¿Qué está causando la pérdida de memoria? No se trata únicamente de Alzheimer (y III)

Una guía honesta para pacientes con demencia

Por el Dr. Gary G. Kohls, 8 de febrero de 2018

globalresearch.ca

Parte I, Parte II

La medicina institucionalizada ha llegado a ser una grave amenaza para la salud. El impacto del control profesional sobre la medicina, que inhabilita a la gente, ha alcanzado las proporciones de una epidemia. Iatrogénesis, el nombre de esta nueva plaga, viene de iatros, el término griego para «médico», y de genesis, que significa «origen». La discusión de la enfermedad del progreso médico ha cobrado importancia en las conferencias médicas, los investigadores se concentran en los poderes enfermantes de la diagnosis y la terapia, y los informes sobre el paradójico daño causado por curas contra enfermedad ocupan cada vez mayor espacio en los prontuarios médicos”. Némesis médica, Iván Illich.

Daños en las mitocondrias inducidos por fármacos y vacunas

A diferencia de los raros trastornos mitocondriales “primarios” o congénitos, como la distrofia muscular, los trastornos mitocondriales “adquiridos” a menudo son causados por medicamentos y/o vacunas que se prescriben comúnmente. En general, estos trastornos no están bien comprendidos y, por lo tanto, son difíciles de diagnosticar por los profesionales de la salud. Además, naturalmente, los trastornos iatrogénicos rara vez son producidos por el mismo médico que provocó tal trastorno.

Cuando estudiaba en la Facultad de Medicina, incluso mis profesores sabían de los efectos letales que los medicamentos y las vacunas podrían provocar en las mitocondrias, incluso a las células cerebrales normales. En aquella época no había tantos medicamentos o vacunas tóxicos (aunque muchas de ellas contenían mercurio). Recuerdo que la función, la fisiología y la microanatomía de las mitocondrias no se conocían bien en aquellos años, aunque nuestros profesores si intentaron enseñarnos algo sobre el incomprensible y pronto olvidado ciclo de Krebs.


La investigación sobre las mitocondrias, especialmente en las últimas décadas, ha demostrado la relación causa-efecto entre diversos medicamentos y vacunas que se recetan comúnmente y los trastornos mitocondriales. Estas evidencias parecen haber sido astutamente encubiertas por los grupos farmacéuticos con fines lucrativos (que controlan lo que se enseña en las Facultades de Medicina, lo que se publica en sus revistas médicas o lo que se presenta en los cursos de formación continua). La Industria Farmacéutica parece también tener control sobre lo que se discute en los medios convencionales de comunicación, especialmente lo que ofrecen a sus lectores los periodistas que tratan los temas de “salud y ciencia”, sin discernir que no saben mucho de medicina básica, neurociencia, neuroquímica o micronutrición.

Los poderes involucrados en las cuestiones de salud nos están educando en un cierto sentido, debido a las serias consecuencias económicas que podrían tener si se permitiera a la prensa publicar informaciones negativas (como ésta que está leyendo). Las partes interesadas que sólo buscan ganancias, las Industrias Farmacéutica y Médica, las cuales se benefician de la creciente administración de medicamentos y vacunas neurotóxicos, mostrarían su disgusto de divulgarse esas informaciones. Debo decir que el encubrimiento de la Industria Farmacéutica de las conexiones entre sus medicamentos y los trastornos inducidos por ellos es algo poco ético, y en opinión de algunos, una actitud criminal.

Una guía honesta para pacientes con demencia (de Harvard)

Me sorprendió gratamente encontrar recientemente una guía razonablemente honesta para pacientes con demencia en un sitio web de la Universidad de Harvard. Estas sugerencias, contrariamente a la gran mayoría de los productos de la Industria Farmacéutica, son compatibles con el juramento hipocrático. (Se puede acceder a la guía completa aquí).

