Por Said Arikat, 21 de mayo de 2015
Durante casi dos semanas, el soniquete político en Estados Unidos viene de aquellos que ya han presentado su candidatura a las próximas elecciones presidenciales de 2016, tanto republicanos como demócratas, y por su reacción frente a la pregunta: ¿Qué habrían hecho de saber lo que saben ahora? ¿Seguirían apoyando la invasión de Irak?
Nada nuevo sobre este asunto y lo que era de esperar de los candidatos. De hecho es algo que los periodistas ya vienen preguntado a los candidatos demócratas desde las elecciones de 2004, las de 2008 y las de 2012.
Fue la pregunta que en 2004 puso en marcha la campaña al Senado de Barack Obama. Dijo oponerse clara y rotundamente a la guerra.
Jeb Bush, el principal candidato republicano a la presidencia en 2016 ( a pesar de que no ha declarado oficialmente su candidatura), sufrió un tropiezo cuando se le hizo esta pregunta en la Fox News. Primero dijo que habría hecho lo mismo que su hermano, el ex Presidente George W. Bush (invadir Irak). Luego, más ambiguo, no se expresó con claridad, después de decir que su hermano actuó de tal manera debido a los errores de los Servicios de Inteligencia, de modo que finalmente reconoció que no invadiría el país.
La candidata Demócrata Hillary Clinton, que votó a favor de la guerra, trató de distanciarse en la carrera electoral a la Presidencia en 2008, pero hizo frente a un auténtico opositor a la guerra de Irak, su rival Barack Obama.
Sin embargo, el martes 19 de mayo reconoció claramente que se había equivocado al votar a favor de la guerra, una guerra que condujo a Oriente Medio a la caótica situación en que hoy en día está inmerso.
Clinton, la imparable candidata sin parangón en el panorama político de Estados Unidos, dijo: “Está muy claro que cometí un error, así de sencillo, Sobre este asunto he hablado en mi libro, y ya he dado mi opinión con anterioridad”, dijo Clinton, que además añadió: “La situación actual es muy diferente y muy peligrosa”.
Todo esto en un momento en el que el Estado Islámico parece seguir ganando terreno, controlando un área mayor que cualquier país árabe, a excepción de Arabia Saudí.
Hay algo de cínico y despectivo en el tono en el que se hace referencia al otro, en el contexto de esta pregunta. Los millones de árabes que han perdido la vida, la destrucción causada, nada de esto se aborda en las preguntas ni en las respuestas.
Una de las mayores mentiras es la misma premisa “sabiendo lo que sabemos” o culpar de la invasión a los errores de unos Servicios de Inteligencia mal informados, cuando en realidad ni una sola persona ha rendido cuentas por los crímenes de guerra cometidos en base a las mentiras, como las armas de destrucción masiva, dar apoyo a los terroristas o la doctrina de la guerra preventiva.
La verdad es que muchos en aquella época ya sabían lo que sabemos ahora: Bush, su Vicepresidente Dick Cheney, el Secretario de Defensa Donald Rumsfeld, el Secretario de Estado Colin Powell y su Consejera de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice. Todos ellos dijeron al mundo, de forma deliberada, que una simple nube de humo era toda una nube atómica. Sabían perfectamente que eran mentiras.
Los neoconservadores, de la talla de Paul Wolfowitz, y sus subordinados Doug Feith y Richard Perle, aplauden cada declaración a favor de la guerra de Bush y la misma concepción de la invasión, a la que calificaron de destrucción constructiva.
Los neoconservadores invadieron Irak con la intención de destruir el Estado, levantado apenas 80 años antes, incluyendo su ejército y sus fuerzas de seguridad, acabar con su Gobierno, a excepción del Ministerio del Petróleo, y con el propósito de fracturar el país.
Así que esta última mentira sobre la guerra de Irak, lo de que no se conocía la verdad sobre la situación de Irak con anterioridad a la guerra, es sólo eso, otra mentira más. La parte más triste es que no fueron solamente los neoconservadores, como Bush y Cheney, los que clamaban a favor de la guerra, sino la mayoría de los medios de comunicación de Estados Unidos, que decían poseer un halo de credibilidad por su trabajo de más de un siglo, sin embargo cedieron a pesar de las endebles pruebas que se estaban presentando.
En su libro The Way of the World, publicado en 2008, Ron Suskind alega que la Casa Blanca ordenó a la CIA que maquinase una carta escrita a mano por el Jefe de los Servicios de Inteligencia de Saddam Hussein para establecer una relación entre el dictador iraquí y los ataques del 11 de septiembre.
Suskind dice: “La Casa Blanca había preparado una carta falsa de Habbush dirigida a Saddam, con efecto retroactivo al 1 de julio de 2001. Se decía que el cabecilla de los ataques del 11 de septiembre, Mohammad Atta, se había entrenado en Irak, mostrando así que existía un vínculo entre Saddam y Al Qaeda, algo que la oficina del Vicepresidente había intentado conseguir presionando a la CIA para justificar la invasión de Irak. No existía ninguna relación”.
Suskind dice que la utilización de la CIA por parte de la Casa Blanca para una operación de tal calibre e influir en la opinión pública, es ilegal. Puede decirse que es un delito censurable.
Pero no son mentiras del pasado, son mentiras que todavía perviven. El uso de la mentira se mantiene y ahora ocurre lo mismo con aquellas personas que están a favor de una intervención militar contra Irán, aunque primero hay que acabar con Siria.
Los candidatos republicanos también se estancan en la cuestión de si habrían invadido o no Irak, porque supone una carga para sus aspiraciones, ya que parecería que promueven una política exterior de tipo intervencionista.
Hoy en día, cuando los candidatos republicanos son preguntados por los medios de comunicación de derechas, por los neocon, o los lobbies de Israel como Sheldon Adelson ( y los lobbies sionistas cristianos), suenan tambores de guerra, y los estadounidenses no debieran olvidar cómo el establishment de Estados Unidos ha mentido para promocionar la guerra.
La guerras suponen para ellos miles de millones de dólares en armamento militar, millones de espectadores para las cadenas de televisión, mucho tiempo apareciendo en pantalla los halcones de la guerra, nuevos puestos de trabajo para los contratistas, y más dinero para el “Estado de vigilancia”.
Lo estadounidenses debieran cuestionarse la ilegalidad de la guerra de Estados Unidos contra Irak y debieran exigir que los responsables de crímenes rindan cuentas.
Said Arikat es el Jefe de la Oficina en Washington del diario palestino al-Quds
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Procedencia del artículo:
http://www.commondreams.org/views/2015/05/21/lies-damned-lies-and-invasion-iraq
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