Islamistas de Egipto: ¡Que viene el lobo!

por Eric Walberg / 15 de abril 2011

Al igual que durante la Guerra Fría, los comunistas fueron insultados por los liberales (por no hablar de los conservadores), y ahora los islamistas son denostados en este periodo de post-Guerra Fría, a los que se ve como una especie de hombres del saco, de terroristas. Y, al igual que con los liberales y conservadores durante la Guerra Fría, utilizaron a los comunistas para sacar las castañas del fuego (¿Quién ganó la Segunda Guerra Mundial?), Los políticos occidentales y la derecha han manipulado la idea de islamista para favorecer sus propios fines (¿quién derrotó a los comunistas en Afganistán?).

Recientemente se filtraron unos documentos de la inteligencia británica en los que se afirma que incluso el régimen de Mubarak estaba haciendo esto. El ex ministro del Interior, Habib Al Adly, creó las «milicias de Al-Adly» en 2004, integradas por traficantes de drogas, militantes islámicos y personal de seguridad para llevar a cabo actos de bandera falsa, como la provocación y el sabotaje en todo el país, destinados a desviar la atención de la gente sobre la corrupción del régimen y sus impopulares políticas. La idea era «crear el caos en el país si el régimen se veía amenazado«.

Esta comparación entre los comunistas y los islamistas es quizás sorprendente, pero estas dos fuerzas deben además ser reconocidas como las principales protagonistas en contra del Imperialismo en el siglo pasado. Los Islamistas sólo citan de forma casual a Osama bin Laden. La gran mayoría de los musulmanes que participan en política están representados por los Hermanos Musulmanes (MB, en inglés), que denuncian la violencia, pero alegan que es imposible un divorcio religioso en los ámbitos político y económico.

Fueron los MB los que no apartaron la vista de las fuerzas del mal durante los oscuros días de la revolución de Egipto, cuando los francotiradores asesinaban a manifestantes pacíficos, al igual que los comunistas fueron los primeros en sacrificarse para derrotar a los fascistas en la Segunda Guerra Mundial mientras que los liberales y los conservadores en Gran Bretaña y los EE.UU. astutamente esperaban para entrar en combate.

Y, cuando la revolución triunfó, ¿los MB intentaron dar un golpe de Estado? No, de inmediato aseguraron a los liberales desorganizados y neófitos que no tratarían de tomar el poder, ni a nivel presidencial, ni en el parlamento, limitándose a impugnar sólo un tercio de los escaños. No exigirían un Estado islámico, sino que más bien apoyan un Estado laico. No insistieron en que la constitución debía ser modificada para permitir los partidos religiosos. Sus actuales detractores deben darles las gracias por su paciencia en un momento en que han sido la única voz creíble de la oposición, y en su lugar debían emular a los MB mediante la organización y la creación de partidos disciplinados con agendas claras.

Los musulmanes políticos no están exentos de culpa. Los Islamistas, entre ellos los MB, fueron manipulados por el imperialismo desde el principio, aunque en su mayor parte sin darse cuenta, para apoyar el diseño británico contra el califato otomano, y más tarde los diseños de EE.UU. contra la Unión Soviética (un apoyo indirecto, al pedir justicia para Israel) . Pero también fueron la columna vertebral de la guerra de 1936-1948 para evitar que los sionistas robaran la tierra de los palestinos, y se mantuvieron firmes a sus principios frente a la brutal represión de Mubarak, mientras que otras voces (liberales)guardaron silencio “sabiamente”. .

En el referéndum constitucional del 19 de marzo, los MB con sensatez apoyaron las enmiendas propuestas por una verdadera independencia, el comité ampliamente representativo que había trabajado día y noche durante semanas buscó un compromiso aceptable para permitir las elecciones y para restaurar el gobierno civil genuino en Egipto después de 60 años. Lo hicieron en aras de permitir avanzar la revolución, no para fines nefastos. El referéndum fue un momento verdaderamente histórico, sentando las bases de un verdadero Estado civil por primera vez en la historia de Egipto. Esta no es una exageración, teniendo en cuenta la manipulación de Gran Bretaña desde 1919-1951, un fraude que fue directamente responsable de la creación de las condiciones de una dictadura militar en 1952.

