Noury y Lafontaine: De la nanomedicina a la nanosalud

sniadecki.wordpress.com, 11 de julio de 2024

Artículo publicado en la revista Socio-anthropologie n°29, 2014.

hacia un nuevo paradigma biomédico

Resumen

Desarrollada en torno a los principios de la medicina predictiva, la medicina personalizada y la medicina regenerativa, la nanomedicina se perfila como un campo interdisciplinar que promete revolucionar la atención sanitaria. La nanomedicina representa un nuevo paradigma biomédico que Mathieu Noury y Céline Lafontaine exploran utilizando el concepto de nanosalud. Mientras que la nanomedicina se refiere generalmente a las diversas aplicaciones de la nanotecnología en el campo de la investigación biomédica, la nanosalud se refiere a todos los efectos sociológicos de estas aplicaciones. Con el concepto de nanosalud, los autores aprehenden conceptualmente la naturaleza y el alcance de las implicaciones de la redefinición tecnocientífica de la práctica biomédica desde el ángulo de la aplicación de las nanotecnologías a la atención sanitaria.

«Nuevas fronteras en la investigación sanitaria» [1], «medicina del futuro» [2], «futuro de la asistencia sanitaria» [3], «nueva era científica» [4]: abundan las expresiones para describir la novedad y singularidad de la nanomedicina. En general, la nanomedicina se presenta como una revolución médica que promete transformar radicalmente la medicina gracias a las nanotecnologías. Se espera que sus efectos afecten a todos los ámbitos de la intervención médica, desde el diagnóstico al tratamiento, incluyendo nuevas tecnologías de administración de fármacos, nuevos modos de intervención que combinen diagnóstico y terapia ( teranóstica) y nuevas técnicas de ingeniería de tejidos.
Por su carácter interdisciplinar, la nanomedicina no es simplemente un nuevo campo biomédico que se injerta en los ya existentes. Representa un nuevo paradigma sanitario que promueve un enfoque diferente de la atención al paciente y la intervención biomédica. El rasgo distintivo de este paradigma es que incluye todas las grandes tendencias de la investigación biomédica contemporánea bajo el paraguas del prefijo nano, es decir, la medicina predictiva, la medicina personalizada y la medicina regenerativa. Para identificar la naturaleza y las implicaciones de este nuevo paradigma, proponemos en este artículo el concepto de «nanosalud», que nos permite conceptualizar las cuestiones asociadas a la investigación nanomédica y, más ampliamente, a estos tres grandes sectores del progreso biomédico. Empezaremos definiendo el concepto de nanosalud y presentando nuestro planteamiento. En el resto del artículo expondremos nuestro análisis, que se basará en los tres elementos transversales del paradigma nanomédico.

La nanomedicina, un modelo transversal

Al reunir los principios de la medicina predictiva, la medicina personalizada y la medicina regenerativa, el concepto de «nanosalud» permite comprender de forma global la naturaleza y los efectos de las implicaciones del modelo de salud encarnado por la nanomedicina y, en este sentido, comprender de forma más amplia las cuestiones asociadas a los avances biomédicos más recientes. Así, mientras que la nanomedicina se refiere en general a las diversas aplicaciones de la nanotecnología en el campo de la investigación biomédica, el concepto de nanosalud se refiere a los efectos y retos generales de estas aplicaciones sobre la salud y la sociedad.

El concepto de nanosalud debe entenderse como un ideal típico que sirve de «modelo sintético» destinado a dar un significado general a los diversos factores que conforman la especificidad de la aplicación de las nanotecnologías a la medicina [5]. Pretende ser una herramienta conceptual sencilla para sintetizar los elementos dispersos de la realidad nanomédica y ofrecer una representación de este fenómeno complejo con el fin de formalizar las grandes tendencias y evaluar los efectos generales.
Desde un punto de vista teórico, el concepto de nanosalud ayuda a dar cuenta de la dinámica de biomedicalización y molecularización. El neologismo biomedicalización fue propuesto por Clarke et al. para conceptualizar la transformación cualitativa de la dinámica de medicalización bajo el efecto de las innovaciones tecnocientíficas [6]. Hace referencia a un cambio profundo en las modalidades y los objetivos de la intervención biomédica, definida menos por el ejercicio del control sobre los cuerpos designados como patológicos que por la aplicación de prácticas de transformación tecnocientífica de dichos cuerpos a nivel de sus unidades biológicas fundamentales. En este sentido, esta nueva forma de control médico se inscribe en un amplio movimiento epistemológico que Nikolas Rose ha denominado «molecularización» [7]. Con sus raíces en la biología molecular, este nuevo «estilo de pensamiento» [8 ] se basa en el desplazamiento simultáneo de la mirada científica hacia la escala de los mecanismos vitales y de la finalidad de la práctica médica hacia la transformación técnica de estos mecanismos. Como señala la historiadora de la ciencia Lily E. Kay, el modo de pensar molecular se basa en una concepción tecnológica de la vida (la vida como tecnología), cuyo objetivo práctico es la ingeniería del cuerpo [9]. Así pues, la nanomedicina debe considerarse la forma médica más acabada de esta lógica contemporánea de tecnocientificación del conocimiento y la práctica biomédicos.

Consideraciones metodológicas

El siguiente análisis se basa en dos tipos principales de material cualitativo. El primero se basa en el análisis de 27 entrevistas semiestructuradas con investigadores canadienses y franceses especializados en nanomedicina que trabajan en laboratorios universitarios. Los investigadores entrevistados representan los tres principales sectores de actividad de la nanomedicina y fueron seleccionados en función de su experiencia en cada uno de ellos [10]. También se analizaron libros de introducción a los principios de la nanomedicina y artículos científicos (revisiones por pares) de revistas biomédicas. También estudiamos documentos de iniciativas oficiales sobre nanomedicina, como los de la Iniciativa Canadiense de Medicina Regenerativa y Nanomedicina (CIRNM) y la Plataforma Tecnológica Europea sobre Nanomedicina (ETPNM). La comparación de los datos obtenidos para cada una de ellas ha puesto de manifiesto los principales problemas asociados a las tres ramas de la nanosalud, que presentamos a continuación.

