La farsa del Brexit es algo irrelevante para todos nosotros
Por Andre Vltchek, 1 de julio de 2016
¡Oh, el pobre Reino Unido! Ejércitos de comentaristas políticos de todos los continentes están tratando de manera febril de definir en qué medida los británicos se han dejado engañar, o lo poco que tardarán en ser castigados por su valiente decisión.
En toda Europa, los neonazis y otros extremistas de derecha lo están celebrando, mientras que la mayoría de los liberales están presos del pánico, corriendo como una manada de pollos sin cabeza, o aullando a la luna en su desesperación. La Izquierda europea (patética y falsa, como esos vuelos en la clase business) está tratando de encajar el reciente referéndum desde alguna perspectiva filosófica, cacareando algo acerca de una rebelión de la clase obrera contra las élites gobernantes.
Algunos europeos están culpando a Putin del resultado de la consulta, mientras que otros ven detrás de los resultados de la votación el espectro de una “conspiración estadounidense” o incluso del “lobby sionista”.
Pero las cosas son mucho más simples. Unos cuantos millones de votantes británicos fanáticos, muchos de ellos jubilados y tradicionalmente conservadores, incluso muchos racistas, se han asustado de que su país pronto pueda verse invadido por hordas de refugiados, o más precisamente, de no-personas (por emplear el léxico de George Orwell). Mientras que para otros, el referéndum se convirtió en una forma de expresar su frustración por el hecho de que la clase obrera británica esté siendo cada vez más castigada, es decir, reciba cada vez una parte menor del enorme botín que están saqueando por todo el mundo tanto Europa como América del Norte.
No hay que buscar indicios de internacionalismo o los ideales tradicionales de la Izquierda en los corazones de los que votaron a favor de la salida. Una gran mayoría de las huestes antieuropeas simplemente exigen beneficios para sí mismos ( es decir, los británicos), así como “una Gran Bretaña para los británicos” (cuando realmente esta nación es cada vez más multirracial).
Por supuesto, lo mismo puede decirse del campo contrario: los que han votado a favor de permanecer en la Unión Europea lo han hecho por razones estrictamente prácticas.
Casi ninguno de esos comentaristas se ha molestado en descubrirnos lo verdaderamente impactante de todo el proceso de referéndum: la absoluta falta de ideología progresista, de internacionalismo y la preocupación por el mundo en su conjunto. En ambos lados ( y en realidad sólo eran dos) se han visto los fuegos artificiales de su egoísmo y de su mezquindad. La corrupción moral de Occidente ha quedado de nuevo al descubierto.
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Todos en Europa quieren más, más y más. ¡Que se joda la austeridad! ¡Queremos más beneficios! ¡Mejores salarios, seguridad en el empleo y reducción de la jornada laboral!
Es algo sorprendente (y tan inocente). Estas peticiones sólo se hacen para unos pocos elegidos, para los europeos y los norteamericanos, no para el resto del mundo, que en realidad está pagando la cuenta… Y la ha estado pagando desde hace cientos de años, con terribles sufrimientos por ello, esclavitud, saqueo colonialista, genocidios provocados por Europa, terrorismo en contra de la liberación de estos pueblos, el saqueo por parte de las Corporaciones.
Ya es hora de volver a Fanon y Sartre, pero en esta Europa acomodada, perezosa y esclerótica, nadie parece estar de humor para repasar a aquellos arraigados internacionalistas de Izquierdas, de ideología anticolonialista.
Sí, el proceso de descolonización mundial todavía no ha terminado, pero es algo que no aparece en los referendos organizados en Europa. Lo único que quieren es una vida mejor, vivir más tiempo y hacerse más ricos. Les parece muy injusto que tanto en el Reino Unido, en Francia, en España o en Grecia, las grandes Corporaciones y los Bancos se estén haciendo con la mayor parte del botín ¡Quieren su parte! ¡Quieren un trozo mucho mayor, y lo quieren ahora! Es el motivo por el que odian el Capitalismo, el Sistema. No porque se esté asesinando a millones de personas inocentes en todos los rincones del mundo lejos de Europa (eso es algo que no les molesta ni siquiera un poco a los europeos). No porque se estén arruinando cultura, impidiendo la libertad de los otros, no. Odian porque el Sistema es demasiado tacaño con ellos, que están del mismo lado.
