Cómo la alimentación y la agricultura regenerativas pueden invertir la despoblación y la pobreza de las zonas rurales

La alimentación y la agricultura regenerativas son la nueva referencia de lucha contra el cambio climático y para una agricultura respetuosa con el medio ambiente y el uso de la tierra en todo el mundo”

Por Ronnie Cummins, 5 de noviembre de 2017

commondreams.org

“Las prácticas regeneradoras apoyan los métodos de producción ecológica y la permacultura, que excluyen el uso de pesticidas, semillas transgénicas y técnicas de agricultura industrial”, escribe Cummins (Foto: Jason Johnson/Flickr/cc)

Uno de los debates con mayor carga política hoy en día, sobre todo en los Estados Unidos y Europa, es la llamada «crisis de inmigración»: 250 millones, el 3 % de los 7600 millones de personas que hay en el mundo hoy en día, son inmigrantes. Aproximadamente el 20 %, lo que representa 47 millones de personas, viven en los EE. UU. Otros 35 millones viven en Europa.

Un informe de Inter Press News Service dice:

Las recientes elecciones en todo el mundo han mostrado claramente un creciente apoyo público a los candidatos y partidos políticos que abogan por la deportación de los migrantes y por restricciones más duras contra la inmigración, incluyendo paralizarla por completo. Al mismo tiempo, la oposición, los desafíos y la resistencia a las deportaciones y las restricciones de inmigración se han extendido, y se han hecho más visibles”.

En los EE. UU., Donald Trump ha consolidado su apoyo a los racistas blancos y los conservadores al desacreditar repetidamente a los 10 millones de inmigrantes indocumentados mexicanos y centroamericanos, al calificarlos como «criminales y violadores» y ha prometido construir un muro a lo largo de la frontera mexicana y deportar a todos los «extranjeros ilegales», incluyendo a 800.000 «soñadores» -inmigrantes latinoamericanos que llegaron a los EE. UU. cuando eran niños y niñas- y a los inmigrantes latinos que habían sido deportados.

«Un número creciente de dirigentes de

organizaciones agrícolas y de la alimentación

han descrito la agricultura regenerativa como la’ próxima etapa’

de la agricultura y la alimentación ecológicas.»

Trump y los partidarios de las deportaciones masivas no reconocen que la política exterior de los Estados Unidos -específicamente la fallida Guerra contra las Drogas; el apoyo desde hace mucho tiempo a los regímenes corruptos, la policía y las fuerzas militares en México y Centroamérica; y los llamados Tratados de Libre Comercio (TLCAN y CAFTA)- han provocado el empobrecimiento sistemático de los pequeños agricultores y habitantes rurales al sur de la frontera, provocando la violencia de las pandillas y los cárteles de las drogas, forzando a millones a cruzar a los Estados Unidos.

Mientras tanto, los trabajadores inmigrantes que carecen de documentos de ciudadanía o de trabajo en los Estados Unidos pagan miles de millones de dólares en impuestos, fortalecen a las comunidades inmigrantes y de bajos ingresos, envían miles de millones de dólares en remesas a sus familias y comunidades de origen cada año. A menudo trabajan en varios puestos de trabajo, proporcionando un gran impulso para la economía estadounidense, especialmente en los sectores agrícola, procesamiento de alimentos, restaurantes, salud y construcción, donde el trabajo es duro y los salarios bajos.

En la reciente Cumbre Regional sobre Migrantes y Retornados celebrada en Quetzaltenango (Xela), Guatemala, del 20 al 21 de octubre, surgió una nueva y prometedora solución a la «crisis migratoria» global: la creación de proyectos locales de desarrollo económico impulsados por las bases y basados en prácticas de alimentación, agricultura y uso de la tierra regenerativas.

La alimentación y la agricultura regenerativas son la nueva referencia de una agricultura y uso del suelo respetuosos con el clima y el medio ambiente en todo el mundo. Un número cada vez mayor de dirigentes de organizaciones agrícolas y de alimentación han descrito la agricultura regenerativa como la «próxima etapa» de la agricultura y la alimentación ecológicas.

