Por Giulio Fanti, Departamento de Ingeniería Industrial, Universidad de Padua y Liberato de Caro, Instituto de Cristalografía, 25 de octubre de 2024
Resumen.
Se han estudiado y comparado varias imágenes del rostro del Hombre de la Sábana Santa de Turín, adquiridas a diferentes longitudes de onda, desde la región del infrarrojo cercano hasta el ultravioleta. Se discute una correlación en función de la longitud de onda, entre la profundidad de penetración en el tejido de la luz incidente y los detalles anatómicos visibles en las imágenes, basándose en las propiedades físicas de los hilos de lino y la luz. Además, se ha examinado el reverso de la Sábana Santa de Turín, en correspondencia con la región del rostro, lo que evidencia la posible presencia de una segunda imagen superficial impresa en el reverso. A pesar del alto nivel de conocimientos científicos alcanzado hoy en día, no se conoce ningún proceso físico-químico que permita explicar todas las propiedades de la imagen corporal de la Sábana Santa de Turín [ST]. Según nuestros conocimientos científicos, el cadáver de un hombre muerto no puede producir una energía capaz de imprimir en una tela de lino una imagen con todas las propiedades microscópicas y macroscópicas descubiertas al analizar la imagen corporal de la Sábana Santa de Turín, que aún no ha sido reproducida en ningún laboratorio del mundo. Según la fe, el cadáver de un Hombre puede hacerlo, durante la resurrección, asumiendo un estado de materia diferente. En este sentido, la Sábana Santa puede considerarse una reliquia bimilenaria testigo para la humanidad, justo en la era de la ciencia, la razonabilidad de la fe en la resurrección.
Introducción
La Sábana Santa es el objeto arqueológico y religioso más estudiado del mundo. De hecho, la ST cuenta no solo con decenas de publicaciones en revistas científicas especializadas (Jumper et al. 1984; Schwalbe y Rogers 1982), sino también con centenares de libros en decenas de idiomas diferentes (Adler 2014; Antonacci 2016; Barbet 2014; Fanti y Malfi 2015a; De Caro y Matricciani 2024; De Caro 2020; De Caro 2024) para divulgar los principales resultados de la investigación, junto con artículos y notas que aparecen casi todos los días en periódicos y en la web.
La TS es una antigua tela de lino, de 4,4 m de largo y 1,1 m de ancho, que envolvió el cadáver de un hombre torturado, flagelado, coronado de espinas, crucificado y atravesado por una lanza en el pecho. Muchos investigadores están convencidos de que la TS es el paño sepulcral de Jesucristo. La imagen corporal, impresa en él, ha sido objeto de intensos estudios, especialmente durante el siglo XX pero, aún hoy, no es técnicamente reproducible y ni siquiera puede explicarse de manera científica (Jumper et al.1984; Schwalbe y Rogers 1982; Fanti 2011; 2023). Entre las muchas hipótesis propuestas, la de una ráfaga de energía procedente del interior del cuerpo (Fanti 2011; Jackson 2017) podría explicar la presencia de la imagen corporal en correspondencia de zonas anatómicas, como la situada entre la mejilla y la nariz, que no estaban en contacto con el cuerpo humano. Además, esta hipótesis también podría explicar la ausencia de deformaciones laterales de la imagen del rostro, que serían inevitables si la imagen del cuerpo se hubiera realizado por contacto directo con el cadáver, la llamada deformación de la Máscara de Agamenón.
En la Sábana Santa son visibles varios signos, no fácilmente comprensibles a primera vista: la doble imagen especular -frontal y dorsal- de un hombre, las manchas de sangre correspondientes a sus heridas cuando fue envuelto, las manchas causadas por el agua, las huellas y los agujeros provocados por el incendio de Chambéry de 1532 y otros signos menores.
En 1988 la ST fue datada por radiocarbono por tres famosos laboratorios (Damon et al. 1989), y resultó atribuirse al año 1325 d. C., con una incertidumbre de ±65 años. Este resultado ha sido ampliamente criticado [10-12] (Rogers 2005; Riani et al. 2013; Fanti et al. 2015b; Casabianca et al. 2019) tanto por deficiencias de procedimiento como estadísticas. Otros métodos independientes indican que la ST también podría ser del siglo I de la era cristiana (Fanti et al. 2015b; Fanti 2018; De Caro et al. 2019a; 2022a; 2022b).
Muchos historiadores (Antonacci 2016: Wilson 2011) identifican la ST con el Mandylion, conservado en Edesa, la actual Salinurfa en Turquía, en los primeros siglos. También se han propuesto otras hipótesis, como el Cristo de Beirut (De Caro et al. 2022b). En cualquier caso, la ST llegó a Constantinopla, donde permaneció hasta el asedio y saqueo de la ciudad en 1204. La ST reapareció en Lirey en 1353, y posteriormente se conservó en Chambery desde 1502, donde un incendio la dañó en 1532. En 1578 se trasladó a Turín, donde aún se conserva (De Caro et al. 2022b).
Durante la campaña STuRP (Shroud of Turin Research Project) en 1978 (Jumper et al. 1984; Schwalbe y Rogers 1982), W. Miller, con D. Devan (1982) hicieron fotografías del rostro de la imagen del cuerpo de la TS a diferentes longitudes de onda en el rango visible. [1] G. B. Judica Cordiglia en 1969, durante sus investigaciones, iluminó la tela con ultravioleta (UV) emitido por dos lámparas de vapor de mercurio (Cordiglia 1976; 1988). Judica Cordiglia realizó fotografías del rostro no sólo en la gama de longitudes de onda UV, sino también con radiación infrarroja cercana (NIR). G. Durante fotografió en 2002 (Ghiberti, 2002) la parte posterior de la Sábana Santa con luz visible. Hasta ahora no hay estudios publicados sobre los cambios que pueden ser visibles en la cara de la ST sometida a diferentes longitudes de onda. Además, ningún estudio ha comparado todas las imágenes obtenidas. Por esta razón, en el presente trabajo estudiaremos cómo la visibilidad de los diferentes detalles anatómicos de la cara del hombre de la ST depende de la atenuación de la radiación utilizada para iluminar la tela, para obtener más indicaciones sobre la profundidad de la coloración de la imagen corporal.
Este hallazgo será útil tanto para estudiar una característica de la imagen de la TS, no suficientemente aclarada, es decir, si un débil rasgo anatómico de la cara es visible en la parte posterior de la TS (Fanti y Maggiolo 2004; Balossino 2003; Fanti 2003; Fanti y Maggiolo 2014; Di Lazzaro et al. 2013), como para añadir más información cuantitativa sobre las propiedades físicas de la imagen de la TS, que todavía no se ha reproducido en ningún laboratorio del mundo, a pesar de la tecnología y los conocimientos científicos disponibles hoy en día. En este sentido, la ST parece convertirse cada vez más, precisamente en la era de la ciencia, en un argumento convincente sobre la razonabilidad en la resurrección de Jesús de Nazaret (Jackson 1998, Moran & Fanti 2002).
