Para entender la naturaleza de la crisis económica mundial (II)
Por Andrew Gavin Marshall
Hay una calma aparente entre la gente, una falsa seguridad pensando que la recuperación económica ya se ha iniciado. Pero no todos piensan igual, sobre todo aquellas que tienen que tomar decisiones y actuar consecuentemente. La enorme deuda que se ha acumulado en estos dos últimos dos años y medio en Grecia es una enorme carga, que amenaza con arrastrar a otras economías, como la de España, Portugal e Irlanda, como si fuesen fichas de dominó.
En octubre de 2008 sonaba la señal de alarma en el mundo occidental, anunciando una inminente depresión si no se tomaban medidas para evitarlo. Es una crisis que se veía venir desde hace tiempo, pero los gobiernos no abordaron las cuestiones básicas, medidas sistemáticas para resolver los problemas de la economía mundial, sino que únicamente se dispusieron a salvar a la banca del colapso. Todos los gobiernos pusieron en práctica ayudas masivas de rescate, hundiendo a los países en una deuda todavía mayor. Salvaron a los bancos, pero hundieron a sus ciudadanos.
Sigue una enorme especulación bursátil, mucho dinero de por medio, pero nada de economía real. Una recuperación no, una ilusión total, pudiéndose llegar en los próximos dos años a un colapso aún mayor.
Los gobiernos dieron a los bancos un cheque en blanco con cargo a los presupuestos públicos, que ahora hay que pagar con el aumento de impuestos, recorte en los gastos sociales, privatización de industrias y servicios estatales, desmantelamiento de los aranceles proteccionistas y de las reglamentaciones comerciales. Este proceso aumentará las tasas de paro, que ya se observan a nivel mundial, y desplomes de las bolsas y su paralización completa.
Terminada la crisis, las clases medias del mundo occidental habrán sido desposeídas de su situación económica, política y social. La economía mundial, donde sólo unas pocas empresas y bancos la controlan y disponen de sus recursos, ha dejado de estar en manos de los gobiernos. Los ciudadanos del mundo occidental serán tratados por los oligarcas financieros como han tratado hasta ahora a los países del Sur: eliminación de las estructuras sociales existentes y sometimiento a sus intereses económicos y políticos.
Cuando la gente proteste en las calles contra la situación de saqueo y pobreza, vendrán las fuerzas policiales y militares a aplastarlas. Finalizada la crisis, el mundo que conoceremos no tendrá nada que vez con el que conocimos hace unos años, pero los cambios serán vertiginosos, nunca vistos hasta ahora.
Ya en agosto de 2009 decía en un artículo que íbamos a entrar en una de las depresiones más grandes de la historia, y en el que analicé como se produce una crisis del sistema capitalista, producida en su momento por una enorme burbuja inmobiliaria, pero esta continúa entre nosotros.
Como dijo el consejero delegado del Deutsche Bank en mayo de 2009: “ O bien es el principio del fin, o el fin del principio”. Una enorme burbuja mayor que la anterior nos atenaza, la enorme deuda adquirida en el rescate de los bancos y ciertas empresas, que sólo en EE.UU puede suponer del orden 23,7 billones de dólares.
En octubre de 2009, un año después del enorme pánico de 2008, ya escribí que la recuperación es una ilusión, analizando los datos del Banco Internacional de Pagos (BPI), en lo referente a la crisis y la llamada recuperación.
El BPI predijo correctamente la crisis que se avecinaba en 2008, y también alerta sobre la crisis futura de la economía mundial, porque los problemas estructurales persisten, nada ha cambiado en este sentido, y que los rescates de los gobiernos hacen más daño que beneficio a largo plazo.
William White, ex economista jefe del BIS, advirtió: “El mundo no ha abordado los problemas que subyacen en esta crisis y es probable que vuelva la recesión. Las acciones de los gobiernos para ayudar a la economía a corto plazo están sentando las bases de otra.”
Mientras que las personas se dejan seducir por esta falsa sensación de seguridad, algunas voces hablar de otra realidad más dura que está por venir, como dijo Gerald Celente, que ha sido criticado por empujar hacia un pesimismo. Las críticas de que lo que se dice son falsas alarmas, oráculos de Cassandra, hija del rey Príamo y la reina Hécuba de Troya, que tenía el don de la profecía concedido por el dios Apolo. Profetizó la destrucción de Troya, pero los troyanos la catalogaron de loca y la acusaron de estar al servicio de sus enemigos.
