Por Jean-Jerome Destouches, 27 de junio de 2016
Los vecinos residentes en la localidad de Avia Terai, en la provincia argentina del Chaco, viven rodeados de cultivos de soja transgénica. Dicen que estos cultivos son pulverizados de manera regular con plaguicidas, lo que habría acarreado muchos problemas de salud en esta pequeña comunidad rural, más de los que serían de esperar normalmente.
Estas gentes han permitido al fotógrafo Jean-Jerome Destouches registrar con su cámara la vida cotidiana.
María del Carmen Seveso, médico de la ciudad de Sáenz Peña, a unos 20 kilómetros de Avia Terai, dice que no tiene ninguna duda de que los plaguicidas causan cáncer y otras graves enfermedades. También afirma que el número registrado de recién nacidos con enfermedades congénitas en el hospital en el que trabajaba pasó de 46 en 1998, época en la que comenzaron las fumigaciones con pesticidas en esta zona, a 186 en 2009.
Estas conclusiones se incluyeron en un Informe publicado por la Comisión Nacional de Salud, para cuya elaboración se entrevistó a 2000 personas residentes en la zona. Se encontró que el 31% de los entrevistados en Avia Terai informaban de algún familiar con cáncer en la última década. La cifra era de sólo el 3% en otro pueblo llamado Cheradai, lejos de los cultivos de soja.
El Dr. Damien Verzeñassi, de la Universidad de Rosario, dijo que el análisis inicial de los datos recogidos en un estudio que incluyó a 120.000 personas que viven en un radio de 1 kilómetro de los cultivos fumigados, apreciaba unas tasas de cáncer tres veces por encima del promedio nacional. Este estudio, agregó, todavía no se ha publicado.
Las autoridades de Argentina, por su parte, han dicho que se necesitan más estudios como estos para que se produzcan cambios en la política de cultivos. El país es uno de los mayores exportadores de aceite de soja y la Agricultura Industrial tiene un importante papel en la economía.
“No puedo decir cuántos documentos y estudios he leído, los documentales que he visto en contra de la Biotecnología, artículos en medios de comunicación, de Universidades, tanto de Argentina como de Gran Bretaña. Y la verdad, si usted lee todo le parece una especie de ensalada, donde todo resulta muy confuso”, dijo el ex Secretario de Agricultura Lorenzo Basso en una rueda de prensa del año 2013.
Los agricultores de la región del Chaco suelen recurrir a herbicidas que llevan glifosato en su composición, tales como Roundup, un herbicida producido por el gigante de la Agroindustria Monsanto.
La Empresa siempre ha insistido en que el glifosato es seguro si se maneja de manera adecuada. Monsanto tiene el respaldo de parte de la comunidad científica, así como de las Agencias de Regulación de todo el mundo. Entre ellas, la Agencia de Protección del Medio Ambiente de Estados Unidos, que ha aprobado el uso de Roundup.
Sin embargo, la controversia sobre esta sustancia química se ha calentado en los últimos años, cuando su uso se ha vuelto muy común.
La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), que forma parte de la Organización Mundial de la Salud, se pronunció en marzo de 2015 diciendo que el glifosato es “probablemente cancerígeno”. Sin embargo, inmediatamente surgió la controversia, cuando la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) publicó su evaluación del glifosato diciendo que “es poco probable que exista riesgo carcinógeno para los seres humanos”. Sin embargo, sólo se hacía referencia al consumo de los productos obtenidos de los cultivos rociados con este producto químico.
El glifosato ha vuelto a estar en el candelero a principios de este mes, cuando la Unión Europea se negó a tomar una decisión sobre la solicitud de nuevo permiso para el uso del herbicida, mientras no se realicen nuevos estudios por parte de la Agencia Europea de Sustancias Químicas. Se espera una nueva votación en breve.
