Por Rue89 11/10/2010
El periodista Vincent Nouzille cuenta cómo la administración Bush hizo pagar a Chirac el precio de su «traición».
En un libro que aparece esta semana, el periodista Vincent Nouzille cuenta la manera en la que la administración Bush hizo pagar 5,5 mil millones de dólares (4 mil millones de euros) a Francia como precio por su «traición» en el momento del inicio de la guerra en Iraq en 2003.
______________________________________________________________
Esta suma la pagó Jacques Chirac bajo presión, en el momento en el que se iba a renegociar la deuda iraquí, pago al que se negó inicialmente. Esta cantidad se habría mantenido en secreto y no había sido objeto de ningún debate en Francia. Rue89 publica algunas de las páginas de El secreto de los presidentes.
La Casa Blanca estaría muy rencorosa a finales de 2003. George Bush quería imponer una abultada multa a Francia. Iraq cuesta unos 70.000 mil millones de dólares ( 50.000 mil millones de euros) al año del presupuesto norteamericano.
Washington no quiere ser el único en soportar el coste de estas operaciones militares y de reconstrucción, por lo que París debería de compartir la carga, aunque sólo fuese por su negativa a enviar tropas. Durante meses, la Casa Blanca va a ejercer una intensa presión sobre el Elíseo con el fin de que suelte el cheque. Lo sorprendente es que finalmente Jacques Chirac acabó cediendo, a pesar de sus principios, pero sin decir nada por miedo a ser criticado… todo ello va a costar varios miles de millones de euros a Francia.
Entre bastidores, esta victoria de Bush pasa inadvertida, pero revelan la fuerza de la maquinaria norteamericana. El hostigamiento por parte del presidente de los Estados Unidos va a iniciarse en otoño de 2003.
Los bastidores de esta victoria de Bush, pasado inadvertido, revelan la fuerza del cilindro compresor americano. El presidente de los Estados Unidos comienza su hostigamiento en otoño de 2003. […]
Los principales acreedores de Saddam Hussein
No obteniendo una financiación directa, la Casa Blanca vuelve a la carga sobre un expediente económico sensible: la deuda iraquí acumula desde hace varios años por el régimen de Saddam Hussein. El importe de la misma se corresponde por la compra de armamento militar y compras civiles durante la dictadura, alcanzando más de 120.000 millones de dólares, si se tienen en cuenta los atrasos por los intereses acumulados. Los principales acreedores de Iraq son Japón, Rusia, Francia y Alemania.
Sea coincidencia o no, estos tres últimos países se opusieron a la ofensiva norteamericana. La Casa Blanca observa una doble ventaja que obtendría por el abandono de los créditos a favor de Bagdad: le permitiría de nuevo obtener unas bases económicas más sanas, sin la pesada carga que había que reembolsar; además se produciría una especie de revancha a costa de la deuda de estos países tan poco cooperativos.
Cuando el emisario norteamericano, el antiguo secretario de Estado, James Baker, se encuentra con Jacques Chirac, el 16 de diciembre de 2003, la posición francesa es más bien prudente. Francia no desea hacer ningún regalo particular a Iraq. Baker consigue una reducción de la deuda en un 50%, lo que representa un enorme esfuerzo.
Pero George Bush no se conforma con una reducción de la mitad de la deuda iraquí, quiere más. En marzo de 2004, con ocasión de un telefonazo a Jacques Chirac, el presidente norteamericano le pide que examine con mucha atención la carta que le va a enviar sobre el asunto de la deuda iraquí. La nueva posición de los Estados Unidos: reclaman una reducción del 95% en la deuda iraquí, es decir, prácticamente una cancelación.
El empujón del FMI en la Casa Blanca
A medida que pasan las semanas, los negociadores norteamericanos ganan terreno. Obtienen promesas de apoyo de países aliados, como el Reino Unido, Canadá, Italia y Japón. El Fondo Monetario Internacional (FMI) aporta poco agua al molino, considerando que una reducción de entre el 70% al 80% en la deuda de Iraq sería necesaria para pasar página.
Pero esta posición del FMI suscita dudas en París. Otro estudio del Banco Mundial y de la ONU, publicado en otoño de 2003, hablaba de la necesidad de una reducción del 33%. Las exigencias de la Casa Blanca se consideran excesivas.
En una nota del Presidente Chirac, antes de la cena que se celebra en el Elíseo, el 5 de junio de 2004, en honor de George Bush que ha venido a conmemorar el Día D (desembarco en Normandía), considera que la petición americana sería demasiado costosa para Francia, que es el tercer acreedor de Iraq, con 6 mil millones de dólares impagados. Se plantea un problema de principios.