Los que advertimos de una crisis económica en el horizonte no tenemos el don de la profecía, pero si la capacidad de comprensión de ciertas señales que observamos. ¿ Qué augurios hay sobre el mundo de hoy? ¿Que hay que decir?
Para entender la crisis económica mundial hay que entender las causas que la produjeron. Así que primero determinaremos la crisis inicial y, a partir de allí, evaluar críticamente como respondieron los gobiernos al estallido de la crisis y determinar donde estamos ahora.
Debemos a África y gran parte del mundo en desarrollo los beneficios económicos durante las décadas de 1950 y 1960. Pero a partir de entonces los africanos tomaron las riendas de sus naciones. Al final de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos eran la mayor potencia mundial. Tenía el mando de las Naciones Unidas, el Banco Mundial y el FMI, así la creación de la alianza militar de la OTAN. El dólar era la moneda suprema y su valor estaba sujeto al oro.
En 1954, las elites de Europa occidental formaron un grupo de “propagación de ideas” denominado el Club Bilderberg, que trataba de vincular las políticas económicas de Europa occidental y América del Norte. Cada año, las 130 personas más poderosas del mundo académico, medios de comunicación, militares, de la industria, de la banca y la política, se reúnen para debatir y discutir las cuestiones clave relacionadas con la expansión y hegemonía del mundo occidental para concebir un nuevo orden mundial. Además, se comprometieron a tener una moneda única en toda Europa.
En 1971, Nixon abandonó el vínculo entre el dólar y el oro, lo que significaba que el dólar ya no tenía un cambio fijo, sino que cambiaba de acuerdo con los caprichos y decisiones de la Reserva Federal (el banco central de los EE.UU) Una persona clave en esta decisión fue el tercer funcionario de más alto rango en el Departamento del Tesoro de los EE.UU, Paul Volcker.
Volcker, comenzó siendo un economista de la Reserva Federal de Nueva York en los años 1950. Estuvo allí cinco años, pero el banco de David Rockefeller se lo llevó. En 1957 se puso a trabajar en el Chase, en el que Rockefeller le contrató como asistente especial, que asistía a la comisión económica del Congreso, y más tarde en una Comisión Asesora del Departamento del Tesoro. En los años 1960, Volcker se va a trabajar al Departamento del Tesoro, volviendo al banco de Rockefeller en 1965, esta vez como vicepresidente de Negocios Internacionales. Su aportación fue decisiva para disolver el acuerdo de Bretton Woods, que vinculaba el dólar con el oro, cosa que ocurrió en 1971.
En 1973, David Rockefeller, el entonces presidente del Chase Manhattan Bank y Presidente del Consejo de Relaciones Exteriores, creó la Comisión Trilateral, ampliando el Club Bilderberg. Era un grupo de opinión que además de las elites de Europa Occidental, incluía las de América del Norte y Japón, con una estrecha colaboración político económica entre estas regiones. Promovían los intereses y la hegemonía en un nuevo orden mundial.
Ese mismo año se realiza la primera experiencia neoliberal en Chile, pero había un gobierno de izquierdas en el poder, amenazando los intereses económicos del banco, no sólo del de Rockefeller, sino los de una serie de empresas norteamericanas. Rockefeller organiza encuentros con Henry Kissinger, Asesor de Seguridad Nacional, y con importantes industrias corporativas. Nuevos encuentros con la CIA y con el propio presidente Nixon. Se inicia una operación para derrocar al gobierno de Chile.
El 11 de septiembre de 1973, un general chileno con la ayuda de la CIA derroca al gobierno de Chile, instaurando una dictadura militar que asesinará a miles de personas. Al día siguiente del golpe de Estado, ya hay un plan de reestructuración económica de Chile sobre la mesa del nuevo presidente. Los asesores económicos de la Universidad de Chicago, donde bullen las ideas de Milton Friedman, están dispuestos a reestructuras el país según los principios neoliberales.