Las prácticas regenerativas son esencialmente métodos mejorados de producción ecológica y de permacultura que excluyen el uso de pesticidas, semillas transgénicas y técnicas agrícolas industriales. Las prácticas regenerativas se centran en mejorar la salud del suelo, la retención de agua y la conservación del agua de lluvia, así como en el uso de la rotación de cultivos, la agrosilvicultura y el pastoreo rotativo planificado, con la intención de retener el exceso de carbono presente en la atmósfera.

Un número creciente de explotaciones agrícolas regenerativas de todo el mundo están demostrando cómo los agricultores y pastores pueden restaurar la salud del suelo, mejorar la nutrición alimentaria y aumentar los rendimientos, mientras que fortalecen los sistemas alimentarios locales y las prácticas tradicionales (tales como el ahorro de semillas y la cría de animales a pequeña escala), empoderan a las mujeres y los jóvenes, y restauran o mejoran la seguridad alimentaria de la comunidad.

Los participantes en la Cumbre de Migrantes en Guatemala discutieron cómo un programa de financiamiento transfronterizo de «tres por uno» a base de fondos comunes o de préstamos, apoyado por inmigrantes, repatriados, ciudadanos y autoridades locales podría potencialmente proveer los recursos para una transformación importante de las prácticas alimentarias, agrícolas y de uso de la tierra de la región.

Los líderes de la recién formada alianza, Regeneración Guatemala, explicaron que la restitución del carbono y la fertilidad del suelo, la conservación del agua, la captación de lluvias y la utilización de prácticas ecológicas y «más allá de la producción ecológica» de cereales, sistemas agroforestales y ganadería regenerativa (especialmente avícola) podrían hacer de Guatemala un líder agrícola en la región. Al regenerar el sistema agrícola guatemalteco, el país podría abastecer a sus 16 millones de habitantes con alimentos asequibles, de alta calidad y ricos en nutrientes, así como proporcionar empleo y un desarrollo económico muy necesario en el campo y en las zonas urbanas adyacentes, donde la pobreza y la delincuencia son los principales factores que impulsan la migración forzada.

Guatemala es una nación predominantemente rural, indígena y agrícola, similar a otras naciones de África, Asia y el Medio Oriente, donde la migración forzada se ha convertido en un tema crítico. Un 67 por ciento de los ciudadanos guatemaltecos, así como la mayoría de los más de dos millones de inmigrantes guatemaltecos en Estados Unidos (75% de los cuales están potencialmente sujetos a deportación por el gobierno de Trump) provienen de comunidades rurales donde la pobreza, la desnutrición y la degradación ambiental son la norma. Una situación similar en toda la región ha impulsado a millones de mexicanos, salvadoreños y hondureños durante las últimas décadas a exiliarse forzosamente en los Estados Unidos y Canadá.

Como los participantes en la Cumbre de Xela recalcaron una y otra vez, muchos de sus compatriotas enl exilio forzado en El Norte estarían felices de regresar con sus familias y comunidades de origen, si hubiera empleo y estabilidad social.

Los más de 1.500 delegados reunidos en Quetzaltenango aplaudieron con entusiasmo cuando los oradores señalaron que la llamada Revolución Verde de Guatemala, que incluye el uso intensivo de pesticidas tóxicos, fertilizantes químicos, monocultivos, transgénicos y el modelo agroexportador, ha tenido un efecto desastroso en sus comunidades y naciones de origen. La reacción fue la misma cuando los oradores hablaron sobre el modelo de comida chatarra, representado por Coca-Cola, McDonald’ s, KFC y Burger King, y los llamados Tratados de Libre Comercio, incluyendo el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y los Tratados de Libre Comercio de Centroamérica.

Los asistentes a la conferencia, representando a una amplia muestra representativa de comunidades indígenas, pequeños agricultores, cooperativas agrícolas, estudiantes, activistas religiosos, defensores de los derechos de los migrantes y retornados (inmigrantes que han regresado o han sido deportados de los Estados Unidos), apoyaron con entusiasmo la idea de utilizar prácticas agrícolas tradicionales y regenerativas para restaurar la seguridad alimentaria, la salud pública, la estabilidad climática y la prosperidad rural en las zonas empobrecidas de México y Centroamérica, donde la migración forzada se ha convertido en la norma.