Moralmente no podemos conceder la reducción de la deuda de Iraq, un país potencialmente rico y poco poblado, que dispone de las segundas reservas de petróleo mayores del mundo, injusto con aquellos países mucho más pobres y de los más endeudados del planeta ( del 80 al 90%)
Mientras que en términos de esfuerzos, vamos a hacer en 6 meses lo que no hicimos en más de 10 años ( un plan de ayuda excepcional para los países pobres, el PPTE)
Total, no se concede más allá del 50% prometido a James Baker. Es ya de por sí un regalo desproporcionado en comparación con otros países.
Los consejeros recomiendan a Jacques Chirac que no ceda ante Bush
La discusión termina en desacuerdo, pero Washington va a continuar con sus presiones, y el Elíseo empieza a crujir. La presión norteamericana se hace enorme.
La última ronda de negociaciones se celebra en Bercy durante tres días, en noviembre de 2004. El ambiente se puede cortar con cuchillo… La presión es enorme. Nunca viví una negociación tan unilateral como ésa, dice Jean-Pierre Jouyet, que presidía las sesiones.
Al cabo de tres días, el frente de acreedores se agrieta. Jouyet prosigue:
Llamé a Maurice Hourdault-Montagne ( consejero diplomático del Elíseo) que estaba con el presidente Chirac y le describí la situación: los alemanes acaban de ceder súbitamente, con previa concertación, probablemente para llevarse bien con los amercianos. Le expliqué que nosotros deberíamos continuar haciéndoles frente, pero éramos los únicos.
El Presidente había decidido no oponerse más al consenso, con lo que apliqué estas instrucciones del Elíseo. No habríamos podido recuperar gran cosa de nuestros créditos, y no salimos nada contentos de esta negociación, es todo lo que se puede decir.
Curiosamente, Nicolas Sarkozy, que estaba a punto de dejar el Ministerio de Economía y de Finanzas no interviene en esta discusión, a pesar de que concierne a dinero del Estado. Deja a tu director del Tesoro, Jean-Pierre Puyet todo el peso de las negociaciones.
Las consignas de Chirac conducen a un acuerdo que supone una anulación de la deuda en un 80%, lo que supone más de 30 mil millones de dólares, para un total de unos 20 países acreedores: era lo que hace un mes el Elíseo consideraba inaceptable.
El acuerdo se firma en el Club de París el 21 de noviembre de 2004, a pocas semanas de las primeras elecciones en Iraq.
No lo hicimos por Bush, sino por lo iraquíes. La tarifa que teníamos que pagar todos los acreedores, dice Jean-David Levvite, que siguió el expediente como embajador en Washington.
El regalo se le hace a Bush
Otros tienen una interpretación diferente para este cambio por parte de Francia. Mientras que Bush acababa de ser reelegido para su segundo mandato, Jacques Chirac decidió, como el canciller alemán Schröder, hacer esta concesión con el fin de reconciliarse con la Casa Blanca…
Delante de una delegación de senadores norteamericanos, a quiénes recibirá el 31 de enero de 2005, el presidente de la República confirma abiertamente haber cedido a la presión norteamericana a petición de los Estados Unidos, sobre todo a raíz de una llamada telefónica del presidente Bush, decidiendo Francia anular prácticamente la deuda iraquí…
Para evitar polémicas sobre este regalo a Bush, el Elíseo no dirá nada de estas negociaciones y se abstendrá de comunicar esta anulación de créditos, sin que Francia reciba a cambio ninguna contrapartida económica.
El Ministerio de Asuntos Exteriores se contentará, a finales de 2005, con enviar un comunicado discreto que anuncia que Francia ha firmado un acuerdo bilateral con Iraq relativo al tratamiento de la deuda, en virtud de los acuerdos del Club de París. Vestir de seda una decisión contraria a las normas.
Los consejeros del Elíseo reconocen por otra parte que se trata de una generosidad francesa excesiva. A principios de 2005, en las reuniones mantenidas por Jacques Chirac, Bush y la secretaria de Estado Condoleezza Rice, extiende la lista de la iniciativas que el Elíseo ha aprobado para mostrar sus buenas intenciones diplomáticas con respecto a Washington:
En el Club de Paris, Francia ha tomado una decisión audaz, generosa y excepcional con el problema de la deuda iraquí. Este alivio en la deuda supone una anulación de 5,5 mil millones de dólares en créditos.
5,5 mil millones de dólares es una cantidad espectacular, ya que representa más de 4 mil millones de euros, es decir 10 veces el coste anual de las fuerzas francesas en Afganistán y 80 veces la anulación de la deuda de Haití tras el terremoto de 2010.
Bush consiguió que Chirac lo pagase bien. Y muy caro.
► Vincent Nouzille, « En el secreto de los presidentes », éd. Fayard/Les Liens qui Libèrent, de aparición el 13 de octubre de 2010, 583 páginas, 24,50 euros.
Fuente: http://www.rue89.com