por Michael Hudson y Jeffrey Sommers / 12 de febrero 2011
“Comportaos como Letonia”, están pidiendo los banqueros y la prensa financiera a los Gobiernos de Grecia, Irlanda, y ahora también de España. “¿Por qué no hacer lo mismo que Letonia y sacrificar su economía para pagar las deudas que se contrajeron durante la burbuja financiera?” La respuesta es que no se puede hacer sin un colapso económico, demográfico y político que sólo haría empeorar las cosas.
Hace sólo un año que se estrelló el neoliberalismo en los Estados Unidos y varios países europeos. Años de desregulación, la especulación y la falta de inversiones en la economía real, ha dejado una creciente desigualdad y con escasa demanda por parte de los consumidores, a excepción de los que fueron financiados por contraer deudas. Sin embargo, las prensa financiera y las políticas neoliberales contraatacan, a través de los “Tigres Bálticos”, como ejemplo de la manera en que se pueden contrarrestar las políticas keynesianas de gasto y el modelo de una Europa Social, previsto por Jacques Delors.
Los analistas han visto en los resultados de las elecciones en Letonia del pasado mes de octubre, una reivindicación de la eficacia de la austeridad en la solución de la crisis económica. El mantra estándar ( que recientemente lanzó The Economist ) es que el taciturno y honesto primer ministro de Letonia, Valdis Dombrovskis, ganó la reelección en octubre pasado, incluso después de imponer una dura política de austeridad, demostrando la “madurez” del electorado cuando es necesario, desafiando la sabiduría tradicional, al votar a un Gobierno de austeridad.
El Wall Street Journal también ha publicado varios artículos para publicitar este punto de vista. Recientemente, Charles Doxbury, abogó por la devaluación interna de Letonia y su estrategia de austeridad, como modelo para el resto de las naciones europeas en crisis. La opinión generalizada argumenta que la caída libre de la economía letona ( la más profunda de todos países en crisis) por fin ha cesado y que una recuperación (aunque débil) está en marcha.
Esta apelación se hace con la finalidad de que los banqueros no se vean expuestos por los impagos de las deudas públicas y privadas, con la esperanza de que la austeridad puede conducir a la recuperación económica. Pero el modelo de Letonia no se puede replicar. Letonia no tiene ningún movimiento obrero, y la escasa tradición en el activismo se ha hecho en base a cuestiones étnicas. Y contrariamente a lo que dice la prensa, su política de austeridad no es popular. La reelección estuvo envuelta en cuestiones étnicas, y no era un referéndum sobre la política económica. La etnia letona (la mayoría) votó a favor de los partidos étnicos letones ( en su mayoría neoliberales), mientras que una considerable minoría del 30% habla ruso, votó con una disciplina similar a sus partidos ( en términos keynesianos).
A veinte años de la independencia, las consecuencias de la emigración rusa a Letonia durante la ocupación soviética, sigue manteniendo los patrones en las elecciones. A menos que otras economías hagan los mismos ajustes que Letonia, pero sus resultados electorales no estén distorsionados por motivos étnicos, estas políticas de austeridad están condenadas a sufrir una derrota electoral.
Si bien la crisis económica fue lo suficientemente profunda como para registrarse manifestaciones, incluso por parte de la despolitizada población de Letonia, en el invierno de 2009, la mayoría de los letones optaron por el camino de menor resistencia, la emigración. La austeridad neoliberal ha provocado pérdidas demográficas superiores a las deportaciones de Stalin en la década de 1940 ( aunque sin perder la vida ). Como los recortes en educación, salud y obras de infraestructuras amenazan con socavar el desarrollo a largo plazo, los jóvenes están emigrando, en lugar de sufrir una economía que no puede darles trabajo. Más del 12% de la población total ( un porcentaje mucho mayor que su fuerza de trabajo) trabaja ahora en el extranjero.
Además, los niños han sido abandonados( pocos de ellos nacen dentro del matrimonio y la caída de la tasa de nacimiento) quedando huérfanos, lo que lleva a los demógrafos a preguntarse como este pequeño país puede sobrevivir. A menos que otras economías europeas atadas por la deuda con una población muy superior a los 2.300.000 habitantes de Letonia, puedan encontrar trabajo en el extranjero o los trabajadores desempleados acepten la nueva austeridad financiera, esta opción de salida no estará disponible.
Letonia tenía proyectada una tasa de crecimiento del 3,3 % para el año 2011, que se cita como una prueba del éxito de su modelo de austeridad, estabilizando la deuda y el déficit comercial crónico, financiado por préstamos hipotecarios en moneda extranjera. Dado que se produjo una caída del 25% en su PIB durante la crisis, a esta tasa de crecimiento llevaría una década recuperar el tamaño de la economía de Letonia en 2007. ¿ Resulta este “gato encerrado” lo suficientemente convincente como para que los Estados de la UE sigan los pasos por el acantilado fiscal?
