Por Media Lens, 25 de febrero de 2014
Una lucha épica se está llevando a cabo, una lucha que determinará el destino y la supervivencia de nuestra especie. Se trata de un encontronazo entre los límites naturales y la conciencia racional de respetar esos límites, por un lado, y por el otro las fuerzas de una avaricia ciega.
En los próximos años, las preguntas fundamentales relativas a lo que somos como especie van a ser contestadas. ¿Estamos actuando de una forma consecuente y racional? ¿O por el contrario vamos camino de la autodestrucción, que terminará con el proceso evolutivo del ser humano?
Como dice el exministro de Energía, el conservador Charles Hendry, sobre las recientes inundaciones en el Reino Unido: “se ha terminado el debate político sobre el impacto del cambio climático”. Los últimos acontecimientos climáticos extremos sugieren que algo de “enorme magnitud está sucediendo”.
Incluso consideradas de forma aislada, las inundaciones del Reino Unido pueden constituir “un incidente absolutamente devastador”, según sugiere un reciente estudio realizado por científicos:
“Las nocivas emanaciones de sulfuro de hidrógeno y el envenenamiento por plomo son algunas de las amenazas de contaminación de las aguas, mientras que los animales en casi todas las etapas de la cadena alimentaria, desde los insectos hasta los pequeños mamíferos y aves, se cree que podrían ahogarse o morir por falta de alimentos”.
Y estas inundaciones no son el último suceso de una larga serie de eventos extremos, incluyendo la larga sequía que afecta a California. El hidrólogo James Famiglietti, de la Universidad de California en Irvine ha dicho: “Estamos con un pie en el precipicio”.
Además, del inmenso vórtice polar que ha afectado a Estados Unidos, y el huracán Sandy, el año pasado Australia “tuvo el año más caluroso de los registrados”, mientras que el supertifón Haiyan ha sido considerado como “el ciclón tropical más fuerte de los conocidos”. 2013 fue “el 37 año consecutivo con unas temperaturas globales por encima del promedio del sigo XX”.
Tony Juniper, exdirector de Amigos de la Tierra, nos comentó: “Ha llegado el momento de sufrir las consecuencias”.
La línea base y la extinción del hombre
Echemos un vistazo más de cerca a la naturaleza de este fatal encontronazo.
En el blog de Guy McPherson, profesor emérito de recursos naturales, ecología y biología evolutiva de la Universidad de Arizona, dice que nos enfrentamos:
“Si usted está muy ocupado como para leer las evidencias que le presentamos más adelante, ya le decimos cuál es el resultado final: Un planeta con una temperatura de 4º C por encima de la línea de base, todo lo que podemos esperar es la extinción del ser humano”.
¿Puede ocurrir esto? McPherson cita al profesor de climatología Mark Maslin:
“Ya trabajamos con un horizonte de un aumento de la temperatura en 4º C. No sé de ningún científico que no crea este panorama”.
Esta segunda frase vale la pena leerla de nuevo. O también podemos recordar los comentarios hechos por el profesor Kevin Anderson, director del Centro Tyndall para la Investigación sobre el Cambio Climático, en el sitio web de la BBC, en el año 2010:
“Sin embargo, sólo compartiendo una caña de cerveza o un café, es difícil encontrar a un científico comprometido seriamente en el cambio climático, aunque diga que un aumento de 4ºC durante este siglo es algo catastrófico para la sociedad humana y los ecosistemas.
Además, si pregunta a los científicos si es probable que la temperatura aumente más allá de los 4ºC antes de que empiece a descender, muchos sacuden la cabeza apuntando a una serie de discontinuidades (puntos de inflexión), y quizá podamos ser testigos de una aumento de las temperaturas más allá de los 4ºC”.
Pero esto es sólo la mitad del problema: McPherson tiene razón en señalar que es preocupante un aumento de la temperatura en 4ºC, y tienen razón los científicos que dicen que un aumento de 4ºC sería catastrófico, o mucho peor.