1. Propiedades físicas y químicas de la imagen corporal de la ST
En esta sección, resumimos brevemente las principales propiedades químicofísicas de la imagen corporal de la ST y las principales hipótesis propuestas por los estudiosos para explicar, al menos parcialmente, algunas de estas propiedades, aunque ninguna hipótesis explica todas las características peculiares de la imagen corporal del ST (Jumper et al. 1984; Schwalbe y Rogers 1982; Fanti, 2011; 2023). La imagen corporal se debe a reacciones químicas de los polisacáridos que componen las fibras de lino: oxidación, deshidratación y conjugación. Por esta razón, no es una imagen pintada. La imagen del cuerpo tiene los tonos claros y oscuros invertidos, lo que le confiere muchas características de un negativo fotográfico. La distribución de la luminancia de las imágenes corporales delantera y trasera puede correlacionarse con las distancias entre la superficie del cuerpo y la tela que lo cubre, lo que produce un efecto tridimensional. La imagen del cuerpo también está presente en las zonas sin contacto de la sábana corporal, por ejemplo, entre la nariz y la mejilla. La radiación ultravioleta no produce fluorescencia de la imagen corporal. La imagen corporal tiene una resolución de 4,9 mm ±0,5 mm, pero no tiene contornos bien definidos. Así, mientras que detalles como la nariz y los labios son visibles, la imagen del cuerpo parece desaparecer cuando se mira desde una distancia inferior a aproximadamente 1 m.
El rigor mortis del cadáver parece ser detectable por la imagen no aplanada de la zona glútea, ya que un cuerpo flácido con relajación de los músculos, colocado en decúbito supino sobre una losa, habría dado lugar a una superficie de contacto mucho mayor en correspondencia con esta parte anatómica sobre el paño funerario (Bevilacqua et al. 2018), aunque también debe considerarse la contracción de los músculos glúteos de una persona viva, devuelta de la muerte a la vida y en movimiento dentro de la ST
(Hontanilla 2022). Los signos de putrefacción están ausentes en la imagen corporal. Las fibras coloreadas de la imagen se concentran sólo en las partes más altas, están ausentes en los hilos que se cruzan en el tejido de la tela y son adyacentes a las fibras que no son de la imagen. Los hilos presentan estrías. En las hendiduras donde se cruzan los hilos hay una concentración de intensidad de color. El color es uniforme alrededor de la superficie de las fibras cilíndricas, mientras que las variaciones de intensidad aparecen a lo largo del eje de la fibra. Mientras que la celulosa del lumen es incolora, el color es evidente en la fina capa de 200 nm que puede reconocerse como la pared celular primaria de las fibras. Las fibras coloreadas están confinadas en un espesor muy fino hasta una profundidad máxima desde la superficie de unas tres microfibras. En las zonas de la imagen no aparece cementación entre las fibras ni signos de flujo capilar, mientras que sí puede detectarse en las zonas de las manchas de sangre.
Las manchas rojas están compuestas predominantemente de sangre y frecuentemente rodeadas de halos de suero. Como no aparece ninguna imagen bajo las manchas de sangre, debemos suponer que éstas se formaron antes de la imagen corporal. Un poco de sangre goteaba del cadáver sobre la tela en correspondencia con los codos, donde trazaba regueros fuera de la imagen corporal.
Algunos estudiosos afirman que la imagen del cuerpo podría haber sido producida por un artista que podría haberla pintado o producido a partir de un bajorrelieve o utilizando técnicas más elaboradas, como el uso de ácidos. Sin embargo, las propiedades a nivel microscópico (por ejemplo, la profundidad máxima de las microfibras coloreadas) excluyen tanto la técnica del bajorrelieve como el uso de ácidos. Otros estudiosos propusieron un mecanismo de contacto directo cuerpo-tejido como explicación de la formación de la imagen, de forma similar a la huella de las hojas en los herbarios antiguos. Sin embargo, esta hipótesis no tiene en cuenta que la imagen del cuerpo existe incluso donde la tela no habría estado en contacto con el cuerpo. Otros estudios propusieron un mecanismo de difusión (hipótesis vaporígrafa) para explicar la formación de la imagen corporal, relacionado con los gases de descomposición (vapor de amoníaco) desarrollados entre el cadáver y la sábana de lino, que podrían haber reaccionado con la tela, desencadenando un proceso químico.
Pero la imagen del cadáver se caracteriza por una proyección casi vertical sobre la tela, propiedad que no puede explicarse por la difusión de vapores/gas, que no se produce en una dirección angular bien definida.
También se ha propuesto un mecanismo basado en la reacción de Maillard, que supone la presencia de aminas producidas por la descomposición del cadáver, pero esto va en contra de la evidencia de que el cadáver fue envuelto con sustancias antiputridas durante no más de cuarenta horas, lo que no permitió la formación de gases de putrefacción. Por lo tanto, la reacción Maillard sólo podría pensarse si una energía, tal vez de tipo eléctrico, actuara en conjunción con la descomposición del exudado de urea del cadáver (Fanti 2023, Fanti y Siefker 2024).
Incluso los rayos X suaves podrían descomponer la urea en amoníaco, un compuesto químico que puede acelerar el envejecimiento natural de los polisacáridos que componen las fibras de lino de la imagen del cuerpo, aumentando localmente el amarilleamiento de las fibras de lino, como se ve en la imagen del cuerpo de la TS (De Caro 2020; De Caro 2024). De hecho, dado que la imagen del cuerpo es visible en la tela de lino donde ciertamente no hubo contacto entre el cuerpo y la tela, muchos estudiosos han supuesto que se trataba de una radiación, es decir, un fenómeno que actuaba a distancia, para formar la imagen del cuerpo. Esta hipótesis parece congruente con muchas características de la imagen corporal, pero un cadáver de un hombre muerto no puede emitir energía radiante en la gama de longitudes de onda -por ejemplo, ultravioletas, rayos X suaves- necesaria para activar los procesos de oxidación, deshidratación y conjugación de los polisacáridos que componen las fibras de lino de la imagen corporal. Una hipótesis particular de radiación está relacionada con la Descarga Corona (DC) producida por un campo eléctrico intenso. Pero incluso en este caso el cadáver de un hombre muerto no puede generar DC.
Resumiendo, a pesar de nuestros conocimientos científicos, ningún intento experimental tuvo éxito para obtener una imagen corporal con todas las propiedades evidenciadas por lo estudiado en la ST. Además, las técnicas más prometedoras requieren fuentes de energía que no pueden ser emitidas por el cadáver de un hombre muerto. Por lo tanto, también para la ciencia del siglo XXI de la era cristiana, la formación de la imagen corporalde la ST sigue siendo un fenómeno inexplicado. En la siguiente sección analizaremos más a fondo la imagen corporal, en la región de la cara, para buscar más información sobre sus propiedades físicas.