Medicina predictiva

Una de las grandes promesas de la nanomedicina es desarrollar nuevas tecnologías de diagnóstico capaces de detectar una enfermedad lo antes posible mediante la búsqueda de biomarcadores [11]. En referencia a cualquier alteración celular a nivel de ADN, ARN o proteínas, los biomarcadores son características moleculares que pueden medirse y evaluarse «objetivamente» como indicadores del funcionamiento normal o patológico de los procesos biológicos [12]. Muchos investigadores los consideran la esencia misma de una enfermedad en ciernes [13].
A diferencia de especialidades como la epidemiología o la anatomía patológica, la nanomedicina está especialmente interesada en detectar los signos de enfermedad antes incluso de que una persona haya empezado a enfermar. Pretende generar una forma de conocimiento que busque elementos predictivos en la condición biológica presente, haciendo calculable la condición futura [14]. La identificación de determinados biomarcadores se utiliza para producir un conocimiento predictivo de la historia «natural» del desarrollo patológico futuro, con el fin de intervenir lo antes posible.

El modelo de la «cascada»

La nanomedicina se basa en un modelo conceptual de patología que puede describirse utilizando la metáfora de una «cascada» [15]. Basado en el conocimiento del funcionamiento de los procesos moleculares, el modelo de cascada entiende la enfermedad de la siguiente manera: las mutaciones moleculares dentro de la célula conducen a cambios a nivel celular que transforman el funcionamiento de tejidos y órganos y causan síntomas, signos y experiencias subjetivas de malestar.

Este modelo considera la enfermedad como un proceso dinámico cuyo origen radica en la alteración de los componentes intracelulares, es decir, las unidades fundamentales de los organismos vivos. Se centra en el desarrollo temporal de la patología y en las relaciones causa-efecto entre sus diferentes etapas. Esta conceptualización va más allá de la simple representación ontológica de la enfermedad como alteración de un estado de la naturaleza [16]. Esta línea de razonamiento se encuentra en la base de la anatomopatología clásica, que no se interesa por el proceso que precede a la alteración del estado biológico. Al tratar de objetivar las posibles correlaciones entre los factores de riesgo revelados por los biomarcadores y las enfermedades con las que podrían estar relacionados, la nanomedicina trasciende el razonamiento epidemiológico subyacente a la medicina preventiva y empuja a la medicina predictiva, tal y como se ha desarrollado hasta la fecha con la genómica, hacia nuevas vías.

«Adelantarse a las enfermedades»

Pierre B., investigador que trabaja en la aplicación de nanopartículas para la obtención de imágenes médicas en entornos clínicos, resume así el razonamiento que subyace a los nanodiagnósticos: «La nanotecnología nos proporcionará las herramientas para ser más predictivos, para hacer diagnósticos más precoces. […] Como haremos el diagnóstico en una fase muy temprana, iremos un paso por delante de la enfermedad».
El modelo del nanodiagnóstico sugiere que los biomarcadores no revelan la presencia de una enfermedad, sino que predicen su desarrollo. Se consideran parte integrante de la definición de una enfermedad, porque encarnan estadísticamente su «presencia». Por ejemplo, una paciente cuyo microarray detecta un marcador asociado al cáncer de mama «tiene» ese cáncer [17] [La tecnología de microarrays es una tecnología en desarrollo para estudiar la expresión de muchos genes a la vez. Consiste en colocar miles de secuencias génicas en lugares determinados sobre un portaobjetos de vidrio llamado chip. Una muestra que contiene ADN o ARN se pone en contacto con el chip. El apareamiento de las bases complementarias entre la muestra y las secuencias de genes en el chip produce una cantidad de luz que se puede medir. Las áreas del chip que producen luz identifican los genes que se expresan en esa muestra], aunque la enfermedad no esté realmente presente. De hecho, el análisis molecular nos enfrenta a una situación paradójica en la que la prueba de la enfermedad se basa en su ausencia, es decir, en signos que no son accesibles al campo perceptivo [18]. El presente de la enfermedad se define en términos de futuro probabilístico, lo que tiene por efecto introducir un razonamiento predictivo a partir del cual se definen hechos objetivos sobre la base de correlaciones de factores de riesgo moleculares. Y ello a pesar de que las relaciones causa-efecto entre la detección de predisposiciones moleculares y el desarrollo futuro de determinadas enfermedades distan mucho de ser evidentes. Además, dado el estado actual del progreso científico, es prácticamente imposible predecir con exactitud la transición del genotipo al fenotipo, o la gravedad y la edad de aparición de una enfermedad, en el caso de las enfermedades multifactoriales que representan la mayoría de las patologías comunes [19].
Basado en una temporalidad médica que mira al futuro de la salud más que a la presencia real de la enfermedad, el mecanismo intelectual del nanodiagnóstico puede entenderse, por tanto, como la medición cuantitativa del grado de riesgo, es decir, la probabilidad de que se desarrolle una patología en gestación. En palabras del biólogo Leroy Hood, el razonamiento predictivo pretende «cuestionar la salud más que la enfermedad» [20]. Esta línea de razonamiento guía el desarrollo de la nanomedicina, menos interesada en combatir la enfermedad que en mantener la salud mediante el control tecnológico de su estado futuro, expresando una profunda transformación en la finalidad de la práctica biomédica que redefine no sólo su temporalidad sino también, concomitantemente, su territorio de intervención.

La producción tecnológica del cuerpo en riesgo del “paciente en proceso”

El razonamiento asintomático y predictivo de la nanomedicina nos enfrenta a una difuminación de la frontera entre el cuerpo normal y el cuerpo patológico, en medio de la cual emerge el cuerpo en riesgo del «paciente-en-el-futuro» [21]. El estatus probabilístico de la categorización predictiva induce un estado de incertidumbre médica que genera esta nueva figura de paciente asintomático situado en una zona intermedia en la frontera entre la salud y la enfermedad, lo normal y lo patológico. Mientras que la biomedicina concibe tradicionalmente a su sujeto en términos de un cuerpo patológico definido por la presencia de síntomas probados, en oposición a un cuerpo normal asintomático, el nanodiagnóstico concibe a su sujeto en términos de un cuerpo en riesgo producido por las nuevas técnicas de diagnóstico molecular. En efecto, son estas nuevas tecnologías las que, a través de la información que producen, dan consistencia a este cuerpo virtualmente portador de una enfermedad en ciernes [22], invirtiendo la relación presencia/ausencia característica de la medicina clínica. Al igual que la imagen del laboratorio en un chip [23], son objetos intermediarios [24], es decir, portadores y vectores del pensamiento molecular que materializan su sistema de pensamiento y clasificación, y a partir de los cuales se construye el cuerpo en riesgo. El poder normativo del saber médico se materializa en estas nuevas tecnologías, capaces de realizar el trabajo de tratamiento y análisis de un proceso de diagnóstico sin necesitar necesariamente la presencia de un médico.