Silvia Ponce vive en Avia Terai con sus siete hijos en una casa que se encuentra a sólo 20 metros del cultivos rociados con glifosato, Ponce recuerda que una vez, cuando estaba embarazada de Aixa, que ahora tiene 9 años de edad, fue rociada directamente con los pesticidas y sintió que era algo asfixiante. Su bebé nació con el cuerpo cubierto de lunares con gran cantidad de pelo, algunos de los cuales han resultado ser cancerígenos y han tenido que extirpárselos mediante cirugía. Aixa también sufre de fiebres y se quema casi de inmediato si se expone al sol, que es algo difícil de evitar en una región donde las temperaturas alcanzan los 40º en verano. Ponce dice que otro niño de su barrio también tiene el mismo tipo de dolencia. “Me dijeron los médicos que su enfermedad de la piel podía deberse a los pesticidas rociados en los cultivos de soja y algodón. Sin embargo, demostrar esto al 100% es algo casi imposible”.
Muchos de los habitantes de Avia Terai no tienen agua corriente en sus viviendas. Así que recogen el agua del lluvia, a menudo de los canalones situados en los tejados. Esto puede provocar la ingestión de los pesticidas disueltos en agua después de la pulverización realizada con avionetas y que el viento lleva hasta la población.
La soja no es el único cultivo transgénico producido en Avia Terai. El algodón también se cultiva en grandes extensiones y se rocía de manera regular con glifosato. Un laboratorio cercano está especializado en el desarrollo de nuevas semillas de algodón.
Camila Verón nació hace 5 años con el síndrome de Lowe, lo que significa que sufre glaucoma, disfunción renal y discapacidades cognitivas. La madre de Camila, Silvia Achaval, dice que los primeros médicos que observaron a su hija le dijeron que no podían dar una explicación de por qué la niña sufría tal dolencia, pero sí me preguntaron si vivíamos cerca de los cultivos de soja. “Cuando me lo preguntaron entendí por qué mi hija estaba enferma”.
Los médicos de la Red Universitaria de Medio Ambiente y Salud estiman que 12 millones de argentinos se enfrentan a riesgos de salud derivados de la exposición a los pesticidas. “Cuando llegamos aquí nadie nos dijo que era peligroso para nuestra salud. Nuestros hijos juegan todos los días en los cultivos de soja y algodón”, dice Silvia Ponce.
Marisa Gutman dirige un centro en la cercana ciudad de Sáenz Peña, dedicado a la atención de los niños de Avia Terai con discapacidades y de otros pueblos de la zona, muchos de los cuales están rodeados de cultivos transgénicos fumigados con glifosato. “Muchos de los niños de nuestro centro sufren de severas enfermedades congénitas. Tienen múltiples discapacidades. Para nosotros, soja significa enfermedad”.
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Procedencia del artículo:
La Policía intimidó a periodistas italianos en San Salvador (Entre Ríos)
Desde el sábado un equipo de la televisión italiana, acompañado por el escritor Patricio Eleisegui, investiga los daños causados por el glifosato en poblaciones entrerrianas.
En San Salvador, donde los casos de cáncer se multiplican y dos universidades nacionales acaban de ofrecer resultados respecto a niveles de contaminación, los periodistas fueron intimidados por el accionar de la policía provincial. Los siguieron en la mayoría de sus recorridos y recogieron sus datos personales en el hotel. “Se ve que alguien se puso nervioso”, dijo Eleisegui.
No es casualidad que un equipo de televisión italiana eligiera Entre Ríos y en particular la localidad de San Salvador para realizar un informe sobre el daño que provoca el glifosato en la salud de las personas.
“San Salvador es un lugar paradigmático en cuanto a contaminación”, explicó Patricio Eleisegui, periodista y escritor, que oficia como guía y hombre de consulta para los reporteros extranjeros, que intentar contar qué pasa en las tierras donde se cosecha la soja que se consume en Italia.