2. Visualización logarítmica de la imagen de la Sábana Santa de Turín
Como ya se ha subrayado, la imagen de la ST positiva I(x, y) muestra el contraste oscuridad-luz invertido en función de las coordenadas de los píxeles x e y. La figura 1a muestra la imagen original de la región de la cara de la ST, extraída de una fotografía de 2002 tomada por G. C. Durante. Convirtiendo la imagen positiva de la ST en niveles de gris, se obtiene la intensidad I(x, y), en función de las coordenadas (x, y). Esta función describe completamente el plano de la imagen. Como se descubrió accidentalmente después de revelar la placa de cristal de la fotografía que acababa de tomar por S. Pia en 1898, la visualización de la imagen complementaria 1 – I(x, y) muestra el contraste blanco y negro correcto de un rostro humano (Figura 1b).
Además, es bien sabido que tanto I(x, y) como 1 – I(x, y) contienen información tridimensional, relacionada de algún modo con la distancia z(x,y) entre las distintas partes anatómicas del cadáver y la sábana de envoltura.
De hecho, los niveles de luminancia de la imagen del cadáver resultan ser proporcionales a la distancia hipotética de la sábana mortuoria que lo envuelve. De hecho, el mecanismo químico/físico de formación de la imagen incrustada tridimensional del cadáver envuelto, en términos de amarilleamiento de las fibras de lino.
La imagen positiva del cuerpo se ha producido en el lado en el que la sábana de lino tocó el cadáver. Por lo tanto, está invertida especularmente y, en consecuencia, es común invertir de izquierda a derecha la imagen negativa, con respecto a la positiva. La Figura 1b muestra el valor absoluto del logaritmo de la Figura 1a, tras la conversión en niveles de gris y la inversión especular. Es interesante observar cómo el valor absoluto del logaritmo de las intensidades, mostrado en la Figura 1b, representa el contraste en blanco y negro correcto para un rostro (De Caro et al. 2019b) como si las intensidades fotografiadas siguieran una ley exponencial decreciente en función de las distancias lienzo-cuerpo. Por supuesto, el ruido se amplifica con la función de visualización logarítmica, por lo que la imagen mostrada en la Fig. 1b necesita algún filtro digital para extraer la información del rostro de los artefactos y el ruido (De Caro y Giannini 2017).
Ya hemos subrayado que la resolución espacial de los detalles anatómicos en la imagen de la ST es igual a 4,9±0,5 mm (Fanti y Basso 2009). La imagen mostrada en la Fig. 1a constaba de 862 × 755 píxeles, que corresponden a un área de aproximadamente 26,3 × 23,0 cm2 . Así, cada píxel de las Fig. 1a y 1b corresponde a una superficie de la cara de unos 0,3 × 0,3 mm2 , más de un orden de magnitud más fina que la resolución espacial de la imagen del cuerpo del TS. A modo de comparación, en la imagen original de G. C. Durante, a los píxeles corresponde una superficie de aproximadamente 0,05 × 0,05 mm2 , dos órdenes de magnitud más fina que la resolución espacial de la imagen del hombre de la ST. Se trata de imágenes de 16 bits.
3. Detalles de la imagen corporal de la ST en función de la profundidad de penetración de la radiación en la tela
La radiación electromagnética penetra en los tejidos a diferentes profundidades e interactúa con sus fibras en función de la energía de los fotones y la longitud de onda. Para evidenciar las diferencias en cuanto a los detalles de la imagen corporal, comparamos las imágenes obtenidas cuando la ST se ilumina con NIR, luz visible monocromática (azul, verde, amarilla y roja) o radiación UV.
La figura 2 muestra las imágenes UV y NIR realizadas por G. B. Judica Cordiglia en 1969 (Cordiglia 1976; 1988) comparadas con la cara obtenida mediante luz visible monocromática por W. Miller (Devan y Miller 1982), y luz visible por G. Durante (Ghiberti 2002), tras procesar todas las imágenes con el mismo procedimiento descrito en otro lugar (De Caro y Giannini 2017). [2]
Para mostrar cómo cambia la información de la imagen de la cara de la ST en función de la longitud de onda, y la correspondiente profundidad de penetración de la radiación, la figura 2 muestra la fotografía tomada por Durante (Ghiberti 2002) con luz visible, junto con la iluminación con UV y NIR. Debemos observar que, como veremos en detalle en la siguiente sección, los fotones UV son menos penetrantes que los de luz visible que, a su vez, son menos penetrantes que los NIR. Todas las imágenes de la cara mostradas en la Fig. 2 tenían 600 × 526 píxeles, a los que corresponde un área de unos 26,3 × 23,0 cm . [2]
Así, cualquier píxel de las seis imágenes de la cara de la Fig. 2 corresponde a una superficie de la cara de aproximadamente 0,4 × 0,4 mm2 , siempre un orden de magnitud más fina que la resolución espacial de la imagen corporal de la ST. En las imágenes UV y NIR originales de G. B. Judica Cordiglia a cualquier píxel corresponde una superficie de la cara de aproximadamente 0,1 × 0,1 mm2 y 0,05 × 0,05 mm2 , respectivamente. Las imágenes tienen una profundidad de 8 bits. Por lo tanto, la resolución en píxeles de las imágenes originales tomadas con luz UV y NIR es comparable a la de las imágenes de la ST de Durante, tomadas con luz visible. Por el contrario, la profundidad de bits de las imágenes UV y NIR es la mitad de la de las fotos de luz visible digitalizadas por G. C. Du- rante. Sin embargo, esto tampoco es un factor limitante porque la resolución espacial de la imagen del cuerpo es tan mala, con respecto al tamaño del píxel, que las variaciones de intensidad, debidas al contraste de diferentes partes anatómicas en la imagen, son lentamente variables.