Pierre B. constata que «para el diagnóstico, estamos realmente ante un gran salto tecnológico, porque se produce la irrupción de una nueva ciencia, la física de la información, la electrónica, el microprocesador […]. […] Lo importante es el hecho de tratar la información». Aunque este «salto tecnológico» no es específico de la nanomedicina, sino que está más profundamente arraigado en la dinámica de la molecularización, esta observación pone de relieve, no obstante, que este cambio de orientación del conocimiento médico al conocimiento del futuro biológico encuentra su condición material de posibilidad en las nuevas tecnologías de tratamiento de la información [25].
Puesto que «lo importante es el tratamiento de la información», las tecnologías de la información son la condición esencial para la producción y difusión del conocimiento predictivo en nanodiagnóstico, y son ellas las que dan «realidad» a lo que todavía no la tiene, es decir, al cuerpo en riesgo de convertirse en paciente. Como vectores de la lógica predictiva y asintomática del pensamiento molecular, las tecnologías de nanodiagnóstico producen de hecho una «hiperrealidad» [26 ] del estado de salud, es decir, hacen coincidir la realidad del estado actual con el conocimiento predictivo generado por los dispositivos de diagnóstico molecular. En otras palabras, la presentación de la realidad simulada o informacional del futuro biológico se convierte en la realidad biológica presente, una hiperrealidad que, por un lado, oblitera la virtualidad original del cuerpo en riesgo para convertirlo en una condición «real» en gestación y, por otro, enmascara la operación técnica que produce esta condición.

Controlar la salud, vigilar el cuerpo

La importancia creciente de las tecnologías de predicción molecular hace que todos seamos miembros de una misma comunidad: la de los enfermos asintomáticos [27]. A través del prisma del pensamiento molecular, compartimos una condición biológica tan precaria como la de los enfermos crónicos, cuyo estado de salud debe vigilarse constantemente para detectar el más mínimo defecto biológico. Para ello, el desarrollo de nuevas tecnologías de vigilancia de la salud es una de las prioridades de la nanomedicina [28], como los microchips inalámbricos que pueden implantarse en el cuerpo [29]. La visión ideal que guía el desarrollo de todas las tecnologías de diagnóstico molecular es la de una vigilancia tecnológica del cuerpo que no sólo se integre en la vida cotidiana, sino que se extienda a lo largo de toda la vida. Desde el nacimiento hasta la muerte [30], todo el curso de la vida estaría biomedicalizado y bajo control tecnológico permanente [31].
De este modo, los dispositivos de nanodiagnóstico amplían considerablemente las posibilidades de control técnico del cuerpo, no sólo en el tiempo (en cualquier momento), sino también en el espacio (en cualquier lugar). Mientras que los procedimientos de control de la salud se limitaban esencialmente a un chequeo en un hospital o una clínica, la miniaturización de los dispositivos de diagnóstico permite que los instrumentos médicos se extiendan más allá de los muros de las instituciones médicas hasta el espacio interior del cuerpo y controlen continuamente los más mínimos cambios fisiológicos y moleculares [32].
La consecuencia de esta descentralización de los cuidados es poner en tela de juicio los límites de la intimidad corporal invirtiendo radicalmente el eje de interioridad-exterioridad, público-privado. Esta inversión es una consecuencia directa de las nuevas tecnologías de la información, cuya particularidad es contribuir al encogimiento del espacio íntimo [33]. Los nanodispositivos abren la vía a una vigilancia permanente del funcionamiento de los mecanismos vitales y de los comportamientos en materia de salud. La necesidad de información se ha impuesto a la intimidad. Como un guante vuelto del revés, el cuerpo se actualiza constantemente para evaluar las desviaciones y anomalías con el fin de evitar cualquier «riesgo». Esta observación constante de la intimidad biológica contribuye a difuminar cualquier diferenciación clara entre lo que es privado y lo que es público, desdibujando lo que consideramos territorio íntimo. A este respecto, Sébastien R., químico y toxicólogo, expresó claramente sus temores ante el desarrollo de estos dispositivos de vigilancia:

«Hay un gran problema ético. ¿Hasta dónde llega la libertad? También tengo un problema con la RFID [34] [ La tecnología RFID es un tipo de sistema de identificación de productos, y básicamente su significado es identificación por radiofrecuencia. Es un sistema que es similar al de los códigos de barras tradicionales, pero tienen grandes ventajas frente a esta tecnología.Esta tecnología no requiere identificar una etiqueta de un producto mediante una imagen. Por su parte la tecnología RFID utiliza ondas de radio con las que se comunican con un microchip, el cual se puede montar en muchos soportes tales como tag o etiqueta RFID, una tarjeta o un transpondedor]. La RFID se está vendiendo hasta la saciedad.

Ahora se dice: «Vamos a nanoetiquetar». […] Se trata de nanoetiquetar medicamentos como la insulina, lo que permitiría simplemente decir a la enfermera o al médico por retransmisión vía satélite que el paciente ha tomado su medicina. ¿Qué significa eso? ¿Que cura? No cura nada. […] Añadir un chip RFID no va a mejorar en nada la eficacia de la insulina. […] Para mí, esto es un problema grave. Es la electronificación del hombre, la esclavización del paciente y del hombre. […] Estos dispositivos médicos me dan mucho miedo. Estamos perdiendo nuestra independencia, nuestra libertad. Hay un humanismo que se ha perdido, creo…».

Medicina personalizada

Los nanodispositivos de detección predictiva y seguimiento biológico nos enfrentan a la otra gran promesa de la nanomedicina: la medicina personalizada. La nanomedicina se presenta como un enfoque de la medicina favorable al paciente [35 ] que, a partir de un diagnóstico personalizado, proporcionaría un tratamiento «a medida», ofreciendo la promesa de una medicina que tiene en cuenta la «especificidad» de cada paciente [36]. Pero, ¿de qué «especificidad» estamos hablando? ¿Y qué entendemos exactamente por «a medida»?

