Por Martha Rosenberg, 9 de mayo de 2014
(N. del T.: Este artículo hace referencia a los tratamientos de la carne en Estados Unidos, algunos de los cuales no están permitidos en la Unión Europea. De todos modos, con el Tratado Transatlántico de Libre Comercio entre Estados Unidos y la UE, que se está negociando de forma casi secreta, algunas de estas prácticas podrían introducirse en Europa)
No es ningún secreto que en la lucha contra los agentes patógenos presentes en la carne que se comercializa, estos están ganando. Es el resultado lógico, por ejemplo, del uso de grandes cantidades de antibióticos que la Industria Alimentaria de Estados Unidos suministra al ganado (no porque estén enfermos, sino para su engorde): los antibióticos ya no realizan su labor en la lucha contra los patógenos resistentes a los antibióticos, tales como el Stahphilococcus aureus (MRSA), los enterococos (VRE) y Clostridium difficile. Las infecciones resistentes a los antibióticos, que antes estaban circunscritas a los hospitales y residencias de ancianos, ahora se encuentran por lugares muy diversos, como las playas de Florida o por las carreteras, por donde circulan los camiones transportando las aves de corral. La Industria Alimentaria ha encontrado algunas formas de retardar la proliferación de la salmonela, E. coli y listeria, que se desarrolla en la carne que consumimos, pero no es seguro que estemos informados acerca de estos métodos, que no aparecen reflejados en los datos de las etiquetas.
Baños de cloro
Si desea conocer las discrepancias sobre los ingredientes presentes en nuestros alimentos, basta con que se informe sobre las prohibiciones que la UE ha establecido con los transgénicos, la carne con hormonas y la carne de pollo tratada con cloro.
Los grupos de presión estadounidenses están intentando eludir estas prohibiciones europeas, según dice MintPress News, especialmente en los que se refiere a los pollos blanqueados: “las barreras comerciales no arancelarias injustificadas… limitan o prohíben la exportación de determinados productos agrícolas de Estados Unidos a Europa”. De hecho, la UE no acepta desde el año 1997 las aves de corral procedentes de Estados Unidos.
(Información aparecida en el Diario de León: “Recientemente, y ante el desbloqueo legislativo originado por la aplicación, a partir de enero de 2006, de una serie de normativas comunitarias en materia de Higiene (« Paquete de Higiene ») se ha iniciado en la Unión Europea el procedimiento para la autorización de cuatro compuestos (fosfato trisódico, clorito sódico acidificado, dióxido de cloro y peroxiácidos) como descontaminantes de la carne de ave. Para orientar a las Autoridades Sanitarias en el proceso de autorización, diferentes Comités Científicos de la Unión Europea han emitido en los últimos años varios informes en relación con los beneficios y limitaciones de los tratamientos descontaminantes, poniéndose de manifiesto la escasez de datos en relación con el posible riesgo de su empleo para el consumidor y para el medio ambiente (por ejemplo, aparición y diseminación de cepas de microorganismos resistentes a los antibióticos, o potenciación del crecimiento de los microorganismos patógenos más resistentes). Estas lagunas son una de las principales causas de que, por el momento, no se hayan autorizado aún en la Unión Europea los tratamientos descontaminantes de la carne. http://www.diariodeleon.es/noticias/ciencia/efecto-tratamientos-quimicos-descontaminar-carne-pollo_429753.html)
¿Por qué se utiliza en Estados Unidos el cloro? Para matar las bacterias, controlar hongos y algas, aumentando la vida útil del producto y evitando una costosa mano de obra en limpieza y uso de materiales, además de desinfectar con un simple lavado. En los centros de procesamiento de las aves, los sacrificadores se lavan las manos con agua clorada para “reducir los olores y la cantidad de bacterias”, al igual que las aves y “el material utilizado”. La carne se desinfecta de manera similar utilizando cloro, sobre todo en las cintas transportadores, que son “el caldo de cultivo ideal para las bacterias”.
