Por Denis MESHAKA, 24 de julio de 2025
Con el pretexto de convertir al continente en líder mundial en «ciencias de la vida», la Comisión Europea confirma su visión claramente favorable a la industria en la estrategia publicada a principios de julio. Con un enfoque decididamente centrado en la competitividad, minimiza las posibles consecuencias para otros actores sociales.

El 2 de julio, tras varios anuncios en 2025 sobre el sector biotecnológicoi, la Comisión dio a conocer su estrategia «Choose Europe for Life Sciences» (Elige Europa para las ciencias de la vida)ii. Su objetivo es aprovechar «la excelencia [europea] en los ámbitos de la salud, la biotecnología, la agricultura, la alimentación y las ciencias medioambientales […] para convertir a Europa en el lugar más atractivo del mundo para las ciencias de la vida de aquí a 2030». Un proyecto en el que se prestan pocas consideraciones a las preocupaciones de la sociedad civil.
«Liberar el potencial de las ciencias de la vida»
La Comisión propone «estimular la innovación en el ámbito de las ciencias de la vida» basándose en tres pilares de actuación:
- «optimizar el ecosistema de investigación e innovación (I+i)»,
- «garantizar un acceso rápido al mercado de las innovaciones relacionadas con las ciencias de la vida»,
- «reforzar la confianza, la adopción y el uso de estas innovaciones».
Estos tres pilares, considerados estratégicos, tienen por objetivo «liberar el potencial de las ciencias de la vida» para favorecer el acceso al mercado y la competitividad de la economía europea en los sectores de la salud, la agricultura y la alimentación.
El ecosistema de I+i que persigue la Comisión se basa en la creación de «nuevos conocimientos», en particular facilitando las asociaciones de investigación (100 millones de euros para el microbioma, por ejemploiii), financiando terapias «innovadoras», apoyando los ensayos clínicos y simplificando las normas para los medicamentos y los productos sanitarios. La Comisión fomenta además un enfoque intersectorial (salud, alimentación, agricultura, silvicultura, acuicultura, etc.), así como el uso de la «inteligencia artificial» y los datos digitalizados (de salud).
En cuanto al acceso al mercado, la Comisión se compromete a promover una regulación más flexible proponiendo «una ley europea [«Ley Biotech», en realidad un reglamento previsto para 2026] sobre biotecnología para que el sistema regulador de la UE sea más propicio a la innovación en diversos sectores biotecnológicos». El sector sanitario no es el único afectado, ya que la Comisión cita los sectores de la agricultura y la alimentación como ejemplos de «polos de innovación».
Por último, la Comisión se propone «estimular la contratación pública con fines de innovación en los ámbitos de las ciencias de la vida, como la adaptación al cambio climático, las vacunas de nueva generación y las soluciones asequibles para la lucha contra el cáncer ».
La Comisión precisa que los avances derivados de esta estrategia se medirán en función del crecimiento tangible de los indicadores sectoriales: el empleo, el valor añadido, el gasto de las empresas en investigación y desarrollo y el número de ensayos clínicos multinacionales. La Comisión añade que su estrategia se basa en una consulta pública y en datos del Centro Común de Investigación (CCI), que muestran que la UE sigue siendo un actor importante en el ámbito de las ciencias de la vida, con el 17 % de las patentes mundialesv. Sin embargo, no se detalla ninguna política específica en caso de que estos «avances» no se consideren suficientes, si es que alguna vez lo son.
Facilitar el acceso al «mercado» y la competitividad
Esta iniciativa de la Comisión se inscribe en su estrategia global para la competitividad de la UE. La institución considera que, en el panorama actual de las ciencias de la vida, Europa «perdería terreno frente a otros actores mundiales» (norteamericanos y asiáticos) y debería responder a tres retos:
- la fragmentación de los ecosistemas de innovación,
- la infrautilización de los datos y la «inteligencia artificial»,
- la lenta adopción de las «innovaciones» por parte del mercado.
Los objetivos que la Comisión parece querer alcanzar a toda costa son claros: facilitar el acceso al «mercado» y la competitividad. Desde principios de 2025, la institución de Bruselas está elaborando un dispositivo pro-biotecnológico pesado y complejo, que, sin embargo, le plantea numerosos retos y requiere muchas precauciones —especialmente semánticas— en los ámbitos ético, medioambiental y democráticovi.