Es cierto que aquellos que sirven de sostén a Europa a menudo no tienen nada, ni siquiera unas cuantas chozas, ni siquiera el derecho a conservar sus propias plantas y árboles nativos. Es cierto que todavía muchos europeos se apoltronan en sus coches, hacen vuelos por todo el mundo buscando las vacaciones perfectas, disfrutando de una educación prácticamente gratuita, de atención médica, de parques, de Instituciones culturales, de transporte público y otro sinnúmero de prerrogativas. Es cierto que la mayor parte de los refugiados que huyen de los que una vez fueron países ricos e independientes, son violados y explotados por Occidente. Pero todo lo que no vale la pena mencionar, no hay necesidad de referendos ni discusiones sobre cuestiones morales irrelevantes. Y precisamente, tales referendos debieran tratar precisamente de eso: ¿Saquear o no? ¿Y dónde están esos millones de ciudadanos europeos que firman peticiones exigiendo tal o cual cosa?
Nunca se pronuncian, porque no hay nadie, prácticamente nadie en Europa que quiera cambiar este Sistema global, de abajo arriba, para detener el saqueo de los insignificantes otros.
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La Izquierda europea es tan egoísta e hipócrita como la Derecha. De hecho, no hay una verdadera Izquierda, si entendemos por Izquierda la exigencia de una igualdad de trato para todos los que se asientan sobre la tierra.
A muchos europeos les gusta culpar a Estados Unidos por el actual estado del mundo (en su mayoría de una forma un tanto abstracta). Tales acusaciones son hipócritas, casi de ser un tarado intelectual. Para Estados Unidos no hay otra cosa que no sea un gran proyecto europeo, o en palabras de Jean-Paul Sartre, un monstruo Súper-europeo.
En el llamado Nuevo Mundo (la cual es una dominación de carácter chovinista, como si el mundo antiguo de los nativos, que fueron aplastados, no contase para nada), los colonos europeos robaron a los nativos sus tierras, y luego casi les exterminaron. Para incrementar la productividad, trajeron a millones de esclavos desde el otro lado del océano. Cuando les convino, declararon la independencia, pero esa independencia sigue estrictamente basada en la excepcionalidad europea, el racismo, en los tradicionales complejos de superioridad y en las creencias cristianas fundamentalistas.
No importa las atrocidades cometidas por Estados Unidos en el exterior, durante los siglos XX y en lo que llevamos del XXI, ya que todavía no se ha puesto al día (aunque ciertamente está en ello) en el salvajismo desenfrenado de Europa, con las terribles campañas de exterminio y de saqueo que el viejo continente ha estado llevando a cabo durante siglos, en Asia, África, Oriente Medio, la India y prácticamente en todos los rincones del mundo.
“Los trabajadores europeos son ahora víctimas del imperialismo estadounidense y el Sistema Capitalista”, dice esa pseudoizquierda de manera constante. ¿Realmente es así?
¡No saben el ridículo que hacen!
¿No es el Sistema Capitalista si no el legítimo (aunque filosóficamente y éticamente perverso) invento de Occidente, que violenta de manera forzada a las personas de todos los continentes?
Es un producto directo de la cultura europea (no al revés), que más tarde fue adoptado y perfeccionado por Estados Unidos.
No hay duda de que Europa es el más cercano aliado de Estados Unidos. O para ser más precisos, casi no hay diferencia entre los dos, ya que ambos fueron creados siguiendo la misma línea conceptual (la europea), la misma religión y la misma visión chovinista del mundo (el desprecio hacia todo aquel que no es blanco y religiosa y culturalmente cristiano, y la exaltación del expansionismo).
Aprovechemos para enfrentarnos a la realidad: ¡una gran mayoría de europeos nunca querrá cambiar el actual Orden Mundial! El Imperialismo Occidental les da de comer, llevan una vida mucho más acomodada que cualquier otra persona del planeta, mientras que trabajan, de manera patética, muy poco. De manera inconsciente, incluso en privado (como de broma), los trabajadores europeos están profundamente agradecidos a Washington y a sus gladiadores. Su principal demanda es que “los europeos debieran de estar recibiendo un mejor trato del que están recibiendo ahora”. La queja que generalmente se oye es que “el trato era mucho mejor y más satisfactorio hace 20 años que en la actualidad”.
