No os conforméis con las cosas ya dichas, sino transformaos mediante la renovación del entendimiento” Romanos 12:2
Por Hillary Butler, 23 de mayo de 2011
The Scientist publicó un artículo sobre el Dr. Douglas Wallace, que es Jefe de la Unidad de Medicina Mitocondrial y Epigenómica del Hospital Infantil de Filadelfia. El Dr. Wallace cree que : “Cada una de las enfermedades que no podemos solucionar es totalmente lógica si la consideramos desde el punto de vista de la energía… Es algo que pensaba en 1970 y sigo pensando ahora”. ¿Qué es una mitocondria? Si no lo sabe, este libro puede ser uno de los importantes que haya leído en su vida.
Haga click en la imagen y podrá leer fácilmente los dos primeros capítulos del libro, y sabrá por qué las mitocondrias son tan importantes. Las mitocondrias están íntimamente relacionadas con su sistema inmunológico, y si su sistema inmunológico no funciona correctamente, tampoco lo van a hacer las mitocondrias. El Dr. Wallace tiene dos nuevos problemas en su nuevo centro de investigación mitocondrial del Hospital Infantil de Filadelfia, que creo son insalvables:
1) El Dr. Paul Offit (vacunas y autismo)
2) El eco del Dr. Offit, el Dr. Arthur L. Caplan (Robert y Enmanuel Hart, profesor de Bioética y Director del Centro de Bioética de la Universidad de Pensilvania), quien dice que “Se ha demostrado científicamente la importancia de las vacunas, más allá de cualquier discusión (la mayor parte de las preocupaciones sobre su seguridad por encima de los miedos y las mentiras)”.
Considero que el Dr. Wallace se mantiene un tanto alejado de las vacunas y está sopesando el daño de las vacunas en las mitocondrias. La disfunción mitocondrial no se considera como un daño provocado por la administración de vacunas, porque la mayor parte de los médicos piensan que las disfunciones mitocondriales son de carácter genético, no epigenético (influencia del estilo de vida).
Si… el Dr. Wallace cree que el autismo tiene algo que ver con las disfunciones mitocondriales, entonces habrá que preguntarse: ¿cómo y por qué? o ¿por qué las mitocondrias de repente empiezan a fallar?. O bien, el Dr. Wallace tendría que examinar seriamente dos cuestiones que sólo recientemente han recibido la atención que merecen:
1) El desarrollo del sistema inmunológico neonatal
2) Los efectos epigenéticos de las vacunas en el desarrollo del sistema inmunológico neonatal.
El Dr. Wallace también tendría que revisar el caso del Dr. Terry Wahl, que se enfrentó a una esclerosis múltiple y pudo corregir el funcionamiento de sus mitocondrias y la superó, mediante una adecuada nutrición -un tema sobre el que la mayor parte de los médicos alópatas son bastante ignorantes.
Y por último, aunque no solamente, el Dr. Wallace tendría que comparar la salud de los adultos vacunados con la de los adultos no vacunados.
El punto de partida de esta investigación podría ser el de las madres embarazadas y los bebés. En particular, todos aquellos mecanismos que programan el sistema inmunológico del bebé – en el útero, después del nacimiento, la alimentación, las vacunas, el mercurio en las amalgamas dentales, las medicinas.
Hay un hecho muy simple: si seguimos interfiriendo en el sistema inmunológico desde pequeños, estamos garantizando complicaciones el resto de la vida de la persona.
Consideremos una cuestión. En el año 2010, se publicó un artículo médico que hablaba del sistema neonatal humano y su parecido con el de los ratones. Utilizando ratones, el autor demostró que “…la inmunización con miosina y el adyuvante completo de Freund y lipopolisacaridos adicionales (los lipopolisacarios (LPS) son una endotoxina) indujo enfermedad autoinmune. Estas conclusiones muestran claramente que el efecto de un potente adyuvante puede vencer la resistencia genética relativa a enfermedades autoinmunes. Al mismo tiempo, mostramos que el bloqueo de IL-1B (interleucina-1 beta) o el TNF-a (Factor de necrosis tumoral-alfa) inhibe el desarrollo de la enfermedad incluso en ratones de las cepas A/J, que son muy susceptibles”.
En un párrafo anterior de la misma página se decía: “Estos estudios nos convencieron de que la administración de productos microbianos junto con el antígeno aumentan enormemente la posibilidad de desarrollar una enfermedad autoinmune”.
Pero ya oigo lo que usted me dice: las vacunas no incluyen autoantígenos. Al menos dos vacunas tienes ciertos péptidos en común, entre las vacunas y las proteínas humanas con relación a las proteínas superficiales del antígeno: la de la Hepatitis B y Gardasil. La Dra. Bonnie Dunbar, una voz en el solitaria en el desierto, ha declarado que considera a la vacuna de la Hepatitis B culpable de reacciones adversas como consecuencia de la imitación molecular entre proteínas presentes en la vacuna y la respuesta del sistema inmunológico a ellas.