Individualidad molecular y atención personalizada

La nanomedicina es la aplicación más avanzada del concepto de medicina personalizada, que debe su desarrollo a los avances de la farmacogenómica [37] y la farmacoproteómica [38]. Pierre B. resume esta aplicación de la siguiente manera:

La medicina personalizada […] es la idea de que antes tomábamos un medicamento para todo el mundo, pero ahora podemos definir perfiles para cada paciente en función de su patrimonio genético y su metabolismo. Algunos pacientes necesitarán más, otros menos, y algunos sabemos de antemano que no funcionarán. Así que ese es el concepto, idear objetos más moldeados y adaptados al paciente concreto y no un producto que vayamos a dar a todo el mundo. Lo que veo en la nanomedicina es este aspecto, el de la personalización para el paciente. Para mí, es un concepto que es cierto y que también implicará nuevas herramientas como productos de contraste, nanosondas o nanos… que nos ayudarán a hacer el diagnóstico. […] No es personalización en el sentido interpersonal, psicológico o de otro tipo. En realidad es personalización en el sentido de variabilidad biológica.
Hasta el desarrollo de la medicina molecular, los conocimientos biomédicos se desarrollaban a partir de una concepción de la salud y la enfermedad definida sobre una base poblacional. Sin embargo, los dispositivos de diagnóstico molecular ofrecen la posibilidad de obtener una cierta cantidad de información, cuyo punto de referencia central es el individuo [39]. La historia del desarrollo biológico de un individuo pasa a ser central. El valor predictivo de la información derivada de los datos proporcionados por los biomarcadores puede entenderse entonces en relación con la comparación de valores antecedentes específicos del desarrollo biológico del mismo individuo.
Sin embargo, la identificación de biomarcadores no conduce a una individualización radical de los cuidados, a pesar de lo que implica el uso ambiguo del concepto de personalización en los discursos que presentan el potencial de la nanomedicina. La personalización de la asistencia puede entenderse en un sentido más reduccionista que no cuestiona fundamentalmente el modelo de referencia basado en la población. En realidad, se trata de un perfeccionamiento de este modelo basado en una estratificación más avanzada de los grupos de pacientes en función de su «patrimonio genético» y su «variabilidad biológica». En este sentido, los dispositivos nanométricos contribuyen menos al desarrollo de una medicina cuyo único punto de referencia es el propio individuo que al desarrollo de una categorización más fina del perfil molecular de cada paciente, lo que permite desarrollar terapias adaptadas a subgrupos de población. El objetivo es reducir las posibilidades de sobretratamiento o, por el contrario, de infratratamiento. En palabras de estos dos investigadores

[…] de hecho personalizar el tratamiento significa […] estoy tomando una mujer que tiene cáncer de mama, le voy a hacer un análisis genético para ver y luego un análisis de sus células tumorales para ver si reacciona tal o cual tratamiento, si tiene tal o cual gen que permite demostrar que hay resistencia, finalmente «seleccionar» el perfil biológico, genético del paciente y de la enfermedad y decir cuál será el tratamiento más adecuado para la objetivo…” [Joëlle D.]
“[…] ya adaptamos la dosis de los medicamentos al peso de las personas, pero aquí va mucho más allá, es decir, por ejemplo, que un paciente que tiene un tumor expresará tal o cual antígeno, entonces lo sabremos muy temprano que será parte de un subgrupo así podremos individualizar tantos parámetros del paciente… que será un individuo específico que no se parecerá al de al lado porque el de al lado no tendrá diabetes, es diez años más joven y por lo tanto el tratamiento será un poco diferente debido a esta diferencia. Podremos crear paradigmas… por fin armas de toma de decisiones adaptadas a los múltiples parámetros de un individuo. » [Pierre B.]

La «especificidad» del paciente se desarrolla a partir de una categorización molecular que es el punto de partida para comprender concretamente el significado de la expresión medicina personalizada. En otras palabras, la medicina personalizada actúa como si el diagnóstico fuera a medida y el paciente un caso individual [40], pero el paciente sigue siendo un caso en una serie de referencia estadísticamente establecida, aunque más fina. Es porque el paciente «formará parte de un subgrupo» que «será un individuo concreto». La personalización de los cuidados se entiende en relación con una concepción de la individualidad definida a partir de las características moleculares de un subgrupo de individuos que comparten una misma afección. La individualidad biológica y, sobre todo, la individualidad molecular son los puntos de partida a partir de los cuales se conciben los cuidados. Es a partir de este reduccionismo que se desarrollan nuevas posibilidades terapéuticas «a medida», poniendo en tela de juicio el modelo de blockbuster farmacéutico, cuyo principio es crear un medicamento que pueda ser utilizado por el mayor número posible de individuos [41]. En este sentido, tras el paradigma de la especificidad del medicamento, la perspectiva abierta por «la farmacogenética devuelve la primacía a la especificidad del paciente, pero una especificidad objetivada, la única compatible con la ‘ciencia real'» [42].

Lejos de significar la reintroducción de lo que Canguilhem consideraba la realidad individual y cualitativa de la enfermedad [43], la transición de un modelo de tratamiento masivo a un modelo personalizado se basa en una renovación del modelo biomédico que históricamente se ha construido sobre el rechazo de la experiencia subjetiva del paciente y la objetivación de su cuerpo. La figura del paciente, conceptualizada por la medicina personalizada y retomada por la nanomedicina, se inscribe en esta perspectiva. Se refiere a un individuo cosificado a partir de sus características moleculares, y consagra así la representación informacional del ser humano [44]. La medicina personalizada se basa, pues, en una gran paradoja:

«Es haciéndose lo más científica y objetiva posible como esta medicina pretende adaptarse a la situación única de cada paciente». [45]

Desde este punto de vista, la nanomedicina es menos una revolución que la continuación de la dirección iniciada por la genética y la genómica con la terapia génica, cuyo entusiasmo frustrado intenta reavivar [46]. Desde otro ángulo, la convergencia de esta orientación reduccionista con la lógica proactiva de la nanomedicina la convierte en una práctica que acentúa el distanciamiento objetivo del paciente.