¡Un mejor trato a expensas de los otros, claro! Pero eso nunca se dice.
¡Menos chelines para Goldman Sachs o HSBC, y más para la gente común de Europa, por favor!
¡Todo lo demás está muy bien! “En realidad esos estadounidenses no dejan de ser muy agradables, casi tanto como nosotros los europeos. Fuimos allí de vacaciones el año pasado…”.
“Ah, y recuerde: no queremos a esos negros y sucios árabes en nuestras ciudades y pueblos. Que se queden donde están, trabajando para nosotros, que podamos seguir saqueando sus tierras para que nosotros podamos retirarnos antes de tiempo, tener atención médica y poder volar al sudeste asiático para traginarnos a sus chicas jóvenes después de que nos retiremos. ¡Nos van a dar todo esto, y más, o de lo contrario te vas a joder, vamos a salir de la Unión Europea, que no se preocupa de su gente!
No quiero decir que lo digan exactamente así, pero hay que leer entre líneas.
¿O es que mis lectores piensan que esos países que están listos para seguir el ejemplo británico realmente no se preocupan de otra cosa que no sea sus propios mezquinos y egoístas intereses?
¡He hablado con los griegos! He hablado con los españoles. La mayoría de ellos odian a los extranjeros. La mayoría de ellos no saben nada, absolutamente nada, de lo que está haciendo Occidente en todo el mundo. Y, francamente, no quieren saber nada.
¿Y qué quieren los europeos del Este? ¿Qué hay de esos pobres y decepcionados checos, polacos y húngaros? Bueno, también quieren más, más y más, como siempre lo han hecho. ¿Alguien cree realmente que en la década de 1980 soñaban con libertad y democracia? Solamente soñaban con una cosa: cómo deshacerse de esa idea romántica del internaciolismo ruso y volver a Europa; cómo dejar de ayudar a los pobres y despojados del mundo, cómo unirse a occidente, los verdaderos amos del mundo, cómo llegar a formar parte de la camarilla imperialista y neocolonialista. Esas naciones (seamos sinceros) son racistas hasta la médula, mientras que casi todos los miembros de la UE miran embelesados a Estados Unidos, mostrando un abierto rencor hacia las víctimas del Imperialismo Occidental.
¿Cuánto hay de verdad en ese lamento hacia todas aquellas víctimas del Sistema europeo?
Perdonadme, pero no siento ninguna simpatía hacia ellos. Tal vez porque he pasado demasiado tiempo en el Congo, en Kenia, en Uganda, el sudeste de Asia, Oriente Medio, Oceanía, en la Amazonia brasileña o en Perú, con aquellas personas que considero las verdaderas víctimas del Sistema, del Régimen que Occidente ha gangrenado a nivel mundial.
Por lo tanto, siento una creciente indignación por el cinismo que cubre como una gruesa manta los debates sobre el referéndum británico ( y el resto de potenciales referendos europeos). Estoy sorprendido por su escasa profundidad y por su hipocresía.
En realidad, parece que todo el continente está formado por unos obstinados que niegan el Holocausto mundial, personas que se sientan frente a las chimeneas de los crematorios, donde sus víctimas son quemadas vivas, incapaces de pensar en otra cosa que no sea su propia comodidad y sus privilegios.
Mientras esta mentalidad permanezca (que se ha ido imponiendo desde hace interminables siglos), al resto del mundo le importará muy poco si son uno, dos o cinco los países que optan por abandonar la Unión Europea.
Ya sea de manera más centralizada o descentralizada, el continente va a seguir saqueando el planeta junto a su poderosa descendencia de América del Norte.
Y va a continuar el saqueo porque los europeos quieren, e indirectamente lo están exigiendo. Del mismo modo que esos niños malcriados, sin empatía e inmorales, los europeos gritan ¡más, más, y más!
El odio y el desnudo fanatismo, en todos cada uno de los países de la tierra, desde China a Rusia, la de aquellos que todavía se mantienen de pie y se niegan a aceptar los dictados de Occidente. No es ese racismo primitivo que se puede detectar en algunas partes de Estados Unidos, no, el racismo europeo es más profundo, fundamentalista, cultural, e institucional, ya que es virulento y ancestral. Gracias a él, docenas de culturas y naciones han sido aniquiladas, en todo el mundo., Y docenas de personas se están arruinado en estos momentos, mientras escribo este artículo.