Como lo expresó el guatemalteco Reginaldo Haslett-Marroquín del Proyecto Principal de Calles de Minnesota y Regeneración Internacional, que desarrollando sistemas de agricultura regenerativa, como el Proyecto Avícola Regenerativo, en todo los Estados Unidos y México «se puede provocar una revolución de ideas y un flujo de capital» en comunidades rurales empobrecidas por las prácticas agrícolas intensivas en el empleo de energía y productos químicos, la llamada Revolución Verde, algo que ha fracasado. (Diario La Hora del 21 de octubre de 2017).

Más allá de la discusión del muro de Trump, las deportaciones masivas y la discriminación racista a la que se enfrentan millones de latinos indocumentados en Estados Unidos, los asistentes a la Cumbre de Migrantes respondieron con entusiasmo a la idea de que las comunidades «de aquí y de allá» podrían unirse y «plantar la semilla» para un nuevo sistema de alimentación y agricultura saludables, amigables con el clima y económicamente viable.

Aprendí en la Cumbre que los migrantes guatemaltecos de los Estados Unidos ya envían cerca de 7 mil millones de dólares al año en transferencias de dinero a sus familias y comunidades de origen, dos veces la cantidad de dinero que los agroexportadores guatemaltecos reciben por todas sus exportaciones de productos como café y las bananas. Los migrantes salvadoreños envían una cantidad similar, mientras que los migrantes mexicanos envían más de 70 mil millones de dólares a sus comunidades de origen este año. Canalizar un porcentaje estratégico de estas remesas a proyectos agrícolas regenerativos basados en la comunidad, junto con la presión a los gobiernos locales y federales para que igualen estas remesas de migrantes, podrían no sólo restablecer la esperanza y la vitalidad de estas comunidades rurales, sino también reducir drásticamente el número de migrantes forzosos. Incluso los seguidores de las deportaciones de Donald Trump podrían tener problemas para rechazar este tipo de financiación transfronteriza para el desarrollo económico autosuficiente local.

Lo que ahora se llama agricultura regenerativa

o agricultura ecológica, ya fue practicada hace miles de años

por los mayas y otros pueblos indígenas

en toda América”.

Como les expliqué a los asistentes a la conferencia durante la sesión plenaria final, la agricultura regenerativa no es un nuevo invento de los agricultores de prácticas ecológicas del Norte. Es la adaptación de las antiguas prácticas agrícolas, como el sistema maya tradicional aplicado a los sistemas agroforestales, el cultivo de la milpa (maíz, frijoles, calabaza y otras hortalizas), el compost natural y el manejo holístico de aves de corral y ganado.

Una forma de lo que ahora se conoce como agricultura regenerativa, o agricultura ecológica regenerativa, ya fue practicada hace miles de años por los mayas y los pueblos indígenas de toda América. Los mayas sobrevivieron y prosperaron en armonía con la Tierra -sin pesticidas, fertilizantes químicos, transgénicos o confinamiento concentrado de animales. Se alimentaron a sí mismos manteniendo al mismo tiempo un ciclo de carbono adecuado (un equilibrio entre el CO2 en la atmósfera y el carbono en el suelo y los bosques) y un medio ambiente biológicamente sano y diverso.

Nuestra misión hoy como «regeneradores» en América y el resto del mundo, es retomar, restablecer y ampliar estas prácticas tradicionales. Debemos modificarlas para que se ajusten a las condiciones ecológicas y de mercado específicas de nuestras zonas y regiones locales. De esta manera podemos regenerar el suelo, mejorar drásticamente los rendimientos y la calidad de los alimentos, restaurar la salud pública, eliminar las presiones que causan la migración forzosa y, por último, pero no menos importante, reducir y secuestrar suficiente exceso de carbono de la atmósfera a través de una fotosíntesis y reforestación mejorada de las plantas para revertir el calentamiento global y la alteración del clima.

Más allá del sueño todavía utópico de fronteras abiertas, los guatemaltecos y las comunidades indígenas han comenzado a discutir en términos prácticos lo que podemos hacer ahora mismo para mitigar y eventualmente poner fin a la migración forzosa. Les debemos a ellos y a nosotros mismos cambiar el debate sobre la «crisis de la inmigración» y la construcción de muros y la deportación hacia la solidaridad y la regeneración transfronterizas.

Ronnie Cummins es un veterano activista veterano, autor y organizador. Es el Director de la Asociación Internacional de Consumidores Orgánicos y su filial de México, Vía Organica.


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