Entrevista realizada por Ramine Abadie a Jean Ziegler
La amplia intervención de EE.UU en Haití ¿es humanitaria o con fines políticos y geoestratégicos?
Jean Ziegler (JZ).- La amplia ayuda humanitaria de los Estados Unidos es bien recibida en una situación tan desesperada. Pero al mismo tiempo, los propósitos geoestratégicos de EE.UU pueden también realizarse: Haití está a 160 millas de la costa oriental de Cuba. Esta sólida posición fortalece la supervisión. Hay que tener en cuenta que la política de bloqueo y sabotaje continúa con Obama.
La preocupante situación de Haití propició un debate sobre la tutela de algunos países ¿Qué le parece este enfoque?
JZ.- Estados Unidos instó al FMI a imponer a Haití tres programas de ajuste estructural que demostraron ser mortales para el pueblo haitiano. Estos programas redujeron los aranceles del 50% al 3%, lo que privó a este Estado de uno de los pocos recursos de los que disponía. A principios de 1980, Haití se autoabastecía de arroz. Hoy día tiene que importar alrededor del 75% del arroz que necesita. Un arroz subsidiado desde el extranjero inunda el país, arruinando a decenas de familias campesinas, teniendo que dejar sus tierras e ir a vivir a los tugurios de las ciudades. En poco más de dos generaciones, Puerto Príncipe aumentó de 50.000 habitantes a más de 2 millones. En 2007, de pronto, los precios se disparan, con un 65% de aumento en el precio del arroz, un 83% en el de la harina. Son los especuladores los que fijan los precios de los alimentos básicos. O pagas o mueres. Por otra parte, la privatización de los servicios públicos y la liberalización casi total de capital, bienes y servicios, abrió la puerta a las empresas multinacionales de EE.UU.
¿ Haití estaba ya en estado de desastre no natural?
JZ.- Sólo hay que mirar la historia. Hasta 1883, Francia impuso el pago de una enorme deuda por el perjuicio ocasionado por la liberación de los esclavos. Esta extorsión explica en parte el enorme abismo de pobreza en el que se encuentra el pueblo haitiano. En la Conferencia Mundial de las Naciones Unidas contra el racismo, celebrada en Durban en 2001, el presidente haitiano Jean-Bertand Aristide, pidió a Francia la devolución de esa suma. La delegación francesa se negó en rotundo a negociar ninguno de estos aspectos. En 2004, Aristide fue derrocado por un golpe de estado. Todavía los bancos suizos mantienen una parte del botín que Jean-Claude Duvalier, residente en Francia, se llevó de la tesorería de Haití.
Después de la primera reunión en Montreal, los países donantes se reunirán próximamente en la sede de las Naciones Unidas ¿Cree que va a mejorar la situación del pueblo haitiano?
JZ.- En concreto, queremos abolir el Acuerdo de Asociación Económica (EPA), impuesto en 2008 por la Unión Europea a Haití, que establece la liberalización total de los flujos de capital, bienes, servicios, privando de estos ingresos aduaneros a Haití. También habría que cancelar la deuda externa de Haití. La mayor parte de los 9 millones de haitianos sobreviven en los 28.000 km2 de tierras agrícolas, suelos sobreexplotados, deforestados y erosionados. Es en este sector donde hay que dar prioridad a las inversiones.
El país también necesita unas leyes que regulen el trabajo y un salario mínimo, pues los trabajadores no tienen ninguna protección social, cobrando sueldos de miseria cosiendo pantalones para empresas extranjeras. Haití debiera unirse al ALBA (Alianza Bolivariana de las Américas), en la que países como Venezuela, Cuba y Nicaragua establecen unas relaciones comerciales justas. Sin embargo, sin una gran movilización de la opinión pública y la sociedad civil internacional, no será posible hacer frente a los intereses inmediatos del capital financiero, y determinará la estrategia de reconstrucción de Haití.
L’Humanité, 4 de febrero de 2010