A partir de los resultados mostrados en la Fig. 2, vemos que los párpados aparecen más claramente puestos de relieve utilizando la radiación UV; sólo son parcialmente visibles con la luz visible y faltan casi por completo en la imagen NIR. Esta importante característica de la cara dfe la ST se pone de relieve aún más en la Figura 3, donde, en el panel superior, junto con los resultados UV y NIR, hemos insertado las tomas realizadas por Miller (Devan y Miller 1982), que irradió la tela con longitudes de onda correspondientes a la luz azul, verde y roja. La figura 3 muestra las imágenes obtenidas a partir de las fotografías tras la conversión en niveles de gris, la inversión habitual del contraste blanco y negro (1 – I(x, y)) y la inversión especular. La imagen UV se ha tomado utilizando una lámpara de mercurio. Por lo tanto, el espectro es conocido y el rango de longitud de onda [0,2-0,35] μm, que contiene los picos de emisión de Hg más intensos, se ha informado en el panel superior de la Figura 3 en correspondencia con la imagen UV. En cambio, 0,9 μm es la longitud de onda límite de la película infrarroja de alta velocidad Kodak HIE 135-36 utilizada por Judica Cordiglia (Cordiglia 1976; 1988) para fotografiar la ST utilizando radiación infrarroja. Por lo tanto, ponemos en correspondencia de la imagen NIR (panel superior de la Figura 3) el rango de longitud de onda de [0,8-0,9] μm. Los valores de longitud de onda, utilizados para realizar las fotografías monocromáticas con luz visible, mostradas en el panel superior de la Figura 3, han sido obtenidos por Miller filtrando la luz: 0,45 μm para el azul; 0,55 μm para el verde; 0,67 μm para la luz roja. En las imágenes monocromáticas originales tomadas por Miller a cualquier píxel corresponde una superficie de la cara de aproximadamente 0,1 × 0,1 mm2 . Estas imágenes tienen una profundidad de 8 bits. Para las imágenes mostradas en el panel superior de la Fig. 3, cualquier píxel corresponde a una superficie facial de aproximadamente 0,5 × 0,5 mm2 , aproximadamente un orden de magnitud más fina que la resolución espacial de la imagen corporal de la ST. Analizando el panel superior de la figura 3, es evidente que los detalles anatómicos de la cara de la ST se vuelven menos detectables y definidos a medida que aumenta la longitud de onda, también en el rango de la luz visible. Este hallazgo se ha puesto de manifiesto, desde un punto de vista cuantitativo, en el panel inferior de la figura 3. Las curvas trazadas son las curvas medias de la longitud de onda. Las curvas trazadas son los perfiles de intensidad media en la región del cuadrado rojo del párpado derecho, cerca de la mancha de sangre en forma de tres, para la imagen de la ST girada 90 grados en sentido contrario a las agujas del reloj. De este modo, los perfiles medios son casi perpendiculares al perfil del párpado derecho, mostrando así el cambio de contraste en su extremo. UV indica el perfil de los datos UV (curva morada), y las curvas roja, azul y verde corresponden a los datos de luz visible monocromática mostrados en el panel superior de la figura 3. Estas gráficas se han calculado utilizando las imágenes originales tomadas por Miller (Devan y Miller 1982), para las que a cualquier píxel corresponde una superficie de la cara de aproximadamente 0,1 × 0,1 mm2 . Por lo tanto, el cuadrado rojo del panel inferior de la Figura 3 abarca un área de aproximadamente 1,5 × 1,5 cm2 . Es interesante observar que el perfil rojo no muestra ninguna variación de la intensidad media al final del párpado. El mismo comportamiento ocurre para la imagen NIR, no mostrada por claridad. Por el contrario, los perfiles UV (curva púrpura), azul y verde muestran claramente el extremo del párpado con un mínimo de intensidad. Este mínimo de intensidad se caracteriza por una anchura espacial de unos 0,6 cm para la imagen UV. En cambio, tiene una anchura de unos 0,4-0,5 cm para las imágenes azul y verde. Para comprender mejor estas importantes características de la imagen corporal de la ST, en la siguiente sección evaluamos, teóricamente, las longitudes radiación al atravesar los hilos de lino del tejido de la ST.
4. Evaluación de la densidad de la urdimbre de las fibras de lino en hilos del tejido de la ST
Para estimar la densidad de la urdimbre de las fibras de lino en un hilo del tejido TS, primero tenemos que evaluar cómo de densa es la urdimbre de las fibras de lino elementales en los hilos. De hecho, entre las secciones de las fibras de lino elementales, de tamaño 10-25 μm, siempre hay algún espacio vacío. La radiación electromagnética visible es atenuada por las fibras de lino de 10-25 μm, pero su absorción en unas pocas decenas de μm de aire puede despreciarse. Por lo tanto, la evaluación del espacio vacío entre las fibras es un requisito previo para estimar correctamente la atenuación de la radiación de diferentes longitudes de onda en el tejido de la ST.
La Sábana Santa de Turín es un tejido de sarga invertida en espiga 3/1 (Tyrer 1983). La figura 4a muestra una sección del tejido TS, fotografiada por el segundo autor. Esta sección se refiere a una muestra codificada como F15001, y tomada durante la observación realizada en 1988, cuando la tela fue datada por radiocarbono. La muestra, por tanto, procede de una zona de la ST cercana a la esquina de donde se obtuvo la muestra de 1988. Se permitió al segundo autor analizar esta muestra, de aproximadamente 1 cm de tamaño. La resolución de la imagen, en la Fig. 4a, es de 1,35 μm, pero la variabilidad local del espesor del TS da el siguiente resultado.
El grosor medido, en esta región del tejido, es de 0,34±0,06 mm. Tanto la sección no regular como el grosor variable de los hilos son evidentes. La figura 4b muestra un ejemplo del perfil de un hilo, donde se observa que las secciones de los hilos no son perfectamente circulares. Esta característica se confirma mediante una inspección directa del tejido de la ST. Este hallazgo debe estar relacionado con su tejido compacto y su fabricación manual. La figura 4c muestra una sección esquemática de un hilo de lino que pone de manifiesto la presencia de espacios entre hilos, entre los hilos de urdimbre y de trama, y de espacios entre hilos, entre las fibras de un mismo hilo.
Microscópicamente, un hilo está compuesto por 100-200 fibras. La densidad de la urdimbre μ se define como la relación entre el volumen de las fibras y el volumen del hilo (Køemenáková 2011). Este parámetro da el grado de compactación de las fibras en un hilo. Algunos valores numéricos de este parámetro para el tejido de la ST pueden derivarse de la revisión técnica de G. Raes (Raes 1976), parcialmente resumida por J. Tyrer (Tyrer 1983). La densidad del lino que figura en el cuadro 1 se ha obtenido promediando los valores del cuadro 8 de (Amiri 2017).
Para una fibra de sección circular, la densidad de empaquetamiento μ puede calcularse con la siguiente fórmula (Køemenáková 2011):
donde el tamaño S del hilo es su diámetro, ρ es la densidad del material y T es la finura del hilo (véase el cuadro 1).
Ya hemos subrayado que los perfiles reales de las secciones de los hilos TS no son perfectamente circulares. Para un perfil genérico, la ecuación (1) puede generalizarse con la siguiente relación:
con el coeficiente a = π/4 para una sección circular, a = 1 para una sección cuadrada, y valores intermedios para formas reales de la sección transversal del hilo como la de la ST. Para α = 0,9, según los valores informados en la Tabla 1, la densidad de empaquetamiento dentro de los hilos es de aproximadamente 0,6.
Sin embargo, la densidad de empaquetamiento de los hilos sólo tiene en cuenta el espacio intrahilo, pero no el espacio interhilo, que es el vacío entre los diferentes hilos. Por lo tanto, para evaluar la densidad de empaquetamiento media de las fibras de lino en todo el tejido de la ST, debe calcularse la densidad del tejido (Ada- nur 1995; Vercelli 2010). Para obtener la densidad de empaquetamiento de las fibras en el tejido, hay que dividir la densidad de la tela por la de las fibras de lino densidad (~1,5 g/cm3 ), una relación denominada factor de empaquetamiento y denotada μF .
