Por Antonio Waldo Zuardi
Departamento de Neurología, Psiquiatría y Psicología Médica, Facultad de Medicina de Ribeirão Preto, Universidad de São Paulo (USP), São Paulo (SP), Brasil
Revista Brasileira de Psiquiatría
Print version ISSN 1516-4446
Resumen
El uso medicinal del cáñamo se viene realizando desde antes de la Era Cristiana en Asia, principalmente en la India. La introducción del cáñamo en la Medicina Occidental se produjo en el siglo XIX, alcanzando su período de mayor apogeo en la última década de ese siglo, mediante el uso de extractos del cáñamo o tinturas. En las primeras décadas del siglo XX, el uso medicinal del cáñamo disminuyó de manera significativa debido sobre todo a las dificultades para obtener resultados consistentes a partir de lotes de plantas de muy diversas potencias. La identificación de la estructura química de los componentes del cáñamo y la posibilidad de obtener sus componentes puros ha supuesto un aumento significativo del interés científico hacia esta planta, desde el año 1965. Este interés se renovó en 1990 con la descripción de los receptores de los cannabinoides y la identificación de un sistema cannabinoide endógeno en el cerebro. Un nuevo ciclo de utilización medicinal de los derivados del cáñamo ha dado comienzo desde que su eficacia y seguridad en los tratamientos se ha demostrado científicamente.
Palabras clave: Cannabis; cannabinoides; tetrahidrocannabinol; Historia; Usos terapéuticos
Antes de la Era Cristiana
Cannabis sativa (cáñamo) es una de las primeras plantas cultivadas por el hombre. Las primeras evidencias del uso del cáñamo se remontan a China, donde hallazgos arqueológicos e históricos indican que esta planta se cultivaba para la obtención de sus fibras, ya en el año 4.000 antes de C. (1). Con las fibras obtenidas del tallo del cáñamo, los chinos fabricaban cuerdas, telas e incluso papel. Fibras textiles y papel elaborado a base de cáñamo se han encontrado en la tumba del emperador Wu (104-87 a. de C.) de la Dinastía Han (1).
Los chinos también utilizaban los frutos del cáñamo como alimento. Son unos pequeños frutos ( de 3 a 5 mm), de forma elíptica, lisos, con una cáscara dura, que contienen solamente una semilla. Las primeras evidencias del uso de estas semillas son de la Dinastía Han (206 a. de C.- 220 d. de C.). A comienzos de la Era Cristiana, con la introducción de nuevos cultivos, el cáñamo deja de tener importancia en China como alimento, aunque hoy en día todavía se utilizan sus semillas para fabricar en Nepal un aceite de uso doméstico (2).
El uso del cáñamo como medicina en la China Antigua ya aparece en la farmacopea más antigua del mundo, el Pen-Ts’ao Ching, una compilación realizada en el primer siglo de esta era, basándose en tradiciones orales transmitidas de la época del emperador Shen-Nung, que vivió hacia el año 2700 a. de C. Las indicaciones de uso del cáñamo incluyen: dolores reumáticos, catarro intestinal, trastornos del sistema reproductor femenino, paludismo y otras (2). Al comienzo de la Era Cristiana, Hua To, fundador de la cirugía en China (110 al 207 d. de C.) utilizaba un compuesto de esta planta, mezclado con vino, para así anestesiar a los pacientes durante las operaciones quirúrgicas (1).
Los chinos también utilizaron las semillas de cáñamo para uso médico (1), por lo que se puede suponer que se referían a esta parte de la planta cuando describen sus propiedades medicinales. Hasta hoy en día, las semillas de cáñamo se siguen utilizando por los médicos chinos como laxante (2). Las semillas tienen muy pequeña cantidad de D 9-tetrahidrocannabinol (THC D 9), que es considerado el principal componente activo de la planta y se componen de ácido grasos esenciales y proteínas. Hoy en día se considera que algunos de estos ácidos grasos tienen efectos terapéuticos, tales como el ácido g-linoleico, cuyo uso tópico se recomienda para el eccema y la psoriasis, y de forma oral para la ateroesclerosis, osteoporosis, artritis reumatoide y otras enfermedades inflamatorias (3). En China, el uso médico del cáñamo nunca llega a alcanzar la importancia que alcanzó en la India.