Eleisegui es autor del libro “Envenenados, una bomba química nos extermina en silencio”, que lleva en tapa la imagen de Fabián Tomasi, el trabajador de Basabilvaso que ha dado testimonio con sus padecimientos físicos sobre las daños que provoca el glifosato y cuya imagen ha recorrido ampliamente redes sociales y medios del mundo. El caso de Tomasi, justamente, se conoció a través del libro de Eleisegui.
A raíz de “Evenenados…”, la producción del programa televisivo italiano “Le Lene” (“La Hiena”, en italiano, una versión del clásico CQC, que se emite por el canal Italia 1), se contactó con el escritor para avanzar en una investigación periodística sobre la incidencia de los agrotóxicos en la salud de las personas y los problemas que se padecen en Argentina en ese sentido.
Por la experiencia y la información recogida en su libro, Eleisegui orientó a los visitantes hacia Entre Ríos y en particular a San Salvador, en principio “por los altos indicadores de enfermedades como el cáncer, vinculadas a la utilización de herbicidas como el glifosato”, explicó el periodista en dialogo con este sitio.
En este momento la Municipalidad de San Salvador publica los resultados de estudios realizados por la Universidad Nacional de Rosario y la Universidad Nacional de La Plata motorizados a raíz de la movilización popular fundada en los crecientes casos de cáncer en la población y el temor creciente por la contaminación en suelo, agua y aire.
Policías en acción
El sábado pasadas las 2 de la madrugada el equipo de producción de Le Lene, junto con Eleisegui, llegó a San Salvador. Se hospedaron en el Hotel 3 de Febrero de esa ciudad y por la mañana comenzaron con la tarea, ahora también acompañados por Andrea Kloster, una vecina de la ciudad con fuerte participación entre los vecinos autoconvocados frente al drama de la contaminación por agrotóxicos.
Recorrieron campos, hablaron con algunas personas y también hicieron una suerte de prueba: poner el micrófono ante vecinos que encontraban en la calle para preguntarles sobre el tema. El resultado, asegura Eleisegui, fue asombroso.
“Todos sabían del tema, pero por tener un familiar o un conocido con cáncer y todos sabían que estaba vinculado al glifosato”.
El periodista dice que casi de inmediato se dieron cuenta de una presencia policial permanente. “A 60 o 100 metros, pero estaban, todo el tiempo”, señaló el escritor.
Este sábado también el convoy de investigación salió a recorrer campos de arroz por caminos vecinales. Estaban en esa tarea, cuando se cruzan con dos autos que metros más adelante se detienen. Sus ocupantes, pudieron observar, fotografiaron los vehículos.
“Ahora están llamando a la policía, me dijo Andrea Kolster y me anticipó que de momento a otro iban a aparecer”, narró Eleisegui. A los diez minutos llegó el patrullero y pidió explicaciones a los periodistas sobre la tarea que estaban realizando. La excusa, implementada por los uniformados, fue las frecuentes denuncias en la zona por cuatrerismo.
El accionar de la policía provincial no se limitó a vigilar a los periodistas e interceptarlos con preguntas inapropiadas. Cuando el equipo de producción volvió al hotel, recibió una información aún más preocupante que la presencia a distancia de los uniformados: la policía había estado en el lugar y se había llevado todos los datos personales de los visitantes. Vestían de civil y pertenecían a Investigaciones, les dijeron.
Este domingo, otra vez, la policía estuvo siguiendo de cerca la tarea periodística. Esa presencia permanente e intimidatoria, será referida y retratada en un canal de televisión italiano.
Eleisegui denunció la situación por redes sociales y en diálogo con este sitio reconoció que “me llamó mucho la atención, claramente fue una situación de marcarnos que no teníamos libertad absoluta de movimiento. Este trabajo tiene estas situaciones, pero el hecho de tener una custodia así, por decirlo de alguna manera, era preocupante”, señalo el periodista y analizó que “cuando vieron que filmábamos las arroceras, se ve que alguien se puso nervioso”.
http://entreriosahora.com/grave-la-policia-intimido-a-periodistas-italianos-en-san-salvador
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