seguimiento de esos hechos y la manera en que las autoridades reaccionaban, aprendí cómo éstas se desempeñan ante estos accidentes. De allí que vengo insistiendo en que las autoridades japonesas nos han mantenido desinformados en esta tragedia nuclear. Es más, me atrevería a asegurar que si no es porque las autoridades francesas deciden subir el nivel de peligrosidad del accidente en la planta de Fukushima, sus contrapartes japonesas nos hubieran seguido contando el cuento del tío. Los franceses han sido muy honestos y firmes, y vaya mi reconocimiento para ellos. En resumidas cuentas, para saber si el accidente es grave, he sostenido que hay que tener en cuenta el perímetro de evacuación, observar lo que las autoridades hacen hacer a la población y desconfiar de las explicaciones, porque éstas se suavizan o se omiten.

P. ¿Hay movimientos antinucleares en Japón?

R. Aunque hay movimientos antinucleares en Japón, todo lo que huela a activismo civil es rechazado tácitamente en Japón, por las razones antes expuestas. Es muy difícil sostener una opinión divergente. Como consecuencia, Japón es una sociedad muy poco transparente, con niveles bastante altos de corrupción política. Mis amigos japoneses lo saben y me lo dicen, pero no se atreven a unirse y actuar.

P. ¿Y cómo explicarlo…?

R. Mi impresión es que la nación japonesa profesa una especie de religión nacional, que es el sentimiento de ser japonés. Es muy difícil criticar lo japonés porque se cree que representa un ataque directo a Japón. El imperio de la ley es muy limitado. El derecho, en su concepción occidental, no existe.

P. ¿Qué opinas de la opción nuclear de los lobbys energético-mineros chilenos y extranjeros que quieren construir plantas de energía nuclear?

R. Creo que en esta catástrofe saldrá beneficiado HidroAysén. El lobby nuclear está muerto en Chile, a mi entender. Si Japón, un país con una tecnología muy superior a la chilena ha sufrido este tipo de accidentes, qué podemos esperar de Chile, cuando ni siquiera la Armada sabe si llega o no un tsunami a nuestras costas.

P. ¿Algo que decirle al pueblo de Chile?

R. Yo le diría al pueblo chileno que no intente parecerse ni a Japón, ni a EEUU ni a Europa ni a ningún país. Tenemos una tradición civil fuerte y somos una nación unida en el derecho, pese a todo. Mi mensaje es de unidad y de seguir en la senda del derecho civil y la potenciación de la sociedad civil. Tenemos que potenciar esta fortaleza nuestra y exorcisar nuestros errores.

レティシア :

«Mucho ánimo!!!!! »

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