Por Jon Henley, 18 de marzo de 2012
No existe unanimidad de cómo y dónde empezó todo, pero Christos Kamenides, profesor de comercialización agrícola de la Universidad de Tesalónica, y sus alumnos, están seguros de que esta forma de venta no se va a detener a corto plazo.
Lo que es seguro es que este movimiento, llamado de la patata, está consiguiendo que las patatas y otros productos agrícolas, incluso se podría comercializar también el cordero con la llegada de la próxima Semana Santa, se venden directamente a los consumidores por parte de los productores, algo que se está extendiendo por Grecia.
“Todos nos beneficiamos”, dijo Kamenides en una explanada frente a un camión de 25 toneladas de patatas, otro de cebollas y pequeñas furgonetas con arroz y aceitunas.” Los consumidores consiguen alimentos de buena calidad a un tercio del precio que pagarían normalmente; los productores reciben el dinero de inmediato”.
Como idea de Kamenides y sus estudiantes, es bastante simple. Pero la genial idea fue la de involucrar a los municipios de Grecia, de modo que se ha producido una cierta organización y un apoyo oficial, que de otro modo quizás hubiera carecido.
Los responsables del ayuntamiento anuncian una venta, los residentes indican lo que quieren comprar. El ayuntamiento envía a Kamenides las cantidades que requieren y él y sus estudiantes llaman a los agricultores para ver quién puede proporcionar la mercancía. Se presentan con la cantidad necesaria de los productos en el lugar y tiempo convenido, los consumidores lo adquieren y el trato ya está hecho.
Las ventas directas se han hecho muy populares. Así se organizó una venta en Ketarini, al sur de Tesalónica, cuando el mes pasado se ofertaron 24 toneladas de patatas, que se vendieron en cuatro días, con 534 familias que se apuntaron previamente para adquirir el producto.
“Hoy en día llega un camión aquí, y dos a otro municipio; mañana ya tenemos preparados cuatro camiones. Son 100 toneladas de patatas que llegan directamente del productor hasta el consumidor, sin que los intermediarios inflen los precios”, dijo Kamenides.
Este movimiento, dijo Elisabet Tsitsopoulou, una de las mujeres que hacía cola para comprar es “muy importante, ya que los sueldos son muy bajos y se espera que aún lo sean más, pero los precios son tan altos como siempre. Esto es mucho más barato, menos de la mitad del precio que en los comercios”.
Tsitsopoulou compró cinco bolsas de 25 kg de patatas para su familia y vecinos. “La otra ventaja es que se puede ver la calidad y de dónde es el producto. En los supermercados nunca puedes estar segura. Es una idea genial”, dijo ella.
Los productores están también encantados. Apostolos Kasapis dijo que el principal beneficio para él es que “me pagan al momento. Los beneficios no son muy altos, sólo un poco por encima del costo de producción, pero el dinero se recibe enseguida, lo cual con esta crisis es muy importante”.
Kasapis dijo que los compradores al por mayor a veces “tardan hasta un año en pagar a sus proveedores, y a veces incluso no pagan. Sólo en mi pueblo se les debe a los agricultores más de 500.000 euros. Así que nosotros, lo que más nos satisface de este sistema es que hemos recuperado nuestro poder sobre los intermediarios, que nos han estado apretando y se benefician de forma injusta de todo el mundo, desde hace muchos años”.
Las patatas, generalmente, se venden a unos 25-30 céntimos de euro el kg en la venta directa, de 5 a 10 céntimos por encima del precio de coste, y mucho más barato que los 60 a 70 céntimos que están pidiendo en los supermercados por un kg de patatas. Si tienen que vender los productos que tienen almacenados en graneros y almacenes, los agricultores a veces aceptan el precio de coste, lo cual incluso es un precio mejor que los 10 a 12 céntimos por kg que les ofrecen los mayoristas.
Alentados por el éxito del movimiento, que ha sido aceptado con entusiasmo por los alcaldes, Kamenides dijo que estaba trabajando en un esquema más amplio para unificar en cooperativas a los productores y a los consumidores.
Esto a la larga puede proporcionar un nuevo modelo económico para la compra y venta de alimentos esenciales, y varios economistas han sugerido que estos planes pueden de alguna manera romper el ciclo de crisis en el que el país parece haber caído.
Por el momento, sin embargo, el movimiento de la patatas es algo nuevo fruto de la inventiva griega, una forma de ayudarse unos a otros, después de 5 años de recesión continua, con un aumento del desempleo a cifras por encima del 21% y con más de la mitad de los jóvenes sin trabajo. Incluso el salario mínimo está a punto de ser recortado aún más, pasando de los 750 euros por mes a sólo 500 euros.
Pocos son inmunes a sus efectos. Un colega de Kamenides, profesor asociado de la Universidad, nos decía: “Mi salario era de unos 33.000 euros anuales, pasando el año pasado a los 22.000 euros, y encima pagando muchos más impuestos”. “Es un recorte muy grande, siendo todo más difícil, porque el presupuesto familiar se establece de distribuye en el tiempo. Así que si me puedo ahorrar 20 euros en dos sacos de patatas, creo que merece la pena”.
http://www.guardian.co.uk/world/blog/2012/mar/18/greece-breadline-potato-movement-farmers