Personalización altamente técnica

Para la nanomedicina, personalizar los cuidados significa aumentar el grado de complejidad y de control molecular de estos dispositivos, en lugar de encontrar un mejor equilibrio entre la necesidad de objetividad, inherente a toda práctica científica, y la integración de la subjetividad individual. A propósito del concepto de personalización, Joëlle D. hizo el siguiente comentario: «¿Va a ser esto medicina personalizada en el sentido de una relación más personal entre paciente y médico? Se trata de una personalización muy técnica». En este sentido, el concepto de «diagnóstico terapéutico» es un ejemplo de esta concepción tecnocientífica de la personalización.
Concepto propio de la nanomedicina, la teragnosis [La teragnosis es una palabra creada con dos raíces, que implican diagnóstico (gnosis) y terapia o tratamiento (tera). Consiste en utilizar moléculas unidas a isótopos radiactivos, para diagnosticar y tratar diversas enfermedades] pretende desarrollar dispositivos nanométricos de diseño modular que combinen diagnóstico y terapia para ofrecer un tratamiento «a medida». Más concretamente, se trata de crear vectores multifuncionales o nanoplataformas capaces, en un solo procedimiento, de realizar una prueba diagnóstica, administrar un tratamiento a una diana específica y monitorizar la respuesta a ese mismo tratamiento. Encarnando el principio de las «nanotecnologías inteligentes» [47], estas plataformas multifuncionales integran agentes de contraste, que permiten obtener imágenes ultrasensibles, con agentes terapéuticos adaptados al paciente. Como explica Nicolas L., investigador nanofarmacéutico:

«La nanotecnología en terapéutica significa realmente combinar la imagen y la terapéutica, es decir, disponer de un objeto que se pueda visualizar, que se desplazará hacia el tumor, lo observaremos en una pantalla, y mediante una fuente externa desencadenaremos la liberación del principio activo en el tumor».

Gracias a sus propiedades, estos «vectores sigilosos» (Ibidem) se desplazan por el organismo, frustrando los mecanismos biológicos de defensa. Patrick Couvreur, pionero de la investigación nanofarmacéutica, utiliza explícitamente la imagen del «misil mágico» de Paul Ehrlich para describir el efecto deseado de estos dispositivos:

«Gracias al desarrollo de las nanotecnologías, la bala mágica imaginada por el científico e inmunólogo Paul Ehrlich se ha hecho realidad». (Ibidem)

Más allá de la referencia a Ehrlich, que pretende situar la nanomedicina en la continuidad de un proyecto científico del que es la encarnación histórica, el uso de la metáfora bélica de la «bala mágica» expresa la lógica proactiva que subyace a esta nueva forma de intervención médica [48].
De la desaparición del acto médico frente a su delegación en los dispositivos tecnológicos: la muerte anunciada del médico

El concepto de personalización que encarna la teragnosis remite a una individualización tecnocientífica de los cuidados en la que no se hace hincapié en la individualidad del paciente como persona, sino en la especificidad de la acción y en los criterios técnicos del propio dispositivo nanométrico:

«Con la terapnosis, podemos ver y controlar, pero podemos comprobar que el medicamento que queremos ha entrado realmente en el tumor que queremos, porque podemos verlo. Y eso es interesante porque podemos controlarlo viendo adónde va. [Puedes controlarlo a distancia y cambiarlo en el último momento. [Pierre B.]

Esta combinación de funcionalidades corresponde al proceso de tecnificación de la práctica médica característico de la nanomedicina. El cuerpo del paciente se vuelve accesible únicamente a través de la mediación de un dispositivo tecnológico al que se delega la capacidad de actuar, dando paso a una relación médico-paciente totalmente definida tecnológicamente. Estas dos citas son explícitas a este respecto:

«[…] digamos que la relación… está claro que… en teragnosis con imagen es más una relación individual, estamos en la técnica, en una relación técnica con el paciente». [Nicolas L.]
«La relación de contacto entre el médico y el paciente, a través de la cual podía diagnosticar cosas, existe cada vez menos y vamos más hacia la imagen médica no invasiva a distancia. Así que, desde ese punto de vista, creo que los trazadores, como los agentes de contraste, distancian. […] Está claro que ahora, cuando tenemos una operación, la mayor parte del trabajo se hace por endoscopia, donde vemos… donde el médico ve el interior del cuerpo utilizando pequeñas cámaras y pequeños bisturíes. Ahí es donde nos dirigimos. Creo que es el siguiente paso lógico hacia… la nanomedicina… Es un poco como el siguiente paso lógico hacia las cosas que se pueden activar a distancia. Sí, creo que nos estamos alejando. [Joëlle D.]

Como da a entender Joëlle D., «nos vamos a alejar cada vez más». Sin embargo, este distanciamiento tecnológico no debe entenderse como una ruptura radical con la tradición médica moderna. Para Alain-Charles Masquelet, «la evolución de la cirugía moderna puede leerse como la historia de un doble reflujo: la mano del operador se retira al mismo tiempo que se encierra el cuerpo que sufre» [49]. El alejamiento progresivo del sujeto activo y de sus sensaciones subjetivas (tacto) por la racionalización de la práctica médica fue la garantía de su cientificidad y marcó la emergencia del papel central del instrumento como medio de control de la práctica.

La representación del progreso médico se asocia ahora al desarrollo de una medicina totalmente tecnificada, en la que la retirada de los gestos y del contacto cuerpo a cuerpo se considera la garantía de una mejor atención. El énfasis puesto en el desarrollo de nuevas tecnologías no invasivas, que ya no requieren la intrusión en el cuerpo a través de la incisión cutánea, considerada como un acto violento e incierto, es característico de este distanciamiento de la tecnología y de esta creencia en la superioridad de una acción tecnológica que prescinde totalmente de la subjetividad de la acción humana. De hecho, el carácter no invasivo de la nanomedicina es un argumento recurrente en los discursos de presentación de las innovaciones nanomédicas que pretenden promover su novedad [50].

Medicina regenerativa

Destinada a reproducir artificialmente los procesos biológicos que permiten la regeneración de los tejidos, la medicina regenerativa es sin duda la parte del modelo de la nanosalud que corresponde más claramente a la lógica tecnocientífica de la nanomedicina. Isabelle V., investigadora en ingeniería celular, define la medicina regenerativa de la siguiente manera:

«Mi definición era ésta, de hecho. Se trata de enfoques basados en células o moléculas para favorecer la reparación de los tejidos. Así que podemos sustituir las células del tejido cultivando células ex vivo y produciendo células similares y trasplantándolas, o podemos, por ejemplo, inyectar un fármaco que fomente la proliferación y diferenciación de las células madre que ya están presentes en ese tejido. Eso es lo que hacemos nosotros, pero hay otras personas que utilizan biomateriales para promover la regeneración. O bien implantan biomateriales, materiales sintéticos basados en polímeros, para fomentar el crecimiento y la proliferación celular o, por ejemplo, desarrollan biomateriales sobre los que sembrarán células y las cultivarán ex vivo para luego trasplantar una estructura con células y polímeros».