El espesor de la tela de la ST, medido por J. P. Jackson con un micrómetro, oscila entre 0,32 y 0,39 mm (Jumper et al. 1984), confirmado por el segundo autor (Fanti et al. 2020), que midió un espesor medio de 0,34 mm al estudiarla muestra de la ST antes mencionada, denominada F15001. Una sección de esta muestra se midió tanto digitalmente, mediante el análisis de la Figura 4a, como analógicamente, utilizando un calibre centesimal bajo un estereomicroscopio, para evitar efectos de carga sobre el tejido producidos por el calibrador. Así, a partir de estas mediciones, se puede considerar un valor medio fiable de 0,35 mm (350 μm). Dado que el peso medio del tejido de la ST es de 230±5 g/ m2 (Gilbert y Gilbert 1980) utilizando el espesor medio 350 μm, el factor de empaquetamiento puede estimarse como μF= 0,44 ± 0,05. Este factor de empaquetamiento es menor que la densidad de empaquetamiento estimada μ porque la primera considera los espacios inter e intrahilos. La relación μ/μF da una medida indirecta-indirecta de la compactación de los hilos en la red.
5. Diferentes profundidades de penetración de la luz UV, visible y radiación NIR en el tejido de la ST
En esta sección abordamos el problema del cálculo de la atenuación de la radiación de diferentes longitudes de onda en la tela TS utilizando un enfoque de la Ley de Lambert- Beer:
donde I0 es la intensidad incidente de los fotones, l(λ) es la longitud de atenuación de los fotones que tienen intensidad I. Esta relación es la inversa del coeficiente de atenuación y depende de la longitud de onda. Zeff , es el espesor efectivo del tejido si se eliminaran todos los huecos, intrahilos e interhilos, alcanzando la máxima compactación de las fibras de lino. Así, Zeff = μF × z, donde z es el espesor real del tejido.
Gilbert midió la reflectancia de la ST en el marco de la investigación STuRP (Gilbert y Gilbert 1980). Algunos autores realizaron mediciones espectrofotométricas en un tejido de lino de prueba, fabricado según la tecnología antigua (Di Lazzaro 2010). Tiene 15 hilos/ cm, el diámetro de cada hilo es de 300 µm, y el diámetro de cada fibra oscila entre 15 y 25 µm. fibra oscila entre 15 y 25 µm. Los autores de (Di Lazzaro 2010) ponen de relieve la superposición de los valores medidos de reflectancia espectral absoluta del lino de prueba con los datos de Gilbert. Además, la absorción espectral A(λ) del lino de prueba se estimó mediante los valores absolutos medidos de reflectancia y transmitancia espectrales. Gracias al solapamiento entre las mediciones de reflectancia obtenidas en el tejido de lino de prueba y las obtenidas en el TS, podemos suponer características microscópicas similares, en términos de densidad de empaquetamiento de fibras y factor de empaquetamiento, entre los dos tejidos.
La absorción espectral A(λ) puede relacionarse con la Ec. (3) mediante la siguiente relación:
donde Zeff ≅ 150 μm es el grosor efectivo de las fibras de lino en la fabricación, eliminando tanto los huecos entre hilos como los intrahilos. La ecuación (4) permite estimar la longitud de atenuación de la luz, en función de la longitud de onda, en un tejido de lino como el de la ST. Las mediciones de absorción en (Di Lazzaro 2010) se realizaron hasta valores de longitud de onda de 0,6 μm. Las mediciones de reflectancia espectral absoluta en (Gilbert y Gilbert 1980) sobre el TS se realizaron hasta 0,75 μm, confirmando una dependencia lineal en función de la longitud de onda también en el rango 0,6-0,75 μm.
De hecho, la absorción de la luz muestra una dependencia lineal en función de la longitud de onda hasta los valores NIR de aproximadamente 1,0 μm. Los valores medidos en (Di Lazzaro 2010) se han resumido en la Tabla 2, junto con los valores extrapolados linealmente hasta 0,9 μm, que es la longitud de onda límite de la película Kodak High Speed Infrared HIE 135-36 utilizada por Judica Cordiglia (Cordiglia 1976;1988) para fotografiar la ST en la radiación infrarroja. A partir de la Tabla 2 y la Ec. (4) es posible estimar l(λ) a diferentes longitudes de onda. Los resultados se muestran en la Tabla 3. La variabilidad estimada de la longitud de atenuación se debe a la indeterminación de las magnitudes de las que depende. La tendencia de la absorción espectral A(λ) es casi lineal y lentamente variable con la longitud de onda.
Tabla 2. Absorción espectral estimada A(λ) en un tejido de lino con características como el de la ST. Los datos correspondientes a longitudes de onda superiores a 600 se extrapolan
Por lo tanto, aunque los valores reales de A(λ), medidos en la ST, no están disponibles, sin embargo, los valores estimados reportados en la Tabla 2 se pueden utilizar para evaluar las longitudes de atenuación reportadas en la Tabla 3, ya que las imágenes analizadas en este informe se tomaron a intervalos de longitud de onda muy amplios entre sí, separados por unos 100-200 nm. En otras palabras, el escaso conocimiento de la función TS A(λ) puede tolerarse porque, para evaluar las longitudes de atenuación que se indican en la Tabla 3, se necesitan los valores de absorción espectral en pasos de longitud de onda amplios de unos 100-200 nm.
Un complejo proceso físico-químico, no del todo aclarado por los estudios, imprime la imagen corporal de un cadáver humano en la tela de lino. Además, toda la información sobre la imagen corporal se concentra en las fibras elementales más superficiales de los hilos (Fanti et al. 2010).
Durante la campaña STuRP de 1978, R. Rogers analizó directamente, mediante una lente de magnificación, la profundidad máxima de la imagen corporal en correspondencia con la imagen de la nariz, y descubrió que la imagen era tan superficial que su grosor no superaba las tres fibras más superficiales de un hilo de color, es decir, unos 70 μm (Schwalbe y Rogers 1982). Además, en estas fibras superficiales el color se localiza en la superficie de las fibras de la ST, en una capa de unos 0,2 μm de grosor, denominada pared celular primaria (Fanti et al. 2010).
Tabla 3. Estimación de la longitud de atenuación l(λ) de los fotones en un tejido de lino como el de la ST
Estos resultados se resumen en la figura 5.
En la Fig. 5a se representa un corte transversal esquemático de la tela de la ST junto con las diferentes longitudes de atenuación de las radiaciones UV, luz visible y NIR. La anchura de los rectángulos coloreados, asociados a las diferentes l(λ), se deben a las indeterminaciones en los valores de longitud de atenuación calculados. La Fig. 5b muestra la atenuación de la intensidad de la radiación con diferentes longitudes de onda dentro del tejido de la ST, predicha por la Ec. (4) y los valores informados en la Tabla 3.