Otras vacunas tienen ADN residual del tejido fetal ( que teóricamente también puede ser tratado por el cuerpo como antígenos propios), o ADN de animales presente en los cultivos celulares, que se pueden cruzar – reaccionan, también para cumplir los criterios de presentar autoantígenos o antígenos similares en el receptor, causando posteriormente autoinmunidad. Esto, por lo visto, no se ha tenido en cuenta.
La mayor parte de las vacunas tienen potentes adyuvantes, así como otros antígenos extraños, y cuando se administran varias vacunas juntas… se cumplen los criterios señalados en Rose 2010.
Para entender la importancia del estudio de Rose del año 2010, tenemos que echar un vistazo a cómo se desarrolla el sistema inmunológico de un bebé y por qué es así.
En el estudio publicado por Chelvarajan 2004, el autor pensó que el sistema inmunológico de los bebés era defectuoso, debido a que su sistema inmunológico rechaza de manera continua producir IL-1B y TNF-a – las mismas cosas mencionadas en Rose 2010. En multitud de ocasiones, Chelvarajan en su estudio de 2004 emplea las palabras defecto o defectuoso.
Vamos a repetirlo:
Los bebés, sencillamente, no producen IL-B ni TNF-a
Si las vacunas que se ponen a los bebés, como la de la Hepatitis B. no llevasen una toxina y un adyuvante para hacer reaccionar su sistema inmunológico, entonces no respondería.
Una vez que se añaden junto a las toxinas del tétanos o la difteria y otros adyuvantes, se hacen saltar las alarmas en el bebé, de modo que en estas circunstancias el sistema inmunológico de los bebés no tienen más remedio que responder. Así pudieron decir los fabricantes de las vacunas que consiguieron corregir el defectuoso sistema inmunológico de los bebés.
En el año 2004, Chelvarajan decía que si los fabricantes de las vacunas añadiesen potenciadores del sistema inmunológico en las vacunas, esto solucionaría el problema y arreglaría un sistema terriblemente anormal. Todas las vacunas para la hepatitis B, neumonía estreptocóccica, haemophilus influenzae tipo b (Hib) y la meningocócica llevan potentes adyuvantes con esta finalidad, porque sin ellos el sistema inmunológico del bebé no haría nada de lo que se supone debiera hacer.
Sin embargo, tres años después, Chelvarajan 2007, vio las cosas de un modo diferente y decía en el último párrafo, que si bien en el pasado esto lo había considerado como un defecto, ahora “cree que forma parte de un importante programa de desarrollo”.
“Este fenotipo antiinflamatorio puede ser beneficioso para el neonato en un período en el que el crecimiento de los tejidos y los sucesos de remodelación se suceden con mucha rapidez… así que la ausencia en el neonato de respuesta a las infecciones de bacterias encapsuladas puede ser el riesgo que corra el organismo para llevar a cabo de forma positiva el desarrollo”.
¿Por qué protegen el crecimiento de los tejidos y su remodelación? ¿Qué se está remodelando? Y si el programa principal de un bebé es el de evitar la inflamación (NO INFLAMACIÓN), ¿qué daños podría causar la inflamación en el crecimiento de los tejidos y su remodelación?
Todo en un bebé se produce con mucha rapidez. El vientre, el sistema inmunológico, el cerebro -función cognitiva. El bebé debe aprender los fundamentos de la lengua con una velocidad asombrosa y puede emplear sustantivos solo 7 meses después, aunque solamente nos hayamos dirigido a él para hablarle.
Si es importante para el desarrollo favorable del bebé permitir el riesgo de infección al no activarse dos mecanismos clave de defensa ante una infección primaria, ¿cuál sería el otro riesgo que se asume si se fuerza al sistema inmunológico a hacer algo que se supone no debiera hacer?
Las vacunas están diseñadas para provocar una inflamación periférica, y los adyuvantes presentes en las vacunas y los antígenos pueden provocar inflamación cerebral, producir alergias y autoinmunidad, causar una inflamación constante en algunas zonas del cuerpo. En algunos niños, las vacunas también pueden provocar que las mitocondrias no trabajen correctamente.
El cerebro y el sistema inmunológico son los fundamentos clave de una correcta adaptación, apropiada al ambiente en el que uno vive. El sistema inmunológico del bebé tiene que aprender a saber ante qué reaccionar y ante qué no. El cerebro del bebé tiene que responder de manera precisa a todos los estímulos que hay a su alrededor.
Y la clave de todo esto es el fenotipo no inflamatorio
Si su bebé aprende esto correctamente, se reduce enormemente la posibilidad de alergias, asma y otros desórdenes inflamatorios. Incluso Holt, 2005, reconoció que esto era fundamental.
Dicho esto, podrá pensar lo siguiente… si falta la respuesta del bebé ante las toxinas producidas por una infección bacteriana, ¿qué posibilidades tiene el bebé de sobrevivir ante infecciones potencialmente graves?
Parte 2: Cómo el bebé se enfrenta a las enfermedades y desarrolla su sistema inmunológico
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