El referéndum del Reino Unido ha demostrado todo esto, y mucho más.
Volviendo a Fanon y Sartre: es evidente que el mundo no va a cambiar de repente porque los europeos se den cuenta de que están viviendo de la rapiña. Eso es algo que no se puede esperar de ellos. No tienen remordimientos. Ni siquiera tienen un poco de pesar por eso. Sólo hay que mirar a esos miles de expertos europeos, sentados en las Agencias de desarrollo de las Naciones Unidas, viajando por todo el mundo, predicando cómo se debe gobernar, o predicando la forma de derrocar a los Gobiernos progresistas. Lo hacen con sus caras serias y sin ningún tipo de vergüenza. Mire esas Escuelas y Universidades europeas y estadounidenses, dando becas a las élites de los países colonizados, lavándoles el cerebro, condicionándoles con el propósito de que traicionen a su pueblo.
Los imperios Occidentales (en el pasado) y ahora el Imperio han destruido la mayor parte del mundo, y las masas de Europa e incluso de América del Norte se han beneficiado de los innumerables y atroces crímenes contra la humanidad. Este terrible proceso todavía continúa. El mundo tendrá que volver a la tarea de la lucha contra la colonización si quiere sobrevivir.
No puede haber ninguna discusión moralmente aceptable en Europa sobre el futuro del mundo, de Europa, del Reino Unido o de cualquier otro país europeo si no comienza así:
“Arruinamos el mundo. Rapiñamos por todo el mundo. Todavía estamos arruinando y robando. Debido al Imperialismo de Occidente, su fundamentalismo y codicia, cientos de millones, quizás miles de millones, de vidas humanas se han visto arrasadas. No estamos capacitados para gobernar la tierra y nunca lo estuvimos. No podemos de manera indefinida mantener estos exageradamente altos niveles de vida, ya que han sido financiados por los muchos siglos de saqueos, genocidios y holocaustos. Nuestras instituciones de hoy en día, desde la OTAN a la UE, están ayudando a mantener un Orden Mundial de carácter criminal. Ahora queremos desmantelarlas, por razones estrictamente éticas, en nombre de la raza humana. Por lo tanto, hacemos un llamamiento para celebrar un referéndum…”.
¡Algo impensable, verdad! Este es el motivo por el que la farsa del Brexit es algo completamente irrelevante para todos nosotros.
Esto no va a propiciar ningún cambio. Los condenados de la tierra no van a ver compasión, ni bondad ni decencia por parte de la opinión pública Occidental, ni una pizca de solidaridad. Habrá que sacar a relucir lo que hay detrás de la máscara de “Civilizado” que se pone delante la Cultura Europea, un gangrenoso cráneo que refleja codicia y el ansia patológica de poder. Entonces, los condenados de la tierra tendrían que exigir, a una sola voz, lo que realmente es suyo. No pedir, no pedir educación, ¡sino exigir! Es más, ¡tomar por las bravas!
Si en el Reino Unido, una de las cunas del Imperialismo Occidental e intolerancia colonialista, discute sobre su salida o permanencia en la UE, sólo puede tener influencia en la forma en que se va a repartir el botín, pero en nada más.
Ambas partes del referéndum, los de la salida y permanencia, ya hicieron la señal de la higa al resto del mundo. Y es el momento adecuado para que el resto del mundo les devuelva la cortesía.
André Vltchek es novelista, cineasta y periodista investigador. Ha cubierto varias guerras y conflictos en varios países. Su Point of No Return se ha reeditado recientemente. Oceanía es un libro sobre el Imperialismo Occidental en el Pacífico Sur. También ha escrito un polémico libro sobre la era post-Suharto y el fundamentalismo de mercado: Indonesia: The Archipelago of Fear. También ha rodado documentales sobre Ruanda y el Congo. Ha vivido varios años en América Latina y en Oceanía; Vltchek reside actualmente en Asia Oriental y en África. Puede visitar su sitio web
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Procedencia del artículo:
http://dissidentvoice.org/2016/07/brexit-let-the-uk-screw-itself/#more-63143
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