Las longitudes de atenuación (distancias a las que la intensidad se reduce a 1/e del valor inicial) vienen dadas por la intersección de las curvas coloreadas con la línea negra horizontal. Obsérvese que el valor UV de la longitud de atenuación se aproxima al grosor de la capa superficial amarillenta, que corresponde a la profundidad de unas tres fibras en el interior del tejido. Así pues, a partir de la Fig. 5, la luz UV queda confinada a la capa más superficial del tejido de la ST, donde está incrustada la imagen del cuerpo. En cambio, los fotones de luz visible viajan más en profundidad, y la luz reflejada contiene información relativa a la imagen corporal junto con la de muchas fibras de lino sin colorear. Los fotones en el NIR, en cambio, pueden atravesar todo el tejido de la ST. También hay que tener en cuenta que la intensidad de la luz reflejada se atenúa a lo largo de su recorrido óptico dos veces: la primera, para llegar a las fibras interiores; después, para volver a la superficie del tejido de entrada. Por lo tanto, las imágenes corporales obtenidas mediante el uso de luz UV y azul muestran detalles anatómicos bien definidos, ya que éstos están incrustados en las fibras de lino más superficiales. Cuanto más penetrante es la radiación, menor es la contribución a la imagen corporal total de las fibras más superficiales, puestas de relieve en amarillo en la Fig. 5. Estos resultados explican, desde un punto de vista cuantitativo, lo que se ha mostrado cualitativamente en la Fig. 3, donde la luz roja y NIR dan detalles anatómicos poco definidos de la cara del Hombre TS.
Una comparación entre las fotografías con luz azul y roja, ambas producidas por W. Miller supuestamente utilizando el mismo procedimiento de digitalización, evidencia que las imágenes del cuerpo presentan diferentes niveles de contraste. La imagen roja del rostro muestra un contraste menor que las imágenes azul y ultravioleta: la información relativa a ojos, mejillas y boca casi desaparece en la imagen obtenida con luz roja, mientras que la imagen obtenida con luz azul muestra mucho mejor los rasgos anatómicos en esas zonas.
Este hecho también puede apoyar una nueva hipótesis: la intensidad de la imagen no depende sólo de la densidad del área de las fibras coloreadas en un hilo (Jumper et al. 1984), sino también de su densidad volumétrica, que depende del número total de fibras coloreadas alcanzadas por la luz en toda la profundidad del tejido. En otras palabras, la profundidad de la capa de color podría ser variable a lo largo de la superficie de la ST: donde la imagen es más intensa (punta de la nariz) la profundidad es de unos 70 μm (unas tres fibras de color en el hilo), como detectó directamente Ray Rogers durante la campaña STuRP); pero podría hacerse más fina (dos o una fibras de color) donde la imagen de la ST es menos intensa. La confirmación de esta hipótesis requeriría un estudio específico, una inspección microscópica directa más precisa de la imagen de la ST en diferentes regiones de la imagen corporal caracterizadas por diferentes valores de contraste.
6. La imagen corporal en la superficie de salida de la ST
G. Ghiberti (2002), al examinar la ST en 2002 tras la retirada de la tela de soporte cosida por las monjas de Chambery en 1534, observó la presencia de una nueva imagen corporal muy débil en el reverso, en correspondencia con el cabello. G. Fanti y R. Maggiolo (2014), tras un tratamiento adecuado de la imagen, observaron una imagen completa del rostro y, tal vez, de las manos en la parte posterior del TS, pero P. Di Lazzaro y sus colaboradores (Di Lazzaro et al. 2013) atribuyeron este rostro a un efecto de pareidolia, aunque esta hipótesis fue refutada (Fanti et al. 2014).
Tras los resultados sobre la transmisión de la luz a través del tejido de la ST, aquí expuestos, reconsideraremos el problema de la doble superficialidad de la imagen corporal de la ST. En efecto, los resultados anteriormente expuestos podrían implicar que, con luz visible, la imagen del cuerpo en la superficie frontal de la ST podría no ser tan intensa y profunda como para contribuir a la intensidad reflejada cuando el tejido se ilumina en la parte posterior. Para excluir la posibilidad de ver la imagen corporal superficial cuando se observa la TS por el revés, podemos imponer condiciones ideales, no físicas en materiales reales, pero útiles para estimar un límite superior a la intensidad máxima posible que puede viajar a través de todo el grosor del tejido, adquirir cierta información de la imagen corporal y, finalmente, resurgir de la superficie de entrada. Para esta tarea, podemos suponer las siguientes condiciones ideales, que darían la máxima transferencia posible de información de la imagen corporal de un lado a otro, para una iluminación trasera: 1) el camino más corto posible dentro del tejido (camino perpendicular a la superficie de la cara posterior); 2) la información de la imagen corporal, contenida en los primeros 70 μm de espesor, en la cara anterior de la TS, puede ser llevada por la radiación, saliendo de la superficie de entrada, a la cara posterior de la TS. Esta situación ideal se ha esquematizado en el recuadro de la Fig. 6. Las curvas trazadas en la Fig. 6 muestran la atenuación de los diferentes componentes espectrales de la luz visible (azul, verde y rojo) en el interior del tejido del TS, bajo los supuestos anteriores. A este respecto, observamos que se podrían utilizar fácilmente los valores de la Tabla 3 al trazar la Fig. 6, calculando la fracción de la intensidad transmitida a la profundidad z, para la luz en el rango visible.
El recuadro de la Fig. 6 muestra gráficamente el punto en el que la intensidad correspondiente a los distintos componentes espectrales alcanzaría el 10% de los valores iniciales, de acuerdo con las ecuaciones (3- 4) y los supuestos anteriores. Incluso sumando las condiciones ideales anteriores, que facilitarían la transmisión de la imagen a través del espesor de la ST, sólo alrededor del 5% de toda la intensidad de luz visible incidente en el reverso de la ST reemergería por el mismo lado, después de haber alcanzado el anverso de la ST. De hecho, sólo la capa más superficial, de unos 70 μm de grosor (unas tres fibras de lino), contiene la información de la imagen corporal del hombre de la ST.
En efecto, las fracciones de intensidades transmitidas de luz roja, verde y azul al final del camino óptico de ida y vuelta dentro de la tela, vienen dadas por por los valores finales de las curvas trazadas en la Fig. 6: aproximadamente 0,10, 0,04 y 0,01, respectivamente. Por lo tanto, el valor medio para la luz visible es de aproximadamente 0.05. Sin embargo, como ya se ha subrayado, no todos los supuestos anteriores se cumplen en casos reales. De hecho, la luz incide en la tela con un ángulo diferente de 90°. Por consiguiente, la trayectoria de la luz en el interior de la tela no será perpendicular a las superficies de la ST y, por tanto, el recorrido total en el interior de la de la tela será bastante mayor que 2 × t, donde t es el grosor de la ST. Además es imposible tener: i) reflexión total de la luz en el lado de salida de la ST para la radiación que incide en la cara posterior de la TS, después de que la luz atraviese todo el tejido; ii) propagación óptica recta de la luz.
