por Rachel Gardiner, 8 de mayo de 2015
Imagínese esta situación: su hija hojea la última revista para adolescentes y observa las fotos de las celebridades, Victoria Beckham, Lindsay Lohan, etc, que por lo general tienen un índice de masa corporal que rivalizaría con la de un niño que sufre desnutrición. Entonces se para, mira más detenidamente y dice: “Por dios, me gustaría tener una figura como esta”.
Recuerdo cuando mi hija de siete años (a la que llamábamos Willow the Wisp) intentaba agarrarse su pequeña barriga mientras se miraba en el espejo y decía que estaba demasiado gorda. Le dije entonces que no fuese tan tonta y cambiamos de tema. Ustedes pueden pensar que quizás debería haber tenido una charla más en profundidad con ella, pero era mucho más feliz si le sugería que pintásemos un cuadro que si le soltaba un sermón sobre los peligros del adelgazamiento.
¿Cuál es mi punto de vista? Los niños deben ser niños, y crecer hacia lo alto y hacia lo ancho. Sus cuerpos deben encontrar su forma natural sin preocuparse por los excesos de carne aquí o allá.
Un amigo me decía hace poco que su hija, que también tiene siete años, ya se preocupa por las grasas y los azúcares presentes en todo lo que consume y tiene una obsesión enfermiza por la limpieza de los dientes. ¿De dónde le viene semejante paranoia? Seguramente los niños tienen mejores cosas de que discutir en el patio del recreo que de las calorías que consumen o no. ¿Qué ha pasado para que se produzca este cambio?
Estoy pensando que algo va muy mal en nuestra sociedad. Si tales signos de obsesión, que antes sólo se mostraban en una minoría, ahora se está convirtiendo en la norma y cada vez esta enfermedad prolifera más entre los jóvenes.
Cuando más delgado mejor, es lo que está a la orden del día, y por desgracia hay muchas chicas jóvenes que están dispuestas a hacer lo que sea para conseguirlo, incluso morir de hambre para emular a sus estrellas favoritas. No se dan cuenta de que todo es falso: las retocadas caras sonrientes de las portadas de las revistas mostrando lo felices que son. Pero esto está lejos de la verdad, y por muy blancos que tengan los dientes no pueden ocultar sus infelicidades.
Sin duda, los editores de las revistas para adolescentes y de chismes en general, debieran tener un especial cuidado sobre lo que muestran en sus páginas, pues va dirigido a jóvenes que son muy influenciables. Usted incluso puede encontrar estas imágenes en las revistas de la salta de espera de la consulta del médico. Resulta irónico cuando se piensa que la mayoría de las estrellas, que tienen menos carne que el hueso de un perro, probablemente terminarán estando expuesta por lo mismo por lo que ahora están siendo ensalzadas.
Los trastornos alimenticios no son, como muchos piensan, algo que sólo tenga que ver con la comida y no con nuestros sentimientos. Si esta enfermedad deriva de las emociones en lugar de la propia condición física, entonces las glamurosas modelos superdelgadas son simplemente la gota que colma el vaso, y toda la crítica de los medios de comunicación ante la brigada de la talla cero no sería más que el catalizador para conseguir una persona infeliz, más que la causa directa de un trastorno alimentario.
Algunas quizás digan que somos una sociedad que echa la culpa a otros y no asume las responsabilidades propias o las de nuestros hijos.
Sin embargo, existe un amplio mercado muy rentable de famosos y mentiras. Otra cosa sería si las publicaciones y los medios de comunicación reconociesen de los daños que a la larga se pueden hacer en nuestros jóvenes por presentarles estas imágenes pocos realistas, insalubres e inalcanzables. ¿Pero quizás el dinero anule estos principios morales y también haya una necesidad de la gente para girar en torno a estas imágenes como lo hacen los buitres?
Una cosa queda por ver: si las futuras generaciones de mujeres siguen esta moda y pasan la mayor parte de sus años fértiles destruyendo sus cuerpos, quizás las niñas de hoy no puedan tener los niños del mañana.
Un titular impactante: “¿Una raza en extinción?”.
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Rachel Gardiner tiene cuatro hijos. Escribe de forma prolífica desde hace un par de años y ya trabaja en su primera novela. Tiene su propio sitio web Blossom Poetry.
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Procedencia del artículo:
http://dissidentvoice.org/2015/05/are-the-teens-of-today-a-dying-breed/
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