Decodificación del lenguaje de control social
Manuel García Jr., 11 de marzo de 2010
“ El gobierno no es la solución a nuestros problemas, el gobierno es el problema.”, Ronald reagan, Primer discurso inaugural de 1981.
“El dinero no es del gobierno, es dinero del pueblo”, George W. Bush, discurso de la campaña electoral de 2000.
“Yo no quiero pagar por los demás… los problemas (bienestar), los niños (escuelas puúblicas), médicos (asistencia sanitaria).”
El carácter es el destino (Heráclito/Novalis)
El lenguaje de programación social que utiliza el capitalismo autoritario busca activar la codicia personal, la inseguridad intelectual y un visceral racismo, pretendiendo guiar reacciones de política populista. La lógica de Pavlov en este esquema social: los seres humanos son posesivos, crédulos y temerosos.
No se piense que ésta es una generalización extrema. Raras son las personas que no se preocupan por su supervivencia y sus posesiones, como era el caso de Diógenes de Sinope, filósofo griego cínico, que vivió en el siglo IV antes de Cristo, Ryōkan Taigu (1758-1831), o el monje ermitaño poeta y calígrafo Zen. Del mismo modo, son raras las personas, sin trastornos cerebrales orgánicos, que no tienen miedo a ser considerados tontos por personas con mayor ingenio, más elegantes, más educadas, con mayor experiencia, con más carisma o simplemente por otra clase de personas. Finalmente, todos somos racistas. Como monos altamente evolucionados, instintivamente nos identificamos con las personas de características similares, desde una perspectiva existencial, por el idioma, por la cultura, por su lugar de origen, por el lugar en que vivimos estamos necesitamos de un estatus económico determinado, y una especie de fantasía socio-política se ha impreso en nosotros a través del hilo de la historia.
A medida que nos volvemos más conscientes de nosotros mismos, más experimentados y más educados, podemos destapar muchos de los conceptos y las actitudes racistas del pasado. Pero nos autoengañamos cuando pensamos que nosotros no tenido respuestas racistas en determinados momentos de nuestra vida cotidiana, que nunca tendremos esa intensa emoción, pensando que el miedo o el pensamiento están por encima de esa sucia y primaria reacción racista. Es el orgullo intelectual, falso, de que no se pueden asumir conscientemente las reacciones psicológicas del paleo-cerebro de los mamíferos. En cambio, es psicológicamente más saludable darnos cuenta de que cualquier comportamiento humanamente posible sigue siendo humanamente posible para cada uno de nosotros.
C.G.Jung sobre este asunto, el nazismo, dice que las personas con menos probabilidades de actuar como los nazis y los que colaboraban con los nazis, eran los que sabían que no tenían ningún tipo de inmunidad espacial a la ideología nazi ( no asumiendo que eran demasiado intelectuales, morales o religiosos como para dejarse arrastrar ), sino que activamente contrarrestaban su influencia con su comportamiento. Una actitud similar, que opera a nivel de la corteza cerebral, es necesaria para gestionar las motivaciones irreflexivas que surgen de las capas más profundas del sistema límbico, nuestro cerebro reptiliano. El racismo es una explosión de energía emocional primaria, que puede ser detectada de forma inteligente y reorientada en los individuos.
Las personas que toman conciencia de sí mismos, según el tipo descrito, son débiles, poco desarrolladas y pueden ser manipuladas muy fácilmente. “Un tonto nace cada minuto”, (atribución incierta). Las personas que son muy conscientes de esta psicología y carecen de principios morales, como el ficticio Elmer Gantry o el muy real de Joseph Goebbels, puede manejar a toda una masa para que renuncie a su poder y se deje manejar por una elite. Pocas reglas persuaden a muchos. La falta de dirección es un defecto de carácter popular.
Nosotros el pueblo
En teoría, muchos gobiernos, incluido el de los Estados Unidos, son democracias: tienen asambleas de representantes elegidos por los ciudadanos, y los gobernantes elegidos ejecutan tareas específicas en interés común. Es este un modelo en el que el gobierno de consenso popular es un aparato que gestiona la vida social y material de la ciudadanía.