De hecho, la estructura microscópica de un hilo de lino es particularmente no homogénea, desde el punto de vista óptico, porque las regiones compuestas de celulosa (fibras de lino), con valores de índice de refracción en torno a 1,5, se alternan con regiones de aire (espacios intermedios entre las fibras) con un índice de refracción 1. En una microestructura no homogénea, la luz se dispersa en cualquier dirección y no se propaga por reflexión. En una microestructura no homogénea, la luz se dispersa en cualquier dirección y no se propaga por reflexión, ya que el cambio continuo del índice de refracción de 1 a 1,5 provoca refracción múltiple y dispersión, haciendo que el medio sea opaco (De Caro et al. 2018). Además, sabemos que, en medios opacos, la reflexión total en la superficie de separación entre el medio y el aire, para la radiación que incide perpendicularmente sobre ella, no es posible. Por consiguiente, la estimación de que el 5% de toda la intensidad de incidencia en el lado posterior de la ST reaparecería por el mismo lado, después de haber alcanzado el lado frontal de la ST, puede considerarse un límite superior ampliamente sobreestimado. Los valores reales son al menos un orden de magnitud inferiores al 5%. Por lo tanto, podemos concluir que menos del 1% de la información de la imagen corporal, incrustada en la capa superior de la cara frontal de la ST, puede contribuir a la imagen reflejada de la cara posterior cuando esta superficie de la tela se fotografía con luz visible, como hizo G. Durante en 2002 (Ghiberti 2002).
Este resultado puede confirmarse fácilmente buscando ver una mancha superficial en un tejido de lino con hilos de unos 0,35 mm de grosor, desde el otro lado del tejido, iluminando por detrás la mancha. Por lo tanto, realizamos la siguiente prueba experimental para seguir demostrando que no existe correlación entre las dos imágenes de la cara de la ST, la del anverso y la del reverso. Se pintó una cruz con un carboncillo sobre un tejido de lino tipo TS (apoyado sobre una superficie blanca, es decir, el peor de los casos) y se fotografió por ambas caras de la hoja (véase la figura 7a).
La Fig. 7b muestra una fotografía del revés, con la imagen especular invertida a la izquierda y a la derecha, para compararla directamente con la imagen del anverso (Fig. 7a). Las flechas rojas indican un pliegue del tejido que puede tomarse como referencia para verificar la ausencia de imagen de la cruz de carbón en el reverso del tejido. Sólo los cuatro puntos negros realizados con un color de fondo atraviesan todo el grosor del tejido, porque el líquido de la pluma penetra profundamente en los hilos. Por el contrario, la cruz de carbón negro superficial no es visible en el otro lado. A este respecto, cabe destacar que el color negro de la cruz de carbón vegetal con respecto al color de fondo del tejido de lino se caracteriza por un contraste elevado en términos de niveles de gris. Por el contrario, en la ST el contraste de la imagen se obtiene por la diferencia entre dos tonos amarillos: el primero corresponde a la región del cuerpo; el segundo, al fondo sin imagen. Por lo tanto, para la ST el contraste máximo de la imagen es seguramente mucho menor que el que se obtiene con una cruz de carbón «negra» sobre un fondo de tejido de lino. Además, esta prueba empírica indica indirectamente que cualquier imagen corporal probable del Hombre de la ST, visible en el reverso del tejido, podría estar relacionada con la capa superior superficial del anverso.
Tras las consideraciones anteriores, para visualizar mejor lo que es visible en el reverso de la ST, hemos aplicado el mismo enfoque de análisis digital, previamente descrito para los resultados mostrados en la Fig. 2 (De Caro et al. 2017), para la fotografía adquirida en luz visible por G. C. Durante (Ghiberti 2002) en el reverso de la tela. Mostramos los resultados obtenidos en la figura 8.
Se muestra cómo el logaritmo de la imagen corporal en el dorso de la ST,, visto con luz visible, en correspondencia de la región de la cara, presenta muchos defectos debidos principalmente al bajo contraste de la imagen. Por ejemplo, las flechas blancas indican algunas rayas verticales; las flechas rojas, algunas rayas horizontales (Fig. 8a). La Fig. 8b muestra el resultado obtenido tras la eliminación digital de estas rayas mediante el enfoque descrito en otro lugar (De Caro et al. 2017). La Fig. 8c muestra la imagen final, obtenida también después de la eliminación digital, y se compara con la imagen correspondiente para la imagen del cuerpo en la parte frontal de la ST (Fig. 8d). Observamos cómo, tras el procesado digital, también es visible una semblanza de cara en la parte posterior de la ST (Fig. 8c), aunque tiene una resolución espacial inferior; parece estar lateralmente más deformada y presenta detalles anatómicos mucho menos definidos. No obstante, una imagen corporal del rostro parece visible también en el reverso de la tela, es decir, en la superficie que no estaba en contacto con el cadáver.
En la Figura 9 mostramos los escaneos integrados en el área del rectángulo rojo, en correspondencia con la punta de la nariz para la imagen frontal de la ST (izquierda) y trasera (derecha). Los trazados se han normalizado con respecto al valor máximo, alcanzado en correspondencia de la punta de la nariz, que es seguramente un punto de contacto del cadáver con la tela. Los escaneos integrados que se muestran en la Fig. 9 parecen indicar que también la imagen de la parte posterior podría contener información cuantitativa de las distancias de algunas partes anatómicas con respecto a la superficie de la tela.
Por lo tanto, los resultados cuantitativos mostrados en la Fig. 9 y las semejanzas entre las Fig. 8c y 8d son tantas que permiten excluir que se trate de un efecto de pareidolia, como se supone en (Di Lazzaro et al. 2013). En particular, además de la imagen del cabello vislumbrada por G. Ghiberti en 2002, en la Fig. 8 también aparecen cejas, barba y boca en la imagen post-procesada, confirmando las conclusiones discutidas en (Fanti 2003; Fanti et al. 2014). Esto significa que el tejido presenta una imagen superficial en un lado, ninguna imagen en el centro y otra imagen superficial en el lado opuesto.
7. Debate y conclusiones
Hemos demostrado que, al cambiar la longitud de onda, de UV a NIR, los detalles anatómicos de la cara TS son cada vez menos detectables y definidos. Cuanto más penetra la radiación en el tejido, menos detalles anatómicos son visibles. Estos resultados confirman la extrema superficialidad de la imagen del cuerpo en el tejido de la ST, equivalente a la profundidad correspondiente a unas tres fibras de lino. Además, un análisis cuantitativo detallado de la atenuación de la luz durante su propagación en un tejido de lino, junto con algunas pruebas experimentales realizadas en un tejido de lino caracterizado por el mismo grosor y tejido de la ST, apoyan la hipótesis de que la profundidad a la que llega la imagen del cuerpo de la ST en el tejido podría ser también función de la distancia de las distintas partes anatómicas a la superficie de la tela. En otras palabras, no puede excluirse que la profundidad de la imagen corporal de la ST sea localmente variable.
