Por Terry Messman
Parte I, Parte II, Parte III, Parte IV
SS: También tiene que ver con el silenciamiento de los críticos. Eli Lilly utiliza los medios de comunicación para hacer propaganda de los beneficios del Prozac y da prebendas a los médicos para que asistan a conferencias donde se escucha esta misma propaganda, y huntando a investigadores. ¿Pero no utilizan también su poder y su dinero para silenciar a sus críticos?
RW: Un ejemplo es el caso del Dr. Joseph Glenmullen, un psiquiatra que también trabajaba en la Unidad de Servicios de Salud de la Universidad de Harvard, y que escribió un libro titulado Prozac Backlash (La resaca del Prozac) para advertir sobre los peligros del Prozac. Descubrió que se están prescribiendo un exceso de medicamentos, con efectos secundarios graves. Incluso se plantea preguntas acerca de los problemas de memoria a largo plazo por la toma de medicamentos y disfunciones cognitivas. Eli Lilly montó posteriormente una campaña de relaciones públicas para desacreditarlo. Se enviaron avisos a los medios de comunicación cuestionando su relación con la Escuela de Medicina de Harvard, et. Se trata de silenciar a los críticos.
Si usted canta la melodía que las Empresas Farmacéuticas quieren, le pagaran mucho dinero para hacer viajes y presentaciones sobre las maravillas de sus fármacos, cenas con langosta y cuantiosos honorarios para asistir a estas reuniones tan educativas. Así que si uno quiere formar parte de esta cuadrilla, puede hacerlo: cantar maravillas del fármaco, no hablar de los graves efectos secundarios, y puede obtener un bonito sueldo como invitado o como experto.
Pero si usted dice cosas como: ¿ Qué pasa con los comportamientos maníacos? ¿Qué pasa con las psicosis?”, entonces le intentarán silenciar. Mira lo que le pasó a David Healy. Healy es uno de los mejores ejemplos. David Healy tenía una excelente reputación en Inglaterra. Ha escrito varios libros sobre la historia de la Psicofarmacología. Fue Secretario de la Asociación de Psicofarmacología. Iba a asumir el cargo de director del Departamento de Psiquiatría en la Universidad de Toronto, pero mientras espera para ejercer dicho cargo dio una charla en Toronto sobre el elevado riesgo de suicidio por el Prozac y algunos otros ISRS. Cuando volvió a casa se enteró de que la oferta de empleo había sido anulada.
¿Eli Lilly entrega fondos a la Universidad de Toronto? Pues claro. Por lo tanto, hay que responder a su pregunta con un sí, Eli Lilly silencia también a los disidentes.
SS: ¿Cuál es la historia oculta entre Eli Lilly y los sobrevivientes que demandaron a la Compañía después de que Joseph Wesbecker disparase contra 20 compañeros de trabajo después de estar bajo tratamiento con el Prozac?
RW: Durante este juicio en el que se había demandado a Eli Lilly, el juez iba en principio a permitir la presentación de algunas pruebas perjudiciales para los intereses de Eli Lilly. El juez dijo: “Adelante, pueden presentar las pruebas en este juicio”. Pero lo siguiente que sé es que de repente los demandantes ya no querían presentar dichas pruebas, por lo que el juez se pregunta por qué no las quieren presentar. Se huele que hay algo raro detrás de todo esto: sospecha que Eli Lilly ha llegado a un acuerdo secreto con los demandante y que según ese acuerdo los demandantes van a continuar ya con una farsa de juicio para que Eli Lilly gane el juicio. De ese modo Eli Lilly podría proclamar: “Vean, nuestro fármaco no hace que la gente sea más violenta”.
Y eso fue lo que pasó. Eli Lilly presentía que iba a perder el juicio. Así que hablaron con los demandantes y les ofrecieron una buena cantidad de dinero. Estuvieron de acuerdo en seguir adelante con el juicio y llegar a una sentencia que sería favorable a la Empresa Farmacéutica, de esa manera Eli Lilly podía proclamar a los cuatro vientos que habían ganado el juicio y que el Prozac no causa ningún tipo de daño.