La primera referencia al uso del cáñamo como droga psicoactiva también aparece en el Pen-Ts’ao Ching, como se puede observa en una de las frases: “… ma-fen (fruto del cáñamo)… si se toma en exceso producirá visiones de demonios… durante largo tiempo hace que uno se comunique con los espíritus y aligera el cuerpo…”(4). A pesar de esta referencia, hay escasas citas de la utilización del cáñamo como alucinógeno en los antiguos textos chinos. Una posible explicación es que tal uso se asociaba probablemente con el chamanismo, la religión de las personas de Asia Central. Durante la Dinastía Han, esta práctica religiosa empezó a declinar en China, y llegó a estar muy restringido el número de seguidores. Los textos antiguos rara vez mencionan el chamanismo, y por lo tanto no se hace referencia al uso del cáñamo como alucinógeno (2). Aunque el chamanismo se fue restringiendo paulatinamente en China, era bastante común entre las tribus nómadas del norte, que pueden haber contribuido a la difusión del cáñamo en el centro y el oeste de Asia y en la India (4).
En la India el uso del cáñamo estaba muy difundido, tanto como medicamento como droga recreativa. Un uso tan amplio puede deberse al hecho de que el cáñamo mantiene una relación estrecha con la religión, que asigna virtudes sagradas a la planta. El Atharva Veda ( una colección de textos sagrados de autor desconocido) menciona el cáñamo como una de las cinco plantas sagradas, refiriéndose a ella como fuente de felicidad, de alegría, portadora de la libertad. Por lo tanto, el consumo de cáñamo se convirtió en parte de los numerosos rituales religiosos en esta región (2).
Los efectos psicoactivos de planta eran muy conocidos en la India, posiblemente por la forma en que se preparaba para su uso, incluyéndose al menos tres formas distintas. La forma más débil, Bhang, se compone de hojas secas de las que eliminan cuidadosamente las flores. Una forma más fuerte, Ganja, que se preparaba con las flores hembra de la planta. La forma más fuerte de todas ellas era el Charas, constituida exclusivamente por la resina que cubre las flores femeninas (2). Estas formas de preparación garantizan la presencia de los principios activos del cáñamo. Actualmente sabemos que la planta tiene unos pelos secretores que se encuentran principalmente en las flores hembras de la planta y, en menor cantidad, en las hojas del tercio superior. Las glándulas de resina, los tricomas glandulares, se encuentran sobre todo en el extremo de los tallos. Estas glándulas tienen una cantidad considerable de cannabinoides activos. Rompiendo estas glándulas se liberan los cannabinoides (5).
En la India, el uso médico y religioso del cáñamo comenzó probablemente en torno al año 1000 antes de Cristo (6). La planta se ha empleado para múltiples funciones: analgésico (neuralgia, dolor de cabeza, dolor de muelas), anticonvulsivo (epilepsia, tétanos, la rabia), hipnóticos, tranquilizantes (ansiedad, manía, histeria), anestésico, anti-inflamatorio (reumatismo y otras enfermedades inflamatorias), antibióticos (uso tópico en infecciones de la piel, erisipela, tuberculosis), antiparasitarios (gusanos internos y externos), antiespasmódicos (cólicos, diarrea), digestivo , estimulante del apetito, diurético, afrodisíaco o anafrodisíaco, antitusivo y expectorante (bronquitis, asma) (2, 6-7).
Además, el cáñamo ha sido considerado tradicionalmente sagrado en el Tíbet, aunque poco se ha escrito de su uso religioso o medicinal. En el budismo tántrico, que se desarrolló en el Himalaya, se utilizó el cáñamo para facilitar la meditación (2). Aunque pocas veces se haya dicho, el cáñamo se ha utilizado en el Tíbet de forma intensa: los conceptos de la medicina tibetana provienen de la medicina de la India; la botánica siempre ha tenido una gran importancia en su farmacopea; por otro lado, el cáñamo es muy abundante en esa región (2).
Las evidencias también sugieren que los asirios conocían los efectos psicoactivos del cáñamo y lo usaron como incienso desde el siglo IX a, de C. (2). También es posible que antes de la Era Cristiana, los asirios usaran la planta externamente contra moratones e hinchazones, e internamente contra la depresión, la impotencia, la artritis, cálculos renales, dolencias femeninas y para anular la brujería (7).
En Persia, el cáñamo también era conocido desde antes de la Era Cristiana (6). Los persas conocían el efecto bifásico de esta planta, e hicieron una clara distinción entre la euforia inicial y los efectos tardíos disfóricos (2).
