synbiowatch.org, mayo de 2017
La organización Biofuelwatch advierte que estas pruebas presentan muchos más riesgos de lo que la mayoría de la gente piensa, y por lo tanto debiera ser un motivo de preocupación, no de alegría, en respuesta a la publicación de los resultados de las pruebas realizadas en estanques abiertos con microalgas transgénicas desarrolladas por la Universidad de California, San Diego y Sapphire Energy.
Se supone, y estos ensayos así lo confirmaron, que las microalgas transgénicas casi con toda seguridad se propaguen al medio ambiente desde los estanques situados al aire libre. Una vez fuera de dichos estanques estos organismos pueden dispersarse, incluso a nivel mundial. No se sabe a ciencia cierta qué impacto pueden tener en el medio ambiente y no hay ninguna manera de revertir dicha dispersión una vez que se produzca.
Biofuelwatch considera irresponsable permitir que tales pruebas se sigan realizando, y reconoce que este puede ser el primer ensayo que se ha hecho en estanques abiertos, pero es probable que sea el comienzo y acelere este tipo de investigaciones y el desarrollo de algas transgénicas para la producción de biocombustibles y otros “bioproductos”, que se están llevando a cabo con muy control normativo.
Los entusiastas de la Industria afirman que las microalgas transgénicas probablemente no sobrevivan en estado salvaje, pero no hay ninguna base científica para tal suposición. De hecho, muchos de los rasgos desarrollados en estas algas para la producción de combustibles, productos químicos y cultivo industrial, son precisamente los rasgos que les darían una ventaja competitiva en la naturaleza. Entre estos rasgos se encuentran una fotosíntesis “mejorada”, la resistencia a depredadores y parásitos, dureza y resistencia que las hace tolerantes al cultivo industrial o la capacidad de acceder y asimilar más eficazmente los nutrientes disponibles, etc.
Además, las microalgas se reproducen con gran rapidez, lo que significa que los rasgos introducidos mediante Ingeniería Genética se pueden propagar con gran rapidez. Las microalgas (especialmente las cyanobacterias) son capaces de “transferencia horizontal de genes”, lo cual quiere decir que los genes pueden transmitirse no sólo a su progenie directa, sino también a otros individuos no relacionados, e incluso a otras especies. Además, existe la preocupación de que los rasgos modificados no se mantengan estables en el tiempo. Todas estas características sugieren que los genes introducidos podrían propagarse rápidamente y quedar fuera de control y cambiar con el tiempo de una manera impredecible.
Biofuelwatch señala además que las microalgas destacan porque pueden producir “algas dañinas” (HAB: colonias de algas dañinas) en las condiciones adecuadas. Con el calentamiento de las aguas, la escorrentía de nutrientes procedentes de la agricultura, esas “condiciones adecuadas” se están haciendo cada vez más comunes y estamos observando un enorme aumento de algas dañinas, incluyendo aquellas que liberan toxinas, como el ácido domoico, una toxina potencialmente letal.
Las microalgas desempeñan un papel fundamental en la regulación de los sistemas terrestres: fuente de la mitad del oxígeno de nuestra atmósfera y base de las cadenas alimentarias acuáticas. En un artículo titulado “Monstruos potenciales se encuentran con potenciales monstruos”, los autores señalan que las microalgas que han sido diseñadas para producir productos químicos y combustibles han alterado la estequiometría, de modo que no resultan apetecibles para los depredadores y los herbívoros que consumen zooplancton, que normalmente son los que mantienen un control de las poblaciones y podría “convertirse en especies de algas dañinas por excelencia”. Afirman además que “…dada la facilidad con que las microalgas transgénicas pueden desplazarse por toda la tierra, el riesgo potencial de las algas transgénicas para la naturaleza no debe ser subestimado… por consiguiente es un argumento de peso para una regulación internacional de las microalgas transgénicas, porque el daño potencial puede tener consecuencias globales, haciéndonos eco de las recientes preocupaciones sobre la geoingeniería”.
Se han invertido miles de millones en el desarrollo de biocombustibles, pero en vano, con poca base para asumir algo que nunca será viable. Continuar con tal ilusión sólo perpetúa la idea de que podemos continuar “con el transporte como de costumbre” ante una crisis climática cada vez más profunda. Mientras tanto, la investigación y el desarrollo de microalgas se centra en nichos de mercado para cosméticos, productos farmacéuticos, nutracéuticos y muchos otros productos de consumo. Los ensayos de La Universidad de California, San Diego, están asociados con los de la empresa Sapphire Energy, que ha recibido numerosas subvenciones, y al parecer comercializa tablas de surf derivadas de algas. Otra empresa, Solazyme, que también ha recibido cuantiosas subvenciones para producir biocombustibles, está produciendo únicamente una crema facial antiarrugas.
Los ensayos realizados por los científicos de la Universidad de California, San Diego, tienen un alcance muy limitado y pocas garantías de que la microalgas transgénicas sean “seguras”. Mientras tanto, tenemos que preguntarnos: ¿valen la los ingresos obtenidos por la comercialización de estos productos frente a los riesgos para nuestra salud y el medio ambiente?
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