Hay, por supuesto, un debate sobre este aumento de la temperatura. McPherson se muestra muy pesimista, diciendo que ya es demasiado tarde para que podamos salvarnos. Dice:
“Incluso los científicos que siguen las posiciones más aceptadas minimizan el impacto a cada paso.. Los científicos subestiman los impactos del cambio climático. No quiero decir que haya una conspiración entre los científicos. La Ciencia se caracteriza por su conservadurismo. Las Academias son de un conservadurismo extremo. Estas personas se muestran reacias a arriesgarse centrando la atención en sí mismos si señalasen que podría ser una seria amenaza para la civilización. No importa la magnitud de la amenaza a corto plazo para toda nuestra especie (menos se iban a ocupar de otras especies). Si la verdad es tan preocupante, pueden encontrar una versión que suavice las cosas”.
Un reciente Informe del Consejo Climático concluye que “la frecuencia de las olas de calor en algunas partes de Australia ya ha superado los niveles pronosticados para el año 2030”.
Romper el espinazo de la Bestia
La segunda mitad de nuestro problema es que las evidencia de esta grave amenaza a nuestra existencia están siendo ocultadas por cientos de millones empleados en propaganda organizada. A principios de este mes, el senador Sheldon Whitehouse hizo una valiente y decisiva intervención en el Senado de Estados Unidos:
“He descrito el Congreso como una fortaleza rodeada de una muralla de mentiras. Voy a ser más concreto. No sólo se está mintiendo sobre el cambio climático, sino que hay todo un aparato cuidadosamente construido para mentir. Este aparato es enorme y está ingeniosamente construido: organizaciones del disparate y la falsedad diseñadas para que las mentiras suenen como reales, mensajes lanzados por expertos en relaciones públicas para que suenen como si fueran verdad; científicos pagados que mienten cuando se lo solicitan. Y todo esto es lo suficiente grande y complicado que al mirar las diferentes partes pudiera parecer que no forma parte todo de la misma Bestia. Pero lo forma. Igual que el personaje mitológico de la Hidra: muchas cabezas, pero la misma bestia”.
El discurso de Whitehouse hizo referencia en varias ocasiones a un nuevo e innovador estudio de Robert J. Brulle, profesor de Sociología y Ciencias Ambientales de la Universidad de Drexel, que describe los fundamentos de la organización y financiación que hay detrás de la negación del cambio climático. Este es el primero, un análisis exhaustivo de revisión por pares, que nunca se había realizado sobre el tema.
Brulle encontró que entre 2003 y 2010, 140 fundaciones hicieron 5299 donaciones por un total de 558 millones de dólares a 91 grandes organizaciones que niegan el cambio climático. Estas 91 organizaciones tienen unos ingresos anuales de poco más de 900 millones de dólares, con un promedio anual de 64 millones de dólares de apoyo de varias fundaciones. En el Reino Unido también tiene su propia organización negacionista en la red.
Es preocupante lo que dice Brulle: “Mientras que los proveedores de fondos son organizaciones conservadoras conocidas, la mayor parte de las donaciones son en dinero negro, es decir, una financiación encubierta”.
Esto forma parte de una tendencia:
“Los datos también indican que Koch Industries y ExxomMobil, dos de los principales partidarios de la negación del cambio climático, han dejado de anunciar públicamente su financiación de las organizaciones negacionistas. Coincidiendo con la disminución de la financiación conocida, ha aumentado espectacularmente la financiación a aquellas organizaciones a través de terceros como Donors Trust y Donors Capital, cuyos financiadores no se pueden rastrear”.
En otras palabras, antes las evidencias científicas abrumadoras que señalan que se avecina un desastre climático, los donantes bloquean todo tipo de acciones y ocultan deliberadamente su apoyo para no tener publicidad negativa.