Ayudar al cuerpo a curarse

La originalidad del proyecto de medicina regenerativa reside en la voluntad de «ayudar al cuerpo a curarse a sí mismo» [51]. Considerada a menudo como una nueva forma de medicina de los trasplantes, la medicina regenerativa se distingue de la medicina de los trasplantes en que su fundamento es la sustitución o la reparación, más que la regeneración. El objetivo del trasplante es compensar la degeneración de un órgano sustituyéndolo, sin intentar restaurar su estado normal. En cambio, la regeneración consiste en restablecer la estructura y función normales de un órgano sin sustituirlo. No pretende compensar una disfunción orgánica, sino restablecer la función «normal» del órgano estimulando su autorregeneración. El objetivo no es sólo detener, sino también invertir el proceso de degeneración de los tejidos y, en cierto modo, retroceder en el tiempo y recuperar el estado orgánico anterior. Alex C., investigador que trabaja en neurodegeneración, dejó clara esta diferencia cuando le pedimos que definiera la naturaleza específica de la medicina regenerativa. Para él, el trasplante es un enfoque terapéutico diferente de lo que denomina la «autorreparación» característica de la medicina regenerativa:

«Supongo que la definición más sencilla en la que yo pensaría sería… autorreparación. Y pienso en ello a nivel tisular. Hay un daño tisular. ¿Se puede autorreparar un tejido? Yo diría que ése es el núcleo de mi definición. […] Ahora bien, eso es un poco diferente del trasplante, en el que se controlan tejidos y células fuera del cuerpo y se vuelven a introducir. Todavía está en el paraguas general de la medicina regenerativa, digamos. En mi opinión, la regeneración es rehacer un proceso que ya se ha realizado. Es una especie de autorreparación tisular, porque el tejido ya se ha hecho y ahora tiene que volver a hacerse a sí mismo. Bien como resultado de un proceso normal, bien como resultado de daños o enfermedades».

En este sentido, lo revolucionario de la medicina regenerativa es que propone un enfoque que pretende curar restableciendo el estado fisiológico de normalidad previo a la enfermedad. Desarrolla técnicas que buscan restaurar una normatividad fisiológica que sería el estado natural pasado de una persona. Sin embargo, este objetivo de volver a una normalidad natural pasada es en sí mismo paradójico en relación con el enfoque tecnocientífico de los cuidados que propone en la práctica. De hecho, el aspecto «revolucionario» de la regeneración no reside en la restauración de una condición biológica anterior, sino en la remodelación técnica de la condición biológica actual.

Regenerar los tejidos, remodelar el cuerpo, mejorar la biología

La expresión «ayudar al cuerpo a curarse a sí mismo» es muy representativa de esta paradoja. Se trata de restablecer un estado natural previo mediante una «ayuda» médica que implica la intervención técnica del ser humano en el curso del desarrollo biológico. En otras palabras, una intervención que implica transformar los procesos biológicos en lugar de restaurarlos a su estado anterior. Así es como la investigadora Isabelle V. ve la diferencia entre la medicina regenerativa y la medicina clínica tradicional:

«La diferencia que yo podría ver, es que hay ciertos enfoques nuevos en la medicina regenerativa que realmente tratan de entender cómo el cuerpo se repara o regenera de forma natural y luego tratan de mejorar o reforzar estos procesos que están latentes en el tejido. Creo que la medicina convencional no se dirige realmente a los procesos que están latentes, sino a los que están activos y luego probablemente intenta fomentarlos o facilitarlos.»

Partiendo de la comprensión de los procesos naturales de regeneración de los tejidos, el objetivo de la medicina regenerativa no es restablecer el funcionamiento normal de estos procesos, sino «mejorar o reforzar estos procesos que están latentes en el tejido» mediante técnicas que tratan de estimular el organismo. A diferencia del trasplante de órganos, la medicina regenerativa pretende dar una nueva dirección al crecimiento de los tejidos remodelando los procesos naturales que sustentan el desarrollo biológico [52]. Su razonamiento práctico es el de la ingeniería tisular destinada a controlar y transformar lo biológico. Por tanto, su objetivo no es tanto curar como remodelar el cuerpo, lo que presupone el control y la reconfiguración de los procesos vitales e implica la generación de una nueva normalidad biológica producida técnicamente.

Mientras que el trasplante de órganos se basa en una concepción mecánica y fragmentaria del cuerpo, «la medicina regenerativa se basa en un modelo de cuerpo enteramente remodelable, donde las distinciones entre interior y exterior, entre naturaleza y artificio, tienden a difuminarse» [53]. Aplicando un enfoque genuino a la reingeniería del cuerpo, sustituye la sustitución de órganos o tejidos naturales por técnicas de remodelación o remodelación orgánica mediante biomateriales sintéticos o cultivos celulares considerados como objetos técnicos. En este sentido, tanto el cuerpo como los elementos utilizados para remodelarlo se basan en una representación de «la vida como tecnología» [54]. Esta representación toma prestada de la biología molecular y las biotecnologías la idea de una «plasticidad» fundamental del ser vivo, condición teórica esencial para poner en práctica métodos de operacionalización de lo biológico. La materia viva se considera fundamentalmente como un material que puede sintetizarse, reproducirse, manipularse o transformarse sin alterar su naturaleza original, que se define por su artificialidad y plasticidad.
Basándose en una doble dinámica de artificialización de lo biológico y de naturalización de lo técnico, característica de las nanotecnologías [55], la medicina regenerativa nos enfrenta a una difuminación de la frontera entre lo natural y lo artificial, lo normal y lo patológico, que está en el origen de la emergencia de una nueva «forma de vida» [56 ] en la que la naturaleza orgánica de lo vivo se entremezcla con la facticidad del objeto técnico.

Conclusión

Al proponer el concepto de nanosalud, hemos querido ofrecer una herramienta sociológica para comprender conceptualmente la naturaleza y el alcance de las implicaciones de la redefinición tecnocientífica de la práctica biomédica desde el ángulo de la aplicación de las nanotecnologías a la medicina. Considerando que la nanomedicina representa la forma contemporánea más acabada de esta redefinición, las tres dimensiones de nuestro concepto de nanosalud (predicción, personalización y regeneración) sintetizan las características y los retos del desarrollo de la nanomedicina y, más ampliamente, de la tecnocientificación de la asistencia sanitaria.
De este modo, nuestro modelo de nanosalud brinda la oportunidad de considerar los cambios que están afectando a la forma en que concebimos la asistencia sanitaria en un momento en que la biomedicina se caracteriza por centrarse cada vez más en el control técnico del cuerpo y el desarrollo biológico a nivel de las unidades más fundamentales de la vida humana. Este nuevo ideal biomédico está renovando la forma de control médico y el poder sobre la vida. Nos enfrenta a una transformación cualitativa de la medicalización que hunde sus raíces en una nueva forma de biopolítica. Hannah Arendt ya captó en 1958 todo el alcance de la conmoción cultural que la investigación biomédica contemporánea afianza en una forma de pensar la transformación técnica del ser humano, cuando escribió