La documentación «desapareció» durante un litigio en 1994,
en el que víctimas de una matanza en Estados Unidos
demandaron a Lilly por considerar que su medicamento
pudo tener relación con el comportamiento del asesino.
En 1989, Joseph Wesbecker disparó indiscriminadamente
en una empresa y mató a ocho personas e hirió a otras 12.
Después, se suicidó. El hombre padecía desde hacía años depresión
y un mes antes había empezado a tomar fluoxetina.
Lilly ganó el juicio, pero en 1997 tuvo que admitir
que llegó a un acuerdo secreto con los demandantes.
SS: ¿Cómo es que todo esto ha podido salir a la luz del día?
RW: Nunca hubiéramos sabido a no ser por dos cosas. Una, lo crea o no, el propio juez apeló la decisión tomada en su propio tribunal. Dijo: “Esto me huele a rata”. Se dio cuenta de que existía un acuerdo secreto y que lo que después siguió fue un procedimiento fingido. Dijo que era una de las mayores violaciones que había visto nunca del procedimiento legal. Y en segundo lugar, un periodista inglés llamado John Cornwell escribió un libro llamado “El poder de hacer daño: Mente, Medicina y Asesinato en el Banquillo”. Escribió acerca de este caso, y sin embargo casi no se conoce en los Estados Unidos este acuerdo secreto y la perversión de todo el procedimiento legal. Tuvo que ser un periodista inglés el que destapase todo este asunto.
Mi punto de vista es el siguiente: se silencia a personas como Marcia Angell; se pervierte el proceso científico; se pervierten los procesos legales; se pervierte el proceso de revisión de los medicamentos por parte de la FDA. Y así es como nosotros, como sociedad, acabamos creyendo en estos fármacos psiquiátricos. La pregunta se mantiene en el aire: ¿Por qué todavía seguimos creyendo en el Prozac? Y lo cierto es que todavía, en efecto, el Prozac se mantiene. Es mantenido públicamente porque se silencia de todas las maneras posibles, como hemos explicado en las líneas anteriores.
Otra cosa que hay que recordar es que algunas personas al ser tratadas con el Prozac se sienten mejor. Es verdad, pero de la misma manera algunas personas tratadas con un placebo también se sienten mejor. Es una historia que se repite: “Oh, tomé Prozac y me siento mejor”. Es ese grupo que se siente mejor lo que corre entre la gente y se hace público. Así que continuamos creyendo que estos fármacos milagrosos son muy seguros, a pesar de toda la suciedad que sigue tapándose.
SS: Ahora vamos a pasar de los antidepresivos como el Prozac a considerar otro nuevo grupo de supuestos fármacos milagrosos: los nuevos fármacos antipsicóticos. Usted escribe que el uso a largo plazo de los fármacos antipsicóticos, tanto los clásicos fármacos neurolépticos como Thorazine y Haldol y los atípicos más modernos, como Zyprexa y Risperdal, provocan cambios patológicos en el cerebro que pueden conducir a un empeoramiento de los síntomas de la enfermedad mental. ¿Qué cambios en la química del cerebro provocan los antipsicóticos y cómo conducen a esa perspectiva tan aterradora que describe, una enfermedad mental crónica originada por estos fármacos?
RW: Esta es una línea de investigación que recorre unos 40 años. Este problema de las enfermedades crónicas aparece una y otra vez en la literatura de investigación. Se trata de un mecanismo biológico que ahora es bien conocido. Los antipsicóticos bloquean los receptores de dopamina. Bloquean en torno del 70 al 90% de los receptores de dopamina del cerebro. A cambio, el cerebro aumenta de manera adicional los receptores de dopamina en alrededor del 50%. Se trata de un considerable cambio.
Así que, se crea un desequilibrio en el sistema de la dopamina en el cerebro. Es algo así como tener apretado el acelerador, es decir los receptores adicionales de dopamina, pero por otro lado el fármaco trata de frenar este proceso. Pero si se suelta el freno tendremos una sistema de la dopamina hiperactiva: hay demasiados receptores de dopamina. ¿Y qué es lo que sucede? Las personas que dejan el fármaco, tienden a tener recaídas severas.