En cuanto al alto perfil de los negacionistas que recalan en los medios de comunicación, Brulle comenta:
“Igual que en una obra de teatro de Broadway, los negacionistas colocan a sus estrellas en el centro de atención, a menudo prominentes científicos o políticos conservadores, pero detrás de las estrellas hay toda una estructura organizativa formada por directores, guionistas y productores, en forma de fundaciones conservadoras. Si se quiere entender lo que impulsa este movimiento, tiene que observar lo que está pasando entre bastidores”.
Así que: la negación del cambio climático es una creación totalmente artificial, un gigantesco fraude corporativo. Sin este aparato de la mentira, simplemente no se tendrían sus argumentos como serios y no sería posible desafiar un consenso del 97% de los científicos sobre la realidad de la amenaza del cambio climático. Se trata de un descarado fraude, subordinando el bienestar humano en beneficie propio, con la excusa de un supuesto equilibrio.
El senador Whitehouse lo resume:
“Todo este aparato es una vergüenza. Cuando suceda lo inevitable y suframos las consecuencias del cambio climático, la gente querrá saber por qué no se tomaron las medidas adecuadas a su debido tiempo. Es como si no hubiera suficientes evidencias científicas para actuar. ¿Por qué no?
Esta operación de desmentido – La Bestia- pasará a la historia como uno de los grandes escándalos estadounidenses, como un Watergate o Teapot Dome, un complejo esquema fabricado de forma deliberada, de mentiras y propaganda que causó un perjuicio real al pueblo estadounidense, todo con el afán de un pequeño grupo de personas de ganar más dinero”.
Así que, ¿por qué no se exponen todas las posibles consecuencias?
La razón es que en el último cuarto de siglo la política de empresas y medios corporativos, que son estrechos aliados e incluso miembros de la Bestia, han censurado la verdad sobre su funcionamiento. McPherson lo explica:
“Peor que los trolls antes mencionados son los medios de comunicación. Totalmente atrapados por las corporaciones, los medios de comunicación siguen pasando de puntillas sobre la cuestión del cambio climático. De vez en cuando se publica algo, pero por lo general en una dirección equivocada, como que científicos del clima y activistas se matan entre ellos ( como por ejemplo en el artículo lleno de odio de James Delingpole, aparecido en The Telegraph en 7 de abril de 2013)”.
Por una amarga ironía, sólo tenemos la respuesta de los medios de comunicación al estudio de Brulle. Una búsqueda en la base de datos Lexis de la prensa del Reino Unido, vemos que es considerado innovador, siendo mencionado en un artículo en The Guardian y otra mención de pasada en el Daily Mail. Ningún otro periódico del Reino Unido hace mención del estudio. Una búsqueda en la base de datos Factiva de los periódicos de Estados Unidos realizada por el analista David Peterson, el estudio sólo ha sido mencionado en el Washington Post en un artículo de 500 palabras. (En español: http://actualidad.rt.com/actualidad/view/115860-petroleras-gastar-dolares-mito-calentamiento-global; http://www.cuartopoder.es/mecanicamente/el-negacionismo-climatico-se-nutre-del-dinero-de-fundaciones-conservadoras/3769; http://www.elmundo.com/portal/pagina.general.impresion.php?idx=229213; http://diario.latercera.com/2013/12/27/01/contenido/tendencias/16-154344-9-estudio-detalla-como-se-financian-los-negacionistas-del-cambio-climatico.shtml…)
Se trata de una tendencia cada vez más amplia, la del silenciamiento de los medios corporativos. En 2012, Douglas Fischer informó de la cobertura que daban los medios corporativos sobre el cambio climático: “una caída en 2011, una disminución aproximada del 20% con respecto a los niveles de 2010 y casi del 42% desde su máximo en 2009”.
El problema, como señala McPherson, es que los medios de comunicación social están totalmente fagocitados por la Bestia de Sheldon Whitehouse.