«Desde hace algún tiempo, una gran parte de la investigación científica se esfuerza por hacer que la vida sea también ‘artificial’ y por cortar el último eslabón que todavía mantiene unido al hombre con los hijos de la Naturaleza […]. […] Este hombre del futuro que los científicos nos dicen que producirán en no más de un siglo parece rebelarse contra la existencia humana tal como le viene dada, un don de la nada (secularmente hablando) que quiere cambiar por una obra de sus propias manos. […] Se trata de una cuestión política primordial que difícilmente puede, por tanto, dejarse en manos de los profesionales de la ciencia, ni de los de la política.» [57]

A la luz de lo que nos dice Arendt, la nanomedicina nos enfrenta a «una cuestión política primordial « que hunde sus raíces en una nueva forma de ver la existencia humana, ya no como algo «dado» al hombre, sino como una «obra de sus propias manos». Una obra que puede realizarse a través de las tecnociencias. En este sentido, dotarnos de los medios para concebir la existencia humana como una obra de nuestras propias manos no significa construir su sentido y su forma en función de nuestra implicación emocional, social o política en el mundo. Esta obra se entiende como una intervención tecnocientífica en nuestro destino corporal, haciendo de la autorrealización una acción técnica sobre el yo. No se trata, por tanto, de una creación digna del hombre, sino de una creación digna de nuestros medios técnicos. Una creación cuyo ideal es superar al hombre «alineando su cuerpo con sus instrumentos mediante la ingeniería humana » [58].

Mathieu Noury
está terminando un doctorado en sociología
en la Universidad de Montreal
y la Universidad de París-Ouest Nanterre.
Céline Lafontaine
es profesora de sociología
en la Universidad de Montreal.

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Notas:

[1] Instituts de recherche en santé du Canada (2006), Médecine régénératrice et nanomédecine. Investir aujourd’hui dans les promesses de demain, Ottawa, Instituts de recherche en santé du Canada.
[2] Freitas R. A. (2009), «Welcome to the Future of Medicine», Studies in Health Technology and Informatics, 149, p. 251-256.
[3 ] Che C. K., Gill M. (2000), » Nanomedicine: The Future of Healthcare «, Journal ce, p. 6-14.
[4 ] Allhoff F. (2009), » The Coming Era of Nanomedicine «, The American Journal of Bioethics, 9/10, p. 3-11.
[5] Coenen-Huther J. (2003), «Le type idéal comme instrument de la recherche sociologique», Revue française de sociologie, 44/3, p. 531-547.
[6] Clarke A. et al. (2010), Biomedicalization. Technoscience, Health, and Illness in the US, Durham/Londres, Duke University Press.
[7 ] Rose N. (2007), The Politics of Life Itself. Biomedicine, Power, and Subjectivity in the Twenty-First Century, Princeton/Oxford, Princeton University Press.

[8] Nos referimos aquí a la noción de «estilo de pensamiento» (Denkstill) desarrollada por Ludwik Fleck: Fleck L. (2008 [1934]), Genèse et développement d’un fait scientifique, París, Flammarion (Champs).
[9] Kay L. E. (1996), «Life as Technology: Representing, Intervening and Molecularizing», en Sarkar S. (ed.), The Philosophy and History of Molecular Biology: New Perspectives, Amsterdam, Kluwer Academic Publishers.
[10 ] Por razones de confidencialidad, los nombres de los investigadores mencionados en este artículo son ficticios. Únicamente no se ha modificado su campo disciplinario.
[11] Plataforma Tecnológica Europea sobre Nanomedicina (2005), Vision Paper and Basis for a Strategic Research Agenda for Nanomedicine, Luxemburgo, Oficina de Publicaciones Oficiales de las Comunidades Europeas, p. 6.
[12] Jain K. K. (2007), Biomarkers: Technologies, Markets and Companies, Basilea, Jain PharmaBiotech Publications.
[13 ] Lock M. (2010), «The Future is now. Locating Biomarkers for Dementia», en Burri R. V., Dumit J. (eds.), Biomedicine as Culture. Instrumental Practices, Technoscientific Knowledge, and New Modes of Life, Nueva York, Routledge, p. 61-86.
[14] Lock M. (2005), «The Eclipse of the Gene and the Return of Divination», Current Anthropology, 46, p. S47-S70.
[15 ] Boenink M. (2010), «Molecular Medicine and Concepts of Disease: The Ethical Value of a Conceptual Analysis of Emerging Biomedical Technologies», Medicine, Health Care and Philosophy, 13/1, p. 11-23.
[16 ] Ibídem, p. 17.
[17] Dao Hai Z. et al(2003), «Reliability of Tissue Microarrays in Detecting Protein Expression and Gene Amplification in Breast Cancer», Modern Pathology, 16/1, p. 79-85.
[18] Dürr A. et al(2009), «Enjeux de la médecine prédicative en neurogénétique : quelle place pour l’homme ?», Champ psychosomatique, 55/3, p. 84.
[19] Reynaudi M., Sauneron S. (2012), «Médecine prédictive : les balbutiements d’un concept aux enjeux considérables», La Note d’analyse, 289, p. 4-5.
[20] Hood L. (2010), «A Vision for Personalized Medicine», MIT Technology Review, http://www.technologyreview.com/news/417929/a-vision-for-personalized-medicine/.
[21 ] Timmermans y Buchbinder definen al paciente en formación «como un concepto paraguas para las personas sometidas a vigilancia médica entre la salud y la enfermedad». Timmermans S., Buchbinder M. (2010), «Patients-in-Waiting: Living Between Sickness and Health in the Genomics Era», Journal of Health and Social Behavior, 51/4, p. 408.
[22 ] Kenen R. H. (1996), «The At-Risk Health Status and Technology: A Diagnostic Invitation and the ‘Gift’ of Knowing», Social Science & Medicine, 42/11, pp. 1545-1553.
[23 ] Los Lab-on-a-chip son superficies de unos pocos centímetros cuadrados que incorporan componentes micro y nanotecnológicos diseñados para llevar a cabo todas o parte de las etapas del diagnóstico, desde el procesamiento de una muestra hasta el resultado final.
[24] El concepto procede del sociólogo Dominique Vinck. Véase Vinck D. (2009), «De l’objet intermédiaire à l’objet-frontière», Revue d’anthropologie des connaissances, 3/1, p. 51.
[25 ] El antropólogo Kaushik Sunder Rajan subraya la importancia de las nuevas tecnologías de la información como condición de posibilidad del conocimiento predictivo en su importante libro: Sunder Rajan K. (2006), Biocapital: The Constitution of Postgenomic Life, Durham, Duke University Press.