Identificar y dar prioridad a los aspectos específicos de la voluntad popular, que supuestamente se realiza en base a la competencia electoral de los que votan y al posterior debate parlamentario: la regulación de los mercados y el comercio, mantenimiento de la infraestructuras públicas, la prestación de servicios de emergencia en caso de desastres naturales, el mantenimiento de las fuerzas de defensa. Todos ellos son ejemplos de las preocupaciones de tienen los gobiernos en la administración. La educación de los hijos hasta alcanzar la madurez, la madurez intelectual y una competencia profesional, la atención a la salud de los ciudadanos, son también preocupación de los aparatos de gobierno con funciones específicas.
Cuando Ronald Reagan dijo que “el gobierno no es la solución de nuestros problemas, el gobierno es el problema”, quería decir que nosotros, la gente, creamos un problema al Gobierno, que es la abstracción democrática de nuestro sentir común. Entonces si somos un problema ¿de qué problema se trata? ¿Por qué nuestro presidente desconoce la voluntad común de las personas, cuando se supone que él es el elegido para conducir ese sentir común? Se podría entender que el presidente elegido tienen trabas dentro del aparato gubernamental que limitan su capacidad de respuesta a nuestras necesidades y en la eficacia para lograr los objetivos previstos. “Mi propósito como presidente es la solución de los problemas de nuestro gobierno para que se puedan cumplir las obligaciones contraídas con los ciudadanos.” Evidentemente, esta frase es pura ficción.
El 20 de enero de 1981, el nuevo Presidente de los Estados Unidos nos estaba diciendo que por encima del pueblo, sobre quien descansaba el poder y la autoridad que ahora tenía, se proponía destruir ese “nosotros”. Un golpe de Estado, que viendo lo que sucedió con posterioridad es una comparación razonable. Veinte y nueve años y un día después de que Ronald Reagan llegara al poder, la Corte Suprema de los EE.UU dejó claro, mediante la decisión de Dred Scott para el siglo XXI, que se iban a primar los derechos corporativos por encima de los individuales de carne y hueso. Ahora, cada persona legalmente reconocida, sea real o empresarial, tiene el mismo derecho a gastar todo lo que sea necesario para influir en el debate político. Y evidentemente, como el control político es tan importante, debe ser medido sobre la base del dinero.
“La ley, en su majestuosa igualdad, prohíbe tanto a los ricos como a los pobres dormir bajo los puentes, mendigar en las calles y robar pan”. (Anatole France, 1844-1924)
“Es cierto que la libertad es preciosa, tan preciosa que debe ser racionada” (Atribuido a Lenin, 1870-1924).
Sí, nosotros, la gente corriente, apenas nada somos, salvo cuando se nos cuenta para consumir, como mano de obra o para engordar los fondos empresariales. Piensan en nosotros como una unidad en un conjunto estadístico, una forma metabólica en un mundo virtual, que avanza el concepto de esclavitud, trascendiendo la 13ª Enmienda, una masa que se hace carne de esclavo; una exudación colectiva que se hace un espectro de rentabilidad de los mercados, como las nubes de metano que se expanden por encima de las concentraciones de la especie bovina. El sistema de libre mercado saca partido del gas, te lo cobra y te deja con las cenizas, y encima escaldado. Estamos conducidos en manada por los propietarios de los mercados.
Un ejemplo es la atención sanitaria: su principal preocupación no es la de nuestras necesidades médicas, sino preservar los beneficios de la financiación médica parasitaria que lleva a cabo la industria de los seguros, que se interpone entre los proveedores de servicios médicos y los pacientes. Así que los propietarios del mercado médico, la industria de los seguros, nos observa para su máximo provecho, no el nuestro. Cuando nosotros, la gente corriente y moliente, intentamos luchar por conseguir un sistema de salud que se ajuste a nuestras necesidades, eliminando a los intermediarios ( la esencia de las buenas prácticas comerciales), nos encontramos que “ el gobierno es un problema”. De hecho, la democracia es el problema. Sí, la democracia está estrictamente racionada, para que no se produzca una estampida y los números de cualquier mercado se hundan, como los fardos de té que se cayeron en el puerto de Boston el 16 de diciembre de 1773.