En Europa, las evidencias históricas y arqueológicas sugieren la presencia del cáñamo antes de la Era Cristiana. Parece que la planta fue introducida por los invasores escitas, que desde el Asia Central llegaron hasta el Mediterráneo. En el año 450 a, de C, Herodoto describió una ceremonia fúnebre escita, y decía que inhalaban los vapores provenientes de la quema de semillas de cáñamo con fines rituales y eufóricos. Esa descripción tuvo más tarde una confirmación cuando los arqueólogos encontraron semillas de cáñamo carbonizadas en las tumbas escitas en Siberia y Alemania (7).
Las referencias al uso del cáñamo por griegos y romanos son escasas, lo que sugiere que fue poco utilizado por estas culturas (2,6). Al comienzo de la Era Cristiana, hay dos referencias de la utilización del jugo de las semillas contra el dolor de oído y para expulsar de los oídos gusanos e insectos (7).
Desde el comienzo de la Era Cristiana hasta el siglo XVIII
En este período, el uso medicinal del cáñamo sigue siendo muy importante en la India, extendiéndose luego a Oriente Medio y África. En Arabia, se menciona el cáñamo en los compendios médicos, como el de Avicena, en torno al año 1000 d. de C. (8). Los textos musulmanes mencionan el uso del cáñamo como diurético, digestivo, contra las flatulencias, para limpiar el cerebro y para calmar el dolor de oídos. En 1464. Ibn al-Badri informa del tratamiento del hijo epiléptico del chambelán del califa con resina de esta planta: “Lo curó por completo, pero se convirtió en un adicto, de modo que no podía estar sin esta droga ni un momento” (7).
El cáñamo es conocido en África por lo menos desde el siglo XV, siendo su uso posiblemente introducido por los árabes, que de alguna manera lo conocieron de la India. Hay evidencias por la similitud de términos utilizados para la preparación de esta planta tanto en África como en la India. En África, la planta se utilizó contra las mordeduras de serpiente, para facilitar el parto, contra la malaria, la fiebre, el envenenamiento de la sangre, el ántrax, el asma y la disentería (9).
En América, el uso del cáñamo comenzó probablemente en América del Sur. En el siglo XVI, las semillas de la planta llegaron a Brasil, traídas por los esclavos africanos, sobre todo los de Angola, y fue de uso común entre los negros de las zonas rurales del noroeste. La mayoría de los sinónimos del cáñamo en Brasil (maconha, diamba, liamba y otras) tienen su origen en la lengua de Angola. Se tienen noticias del uso del cáñamo en los rituales religiosos populares de esa región, especialmente el Catimbó, que incluye el culto a deidades africanas y supone la puesta en valor de la planta para el tratamiento de enfermedades y en la prácticas de magia. En el medio rural, hay noticias sobre el uso del cáñamo para los dolores de muelas y para los dolores menstruales (10).
En Europa, durante este período, el cáñamo se cultiva exclusivamente para la obtención de fibras. Los musulmanes introdujeron el papel fabricado de cáñamo por primera vez en España en 1150 y luego en Italia (7). Hay abundantes descripciones del cáñamo en los libros de plantas escritos en este período, y desde mediados del siglo XVII se distinguen entre plantas macho y hembra (distinción ya realizada en un ideograma chino de comienzos de la Era Cristiana) (7). Las referencias al uso médico del cáñamo son escasas. Puede que los europeos hayan conocido el uso médico de la planta a través de Oriente Medio y de África, aunque se confunde con el opio (7).
Uso en la medicina occidental en los siglos XIX y XX
Hay algunas noticias sobre el uso del cáñamo por parte de los médicos europeos desde principios del siglo XIX, especialmente por uso de las semillas y en medicamentos homeopáticos. Sin embargo, la introducción efectiva del cáñamo en la medicina occidental se produce a mediados del siglo XIX a través de las obras de Willian B. O’Shaughnessy, médico irlandés, y por el libro de Jacques-Joseph Moreau, un psiquiatra francés.
