Protestas estudiantiles en Francia

Una Historia de París

20 de octubre de 2010

Cada mañana desde hace unos diez días, el director del Liceo Sophie-Germain, en el distrito Marais de París, se ha encontrado con una montaña de basura amontonada a la entrada del edificio. Los líderes estudiantiles se suben a lo alto del montón y desde allí arengan sobre las huelgas y los bloqueos. Los estudiantes que desean asistir a clase son echados.

Esta historia del liceo en estado de sitio y de su director que la sufre, Michel Vaudry, fue contada en el periódico Le Monde.

“El primer día fue el peor, el martes, cuando aproximadamente unos 50 alborotadores vinieron, provistos de máscaras, capuchas o pasamontañas, atacando con una precisión militar, dijo el Sr. Vaudry. “ Nos empujaron contra la puerta de entrada con los contenedores de basura, que tratábamos de quitar, comenzando luego a arrojarla directamente a nuestras caras, de modo que tuvimos que refugiarnos en el interior de la escuela”. En otra ocasión, el Sr. Vaudry dijo que se enfrentó a un joven que no era del liceo, pero que organizaba claramente las protestas. Se puso delante del director y dijo: “No puedo saber para qué es esto, pero puedo poner el puño en tu cara”.

¿ Por qué actúan los estudiantes franceses así?

En todo el país se producen escenas similares, en todos aquellos liceos que participan en las protestas en contra del Gobierno. Una especie de delirio ha comenzado, impulsando a los adolescentes a las calles en busca de una nueva revolución imaginada.

Los liceos franceses tienen motivos para la preocupación, pues tienen un futuro incierto. El sistema escolar y universitario expide generaciones de jóvenes sin ninguna expectativa. La mayoría sobrevive a base de empleos, estudios suplementarios y trabajos de media jornada antes de conseguir un trabajo adecuado, y así llevan durante los últimos 20 años.

Su razón para oponerse a las reforma de las pensiones de Sarkozy puede no deberse a las razones económicas: que la gente ya no encuentra un forma de vida en el trabajo y cada día son más los jóvenes que esperan entrar en este mercado.

El futuro parece tener muy poco atractivo

Si los estudiantes franceses creen que tienen unas buenas causas para protestar, siguen el método de forma natural, transmitido de generación en generación, se ha convertido en toda una tradición nacional.

Completamente conscientes, los impulsores de esta revuelta estudiantil representan la continuación de las anteriores, sobre todo de las rebeliones estudiantiles del mayo del 68. Los rituales son idénticos, se celebran asambleas generales en las cuales los líderes exhortan por los megáfonos, los estudiantes cogidos por los brazos, y una mirada de beatífica alegría.

Los lemas vienen directamente de 1968. Los estudiantes cantan: Sarkozy, t’es foutu, la jeunesse est dans la rue ( Sarkozy, estás jodido, la juventud está en la calle), que cambiando el nombre es la misma fórmula sin alterar de los tiempos de De Gaulle.

Visten ropas idénticas. Si quieres parecer un radical estudiantil, debes llevar el pantalón vaquero bastante suelto, bufanda, sombrero e insignias, que podrían haberte dejado tus padres.

Algunas cosas han cambiado, por supuesto. Los estudiantes de hoy tienen un instrumento organizativo de primer orden gracias a los SMS e Internet. Antes de cada acción, millones de mensajes de texto circulan como un fuego incontrolable, y los estudiantes más radicales tienen sus propias páginas en Facebook.

Sorprendentemente, no hay sospechas de manipulación

No sería difícil para grupos de extrema izquierda infiltrarse en el movimiento e incitar a las protestas, pero esto es negado por los estudiantes. Hoy en día, los estudiantes tienen una mayor conciencia de su propio poder. Después de 1968, la juventud tiene motivos para sentirse excluida.

Un fenómeno de la clase media

Ségolène Royal, la candidata socialista derrotada en las elecciones presidenciales de 2007, dijo la semana pasada: “Creo que los jóvenes son responsables y entienden lo que pasa, por eso toman la calle. Lo que les pido es que lo hagan de un modo pacífico.” Ella negó que animara a los estudiantes a manifestarse.

Hay otra cosa que permanece inalterable desde 1968: las protestas estudiantiles son un fenómeno de la clase media, de forma aplastante. Exigen un cambio social, la preservación del sistema social. Pero en todo caso, los que protestan no son los más pobres.

Michael Vaudry, ha notado esto mismo en el liceo de Marais: “Los que preparan estos bloqueos son los mejores, y no tienen nada que perder porque sus padres pueden pagar clases particulares y ponerse en poco tiempo al día, dijo a Le Monde.

http://anarchistnews.org/?q=node/12468