Todo gira en torno al dinero
Cuando George W. Bush dijo “No es el dinero del gobierno, es el dinero del pueblo” durante la campaña electoral del año 2000, se trataba de la radiodifusión de un lenguaje de programación diseñado para activar los resentimientos por las deficiencias personales, de modo que la cólera resultante de su vergonzosa actuación recayese en una población que hacía de víctima. El objetivo de los programas sociales, como es el adoctrinamiento de la población para mantener su obediencia irreflexiva a la ideología reinante, para de este modo proporcionar un apoyo político a una oligarquía que simplemente se aprovecha de la desinformación de las masas, de forma descarada.
Cuando usted oye a la gente decir “yo no quiero pagar más… problemas (bienestar), los niños (escuelas públicas), médicos (atención sanitaria)” lo que se oye es la programación que se ha interiorizado. Con una absoluta felicidad, estos autómatas permitirán que la economía se hunda, no tienen inconvenientes en apoyar que sus dineros (impuestos) vayan para financiar una guerra organizada por el Pentágono, o se den escandalosos subsidios a las empresas, que están protegidas por una reducción de impuestos, porque son tan liberales que miran por la riqueza empresarial, con esta extracción parasitaria de los fondos públicos, haciéndonos creer que es necesario para nuestro bien.
Ha sido un gran trabajo hacer creer a las personas que la propiedad tiene más derechos que la persona misma. Dado que la democracia podría amenazarlos por consenso popular e imponer ciertas restricciones a la propiedad ( el derecho a hacer lo que les venga en gana), entonces la riqueza intenta destruir la democracia. La democracia es el comunismo.
Una historia de Control Social
¿ Cómo ha sido posible que la ideología de los programadores sociales hayan logrado imponerse a un millón de años de Evolución Humana y ahora actuemos como una manada de monos aulladores cuando invaden su territorio? Vamos a hacer un recorrido a través de la historia.
El hombre blanco europeo ha utilizado la “estrategia de la división para el control de las poblaciones nativas de los muchos países que colonizaron en el Hemisferio Occidental, Asia, África, el Pacífico y Oriente Medio. Las rivalidades tribales son avivadas por los señores blancos para mantener distraídos a los nativos en su oposición frente al colonialismo. Se seleccionaban a grupos de indígenas y a individuos que eran educados para convertirse en los gestores locales y ser los encargados de hacer cumplir las leyes que dictaba el hombre blanco. Así se interiorizó la cultura del hombre blanco hasta el punto de que aspiraban a elevarse a un lugar respetable al lado del hombre blanco, y así adquirir su riqueza y su prestigio. Estos fueron los compradors, los agentes que defendían los intereses coloniales en Asia, desplegando a las tropas nativas bajo el control de la administración colonial para controlar a las masas nativas. Sucesores de estos colaboradores nativos para el control social de los blancos son las señales étnicas y raciales que despliegan la gestión empresarial y política hoy en día, siendo muy cuidadas, tienen relevancia y están bien remuneradas.
La gestión de las masas hoy en día es el resultado de los mecanismos utilizados para la gestión de los nativos que inició Cristóbal Colón y la conquista europea de América. Los nativos y la gestión de los esclavos en la época colonial, se convirtió después de la Guerra Civil es una guerra de raza, después en las distinciones económicas y sociales. La mentalidad de todo control social es la del colonialismo.
La más importante legislación sobre derechos civiles desde el final de la Guerra Civil fue promulgada por el presidente Lyndon B. Johson , del Partido Demócrata:
La Ley de derechos Civiles de 1964 (ampliación del derecho al voto, declaración de ilegalidad de la segregación en las escuelas, en el lugar de trabajo y los establecimientos públicos), el Programa de Derecho al Voto de 1965 ( eliminación de las prácticas de discriminación electoral que causaba una privación para los afroamericanos); la Ley de Derechos Civiles de 1968 ( La ley de Vivienda justa, que prohíbe la discriminación sobre la venta, alquiler y financiación de la vivienda).
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Las tensiones vividas por la desesperación de los racistas blancos a perder el control social, y la reprimida rabia de los negros por la lentitud en aliviar su situación de opresión y de oportunidades económicas, estallaron en disturbios en muchas ciudades durante la década de 1960. Los más destacados fueron los de Watts, en 1965 en los Ángeles; los disturbios de 1967 en Newark y Detroit, y las 125 ciudades en las que también se produjeron disturbios durante abril y mayo de 1968, en respuesta al asesinato de Martin Luther King Jr, el 4 de abril.