En una directiva aprobada en 2014, la Inspección de Seguridad Alimentaria de la USDA, el FSIS, admite que los múltiples usos del cloro en las aves de corral y en la carne no están obligados a reflejarse en las etiquetas y la obligación de las condiciones de uso ( están limitadas las cantidades de cloro que se pueden emplear). Y la cosa no para aquí. La directiva del FSIS también revela que se utiliza el cloro en forma gaseosa en el sector cárnico, tales como la carne de vaca, vísceras y en el sector avícola. Buen apetito.
Amoniaco
Ya han pasado dos años desde que se nos revolvió el estómago viendo aquellas imágenes de la “baba rosa”, que salía por los tubos de procesamiento con destino a los platos de los estadounidenses y del Programa Nacional de Almuerzos Escolares: el aspecto de las carnes finamente trituradas y tratadas con amoniaco para retrasar la proliferación de E. coli. La compañía que fabricaba estas carnes trituradas, Productos Cárnicos Inc (BPI), tuvo que cerrar tres plantas y despidió a cientos de empleados hace dos años, interponiendo una demanda contra ABC News. La demanda alega que “ABC News inició una campaña de desinformación que tuvo un efecto negativo en la reputación de BPI, y se utilizó el término baba rosa para referirse a la carne finamente triturada, incluso después de haberse dado información objetiva sobre el producto”, informa la revista Beef. Y si echamos un rápido vistazo a la directiva del FSIS de 2014, cuyo propósito es el de realizar una “actualización de las sustancias que se pueden utilizar en las producción de carne y huevos”, señala que la carne finamente triturada es un proceso legal: “La carne magra finamente triturada y tratada con amoniaco, se enfría a -2ºC…”. “La carne triturada se trata con hidróxido de amonio”, y después con dióxido de carbono. Este procesamiento no aparece en las etiquetas de la carne.
En el mes de noviembre, el gigante Cargill anunció que en la baba rosa hará dos cambios: en lugar de usar amoniaco usará ácido cítrico para matar a la E. coli, y la carne se identificara como “carne de textura fina” en la etiqueta.
Monóxido de carbono
Hace ocho años se produjo otro escándalo al enterarnos que la Industria Alimentaria utilizaba monóxido de carbono para mantener la carne de un color rojo que parezca natural a medida que lo pierde en los estantes. El oscurecimiento de la carne después de unas horas es algo inofensivo, lo mismo que cuando una manzana oscurece al realizarla un corte, dice elAmerican Meat Institute. Pero igual que ha ocurrido con el mercurio presente en el atún, o la rectopamina presente en las carnes de vaca, cerdo y pavo, la Industria Alimentaria siguió con sus prácticas, pensando que con el tiempo todo se olvida. Pero gracias a John Q. Public, “la utilización de una atmósfera modificada” en los envases de carne, utilizando diferentes gases, sigue siendo uno de los pilares en la producción de carne, según un informe del FISS.
De acuerdo con la Directiva del FSIS, el monóxido de carbono se utiliza como “parte del sistema de envasado en atmósfera modificada que Cargill introduce directamente en los envases o para el transporte a granel de la carne fresca. Los productos cárnicos son posteriormente reenvasado en recipientes que no contienen atmósfera modificada con monóxido de carbono en la venta al por menor”. El monóxido de carbono también se utiliza para mantener la salubridad en los envases utilizados por Cargill en “el corte reciente de carne y la carne del país”, dice la directiva del FSIS:
(Gases utilizados en el envase de productos alimentarios, en pdf).
¿Por qué los procesos utilizados por Cargill aparecen en las directrices del Gobierno, con su nombre? Tal vez porque es una de las mayores empresas agroalimentarios de acuerdo con Rain Forest Action. Está presente en más de 66 países y es una de las “pocas empresas que controlan el sector de los negocios agrícolas, que en su conjunto están dando forma al sistema alimentario en su propio beneficio, cada vez más globalizado”.
Otros ingredientes también seguros y adecuados. No sabemos lo que estamos comiendo.