En 1973, una crisis mundial del petróleo golpea al mundo. Fue el resultado de la Guerra de Yom Kippur, que tuvo lugar en el Oriente Medio ese mismo año. Sin embargo, se trataba de una estratagema estadounidense. Justo cuando los EE.UU desvinculan al dolor del valor oro, el Departamento de Estado estaba presionando a Arabia Saudí y otros países de la OPEP para que aumentasen el precio del petróleo. En la reunión de 1973 del Club Bilderberg, que tuvo lugar 6 meses antes de la subida del petróleo, se discutió un incremento del 400% en el precio del petróleo. La discusión se centró en los llamados petrodólares, los ingresos del petróleo de los países de la OPEP.
Kissinger trabajo entre bastidores en 1973 para garantizar una guerra en Oriente Medio, la que se produjo en octubre. Entonces en cuando sobreviene un aumento drástico en el precio del petróleo. Lo cual crea en muchas naciones de reciente industrialización un grave problema, pues hacía falta mucho más dinero para seguir con el proceso de desarrollo e industrialización.
Al mismo tiempo, los países productores de petróleo rebosaban en petrodólares, con unos excedentes rércord. Pero para obtener un beneficio, el dinero sobrante tenía que ser invertido. Aquí llega el sistema bancario occidental para entrar en escena. Rompiendo el vínculo entre dólar y oro, la moneda estadounidense podía circular más libremente y mayor rapidez. Los países de la OPEP invirtieron su dinero en los bancos occidentales, que a su vez reciclaron el préstamos en dinero para las naciones en desarrollo, que tenían necesidad de financiación. Parecía algo beneficioso para todos, de modo que el Sur se podía desarrollar al modo de las sociedades occidentales.
Pero las cosas no terminan como un cuento de hadas, sobre todo cuando suponen una amenaza para el poder. Un Sur desarrollado e industrializado no era buena cosa para las elites occidentales. Si querían mantener su hegemonía en todo el mundo debían evitar el surgimiento de posibles rivales, especialmente en zonas con ricos recursos naturales y de fuentes de energía.
En este momento EE.UU inicia conversaciones con China. La apertura de China iba a ser un proyecto occidental para la expansión del capital occidental en este país. A China sólo se le permitirá crecer tanto como Occidente quiera. Las elites chinas se alegraron de una perspectiva de crecimiento político y económico. India y Brasil también siguieron el mismo ejemplo, pero en menor grado que en China. China y la India asisten a las reuniones de la Comisión Trilateral.
Así que el dinero fluía por todo el mundo, principalmente en forma del dólar. Los bancos centrales extranjeros que compraban bonos del Tesoro de EE.UU lo hacían como una inversión, lo que demostraba la fe en la fuerza del dólar y su economía, alcanzando a todo el mundo.
En 1977, llega al poder Jimmy Carter, que era miembro de la Trilateral. Durante su Administración se produjo al incorporación de dos docenas de miembros de la Trilateral en puestos claves de su Gobierno. En 1973, Volcker, la estrella en ascenso a través del banco de Rockefeller y el Departamento del Tesoro, se convierte en miembro de la Trilateral. En 1975, es nombrado presidente del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, el más poderoso de los 12 bancos regionales de la Reserva Federal. En 1979, Jimmy Carter le da la tarea de ser Secretario del Tesoro al ex gobernador de la Reserva Federal y Rockefeller recomienda a Volcker como gobernador de la Reserva Federal, lo que es concedido.
En 1979, se dispara de nuevo el precio del petróleo. Pero Volcker desde la Reserva Federal va a tener un enfoque diferente. Aumenta las tasas de interés de forma drástica. Las tasas de interés estaban en el 2% a finales de los años 1970, alcanzando el 18% en la década de los 80. Esto tiene como consecuencia que la economía de EE.UU entre en recesión y se reduzcan considerablemente las importaciones de los países en desarrollo. Las naciones en desarrollo, que tenían fuertes deudas como consecuencia de la financiación en el intento de conseguir una sociedad industrial, ven interrumpidos los préstamos. Como el dólar se había extendido por todo el mundo en forma de petrodólares, las decisiones de la Reserva Federal afectaron a todo el mundo. En 1982, México anunció que no podía pagar su deuda, ni los préstamos. Este fue el inicio de una crisis de la deuda en la década de 1980, que se extiende por América Latina y todo el continente africano. De repente, el mundo en desarrollo se hunde en una crisis. El FMI y el Banco Mundial entran de nuevo en escena con su “Programa de Ajuste Estructural (PAE)”, que proporcionaría aun país un préstamo del FMI, pero que tendría que someterse a una reestructuración neoliberal de sus estructuras económicas y políticas.