Por Fatemah Farag, 30 de enero de 2012
Estoy en Dubai. En el Hotel Atlantis para ser más precisos, donde se reúnen los más importantes profesionales de los medios de comunicación árabes, entre alfombras de color aguamarina y naranja, con lámparas adornadas con conchas marinas, invitados por el Club de Prensa de Dubai. Se celebra el IX Foro de los medios de comunicación árabes.
Es en muchos sentidos una experiencia surrealista: rascacielos que rompen el árido paisaje, junto a las tranquilas aguas del Golfo, rodeados de lo que parece una capa constante de vapor, la tranquilidad del aire nocturno trae insinuaciones de un sonido que recuerda un Dubai que se construye durante las 24 horas del día.
En los salones de baile, que es donde se celebra la conferencia, el tema es: “El cambio de Mediascape: inspiración de contenidos, ampliación de sus metas”. Iniciamos la mañana con tres talleres, y los que no tenían mucho interés por los medios de comunicación de Kuwait, o la cobertura de los desastres naturales, acudieron en multitud a este otro evento: El periodismo ciudadano: desafiando una fuente no identificada”, al que acudí.
Anwar el-Hawary, jefe de redacción de la revista Al Ahram Al Iqtisadi, calentó la sesión describiendo el periodismo ciudadano como una moda arrolladora a la que los medios de comunicación ven como una amenaza, y a la que debe hacerse retroceder. Un periodista saudí respondió que la credibilidad de las informaciones de los medios tradicionales con las que están alimentando a su público es la verdadera amenaza a esta profesión, y esto es lo que debe cambiarse.
A lo largo de la sesión, no podía dejar de sorprenderme del significado de tradicional, en el sentido de medios de comunicación controlados por el Estado, mientras que “no tradicionales” hace referencia a los blogs y al periodismo ciudadano. Los participantes parecían actuar como si esta división no existiese desde hace unos años, formando todo ello una amalgama dentro del periodismo internacional.
Los medios impresos tradicionales se han trasladado a Internet. Sus principales competidores son ahora los bloggers y las redes sociales. Si se trata de competir, los medios tradicionales del periodismo deben adaptarse a las reglas del mercado. No sólo deben acercarse al uso de Twitter, iPhones y otros aspectos técnicos que han revolucionado este negocio. Se trata de reconceptualizar nuestra forma de trabajar, en los formatos que usamos – igual que el blog que tengo ahora- y las fuentes que podemos incorporar en nuestra cobertura.
La esperanza consiste en que este es un formato más democrático y, en consecuencia, más informativo. Y los medios de comunicación que pretendan abrazar este nuevo mundo deben invertir en tiempo, esfuerzo, ideas y en los recursos para el desarrollo de directrices que incorporen contenidos generados por los usuarios, formando periodistas ciudadanos, y la adaptación al mercado de nuestra profesión.
Pero en todo esto, no debemos perder de vistas las normas esenciales del periodismo de alta calidad, que nunca deben estar comprometidas: honestidad, equilibrio, investigación, credibilidad y ética. Éstas son las mejores señas de identidad de nuestra profesión y nunca deben estar comprometidas. En esto radica la verdadera naturaleza de este desafío.