A menos que usted sea químico, hay otros ingredientes en la Directiva de 2014 del FSIS, que sin saber cuál es su función quizás no desee ingerirlos: cetilpiridinio con propinlenglicol para el control de la bacterias. El cetilpiridinio es un compuesto que elimina las bacterias, presente en los colutorios bucales, las pastas de dientes y los aerosoles nasales; en la producción de carne se combina con el propilenglicol para “tratar la superficie de la carne cruda, sea con piel o sin piel”. ¿Y la solución acuosa de octanoato de sodio, octanoato de potasio, ácido octanoico, o bien glicerina y/o propilenglicol, o un agente activo como el polisorbato, también para eliminar las bacterias? ¿ Y alguien quiere consumir “gallina, pavo, pato, gallo, ganso” en cuya carne se ha inyectado proteasa, obtenida a partir del hongo Arpergillus, para que se mantenga tierna?
Otro producto químico es el tripolifosfato de sodio, que se utiliza como un “anticoagulante para su uso en la sangre del ganado que posteriormente se utiliza en los productos alimenticios”, dice el FSIS. De acuerdo con Food & Water Watch, en los mariscos, gambas, merluza, carne de cangrejo, se emplea el tripolifosfato de sodio para que la carne parezca más firme, suave y brillante. El tripolifosfato de sodio es una “ neurotoxina, así como un pesticida registrado y un contaminante del aire, según se recoge en el Estado de California”, dice Food & Water Watch. También se puede encontrar en otros pescados y mariscos. Para evitar el tripolifosfato de sodio se puede comprar pescado etiquetado como “seco” y evitar los mariscos etiquetados como “ húmedos”. No hemos encontrado la forma de evitar esta sustancia en la carne.
Bacteriófagos
Otra manera que utiliza la Industria Alimentaria para matar los patógenos presentes en la carne, sobre todo los resistentes a los antibióticos, es utilizando bacteriófagos. Los bacteriófagos son virus que infectan y matan a las bacterias. Se introducen los bacteriófagos en las bacterias, hasta que éstas estallan (lisis), liberando cientos de bacteriófagos que infectan y matan a más bacterias. Los bacteriófagos, descubiertos en 1919, han sido utilizados para controlar las infecciones bacterianas, pero dejaron de utilizarse cuando aparecieron los antibióticos en la década de 1940. Los antibióticos tienen la ventaja de que pueden atacar a más de un tipo de bacteria, al mismo tiempo que no suelen ser reconocidos por el sistema inmunitario del paciente, de modo que podrían ser utilizados una y otra vez en la misma persona para combatir las infecciones bacterianas, sin generar una respuesta inmune.
En el año 2008, OmniLytics Inc,anunció la aprobación por parte del FSIS del uso de bacteriófagos para el tratamiento de la carne de las aves de corral, desarrollados en conjunto con Elanco, la división de animales de Eli Lilly, para reducir la salmonela. Pronto surgieron productos similares en el tratamiento de la carne. Al menos la Directiva de 2014 del FSIS nombra a nuevo bacteriófagos, que en su mayoría se rocían en la piel y plumas de los animales vivos, para reducir la carga bacteriana antes de sacrificarlos. Mientras que los bacteriófagos son quizás más aconsejables que los antibióticos, hay [dos] razones por las cuales no se puede alabar su aplicación: los bacteriófagos … [Su espectro de acción es muy limitado (son especie-específicos; dificultad para desarrollar
formas farmacéuticas sólidas); pueden producir altos niveles de endotoxinas en infecciones causadas por bacterias Gram- negativos; son eliminados rápidamente por el sistema inmune]. Por otra parte, los fagos podrían también llegar a convertirse en una herramienta más de la Agricutlura Industrial, utilizándolos para que los animales ganasen en peso, sin poner en riesgo la resistencia de los antibióticos, como aparece en este documental.
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Martha Rosenberg es columnista y dibujante, que escribe sobre temas de salud. Su dirección de correo electrónico: martharosenberg@sbcglobal.net. Su primer libro, titulado Born with a Fritos Deficiency: How Flaks, Quacks and Hacks Pimp the Public Health, será publicado por Amherst, New York-based Prometheus Books, el próximo año.
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Procedencia del artículo: http://dissidentvoice.org/2014/05/five-gross-ways-your-meat-is-kept-safe-to-eat/#more-54080
Véase también: http://bscw.rediris.es/pub/bscw.cgi/d311306-3/*/*/*/normicro.htm