por Noam Chomsky, 29 de abril de 2012
Si usted es un revolucionario serio, entonces no estará buscando una revolución autocrática, sino una que por sus objetivos se dirija hacia la libertad y la democracia. Eso sólo puede ocurrir si una gran masa de la población la pone en práctica, la lleva a cabo, y soluciona los problemas. No se va a asumir ese compromiso, de forma comprensible, si no se llega a descubrir que las reformas tienen un límite.
Un revolucionario sensato tratará de llevar las reformas al límite, por dos buenas razones. En primer lugar, porque las reformas pueden tener una validez por sí mismas. La gente debe tener una jornada de ocho horas en lugar de una de doce. Y, en general, debemos actuar de acuerdo con unos valores éticos decentes.
En segundo lugar, por motivos estratégicos, ya que hay que mostrar cuáles son los límites de las reformas. Algunas veces el Sistema lleva a cabo las reformas necesarias. De ser así, mejor que mejor. Pero de no ser así, surgen nuevos interrogantes. Tal vez ha llegado el momento de iniciar una resistencia, superar las barreras que impiden unos cambios justificados. Tal vez ha llegado el momento de recurrir a acciones coercitivas en defensa de los derechos y la justicia, como una forma de defensa propia. Si la población en general no reconoce que tales medidas son una forma de autodefensa, no van a participar en esta tarea, a menos en la forma en que se debiera.
Si se llega a un punto en el que las Instituciones existentes no se someten a la voluntad popular, hay que eliminar esas instituciones. El Primero de Mayo comenzó aquí, para convertirse después en el Día Internacional de apoyo a los trabajadores estadounidenses que lucharon contra la violencia brutal y la represión judicial. Hoy en día, el día de lucha del Primera de mayo se sigue celebrando, no como un día “no laboral” como lo definen los dirigentes políticos, sino un día cuyo significado es decidido por el pueblo, un día en el que debe arraigar la organización y el trabajo por un futuro mejor para el conjunto de la sociedad.
Noam Chomsky fue profesor del Instituto tecnológico de Massachusetts. Es autor de numerosos libros y artículos sobre asuntos internacional y cuestiones políticas y sociales, participando durante mucho tiempo en movimientos de activistas. Sus libros más recientes: 9-11: 10th Anniversary Edition, Failed States, What We Say Goes (with David Barsamian), Hegemony or Survival, and the Essential Chomsky.
http://www.commondreams.org/view/2012/04/29-4
Palabras del acusado George Engel ante el tribunal que lo condenó a muerte en 1886
Es la primera vez que comparezco ante un tribunal norteamericano, y en él se me acusa de asesino. ¿Y por qué razón estoy aquí? ¿Por qué razón se me acusa de asesino? Por la misma que me hizo abandonar Alemania; por la pobreza, por la miseria de la clase trabajadora. Aquí también, en esta “República Libre”, en el país más rico de la tierra, hay muchos obreros que no tienen lugar en el banquete de la vida y que como parias sociales arrastran una vida miserable. Aquí he visto a seres humanos buscando algo con que alimentarse en los montones de basura de las calles.
[…] Cuando en 1878 vine desde Philadelphia a esta ciudad creí iba a hallar mas fácilmente medios de vida aquí, en Chicago, que en aquella ciudad, donde me resultaba imposible vivir por más tiempo. Pero mi desilusión fue completa. Entonces comprendía que para el obrero no hay diferencia entre Nueva York, Philadelphia y Chicago, así como no la hay entre Alemania y esta tan ponderada República. Un compañero de taller me hizo comprender, científicamente, la causa de que en este país rico no puede vivir decentemente el proletario. Compré libros para ilustrarme más y yo, que había sido político de buena fe, abominé de la política y de las elecciones y comprendí que todos los partidos estaban degradados y que los mismos socialistas demócratas caían en la corrupción más completa.
Entonces entré en la Asociación Internacional de los Trabajadores. Los miembros de esta Asociación estamos convencidos de que sólo por la fuerza podrán emanciparse los trabajadores, de acuerdo con lo que la historia enseña. En ella podemos aprender que la fuerza libertó a los primeros colonizadores de este país, que sólo por la fuerza fue abolida la esclavitud y que, así como fue ahorcado el primero que en este país agitó a la opinión contra la esclavitud, vamos a ser ahorcados nosotros.
[…] ¿En qué consiste mi crimen? En que he trabajado por el establecimiento de un sistema social donde sea imposible que mientras unos amontonen millones […], otros caen en la degradación y la miseria. Así como el agua y el aire son libres para todos, así la tierra y las invenciones de los hombres de ciencia deben ser utilizadas en beneficios de todos. Vuestras leyes están en oposición con las de la naturaleza y mediante ellas robáis a las masas el derecho a la vida, a la libertad y al bienestar […] La noche en que fue arrojada la primera bomba en este país, yo estaba en mi casa y no sabía una palabra de la ‘conspiración’ que pretende haber descubierto el ministerio público. Es cierto que tengo relación con mis compañeros de proceso, pero a algunos sólo los conozco por haberlos visto en las reuniones de trabajadores. No niego tampoco que he hablado en varios mítines ni niego haber afirmado que, si cada trabajador llevara una bomba en el bolsillo, pronto sería derribado el sistema capitalista imperante. Esa es mi opinión y mi deseo, [pero] no combato individualmente a los capitalistas; combato al sistema que produce sus privilegios. Mi más ardiente deseo es que los trabajadores sepan quiénes son sus enemigos y quiénes sus amigos. Todo lo demás merece mi desprecio. Desprecio el poder de un gobierno inocuo. Desprecio a sus policías y a sus espías.
En cuanto a mi condena, que fue alentada y decidida por la influencia capitalista, nada mas tengo que decir.
Fragmento extraído del artículo aparecido en: http://info.nodo50.org/La-Revuelta-de-Haymarket-y-el.html