¿Pero cuál ha sido la reacción liberal a las acciones llevadas a cabo por los MB desde el inicio de la revolución? Una muestra de titulares en Al-Akhbar:

  • “¡Los MB han secuestrado la revolución!” escribían los eminentes expertos liberales Abd Al-Rakhman Al-Abnudi y Rabab Al-Hadi el día posterior al referéndum;

  • » Los MB y los Salafistas explotaron la cláusula 2 de la Constitución [» la fuente principal de la legislación es la jurisprudencia Islámica (la sharia) «] por intentar convencer a los electores de unirse en la oposición «;

  • La promesa de moderación de los MB en las próximas elecciones es rechazada porque muestra “ desdén hacia el pueblo egipcio” dice el ex-ministro de justicia Mahmoud Abu Al-Leil.

Amira Nowaira, profesora de inglés en la Universidad de Alejandría, escribe en The Guardian sobre “la aparición de islamistas de varias afiliaciones en la escena egipcia”, refiriéndose a la liberación del preso Aboud Al-Zomor. Al-Zomor, implicado en el asesinato de Sadat, ha estado 30 años en la cárcel, aunque ya había cumplido su condena de 22 años, pero nunca fue liberado según las célebres Leyes de Excepción de Mubarak. ¿Qué «derechos humanos» practica la Sra. Nowaira?

«Hay evidencias de que la Hermandad suscribió algún tipo de acuerdo con los militares desde el principio«, advierte Elías Zarwan, un analista de International Crisis Group. Este «acuerdo tácito» (léase: conspiración), supuestamente se hizo para permitir que los MB y los militares gobernasen Egipto juntos, en una especie de purgatorio post-Mubarak, donde los MB pueden asegurar a los militares el mantenimiento de riquezas, que no sería tocada por la revolución, y a la que los MB tendrían acceso, siempre y cuando utilicen su influencia con las masas para reprimir a los liberales y mantener a raya las protestas.

Escribe el doctor Max Singer, uno de los fundadores del Instituto Hudson, e investigador asociado senior del Centro Begin-Sadat (BESA) para Estudios Estratégicos, «Si los egipcios son lo suficientemente sabios como para iniciar una estrategia de unión de fuerzas en contra de la Hermandad, las cosas pueden ir mucho mejor de lo esperado. En tal caso, Occidente también se beneficiaría.»Cabe señalar que BESA es un gabinete asesor neoconservador, afiliado al Departamento de Ciencias Políticas en la Universidad Bar-Ilan de Israel.

El enemigo de mi enemigo es mi amigo. Los sionistas de EE.UU en el Instituto Hudson y sus amigos israelíes de BESA instan a los egipcios a su vez en contra de los MB, la única fuerza que puede ayudar a asegurar la victoria de los ideales revolucionarios de justicia social y el fin del terrorismo israelí en el mundo árabe.

Por lo tanto, es desalentador ver que muchos liberales e izquierdistas de Egipto evocan la llamada del «¡Lobo!» Acuden como ovejas a la llamada de su pastor colonial cuyo perro de Oriente Medio sigue cortando los talones palestino.

Aquellos que gritan «¡ el Lobo!» miran casos anteriores en que las fuerzas islámicas ganaban fuerza: Irán en 1979, Argelia en 1991, Afganistán en 1996. Pero las diferencias entre ellos y la revolución de Egipto 2011 son elocuentes. El estado islámico de Irán se forma por el frenesí de la época de la Guerra Fría, con la jihad respaldada por Occidente contra la Unión Soviética, que continúa al lado de Afganistán. Fue provocado por el propio Occidente, que abandonó al Shah y trajo al ayatolá Jomeini a Teherán desde su famoso exilio en París.

La tragedia de Argelia y Afganistán en la década de 1990 fue consecuencia directa de la jihad misma, respaldada por Occidente en Afganistán, que comenzó en 1979, si no antes. Argelia se arrastraba a una guerra civil como consecuencia de un golpe militar respaldado por Occidente, negando a los islamistas su victoria legítima en las elecciones de 1991.

Afganistán quedó huérfano después de los islamistas, incitados por Occidente, que derrotaron a los soviéticos, quedando el país sin un gobierno que funcionase y repleto de armas.