O’Shaughnessy sirvió en la India durante varios años y tuvo el primer contacto con el consumo de cáñamo en este país. Estudió la literatura existente sobre esta planta, describiendo muchas de las preparaciones populares, evaluando su toxicidad en animales y, más tarde, probando sus efectos en pacientes con diferentes patologías. En 1893, publicó la obra “Preparativos del cáñamo en la India, o gunjah”, en cuyo primer párrafo establece el siguiente panorama sobre el uso de la planta:
“Los efectos narcóticos del cáñamo son muy conocidos en África del Sur, en América del Sur, en Turquía, en Egipto, en Oriente Medio, la India y territorios adyacentes, malayos, birmanos y siameses. En todos estos países, el cáñamo se utiliza de diversas formas, tanto por el disipado como por el depravado, por ser un agente que produce un estado agradable de ebriedad. En la medicina popular de estos países, se emplea para una multitud de afecciones. Pero en Europa Occidental, su uso como estimulante o como remedio es desconocido” (8).
En su libro, O’Shaughnessy describe varios experimentos realizados en humanos utilizando preparaciones de cáñamo para el reumatismo, las convulsiones, y sobre todo para los espasmos musculares producidos por el tétanos y la rabia (6,8).
Moureau utiliza el cáñamo con un propósito diferente. Era médico asistente en el Asilo de Charenton, cerca de París, y era práctica terapéutica habitual en la época realizar con los pacientes con problemas psiquiátricos largos viajes a países exóticos y lejanos. Durante estos viajes, observó el uso del hachís (resina del cáñamo) de forma corriente entre los árabes, y quedó impresionado por los sorprendentes efectos de la sustancia. En París, alrededor de 1840, Moureau decidió experimentar de manera sistemática diferentes preparaciones del cáñamo; primero en sí mismo y luego en los estudiantes. Como resultado, publicó en 1845 el libro “Del hachís y la alienación mental: estudios psicológicos”, siendo una de las descripciones más completos de los efectos agudos del cáñamo (11). Moureau establece claramente su propósito: “…Vi en el hachís, más específicamente en sus efectos sobre la capacidad mental, un método potente y único para investigar la génesis de la enfermedad mental” (12).
Estos dos diferentes empleos médicos del cáñamo, sus efectos psicoactivos ( como psicotomimética experimental), así como su uso terapéutico, persistieron a lo largo de los años. Las contribuciones de O’Shaughnessy y de Moureau tuvieron gran impacto en la medicina occidental, sobre todo debido a la escasez de opciones terapéuticas para el tratamiento de enfermedades infecciosas como la rabia, el cólera y el tétanos. El uso médico de la droga se extendió desde Inglaterra a Francia, llegando a toda Europa y luego a América del Norte. En 1860, tuvo en Estados Unidos la primera conferencia clínica sobre el cáñamo, organizada por la Sociedad Médica del Estado de Ohio.
En la segunda mitad del siglo XIX, más de 100 artículos científicos se publicaron en Europa y los Estados Unidos sobre el valor terapéutico del cáñamo (13). El momento de mayor apogeo en el uso médico del cáñamo se produce a finales del siglo XIX y principios del sigo XX. Varios laboratorios comercializan extractos y tinturas de cáñamo, como Merck (Alemania), Burroughs-Wellcome (Inglaterra), Bristol-Meyers Squibb (Estados Unidos), Parke-Davis (Estados Unidos), y Eli Lilly (Estados Unidos) (8).
Las indicaciones médicas del cáñamo a comienzos del siglo XX están resumidas en Sajous Analytic Cyclopedia de Medicina Práctica (1924) en tres áreas (7):
1) Sedante e hipnótico: contra el insomnio, el insomnio senil, la melancolía, la manía, el delirium tremens, corea, tétanos, la rabia, la fiebre del heno, bronquitis, tuberculosis pulmonar, tos, parálisis agitante, bocio exoftálmico, espasmos de la vejiga y gonorrea.
2) Analgésico: dolores de cabeza, migrañas, fatiga ocular, menopausia, tumores cerebrales, tics dolorosos, neuralgias, úlcera gástrica, gastralgia (indigestión), tabes, neuritis múltiple, el dolor que no se debe a lesiones, trastornos uterinos, dismenorrea, inflamación crónica, menorragia, aborto inminente, hemorragia postparto, reumatismo agudo, eccema, prurito senil, hormigueo, entumecimiento producido por la gota y para el alivio del dolor dental.
3) Otros usos: para mejorar el apetito y la digestión, para la anorexia como consecuencia de enfermedades agotadoras, neurosis gástrica, dispepsia, diarrea, disentería, cólera, nefritis, hematuria, diabetes mellitus, palpitaciones cardíacas, vértigo, atonía sexual en la mujer, impotencia en el varón.