El impacto en la conciencia de la gente es claro. Entre 2007-2011, frente al aumento de las evidencias científicas, la proporción de la población de Estados Unidos que acepta que la Industria es la responsable del cambio climático, se ha reducido del 71% al 44%. Entre 2005 y 2013, el número de británicos que creen que el clima no está cambiando ha aumentado del 4% al 19%.
Otra encuesta señalaba que “dos tercios de la población nunca ha hablado sobre el cambio climático fuera de su círculo social inmediato, y un tercio de la gente nunca ha hablado con nadie de este tema”.
La Bestia es un monstruo de enormes tentáculos, el más grande que hemos conocido que pretende destruir el ecologismo, el socialismo, y de hecho cualquier movimiento que amenace los beneficios y el control empresarial. En 1991, Bob Williams, consultor de la Industria del Petróleo y del Gas, describió así la prioridad de las empresas:
“Poner a los activistas ambientales fuera de juego… No hay mayor imperativo… Si la Industria del petróleo quiere sobrevivir, el lobby ambiental es superfluo, un anacronismo”. (1).
Pero el problema está más profundamente arraigado de lo que parece. La historiadora estadounidense Elizabeth Fones-Wolf ha escrito sobre las campañas corporativas de propaganda en Estados Unidos durante la década de 1940 a 1950:
“Los fabricantes orquestaron campañas de relaciones públicas por valor de varios millones de dólares, lanzadas desde los periódicos, las revistas, la radio y la televisión, para destacar los beneficios del sistema económico estadounidense… Esto hizo que los trabajadores identificaran sus problemas sociales, económicos, políticos y de bienestar con los de su empleador y, más ampliamente, con el sistema de libre empresa”. (2)
La Bestia que niega el cambio climático es sólo el último ejemplo de estas “campañas de relaciones públicas” en curso. Con este tipo de poderosas instituciones que siguen empeñadas en obtener más y más beneficios a través de un mayor control, convenciendo a la gente de que siga consumiendo a cualquier coste, ¿cuáles son nuestras posibilidades? ¿Qué podemos hacer?
Hace un cuarto de siglo, Franz Mankiewicz, un alto ejecutivo de una empresa de relaciones públicas, Hill and Knowlton, decía sobre la caída del dictador Ceausescu de Rumanía:
“Creo que las empresas tendrán que ceder mínimamente. Debido a que las empresas son demasiado fuertes, están establecidas. Los ecologistas van a tener que ser multitud en la plazas de Rumanía para que sean tenidos en cuenta”. (3)
Este puede ser el caso. El senador Whitehouse dijo al Congreso:
“Hqy que romper el espinazo de la Bestia… por el bien de nuestra Democracia, por nuestro futuro, por nuestro honor. Es hora de despertar”.
Como ha sugerido el climatólogo de la NASA James Hansen, que como ocurrió con el juicio de Nuremberg, deben rendir cuentas los altos ejecutivos de las empresas (incluyendo los de los medios corporativos) y los políticos, responsables todos ellos de crímenes contra la humanidad y el planeta. Están obligados a rendir cuentas por sus crímenes.
Pero mucho más importante que esto es que tenemos que actuar, ahora, para salvarnos de un desastre total.
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Williams, US Petroleum Strategies in the Decade of the Environment. Quoted, Sharon Beder, Global Spin – The Corporate Assault on Environmentalism, Green Books 1997, p.22 [↩]
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Fones-Wolf, Selling Free Enterprise – The Business Assault on Labour and Liberalism, 1945-60,’ University of Illinois Press, 1994, p.6 [↩]
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Quoted, Beder, op.cit., p.22 [↩]
Media Lens es un organismo de control de los medios de comunicación del Reino Unido, encabezado por David Edwards y David Cromvell. El segundo libro de Media Lens, Neolengua en el siglo XXI, por David Edwards y David Cromwell, fue publicado en 2009 por Pluto Press. Visite Media Lens’s website.
Procedencia: http://dissidentvoice.org/2014/02/the-fateful-collision-floods-catastrophe-and-climate-denial/#more-53109