Por David Heath, mayo de 2016
Fragmento del artículo publicado por David Heath sobre la reciente sentencia dictada por la juez Kessler contra Philip Morris por publicidad engañosa y malas prácticas empresariales.
“Ningún gato loco de amor maullaría a una hembra que hubiese echado alguna bocanada de humo o tuviese el pelo impregnado del mismo; pero el hombre, en su degeneración, permite fumar a sus amantes”.
– Guido Ceronetti, “El silencio del cuerpo”. |
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A principios del siglo XX, el fumar no estaba todavía muy en boga. El cáncer de pulmón era una rara dolencia, de modo que incluso había médicos que nunca habían visto ningún caso. Pero la escena cambió en todo el mundo y por cualquier parte se podía encontrar a alguien encendiendo un cigarrillo al estilo Mad Men, y no es ninguna exageración. Hacia 1955, las dos terceras partes de los hombres y casi un tercio de las mujeres de Estados Unidos fumaban. De modo que el cáncer de pulmón se extendió, siendo uno de los de mayor prevalencia en los Estados Unidos.
Los investigadores médicos empezaron a notar un ascenso en paralelo al consumo de tabaco. En diciembre de 1952, un breve artículo publicado en el Reader´s Digest mandaba ya algunas señales, indicando la posible relación entre el tabaco y la epidemia de cáncer de pulmón. Un año más tarde, la revista Time decía que ratones untados con alquitrán de tabaco desarrollaron tumores. Un investigador médico dijo a la revista de que “más allá de cualquier duda” el tabaco causaba cáncer.
El pánico se adueñó de las Empresas Tabacaleras. El 14 de diciembre de 1953, los Directores Ejecutivos de las seis mayores empresas fabricantes de tabaco se reunieron en secreto en el hotel New York´s Plaza para hablar de la estrategia a seguir para responder ante la mala publicidad que estaban recibiendo. Lo que se desarrolló con el tiempo, según se desprende de las conclusiones de la juez Kessler, fue una estrategia conjunta para sembrar dudas y engañar a la gente sobre los peligros de fumar.
La Industria anunció que formaría parte de un comité de investigación para evaluar el asunto. Contrató a científicos independientes, como el investigador del cáncer Clarence Cook Litle, para conceder entrevistas, insistiendo en que no había pruebas de que el tabaco causase cáncer.
Una entrevista con el Dr. Clarence Cook Litle
https://www.youtube.com/watch?v=6qGejJuy0pw
En realidad, las pruebas a favor de que el tabaco producía cáncer eran concluyentes. En 1964, un cirujano general terminó con la controversia cuando entregó su informe al Comité Asesor, que había revisado más de 7000 artículos publicados.
La advertencia del cirujano general tuvo una fuerte influencia entre el público, incitando a muchos fumadores a dejarlo. Pero las Empresas Tabacaleras y sus científicos siguieron negando que el tabaco causase cáncer, y así durante más de 35 años.
Para desalentar a que los fumadores abandonasen este hábito, las Empresas rediseñaron sus cigarrillos para que pareciesen más seguros. En primer lugar, añadieron el filtro. También introdujeron el cigarrillo bajo en alquitrán. En poco tiempo, estos cigarrillos dominaron el mercado. Marlboro Lights, que se empezó a comercializar en 1971, se convirtió en el cigarrillo más vendido a nivel nacional.
Las Empresas Tabacaleras sabían por las investigaciones internas que los fumadores desarrollarían dependencia hacia la nicotina y que necesitarían una cantidad diaria para satisfacer su hábito. Dado que ahora consumían un cigarrillo bajo en alquitrán, iban a cambiar su modo de fumar para obtener su dosis.
Con la aprobación de una nueva ley, la Comisión Federal de Comercio comenzó en 1967 a probar todas las marcas de cigarrillos en máquinas especiales para medir la cantidad de alquitrán inhalado. De nuevo se rediseñaron los cigarrillos, no tanto para reducir su cantidad de alquitrán, sino para engañar a las máquinas, según un Informe del Instituto Nacional de Cáncer. Se hicieron unos diminutos agujeros en el papel de fumar para que sirviesen de ventilación cuando el cigarrillo fuese expuesto a la máquina. Sin embargo, aquellos agujeros no redujeron el alquitrán inhalado por los fumadores.
“Si se reduce la cantidad de nicotina que recibe un fumador, la persona cambia de comportamiento. Toman bocanadas más amplias, la aspiración es más profunda y el tiempo que retiene el humo es mayor, y fuman más cigarrillos al día para conseguir la misma cantidad de nicotina y así satisfacer su dependencia”, dijo el Dr. David Burns, profesor médico jubilado de la Universidad de California, San Diego, quien revisó algunos de los Informes sobre el tabaco del cirujano general.
Burns ha declarado como testigo de los demandantes en el juicio por acusación popular en San Luis.
También testificó William Farone, Director de Investigación en Philip Morris desde 1977 a 1984. Dijo que los estudios realizados por la Empresa hasta antes de que se le contratara mostraban que los fumadores que adquiriesen los nuevos cigarrillos lights tomarían unas inspiraciones más profundas para conseguir la misma cantidad de nicotina que recibían antes de forma regular. Farone dijo además que aquellos diminutos agujeros en el papel de fumar no establecían muchas diferencias entre el Marlboro Lights y el Marlboro Red.
Los científicos de los Servicios públicos de salud no entenderían esto hasta varios años después. Un estudio realizado por la Sociedad Estadounidense del Cáncer en 1995, descubrió que el número de fallecimientos por cáncer de pulmón entre 200.000 fumadores subió después de que los cigarrillos lights dominaran el mercado. Los expertos consideran que la baja temperatura de combustión de los cigarrillos light (bajos en nicotina) hace que se realicen aspiraciones más profundas, de modo que los productos cancerígenos penetren más profundamente en los pulmones.
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