Pero ninguno de estos estados islámicos era adecuado para los imperialistas y se convirtieron en víctimas, siendo derrocados e invadidos. La revolución de Egipto, por el contrario, es de cosecha propia, provocada por la juventud laica y notablemente pacífica. El catalizador, por todos los cielos, fue el jefe local de mercadotecnia de Google, Wael Ghonem, que tiene una esposa americana y varios hijos. El color americano de la revolución es, para algunos, incluso una vergüenza.

Los bien educados contradicen a otras personas. Los sabios se contradicen ellos mismos,” escribió Oscar Wilde. ¿Serán «sabios» los egipcios en el sentido en el que el Doctor Max usa el término, o serán realmente sabios porque se critican a sí mismos por ser manipulados por sus enemigos, llegando a la conclusión adecuada?

Los MB conocen bien los trucos de los sionistas. Ha abogado por la unión de las fuerzas de la revolución en las próximas elecciones para asegurarse de que los objetivos de justicia social – un nivel de vida digno para las masas, el fin de la corrupción, y una nueva política exterior independiente – se cumplan. La oposición laica, los liberales, deberían reconocer la deuda que tienen con los islamistas y trabajar con ellos para asegurarse de que prevalezca la justicia social. La necesidad ardiente en este momento para la revolución es, tomando la delantera al Doctor Max, la unión de las fuerzas que exigen un cambio, aunque no sea ir en contra de los MB, como quieren los sionistas.

La conclusión es: los liberales y socialistas – hombres o mujeres, musulmanes o cristianos – no se impondrá por sí solos en su deseo de hacer justicia social al orden neoliberal construido sobre las ruinas del socialismo de Nasser. Luchan con uñas y dientes para mantener sus privilegios. Los laicos tendrán que trabajar con los musulmanes incondicionales, que toman su Corán en serio y se resisten a los banqueros y los capitalistas monopolistas, que se muestran indiferentes al sufrimiento de las masas.

El Islam es conservador por naturaleza, pero hay un ejemplo Occidental de tal pacto: la tradición británica / canadiense del Toryismo Rojo, una variedad de capitalismo que respeta los valores tradicionales, las comunidades locales y permite que el “ hombre corriente ” participe en la economía, a diferencia del neoliberalismo. Es a esta tradición a la que Egipto debiera volverse hoy.

Occidente ha utilizado, y sin duda seguirá tratando de utilizar a s islamistas cuando sea conveniente para promover su agenda imperial. Que frunza el ceño en la actualidad por los MB de Egipto es una buena señal. La reciente conferencia de la juventud de los MB «Una mirada desde el interior«, abierta a la prensa y revelando las acaloradas discusiones sobre su papel en la política y la sociedad, también fue una buena señal. Que haya divisiones dentro de la MB entre las distintas generaciones era de esperar. Que lo estén tratando abiertamente es de agradecer. En cualquier caso, aseguró el Gran Mufti de Egipto Ali Gomaa en el New York Times «En un país con movimientos tan diversos como la Hermandad Musulmana, el partido Wasat, y el movimiento conservador de los salafistas, hay un grupo de habla por el Islam

Este es un momento delicado para la revolución. Sea bajo la intensa presión de EE.UU., Egipto ha iniciado la venta de gas a Israel y no condena la invasión franco-británica de Libia. Muchos egipcios están desilusionados con la lentitud de restaurar a la nación la incalculable riqueza robada en el pasado, por la timidez mostrada hacia el enemigo de al lado, la falta de progresos en la reforma de las injusticias económicas que la mayoría de los egipcios sufren. Para ello es necesario restablecer la moral y la ética – la esencia de la fe religiosa – en el terreno de la política y la economía.

Tan a menudo como enciendan un fuego para la guerra, Dios la extinguirá.” (Quran 5:64) los cristianos, los judíos y los otros vivieron pacíficamente y prosperaron en estados islámicos durante un milenio antes de la llegada de los imperialistas europeos. Los británicos y ahora los estrategas americanos en Oriente Medio han encendido muchos fuegos desde entonces, que han quemado no sólo a los árabes, sino a los imperialistas mismos. El fuego que ellos alimentan ahora en espectáculos de Libia quiere decir que no han aprendido nada de sus intrigas anteriores. Es tiempo de apagar estos fuegos. Esto exige que los laicistas y los musulmanes unan sus fuerzas.

Eric Walberg escribe para Al-ahram Weekly http://weekly.ahram.org.eg/ Puede contactar con él en http://ericwalberg.com/