Decadencia y redescubrimiento
En las primeras décadas del siglo XX el uso medicinal en Occidente del cáñamo disminuye de manera significativa. Esto puede deberse, entre otros factores, a la dificultad para obtener efectos que se puedan replicar, la gran variabilidad de las diferentes muestras de la planta. En ese momento, todavía los principios activos del cáñamo no habían sido aislados y la droga se utilizaba en forma de tinturas o extractos, cuya eficacia dependía de diversos factores, tales como el origen, la edad y el modo de preparación (8). Además aparecieron varios medicamentos a finales del siglo XIX con eficacia probada para el tratamiento de las principales indicaciones del cáñamo. Se desarrollaron vacunas para diversas enfermedades infecciosas, tales como el tétanos, analgésicos como la aspirina y jeringas hipodérmicas que permitían el uso de la morfina de forma inyectable, y como narcóticos y sedantes, aparecieron el hidrato de cloral, el paraldehído y los barbitúricos (8).
Además, muchas restricciones legales limitaban el uso médico del cáñamo y la investigación. En Estados Unidos, como resultado de una campaña de la Oficina Federal de Narcóticos, se aprobó en 1937 la Ley del Impuesto sobre la Marihuana. En virtud de esta Ley, cualquier persona que consumiese esta planta se veía obligado a registrarse y pagar un impuesto de un dólar por onza (28,35 g.), si era con fines médicos, y de 100 dólares la onza si para cualquier otro uso. A pesar de un impuesto tan bajo por el uso médico, la falta del impago de este impuesto dio lugar a multas de 2000 dólares y penas de prisión de 5 años. Esto hizo que hubiese dificultades para el uso de la planta por el exceso de trámites y los riesgos de un castigo tan severo. Cuando las regulaciones de las transacciones de cáñamo, incluyendo las prescripciones, se consideraron dentro del área fiscal, esta Ley evitó una decisión de la Corte Suprema por la cual se daba a los Estados el derecho a controlar las transacciones comerciales, y en la práctica supuso la prohibición del uso del cáñamo en todo el territorio estadounidense. El cáñamo se retiró de la farmacopea de Estados Unidos en 1941 (6,14).
En la segunda mitad del siglo XX, el cáñamo alcanzó una gran importancia social debido a un gran aumento en su consumo con fines hedonistas. Hasta ese momento, en Occidente el uso hedonista de la planta se limitaba a pequeños grupos. En Europa, grupos de intelectuales se reunieron para usar la droga. Descripciones de su uso podemos encontrar en las obras de varios escritores franceses del siglo XX, como Gautier y Boudelaire, En América, estas prácticas eran comunes entre los negros de las zonas rurales del noroeste de Brasil desde el siglo XVI, que se reunían los fines de semana para usar la droga en grupos. Este uso pasó posteriormente a los pescadores del río San Francisco y por el mar se extendió hasta las zonas costeras. A principios del siglo XX, el uso del cáñamo en Brasil estuvo restringido a pequeños grupos de bajo nivel socioeconómico, y era conocido como el opio de los pobres (10). En México, el cáñamo también fue utilizado por la población más desfavorecida y fueron los inmigrantes mexicanos los que lo llevaron a Estados Unidos en las primeras décadas del siglo XX. Hasta la década de 1950, en Estados Unidos el consumo de cáñamo se limitaba a los barrios negros y de inmigrantes hispanos (15).
Desde la década de 1960, el uso recreativo del cáñamo se extendió rápidamente entre la población más joven en todo el mundo occidental. En Estados Unidos, el porcentaje de adultos jóvenes que habían consumido cáñamo al menos una vez pasó del 5% en 1967 al 44%, 49%, 68% y 64%, en 1971, 1975, 1980, y 1982, respectivamente (16.17). Este uso se mantiene igual de alto hoy en día (18-19). En 1964, la estructura química de D 9-THC fue identificada por Gaoni y Mechoulam (20), lo que contribuyó a la proliferación de estudios sobre los componentes activos del cáñamo (21).
