Por Mickey Z, 11 de mayo de 2011
En un mundo donde todo es vida, nada puede ser desechado. ¿Dónde lo tiraría usted?
- Clark Strand, Semillas de un árbol de abedul
Es deber del opresor dividir, separar, promover las falsas diferencias y sacar provecho de los inevitables falsos conflictos que provocan esas distinciones.
Es deber del oprimido resistir.
Pues bien, yo no me identifico ni por el sexo, ni por el color de la piel, ni por la clase a la que pertenezco, el idioma que hablo o por mi orientación sexual. No soy del equipo deportivo de la ciudad en la que nací, ni practico la religión de mis padres, ni siquiera tengo en cuenta la que especie en la que me clasifican. Y ni siquiera me identifico como consumidor, o trabajador, o ni siquiera con un estadounidense.
En nombre de la justicia global y de la rebelión planetaria, soy un terrícola.
Antes de que hubiera aficionados de los Yankees o fans de los Red Sox, había terrícolas. Antes de que hubiera terroristas y pacifistas, había terrícolas. Antes de que existieran los cristianos o los judíos, los homosexuales o los heterosexuales, los seres humanos o los no humanos, había terrícolas.
Mucho tiempo después de que se establecieran estas distinciones, incluso las formas de vida que las inspiraron, habrá terrícolas.
Son terrícolas los árboles que desaparecen, la vida marina que se marchita en nuestros océanos, la desaparición de las abejas, los animales que aúllan en los laboratorios de vivisección. ¿Y los seres humanos encadenados en Guantánamo, que mueren de cáncer en los hospitales, que huyen despavoridos cuando oyen el sonido de los aviones Predator no tripulados? Todos son terrícolas, también.
No es suficiente elevarse por encima de los últimos conflictos artificiales provocados por el hombre, o por las diferencias, para declararse “humanista”. En nombre de la justicia global y la rebelión planetaria, debemos ir más lejos para determinar cómo los terrícolas y con los puños levantados pueden acudir en solidaridad de todos nuestros compañeros terrícolas.
El personaje Tom Joad de Las uvas de la ira dice: “ Tal vez no seamos almas individuales, sino que tal vez haya un alma mayor de la que todos formamos parte”. Todo muy sencillo, pero dentro de esta sencillez está el secreto: si viésemos a todos los terrícolas como parte de un conjunto, de un alma colectiva, sería imposible vivir en la negación.
Hacer lo contrario es negar el homicidio, el genocidio y el ecocidio. Algunos podrían llamar a esto un suicidio. Esos serían los terrícolas.
Mickey Z es autor de 11 libros, siendo el más reciente Darker Shade of Green Hasta que no se cambien las leyes o el poder se consuma, puede encontrársele en un oscuro lugar llamado Facebook.
http://dissidentvoice.org/2011/05/earthlings-unite/