Por Jorge García-Dihinx, 7 de marzo de 2017
lameteoqueviene.blogspot.com.es
Breve resumen introductorio antes de entrar en tema:
En entradas antiguas hemos ido comentando cómo la insulina es realmente lo que nos engorda y no las calorías.
La insulina es secretada por el páncreas en respuesta a la ingesta de alimentos. Más cuanto más alto sea su índice glucémico (carbohidratos refinados como el pan, harinas en general, dulces, bollería, refrescos). También se eleva con las proteínas, aunque bastante menos. Y menos tras la ingesta de grasas.
La ingesta de carbohidratos (más cuanto más refinados y procesados sean) viene seguida de una rápida elevación de la glucosa en la sangre, a la cual el páncreas responde con una rápida elevación de la insulina. Ésta mete esa glucosa en las células y luego en el hígado y los músculos, donde la almacena en forma de glucógeno, como se ve en el dibujo. Una vez llenos los depósitos de glucógeno, el resto se almacena en forma de grasa.
La función del glucógeno muscular es servir de energía de rápido acceso en caso de necesitar salir corriendo por nuestra vida: Energía in situ para una veloz utilización de emergencia. Fight or fly (Lucha o vuela).
Este depósito es de unos 200-300 gramos, aunque varía entre individuos según su masa muscular. El glucógeno hepático (unos 70-100 g) sirve para mantener la glucemia sanguínea relativamente constante, de cara al metabolismo cerebral.
Como decíamos, una vez los depósitos de glucógeno están llenos (especialmente los musculares, de mayor capacidad), la insulina se encarga de que todo el resto de glucosa se convierta en el hígado en triglicéridos y se almacene en el cuerpo en forma de grasa.
Es decir, que la función principal de la insulina es almacenadora de grasa (fat-storage hormone). No sólo almacena grasa sino que, mientras la insulina se mantenga elevada en la sangre, impedirá que podamos acceder a esa grasa como forma de energía (inhibe la lipolisis). No te deja quemar grasas.
Es decir, que mientras la insulina está presente en la sangre, aunque sea en pequeñas cantidades, no podremos quemar las grasas que tenemos en nuestro tejido adiposo. No podemos acceder a esa energía.
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