En consecuencia, la intensidad de la imagen del cuerpo de la ST podría depender no sólo de la densidad en un área determinada de las fibras de lino amarillentas, sino también de su densidad volumétrica, hasta una profundidad máxima de unos 70 μm. Además, nuestro análisis digital parece indicar que incluso en la cara posterior de la ST -la superficie que no está en contacto con el cuerpo humano es visible otra imagen corporal, aunque más evanescente. Si juntamos este resultado con el análisis sobre las longitudes de atenuación de la luz visible, deberíamos concluir que esta información corporal no podría deberse a fibras amarillentas superficiales de la cara frontal de la ST. Por lo tanto, concluimos que existe una doble superficialidad de la imagen corporal de la ST, sin información entre las dos superficies de la tela.
Evidentemente, todos los resultados anteriores deben estar relacionados con el proceso de formación de la imagen corporal de la ST. La hipótesis del efecto corona (Fanti 2009) podría explicar esta doble superficialidad desde un punto de vista microscópico, pero parece ser menos eficaz para predecir otras características de la imagen corporal de la ST. Por lo tanto, probablemente deberíamos considerar un fenómeno de imagen más complejo no sólo vinculado a una fuente eléctrica como el propuesto por (Fanti 2023; Fanti y Siefker 2024) en relación con el Fuego Sagrado de Jerusalén unido al exudado de urea del cadáver. En cualquier caso, aunque en laboratorio, con una fuente peculiar de energía, se obtuvieran experimentalmente todas las propiedades químicas/físicas de la imagen corporal de la ST, sin embargo, dado que un cadáver de un hombre muerto no puede emitir energía radiante en el rango de longitud de onda adecuado, para activar los procesos de oxidación, deshidratación y conjugación de los polisacáridos que componen las fibras de lino de la imagen corporal, debemos concluir que la imagen corporal de la ST seguirá siendo un misterio para la ciencia.
A la inversa, según la fe, el cuerpo humano de un Hombre vivo debería emitir energía, durante su resurrección de la muerte, asumiendo una transición a un estado diferente de la materia, caracterizando un nuevo cadáver inmortal, como explícitamente revelado que sucederá para cada uno de nosotros (cf. 1 Cor 15,35-58) y atestiguado por los primeros cristianos que ya sucedió para Jesucristo y su madre. Ya sabemos que sólo alrededor del 4% de todo el universo está constituido por materia ordinaria, constituyendo nuestros cadáveres, y en todo el mundo muchos astrónomos, cosmólogos, físicos de partículas están buscando nuevos estados de la materia, que ciertamente existen pero que aún no han sido descubiertos. Además, el Fuego Sagrado, visible en el Santo Sepulcro de Jerusalén cada año (Fanti 2023; Fanti et al. 2024) justo en el período de la Pascua Ortodoxa, podría ser considerado una forma no ordinaria de energía que, en principio, podría dar ideas útiles para una comprensión más profunda del proceso de formación de la imagen corporal de la ST. Por estas razones, podríamos pensar en la ST como una reliquia bimilenaria que atestigua a la humanidad, justo en la era de la ciencia, lo razonable de la fe en la resurrección.
Sabemos que la imagen corporal de la ST se caracteriza por una proyección casi vertical sobre la tela, lo que implica un flujo direccional de energía intensa, desde el cuerpo hacia la tela, en el origen de la imagen corporal. Pero un cadáver no puede emitir una energía intensa y direccional, adecuada para imprimir en una tela de lino una imagen corporal como la que se observa en el ST. Un cadáver puede emitir energía térmica hasta alcanzar el equilibrio con el entorno, pero no es intensa ni direccional.
Además, a partir del análisis de los datos cadavéricos de un cadáver y de la propuesta de presencia de signos vitales en el rostro (Hontanilla 2022), se ha planteado una nueva hipótesis: los rasgos de la imagen-cuerpo de la ST podrían corresponder a una persona viva, moviéndose dentro de la tela, tras su vuelta de la muerte a la vida. Una hipótesis alternativa, que nos resulta más convincente, es que mientras la ST envolvía el cadáver de un hombre torturado y muerto -para los autores, Jesús de Nazaret- se produjo un fenómeno inexplicable desde el punto de vista científico: una intensa energía impresionó la imagen de su cuerpo justo en el momento en que Él volvió a la vida. Esta energía, que habría impreso la imagen del cuerpo en la ST, debería relacionarse precisamente con la transición de la muerte a la vida, de un cadáver en un posible estado de rigor mortis (Bevilacqua et al. 2018) a un cuerpo vivo. Según (Hontanilla, 2022) los signos de vivo están presentes en la imagen del rostro impresa en el TS. Bajo esta hipótesis, también es posible que esta energía pueda corresponder directamente a Cristo vivo, después de su muerte. Sin embargo, en el primer caso, esta energía debería estar relacionada con un cambio de estado de la materia del cuerpo resucitado, en el paso de la muerte a la vida, de un estado corruptible a un estado incorruptible (cf. 1 Cor 15,42), caracterizado también por nuevas propiedades físicas, como la posibilidad de interpenetrabilidad con la materia ordinaria, como atestiguan los Evangelios (cf. Jh 20,19), lo que conduce a la posibilidad de que el cuerpo resucitado atraviese el paño funerario. De hecho, la imagen de la ST es de doble cara, debido a la supuesta emisión direccional de esta energía durante la Resurrección; no es de una sola cara. Por tanto, la imagen de la ST puede considerarse una instantánea que atestigua la transición de la muerte a la vida (resurrección).
En cualquier caso, cualquiera que sea la hipótesis que asumamos para esquematizar la resurrección en términos de conceptos biológicos, médicos, espacio-temporales y energéticos, al no ser reproducible en laboratorio, va más allá de la posibilidad real de análisis de la ciencia y, en consecuencia, debemos limitar nuestras investigaciones a lo que vemos y medimos en la ST, es decir, la imagen corporal con sus propiedades químicas y físicas, que ha sido el tema principal de este trabajo. Sin embargo, es importante concluir poniendo de relieve el punto más importante de toda la discusión: no conocemos ningún proceso químico/físico que pueda generar una energía intensa y direccional, ya sea a partir de un cadáver o de un hombre vivo, hecho de materia ordinaria, capaz de imprimir la imagen de su cuerpo en su tela funeraria, con todas las propiedades microscópicas y macroscópicas que los estudios han evidenciado en el ST que, hasta ahora, aún no se ha reproducido plenamente en ningún laboratorio y experimento, a pesar de la tecnología y el conocimiento disponibles hoy en día. Por esta razón, la imagen corporal de la ST sigue sin tener una explicación satisfactoria para la ciencia. Por lo tanto, también puede considerarse como una prueba indirecta de que en una tumba de Jerusalén, hace unos 2000 años, se produjo un fenómeno que va más allá de los conocimientos de la ciencia moderna: la resurrección de un cadáver, el de Jesucristo, como nos enseña a creer la fe cristiana.
Conflictos de intereses: Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses ni financiación.
Referencias: En el artículo de referencia: apcz.umk.pl
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