La sociedad civil en un segundo plano
El núcleo del dispositivo, la futura «Ley Biotech», prevista para 2026, sigue siendo vago y está lejos de ser aprobadovii. A pesar de ello, la Comisión deja clara su postura en su documento estratégico sobre las ciencias de la vida: «Los sistemas reglamentarios deben ser receptivos a las tecnologías emergentes y seguir el ritmo de los avances científicos. La legislación futura debería incluir cláusulas de experimentación, excepciones y el uso de entornos de prueba, como los «sandbox» reglamentarios… Esto ofrece la flexibilidad necesaria para probar nuevas soluciones, recabar pruebas y garantizar que los marcos reglamentarios sigan siendo receptivos y favorables a la innovación».
Es sorprendente que estos sistemas normativos deseados, cuya implantación cabría esperar tras el anuncio de la Comisión de su actual política general, se estén negociando desde 2023. Ese año, la Comisión Europea presentó propuestas para desregular la mayoría de los OGM, con el fin de «armonizar y simplificar los procedimientos de autorización de productos médicos de terapia génica», facilitar el acceso a los datos genéticos, genómicos y proteómicos humanos y prolongar la duración de las patentes concedidas para los productos fitosanitariosviii…
Al centrarse únicamente en el sector industrial, la Comisión omite, entre otras cosas, proporcionar el mecanismo de transparencia o evaluación independiente que prevé para enmarcar los posibles problemas jurídicos derivados de tales flexibilidades reglamentarias, en particular para la sociedad civil.
En una disposición breve y general titulada «Reforzar la confianza y la sensibilización del público», la Comisión propone «mejorar los medios de diálogo con los ciudadanos para luchar contra la desinformación y reforzar la confianza, y colaborar más estrechamente con los usuarios finales para garantizar soluciones adaptadas a sus necesidades específicas». Para ello, movilizará una ayuda financiera —que parece más bien simbólica— de 2 millones de euros con cargo al programa Horizonte Europa 2026-2027 con el fin de «apoyar a los agentes del sector de las ciencias de la vida y a los responsables políticos en la sensibilización del público mediante la creación de un repertorio de herramientas y buenas prácticas en materia de I+I responsable». Una sensibilización del público que, evidentemente, se centrará menos en las cuestiones o problemas que plantea una política tan favorable a la industria como en sus supuestos beneficios, de los que la Comisión ya parece convencida.
En un contexto en el que son muy controvertidos los OGM, las terapias génicas, los datos sanitarios o la carne celular, esta distancia que la Comisión establece con la sociedad civil es significativa: el texto parece considerar la ciencia y la innovación como neutras, cuando en realidad son eminentemente políticas. Esta distancia es aún mayor si se tiene en cuenta que las negociaciones reglamentarias para facilitar el desarrollo de estos ámbitos controvertidos ya están en curso desde 20[2?]3.
Referencias:
i Denis Meshaka, «La Comisión Europea quiere su «revolución biotecnológica», Inf’OGM, 11 de febrero de 2025.
Denis Meshaka, «La Comisión Europea vuelve a aplazar su «ley biotecnológica», Inf’OGM, 3 de junio de 2025.
ii Comisión Europea, «Choose europe for life sciences a strategy to position the eu as the world’s most attractive place for life sciences by 2030», 2 de julio de 2025.
iii En su documento estratégico, la Comisión define los microbiomas de la siguiente manera:
«Los microbiomas son comunidades de microorganismos, como bacterias u hongos, que viven juntos en un entorno específico, con profundas interconexiones. Una comprensión profunda de los microbiomas y sus interacciones permitirá mejorar y crear nuevos productos para la salud, la alimentación, la agricultura y la silvicultura sostenibles, la acuicultura y la restauración ecológica».
v LASARTE LOPEZ, J., GONZALEZ HERMOSO, H. y M`BAREK, R., « The Life Sciences sectors in the EU: drivers of economic growth and innovation », Comisión Europea, Sevilla, 2025, JRC142396.
vi Denis Meshaka, «La Comisión Europea vuelve a aplazar su «ley biotecnológica», Inf’OGM, 3 de junio de 2025.
vii Ibid.
viii Eric Meunier, «Los proyectos legislativos de la Comisión Europea sobre los seres vivos», Inf’OGM, 7 de noviembre de 2024.
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