Por la Dra. Suzanne Humphries
Los médicos que están a favor de la vacunación a menudo citan “la literatura científica revisada por pares” para demostrar sus puntos de vista, pero una observación más atenta a esa literatura a menudo viene a demostrar lo contrario – al mismo tiempo que se cuidan de no hacer referencia a la población enferma de niños vacunados.
Además, una observación atenta a los manuales médicos que se vienen utilizando desde hace décadas, revela una interesante tendencia. En los años 1920 y 1930, los médicos a menudo daban poca importancia a ciertas enfermedades que hoy se consideran más mortales que una plaga. Muchos abuelos se quedan sorprendidos por el modo en el que la profesión médica de hoy en día trata ciertas infecciones, que antes no eran otra cosa que unos días sin escuela.
Esto quiere decir que las consecuencias no eran muy serias. A veces las tenían. Sin embargo, hoy la mayor parte de los padres creen que suponen un grave riesgo para los niños, cuando los abuelos las consideraban un fastidio pasajero.
El sistema médico considera ahora que el sarampión es más peligroso que una plaga y la enfermedad más peligrosa que haya conocido el hombre. No hay motivo para tal preocupación, porque los niños bien alimentados tienen suficiente vitamina A a su disposición para recuperarse sin mayores problemas. El aburrimiento podría ser un problema más serio.
También he descubierto que la tos ferina no es una enfermedad de la que tampoco haya que asustarse. En aquellos tiempos en los que única herramienta de la que disponía eran los antibióticos, entonces sí que tenía algo de preocupación, pero hoy en día no. Hoy muchos padres tratan la tos ferina con dosis altas de vitamina C, y de vez en cuando con algún remedio homeopático. Observan una mejora rápida y sin complicaciones serias. Pero nada de esto leerá en la literatura científica revisada por pares y su médico tampoco le dirá nada, porque los niños enfermos es lo único que aparece en las estadísticas de morbilidad. Los niños sanos que se recuperan sin mayores problemas, y al no ser atendidos por el sistema médico no entran en las cuentas.
Las consecuencias más serias de las enfermedades infantiles provienen de unas pocas cosas: los preparados para lactantes, la leche de vaca, los medicamentos más comunes, sobre todo los antibióticos, la desnutrición y las vacunas, y también el desconocimiento de ciertos cuidados muy sencillos para llevar a cabo en casa.
Todas estas barreras que se ponen para una sencilla recuperación se pueden evitar, tanto en Estados Unidos como en otros países, y es por eso que muchas veces vemos a niños sanos que nunca se vacunaron, cuando nos tomamos un tiempo para considerarlo.
La mortalidad por las enfermedades comunes es algo que ya había descendido considerablemente mucho antes de que se introdujera la vacunación.
Gráficos similares y su interpretación aparecen en la entrada: La historia olvidada de las vacunas
Algunos errores muy comunes sobre los no vacunados:
* Ponen en peligro a otras personas no vacunadas. ¿En peligro de qué? ¿De contraer la varicela? Pregunte a su abuela si conoció a alguien que muriese de sarampión. Las diferentes enfermedades tienen diferentes grados de gravedad en función de la edad. La falsa idea de que “si no se vacuna pone en riesgo a otras personas” está basada en la consideración de que la gente vacunada no va a contraer la enfermedad porque ha sido vacunada contra esa enfermedad. ¿Sabía usted que un estudio controlado publicado en BMJ (British Medical Journal) realizado entre los niños en edad escolar mostró que entre todos los casos detectados de tos ferina más del 86% de los niños estaban vacunados contra esta enfermedad? Hay estudios similares que muestran que las paperas y los brotes epidémicos de sarampión a menudo afectan a los vacunados. Las personas vacunadas han sufrido cambios en su sistema inmunológico, de modo que pueden ser más susceptibles a otras enfermedades infecciosas, pero también les puede hacer vulnerables a la enfermedad de la que se vacunaron, debido a un fenómeno que se conoce como “pecado original antihigiénico”. ¿Qué es el pecado original antihigiénico? Consiste en que el antígeno presente en la vacuna y que se inyecta en el cuerpo para que se produzca una reacción, a veces ésta es incompleta y diferente a la respuesta natural ante una infección. Cuando el vacunado entra en contacto otra vez con la enfermedad, es incapaz de dar una respuesta eficaz al patógeno, porque los primeros pasos vitales han fallado. La vacuna de la tos ferina es un ejemplo claro de esto.
Un estudio digno de tener en consideración, del año 2013, realizado con mandriles, que también son susceptibles como las personas de contraer la tos ferina, es el estudio de Warfel. En este estudio se expuso a los mandriles a la bacteria de la tos ferina, tanto a los vacunados como a los que no, algo que no se puede hacer con las personas por razones éticas, pero que dieron unos importantes resultados. Como era de esperar, los mandriles que no habían sido vacunados se infectaron por la bacteria de la tos ferina y estuvieron colonizados por la bacteria durante un período máximo de 38 días. Los mandriles que sí habían sido vacunados e inmunizados mediante la vacuna, estuvieron colonizados por la bacteria durante un período más largo, 42 días. Sin embargo, los mandriles no vacunados que se recuperaron de manera natural y que más tarde fueron expuestos de nuevo a la bacteria de la tos ferina, no volvieron a ser colonizados por dicha bacteria: cero días.
Viendo esto, ¿quiénes proporcionan una mejor inmunidad de grupo ante la exposición bacteriana? ¿Los individuos vacunados que se supone que son inmunes, y que sin presentar síntomas están colonizados por las bacterias 42 días y, por tanto, propagándolas? ¿Los niños no vacunados que se infectan y permanecen colonizados durante 38 días? ¿O aquellos que se recuperan de manera natural que ya no son de nuevo colonizados y que por lo tanto no propagan las bacterias después de una nueva exposición? La convalecencia natural genera una inmunidad de más larga duración que la provocada por la vacunación.
A los entusiastas de la vacunación les gusta recurrir al término “inmunidad de grupo” para argumentar que aquellos que no se vacunan presentan un riesgo para los vacunados. Pero el concepto de inmunidad de grupo no tiene relevancia para los vacunados, ya que el término se acuñó para referirse a la inmunidad natural de las poblaciones, tendiendo hacia una menor incidencia de las epidemias.
* Propagación de enfermedades por lo no vacunados. Cuando en realidad es todo lo contrario. Se conocen casos de vacunados con microorganismos vivos que se han transmitido a las personas cercanas. Este es un ejemplo reciente:
– Las vacunas de microorganismos vivos pueden propagar la enfermedad
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Procedencia del artículo:
http://drsuzanne.net/dr-suzanne-humphries-vaccines-vaccination/
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