La violencia policial revela un sistema corrupto
por Laurie Penny, 15 de noviembre de 2011
Violencia policial durante el desalojo de Occupy Wall Street
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A las cuatro de la mañana en el bajo Manhattan lo que queda del campamento Ocupación de Wall Street es depositado en los camiones de la basura, mientras algunos manifestantes aún siguen protestando contra la actuación policial. Kevin Sheneberger trata de mantener un debate serio con un oficial de la policía sobre el papel de la policía durante las protestas públicas. La tienda de campaña de su amigo es echada a la parte posterior de un camión de la basura. Detrás de él un adolescente sostiene un cartel que dice: “ Policía de Nueva York, ¿dónde está esa supuesta confianza? ¿No se supone que estáis para protegernos?”
Fotos del desalojo policial en: http://cryptome.org/info/ows-19/ows-19.htm
Este sentimiento ya nos resulta familiar. En toda Europa llevamos más de un año con manifestaciones constantes, ocupaciones y desobediencia civil, y de una actitud positiva de algunos ciudadanos por la policía (compañeros de trabajo que también tienen sus pensiones amenazadas, decían) se ha pasado a indignación y rabia contra la policía por sus actuaciones contra los manifestantes desarmados. Después de la brutalidad policial del mes pasado en Oakland, y la más reciente del desalojo del campamento Ocupación de Wall Street, estamos llegando a la conclusión de que la policía está para “proteger al 1% más rico”.
La idea de que la Policía está para proteger a la elite rica frente al resto de la población no es una buena noticia para los manifestantes de minorías étnicas y clases sociales más desfavorecidas, muchos de los cuales han sido objeto de intimidación durante años. Esto es como recibir un chorro de spray de pimienta en los ojos: comprender cuál es la naturaleza de la relación entre el Estado y los ciudadanos en Occidente. “¿Para quién trabajan ustedes?”, grita uno de los manifestantes en Manhattan, detenido durante la carga policial y trasladado a una furgoneta. “Ustedes trabajan para el Banco JP Morgan”.
En tiempos de crisis Económica y Democrática, los Gobiernos dudan en usar la violencia policial e intimidar a los ciudadanos. Sin embargo, en el contexto de una protesta, el acoso policial tiene otros tres efectos importantes, siendo el primero y más importante el de la concienciación.
El espectáculo de la Policía golpeando brutalmente a civiles desarmados por el delito de sentarse en el suelo y exigir un mundo más justo nos acerca más a la lucha pública por unos derechos pisoteados. El segundo efecto es la estimulación: los ataques contra manifestantes pacíficos rara vez fortalece a la Policía o al Gobierno, y por contrario aparecen como débiles y cobardes, lo que tiende a aumentar el apoyo público y la desobediencia civil. “Esto va a explotar ahora”, decía una joven de 26 años, Katie, mientras observaba a los manifestantes siendo desalojados de Zuccotti Park. “No se dan cuenta de lo que han hecho”.
La lucha contra la Policía puede enfocar ahora la energía de un movimiento, y al mismo tiempo puede agotar esa energía. En Gran Bretaña, tras un año de arrestos y redadas han dejado un rastro de manifestaciones debilitadas y empobrecidas, y el desafío para el movimiento estadounidense ahora es el de recordar su objetivo frente a la brutalidad policial. “Ese es el punto de resistencia violenta”, dice Sheneberger. “Estamos viendo a un poder corrupto que lucha contra nosotros”.
© 2011 The Guardian / Reino Unido
http://www.guardian.co.uk/commentisfree/2011/nov/15/occupy-wall-street-police-violence