SS: ¿Así que las personas que han sido tratadas con fármacos antipsicóticos tienen una mayor tendencia a las recaídas, y tienen nuevos episodios de enfermedad mental, en contraposición a las personas que han tenido otros tipos de terapias no farmacológicas?
RW: Eso es. Y esto es algo que ya se sabe desde 1979, que estos medicamentos aumentan la vulnerabilidad biológica subyacente en la psicosis. En cuanto a la alteración del sistema de la dopamina, se pueden causar algunos síntomas de psicosis con el uso de las anfetaminas. Por lo tanto, si alguien abusa de este fármaco tiene un mayor riesgo de psicosis. Es algo conocido. ¿Qué hacen las anfetaminas? Se trata también de una razón biológica: si altera el sistema de la dopamina se aumenta el riesgo de psicosis. Eso es en esencia lo que hacen estos fármacos antipsicóticos, arruinar el sistema de la dopamina.
Sólo conozco un estudio importante sobre el alcance de estos fármacos: los investigadores de la Universidad de Pittsburgh, en la década de 1990, que examinaron a las personas recién diagnosticadas con esquizofrenia y tomaron imágenes por resonancia magnética de los cerebros de estas personas. Así obtuvieron una imagen de su cerebro en el momento del diagnóstico, y luego hicieron lo mismo 18 meses después para observar los cambios en su cerebro. Durante estos 18 meses recibieron un tratamiento con fármacos antipsicóticos, ¿y qué observaron los investigadores? Pues bien, durante ese período de 18 meses los fármacos provocaron un agrandamiento de los ganglios basales, un área del cerebro que utiliza la dopamina. En otras palabras, se produce un cambio visible en la morfología y en el tamaño del cerebro, que ahora es anormal. Eso es lo primero: un fármaco antipsicótico que provoca una anormalidad en el cerebro.
Pero ahora viene lo bueno. Encontraron que a medida que se producía ese agrandamiento también se producía un empeoramiento de los síntomas psicóticos. Gracias a la tecnología moderna se puso realizar este interesante estudio. Mediante imágenes del cerebro se pudo ver cómo un agente externo altera la química del cerebro provocando un agrandamiento anormal de los ganglios basales, y que este crecimiento provocaba un empeoramiento de los mismos síntomas que se supone debiera tratar. O sea, un agente externo que provoca una anormalidad, provoca síntomas…
SS: Pero en este caso, el agente externo que desencadena el proceso de la enfermedad se supone que debiera curar la enfermedad. La droga psiquiátrica es el agente causante de la enfermedad.
RW: Así es. Es un hallazgo sorprendente, irrefutable. Es el tipo de cosas que debiera de hacernos decir: “Debemos actuar de otra manera”. ¿Sabe usted para qué recibieron posteriormente financiación los investigadores?
SS: ¡No sé! Me imagino que consiguieron financiación para llevar a cabo estos mismos estudios con otra clase de fármacos psiquiátricos.
RW: No, recibieron una subvención para desarrollar un implante, un implante en el cerebro que pudiese suministrar fármacos como haloperidol de forma continua ¡Una beca para desarrollar un implante en el cerebro de las personas con esquizofrenia que administre fármacos y entonces ni siquiera tendrían la oportunidad de no tomar esos fármacos!
SS: Increíble, diseñar un implante para proporcionar una dosis constante de una droga de la que acaban de descubrir que causa una patología en la química del cerebro.
RW: Cierto, y eso que acababan de descubrir que estaba causando un empeoramiento de los síntomas. Entonces, cabe preguntarse: ¿por qué diseñar un implante permanente? Porque ahí está el negocio, y nadie quería hacer frente a este terrible hallazgo, un agrandamiento de los ganglios basales provocados por los fármacos y que está asociado con un empeoramiento de los síntomas. Nadie quiere aceptar el hecho de que cuando una persona es tratada con medicamentos antipsicóticos se observa un encogimientos de los lóbulos frontales. Nadie quiere hablar de eso. Abandonaron esta investigación.
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