La información que aparece en el sito web de Harvard habla de que hay más de 50 condiciones que podrían causar o imitar los síntomas de demencia. En otras palabras, hay más de 50 afecciones que podrían diagnosticarse erróneamente como demencia provocada por el Alzheimer. No me habían dicho nada sobre tal posibilidad cuando estudiaba en la Facultad de Medicina, y dudo que muchos de mis colegas lo supieran. Y además, ¿qué médico de nuestro entorno clínico, con un exceso de ocupaciones y tareas, incluso de ser consciente de ello, tiene tiempo para descartar por completo las 5o condiciones cuando se enfrenta a un paciente con pérdida de memoria? ¡Es más sencillo denominar a todos los casos como demencia producida por el Alzheimer! Y nadie cuestiona un diagnóstico tan autoritario, a pesar de que la única forma definitiva de confirmar el diagnóstico es mediante una autopsia.

A menudo les digo a mis pacientes y personas que asisten a mis seminarios: “Sólo se tardan 2 minutos en escribir una receta, pero lleva 20 minutos no escribirla”. Y en la cultura clínica actual con fines lucrativos, el tiempo es dinero y pocos médicos tienen el “lujo” de pasar el tiempo necesario con sus pacientes. (En defensa de los médicos que conozco, no están contentos con esa situación, pero no saben qué hacer al respecto).

Es bastante tentador usar esa etiqueta tan popularizada, pero bastante confusa, del Alzheimer en lugar de hablarnos de la posibilidad de una demencia provocada por medicamentos o vacunas. Pero lo que es más importante es que muchas de esas 50 condiciones son prevenibles o reversibles, lo cual será terapéutico si se identifican las afecciones antes de que ocurra más daño cerebral por neurotoxicidad inducida por medicamentos o por los tóxicos ambientales.

La guía de Harvard dice que:

Los medicamentos son culpables comunes de declive mental. Con el envejecimientos, el hígado se vuelve menos eficiente para metabolizar medicamentos, y los riñones los eliminan más lentamente. Como resultado, los medicamentos tienden a acumularse en el cuerpo. Las personas mayores con problemas de salud, y quienes toman varios medicamentos, son especialmente vulnerables”.

La guía continúa con una lista de posibles tipos de medicamentos recetados que cuentan por cientos:

La lista de medicamentos que pueden causar síntomas similares a la demencia es muy larga. En la lista se incluyen antidepresivos, antihistamínicos, medicamentos contra el Parkinson, medicamentos contra la ansiedad, medicamentos cardiovasculares, anticonvulsivos, corticosteroides, narcóticos, sedantes”.

La guía de Harvard continúa enfatizando que la enfermedad de Alzheimer sólo puede diagnosticarse con precisión tras un examen post-mortem. La guía dice que:

La enfermedad de Alzheimer se distingue de otras demencias en la autopsia por la presencia de placas beta-amiloides fuera de las células cerebrales (neuronas) y por ovillos fibrilares dentro de las neuronas (lo que cual indica muerte celular). Aunque estas lesiones pueden estar presentes en cualquier cerebro que envejece, en las personas con Alzheimer estas lesiones tienden a ser mucho más numerosas y se acumulan en áreas del cerebro involucradas en el aprendizaje y la memoria”.

La teoría principal es que el daño al cerebro es el resultado de la inflamación y otros cambios biológicos que causan la pérdida sináptica y el mal funcionamiento, interrumpiendo la comunicación entre las células del cerebro. Finalmente, las células del cerebro mueren, causando pérdida de tejido, restos y cicatrices celulares. En las exploraciones mediante imágenes, la contracción del cerebro generalmente se nota primero en el hipocampo, que desempeña un papel fundamental en la memoria”.

Pero incluso la guía de Harvard omite inexplicablemente una mención a las toxinas mitocondriales que son las estatinas (medicamentos para reducir el colesterol, como Lipitor de Pfizer), metformina, Depakote, anestésicos generales, antibióticos fluoroquinolónicos, medicamentos psicotrópicos fluorados (como muchos de los ISRS y los llamados antipsicóticos). [Para una información más detallada, véase Los medicamentos inducen daños en las mitocondrias).