En 1968, Richard M. Nixon, del Partido Republicano, utiliza una estrategia del sur, que juega con el resentimiento racista blanco, para de este modo ganar las elecciones presidenciales. Johnson suponía que la legislación sobre Derechos Civiles traería una gran cantidad de voto negro a los demócratas a nivel nacional, para de este modo compensar la pérdida de algunos votos blancos racistas. Pero los negros suponían sólo el 12% de la población, y Nixon contaba con más de ese 12% de voto de resentimiento racista en la población blanca, tanto del Sur como a nivel nacional. Ganó por ese deslizamiento de tierra.
En la década de 1980, Ronald Reagan aprovechó la intolerancia subyacente que existía de costa a costa, para llamar a los resentidos blancos del sur interior (del interior de la Confederación), una gran parte del electorado nacional, y de este modo ganar la presidencia. Los que dirigían la campaña de Reagan habían aprendido de Nixon, diseñando una amplia estrategia sureña.
Durante la campaña de George W. Bush en el año 2000 ( tuvo dos mandatos en el cargo), clase económica y raza eran palabras en código, eufemismos para designar tanto la uno como lo otro. El mensaje descodificado decía lo siguiente: la gente pobre e indigna, como los inútiles y perezosos negros, los sucios e ignorantes mexicanos, los inmigrantes que están creando unas cargas al estado de bienestar y que el gobierno está obligado a pagar por causa de una nefasta legislación impuesta por los liberales (snob blancos, no agitadores blancos). Su inmerecido aumento de la pobreza es atribuible a los merma de impuestos que supone esta carga de indignos, no blancos, poblaciones con una lengua extraña. Al votar por George W. Bush (obedeciendo a su oligarquía) se pone el dinero en el camino de regreso, desde sus bolsillos a nuestros, que nos lo merecemos.
Todo el lenguaje difundido públicamente por los conservadores es pura mentira para inducir la obediencia visceral al control político de la oligarquía corporativa y permitir que continúe el sangrado de lo público, como un enjambre de garrapatas del tamaño de un elefante. A continuación la descodificación de las instrucciones básicas y su reflejo visible.
Mensajes hipnóticos (Mire el reloj…)
Te falta (dinero, sexo, juventud, educación, un lugar agradable, una pareja deseable, niños de éxito), por lo que le molesta pagar cuando otros lo pueden conseguir gratis, y otros que son inferiores a ti, que te amenazan, son extraños, sucios, insalubres, despilfarran, te faltan al respeto y no dan importancia a nuestro tradicional sistema de rango social. Son contaminantes que degradan el sistema, que no entienden que hay que preservar el orden de recompensas sociales, pero estos indignos en cuanto pueden te empujan por detrás.
Usted tiene que luchar, no dejar que las cosas cambien cuanto usted ha empeñado en ello su vida, y que tengan ventajas para avanzar por delante de ti, impidiendo que usted tenga superioridad, impidiendo que aprendan algo de usted para que sean más inteligentes o se hagan ricos. Cuanto más competidores más insana se vuelve la vida.
El mensaje interiorizado
Me faltan cosas, y otros impuros han degradado el sistema en el que antes podía ir más rápido y más cómodamente. Así que hay que excluir a los otros, impidiéndoles que atraviesen nuestras fronteras y que tengan nuestras ventajas sin tener que pagar como yo lo hice, teniendo que emplearse más dinero de mis impuestos, más dinero que yo he creado. Tengo que defender a la gente que como yo está dispuesta en las elecciones a llevar al gobierno a alguien que impida hacer esto, y nos permita beneficiarnos de todo lo que pagaron nuestros padres y abuelos, expulsando a los impuros y no se mine nuestra riqueza. Porque me falta no quiero pagar por otros y que el gobierno me pida más impuestos. Voy a impedir que se hagan regalos a esa gente, votando a los políticos que miran por mí, una contribución real para el país, y aleje a esos inútiles que molestan.
¡Y así, los tontos, con esta serenata, van al matadero!
http://dissidentvoice.org/2010/03/decoding-the-language-of-social-control/