[26 ] Utilizamos aquí el concepto empleado por Jean Baudrillard en: Baudrillard J. (1981), Simulacres et simulation, París, Galilée, p. 10.
[27] Lock M., Nguyen V.-K. (2010), An Anthropology of Biomedicine, West Sussex, Wiley/Blackwell, p. 331.
[28] Gordon N., Sagman U. (2003), «Nanomedicine Taxonomy», Canadian Institutes of Health Research/Canadian NanoBusiness Alliance, p. 14.
[29] Bashirullah R. (2010), «Wireless Implants», IEEE Microwave Magazine, 11/7, p. S14-S23 ; Fortina P. et al. (2005), «Nanobiotechnology: The Promise and Reality of New Approaches to Molecular Recognition», Trends in Biotechnology, 23/4, p. 168-173.
[30 ] Lafontaine C. (2008), La société postmortelle, París, Seuil.
[31 ] Johnson J. A., Evans W. E. (2002), «Molecular Diagnostics as a Predictive Tool: Genetics of Drug Efficacy and Toxicity», Trends in Molecular Medicine, 8/6, p. 304-305.
[32] Walhout B. et al(2010), Nanomedicine in the Netherlands: Social and Economic Challenges, La Haya, Rathenau Instituut, p. 10.
[33] Lafontaine C. (2003), «Nouvelles technologies et subjectivité», Sociologie et sociétés, 35/2, p. 203.
[34 ] Acrónimo de Radio Frequency Identification, «técnica de identificación de objetos mediante un chip de memoria o un dispositivo electrónico capaz de transmitir información a un lector especializado por medio de una antena de radio». Definición propuesta por la Office québécois de la langue française: http: //gdt.oqlf.gouv.qc.ca/ficheOqlf.aspx?Id_Fiche=8362543#eng [consultado el 11/12/2012]. Para una introducción a las cuestiones planteadas por los chips RFID, véase: Alberganti M. (2007), Sous l’œil des puces, Arles, Actes Sud.
[35 ] Ranganathan R. et al(2012), «Nanomedicine: Towards Development of Patient-Friendly Drug-Delivery Systems for Oncological Applications», International Journal of Nanomedicine, 7, pp. 1043-1060.
[36] Plataforma Tecnológica Europea sobre Nanomedicina, Vision Paper and Basis for a Strategic Research Agenda for Nanomedicine, art. cité, p. 15.
[37 ] Jain K. K. (2002), «Personalized Medicine», Current Opinion in Molecular Therapeutics, 4/6, p. 548.
[38 ] Jain K. K. (2004), «Role of Pharmacoproteomics in the Development of Personalized Medicine», Pharmacogenomics, 5/3, p. 331-336.
[39] Boenink M., «Molecular Medicine and Concepts of Disease», art. cit., p. 18.
[40 ] Ricroch A., Dekeuwer C. (2007), «Enjeux éthiques de la médecine prédictive», Droit, déontologie & soin, 7/2, p. 190.
[41] Dion-Labrie M. et al(2008), «Réflexions éthiques sur la médecine personnalisée : l’alliance de la science et de la médecine enfin réalisée ?», Revista Colombiana de Bioética, 3/2, p. 36.
[42] Collin J. et al(2006), Le médicament au cœur de la socialité contemporaine : Regards croisés sur un sujet complexe, Québec, Presses de l’université de Laval, p. 146.
[43] Canguilhem G. (2009), Le normal et le pathologique, París, PUF.
[44 ] Lafontaine C. (2004), L’empire cybernétique, París, Seuil.
[45 ] Dion-Labrie M. et al, «Réflexions éthiques sur la médecine personnalisée : l’alliance de la science et de la médecine enfin réalisée ?», art. cité, p. 60.

[46 ] Sobre este tema, véase el número especial «Guérir grâce à la thérapie : peut-on encore y croire ?» (2007), Technology Review, 3, p. 42-68.
[47] Couvreur P. (2010), «Les nanotechnologies peuvent-elles contribuer à traiter des maladies sévères?», conferencia inaugural de la Cátedra Liliane Bettencourt de Innovación Tecnológica, 2009-2010, Collège de France.
[48] Sumer B. y Gao J. (2008), «Theranostic nanomedicine for cancer», Nanomedicine, 3/2, p. 137.
[49 ] Masquelet A.-C. (2007), «La relégation du corps à corps chirurgical», en A.-C. Masquelet, Le corps relégué, París, PUF, p. 139.
[50] Véase Comisión Europea y ETP Nanomedicine (2009), «Roadmaps in nanomedicine towards 2020», ETP Nanomedicine Secretariat, p. 5.
[51] Plataforma Tecnológica Europea sobre Nanomedicina, Vision Paper and Basis for a Strategic Research Agenda for Nanomedicine, op. cit, p. 27.
[52 ] Hogle L. F. (2003), «Life/Time Warranty: Rechargeable Cells and Extendable Lives», en Franklin S., Lock M. (eds.), Remaking Life and Death: Toward an Anthropology of Biosciences, Santa Fe, School of American Research Press, pp. 61-98.
[53 ] Lafontaine C., La société postmortelle, op. cit, p. 152.
[54 ] Landecker H. (2010), Culturing Life: How Cells Became Technologies, Cambridge, Harvard University Press.
[55 ] Bensaude-Vincent B. (2004), ¿Se libera de la materia? Fantasmes autour des nouvelles technologies, Versailles, Quæ; Esquivel Sada D. (2009), Le ‘nanomonde’ et le renversement de la distinction entre nature et technique: entre l’artificialisation de la nature et la naturalisation de la technique, Tesis de máster en sociología, Université de Montréal.
[56] Rose N. (2006), The Politics of Life Itself: Biomedicine, Power, and Subjectivity in the Twenty-First Century, Princeton, Princeton University Press, p. 80.
[57] Arendt H. (2002), La condición del hombre moderno, París, Pocket.
[58 ] Anders G. (2002), L’obsolescence de l’homme. Sur l’âme à l’époque de la deuxième révolution industrielle, París, Encyclopédie des nuisances/Ivrea, p. 53.

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