Las Grandes Corporaciones Alimentarias y las Grandes Empresas de fabricación de Vacunas son culpables de causar traumas químicos cerebrales

Hay más toxinas para las mitocondrias en nuestro medio ambiente: esta información debe ser entendida, ya que un producto sólo quizás no presente  mucho riesgo, pero en combinación con otras toxinas tiene un efecto aditivo, si no sinérgico (multiplicador) de efectos adversos.

Por ejemplo, el edulcorante artificial NutraSweet (aspartamo) se encuentra en cientos de productos alimenticios y refrescos dietéticos que se venden en tiendas de alimentos no ecológicos. Cada molécula de esta sustancia química artificial, cuando alcanza los 30º C (temperatura corporal de 37ºC), libera una molécula de ácido aspártico, que es una excitotoxina, una molécula precursora de adrenalina fenilalanina y una molécula de metanol (alcohol de madera), que es una toxina celular. El metanol se metaboliza rápidamente en un conocido carcinógeno de Clase A y en formaldehído, un tóxico mitocondrial, (utilizado para embalsamar). Otro metabolito tóxico del aspartamo es la dicetopiperazina (DKP), que al ser “nitrosada” en el intestino produce un compuesto similar a la N-nitrosourea, una potente sustancia que provoca tumores cerebrales.

La molécula de sacarosa triclorada que se vende como otro edulcorante artificial se llama Splenda (sucralosa). Esta sustancia química sintética se ha comercializado como un insecticida en China y se encuentra en muchos productos alimenticios. Pude acabar con una colonia de hormigas de mi jardín rociando un poco de Splenda en el suelo. Hasta entonces no sabía cómo deshacerme de las hormigas, hasta que descubrí Splenda.

Se trata sólo de un pequeño número de productos químicos sintéticos que son capaces de producir daño en las mitocondrias de las células cerebrales, daño que puede causar pérdida de memoria, confusión y disfunción cognitiva, todos ellos síntomas tempranos de demencia.

En resumen, puede considerarse algo trágico, pero demasiado común, que las demencias inducidas por fármacos, reversibles y evitables, se diagnostiquen erróneamente como enfermedad de Alzheimer de “etiología desconocida” y luego se traten con costosos medicamentos, que apenas hacen nada, y cuya toxicidad mitocondrial se ignora.

(A la Industria Farmacéutica, debe tenerse en cuenta, no se le requiere por parte de las Agencias que aprueban los medicamentos pruebas de toxicidad mitocondrial, exhibiendo de nuevo un total desprecio por el Principio de Precaución, tanto por parte de la Industria como por las Agencias de Regulación, como la FDA y los CDC).

Hay mucho más en la literatura básica de neurociencia que ha sido redactada por científicos no comprados y que no tienen conflictos de interés con las industrias Farmacéutica y Médica, que ofrecen pruebas de las conexiones mencionadas anteriormente. Los autores de estos artículos de investigación y clínicos, han planteado las preguntas y han publicado las pruebas, algo que los pacientes, familiares y su médicos necesitan conocer desesperadamente. Tristemente, estos autores a menudo aparecen en la lista negra de las revistas médicas o científicas más importantes, que reciben dinero a través de la publicidad de la Industria Farmacéutica o cuyos revisores han sido cooptados con dinero o influencia de la Industria Farmacéutica.

No espere que la Industria Farmacéutica responda, admita o se disculpe por sus comportamientos poco éticos ( a veces criminales). Por el contrario, espere más negativas, despidos, distracciones o intentos de desacreditar las evidencias científicas imparciales que exponen los subterfugios a fin de mantener sus grandes ganancias, tanto por parte de la Industria Farmacéutica como la Médica.

Aquí los resúmenes de sólo dos de los muchos artículos publicados en revistas médicas revisadas por pares que se han publicado en varias revistas científicas que respaldan la tesis de este artículo.

El Dr. Gary G. Kohls practicó durante los últimos diez años de su carrera como médico los cuidados holísticos en el tratamiento de la salud mental. Es también un defensor de la paz y la justicia. Publica semanalmente artículos en Duluth Reader’s Duty, una revista alternativa que se publica en Duluth, Estados Unidos.

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