A pesar de sus desastrosos resultados económicos y sociales, el trauma neoliberal de Letonia sigue siendo idealizado por la prensa financiera y los políticos neoliberales, que buscan imponer la austeridad en sus propias economías. Antes de la crisis de 2008, los “Tigres Bálticos” se las daban de la vanguardia de la economías de Libre Mercado de la Nueva Europa. Los críticos de este “milagro económico”, construido sobre los préstamos en moneda extranjera para financiar la especulación inmobiliaria, fueron tachados de detractores. Pero no pierden el ritmo, siguen diciendo que la política de austeridad de Letonia es el modelo que otras naciones deben adoptar.
La opción letona sirve a varios maestros. La prensa financiera añora el cuento de hadas de que la autocorrección de mercados y la noción de austeridad trae prosperidad. El Banco Central de Letonia (sobre el que hasta el Fondo Monetario Internacional ha expresado la preocupación por su estridencia neoliberal) desea dirigir una ronda victoriosa, exonerándose de las políticas que impusieron un sufrimiento masivo a la gente de Letonia. Y los neoliberales de Washington y la Unión Europea quieren que otros países adopten la versión de Letonia de «puertas abiertas» al colonialismo chino, combinado con un sistema de bienestar de novela de Dickens. La apertura a la penetración económica es el estándar de medida, y los países Bálticos tienen esto por fanegas, así que son “éxitos”, sin tener en cuenta lo bien o mal que la economía sirva las necesidades de su población.
Considerando la proximidad geográfica de Letonia y Bielorrusia, resulta esclarecedor cómo los neoliberales evalúan ambas economías. Letonia sufrió el colapso económico más grande de Europa en 2008 y 2009, con muy altas tasas de paro. Su economía no mostró ningún crecimiento hasta este año (2011), y un crecimiento modesto probablemente permanecerá acompañado por un elevado paro. Una parte enorme de su población ha emigrado del país, dejando a muchos niños con parientes o que se defiendan ellos solos. La vecina Bielorrusia, con pocas de las ventajas geográficas de Letonia (puertos y playas), tiene un PBI per cápita no muy por detrás de Letonia. Bielorrusia tenía un alto crecimiento antes de la crisis, y salvaguardó su economía de pleno empleo durante la crisis en lugar de derrumbarse a un 25% de desempleo, como ocurrió en Letonia. Bielorrusia también tiene un coeficiente GINI (desigualdad) aproximadamente en la par de Suecia, mientras Letonia está más cercana a los niveles de desigualdad que ahora caracteriza a los Estados Unidos.
Aún así los neoliberales declaran que Letonia es un modelo acertado y Bielorrusia un fracaso. La CIA’s World Factbook Factbook m recuerda a sus lectores que los resultados económicos de Bielorrusia ocurrieron “a pesar del control policial de una economía resistente, centralizada” Ésta es la caracterización estándar de Bielorrusia. Pero uno tiene que preguntarse hasta qué punto su éxito puede reflejar su planificación centralizada. Letonia ha producido mayor libertad política para los disidentes, pero Bielorrusia tiene menos desigualdad económica y deuda externa.
Toda economía en la historia ha sido una economía mixta. No defendemos al Camarada Lukashenko y la represión política en Bielorrusia. Simplemente no aplaudimos el modelo neoliberal de Letonia. Uno puede criticar el sistema político de Bielorrusia sin formar parte de la oligarquía electoral que caracteriza casi toda la vida política de Letonia. Ganen o pierdan en sus resultados económicos, en la prensa occidental y ámbitos académicos, Letonia y los Tigres Bálticos Hambrientos serán declarados ganadores, mientras Bielorrusia siempre será declarada el perdedor en resultados económicos, sin tener en cuenta los logros. Usted no verá una mirada objetiva sobre las medidas económicas de ambas naciones para comprobar dónde ha habido éxito y los resultados que se podrían sacar de esas investigaciones. Las comparaciones económicas se vuelven políticas.
Nuestra intención no es culpar a la nación letona del experimento cruel de política neoliberal al cual ha sido sometida, sino interrogar a la comunidad global de políticos, intelectuales y algunas élites de Letonia que insisten en el mantenimiento de esta política fracasada y hasta la recomiendan a otros países como un camino de crecimiento, aunque más bien es de suicidio económico y demográfico. La gente de Letonia ha sufrido los estragos de dos Guerras mundiales y dos ocupaciones, coronadas por el desmantelamiento neoliberal de su industria que la ha llevado a una profunda deuda – en efecto, deuda de divisas – desde su independencia en 1991. El neoliberalismo ha llevado a una pobreza tan profunda como para provocar un éxodo de proporciones bíblicas de la población del país. Llamar a esto un paso económico avanzado y una victoria de la razón económica recuerdan a una de la caracterizaciones de Tácito de las victorias militares de Roma, puestas en la boca del cacique celta Calgacus antes de la batalla de Mons Graupius:“Hacen un desierto y lo llaman paz”.
Para lectura del texto completo (en inglés): http://dissidentvoice.org/2011/02/the-death-of-social-europe/
Michael Hudson de la universidad de Misuri en Kansas City y Jeffrey Sommers de la universidad de Wisconsin-Milwaukee son consejeros del Grupo de trabajo de Reforma Letonia. Lea otros artículos de Michael Hudson y Jeffrey Sommers.