por Ralph J. Dolan / 30 de enero 2011
Egipto, una colonia económica del Imperio Estadounidense, arde.
La gente hambrienta, desposeídos tras treinta años bajo la dictadura de Mubarak, una dictadura financiada por Norteamérica, está revuelta.
“Basta ya…Mubarack vete”, gritan.
Las grietas empiezan a aparecer en el régimen de Mubarak. Incluso si disparase contra la multitud inmensa de manifestantes, esto no le salvaría. Es ya demasiado tarde para tomar medidas de conciliación, como por ejemplo cesar a todo su Gobierno o prometiendo reformas económicas.
La Administración Obama está en un aprieto. No quiere que el Canal de Suez sea controlado por un grupo como la Hermandad Islámica, una de cuyas principales facciones pide su dimisión. Junto con el Gobierno asesino de Israel, Egipto ha sido un sólido pie americano en esta región, recibiendo a cambio enormes sobornos de Norteamérica y pagos en forma de “ayuda exterior”, para así marcar el paso que le indicaban los Estados Unidos. Estados Unidos debe presentar la cara de que apoya los derechos fundamentales de las personas, el derecho de reunión y la libertad de expresión, y aborrece los actos de violencia. Pero perdiendo al régimen de Mubark está perdiendo un aliado clave en la región.
La gente del Norte de África y de los países del Mediterráneo Oriental está harta. La cuestión central, el catalizador de la revuelta, es el pan. Pero también están hartos de la dictadura respaldada por los Estados Unidos; hartos de la ocupación israelí de Palestina; cansados de la prisión de Guantánamo… En fin, están cansados de la presencia de Estados Unidos, de su constante interferencia.
Están inquietos. Mantener un levantamiento no violento es imposible. La violencia es necesaria para llamar la atención de sus gobernantes. El régimen sí puede utilizar la violencia brutal contra su pueblo; si el pueblo opta por métodos no violentos son aplastados. Sólo la amenaza física puede hacer remover a las burocracias enquistadas. Esto, por desgracia, parece el sino de nuestro tiempo.
¡Que los tiranos caigan uno tras otro! Es una buena lección para la clase política: se les puede empujar del poder, acabar con sus estilos de vida deslumbrantes y su desprecio por los trabajadores.
Cuando el dinosaurio se despertó… ya era demasiado tarde.
Ralph J. Dolan es un terapeuta familiar jubilado que viven en el oeste de Massachusetts. Se puede entrar en contacto con él en: bodhibananaman@aol.com
http://dissidentvoice.org/2011/01/egypt-is-burning/