Este aumento considerable en el consumo de cáñamo, intensificando su importancia social, junto con un mejor conocimiento de su composición química ( que hizo posible la obtención de sus componentes puros), contribuyó a un aumento significativo en el interés científico por el cáñamo a partir de 1965, y el número de publicaciones científicas sobre el cáñamo alcanzó un máximo en la década de 1970. En este período, un grupo de investigación de Brasil, dirigido por Carlini, realizó un gran aporte, especialmente acerca de las interacciones de D 9-THC con otros cannabinoides (22). Desde entonces, Carlini se ha esforzado en una reestructuración de las políticas públicas en materia de control del cáñamo (23). A partir de mediados del decenio de 1970, el número de publicaciones empezó a declinar lentamente. Pero los estudios interesándose por el cáñamo se reavivaron a principios de 1990, con el descubrimiento y descripción de los receptores específicos de los cannabinoides en el sistema nervioso y el posterior aislamiento de la anandamida, un cannabinoide endógeno (24). Posteriormente, el número de publicaciones sobre el cáñamo ha ido en aumento, lo que demuestra el gran interés en la investigación con esta planta. En la Figura 2 se muestra la evolución del número de publicaciones sobre el cáñamo en los últimos 50 años.
A raíz del creciente interés científico por el cáñamo, sus efectos terapéuticos se están estudiando una vez más, esta vez utilizando métodos científicos más precisos. Hay estudios en distintas fases sobre los efectos terapéuticos de D 9-THC para diversas afecciones: epilepsia, insomnio, vómitos, espasmos, dolor, glaucoma, asma, inapetencia, síndrome de Tourette, y otros. Entre las indicaciones terapéuticas de D 9-THC ya hay algunas que se consideran probadas: antiemético, estimulante del apetito, analgésico, y en los síntomas de la esclerosis múltiple (25). Otros cannabinoides son también objeto de investigación, tales como el canabidiol (CDB), del que hay evidencias de efectos terapéuticos en la epilepsia, insomnio, ansiedad, inflamaciones, daño cerebral (como un neuroprotector), psicosis y otros (26-27). Sin embargo, los productos obtenidos del cáñamo deben ser usados con precaución, ya que algunos estudios sugieren que un inicio temprano en el uso del cáñamo puede inducir déficits cognitivos y al parecer actúa como un factor de riesgo en la aparición de psicosis entre los jóvenes vulnerables (28,29).
A principios de 2005, un laboratorio farmacéutico de una multinacional recibió la aprobación en Canadá, y se está solicitando su uso en el Reino Unido y la Unión Europea para comercializar un medicamento que contiene D 9-THC y CBD para el alivio del dolor neuropático en pacientes con esclerosis múltiple.
Por lo tanto, un nuevo ciclo comienza en el uso de los derivados del cáñamo como medicamentos, de una forma más consistente que en el pasado. Las estructuras de los compuestos químicos derivados del cáñamo son conocidas, los mecanismos de acción en el sistema nervioso están siendo dilucidados con el descubrimiento de un sistema cannabinoide endógeno, y la eficacia y seguridad de los tratamientos están siendo probados científicamente.
Agradecimientos
Antonio Waldo Zuardi es beneficiario de Nacional Conselho Nacional de Desenvolvimento Científico e Tecnológico (CNPq) y fue financiado en parte por la Fundação de Amparo à Pesquisa do Estado de São Paulo (FAPESP).
Referencias (Los enlaces se encuentran en la página de referencia: http://www.scielo.br/scielo.php?pid=S1516-44462006000200015&script=sci_arttext&tlng=es)
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Correspondencia
Antonio Waldo Zuardi
Av. Cándido Pereira Lima 745 – Jd. Recreio
14040-250 Ribeirão Preto, SP, Brasil
E-mail: awzuardi@fmrp.usp.br
Enviado: 4 de octubre 2005
Aceptado: 21 de noviembre 2005
Financiación: Conselho Nacional de Desenvolvimento Científico e Tecnológico (CNPq) – Concesión 300775 / 2004-0 y Fundação de Amparo à Pesquisa do Estado de São Paulo (FAPESP) – Grant 202 / 13197-2
Conflicto de interés: Ninguno
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Procedencia del artículo:
http://www.scielo.br/scielo.php?pid=S1516-44462006000200015&script=sci_arttext&tlng=pt
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Artículos relacionados:
http://www.zamnesia.es/content/184-historia-del-cannabis-con-fines-medicinales
El uso terapéutico del Cannabis sativa en la medicina árabe (pdf)
Uso de los cannabinoides a través de la historia (pdf)
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