Introducción del libro de Boris Mikhaylovich Kozo-Polyansky
por Peter H. Raven
Es difícil imaginarse hoy en día que hace más de ochenta y cinco años – antes de que tuviéramos amplios conocimientos sobre la estructura de las células, antes de la aparición de la microscopía electrónica y muchos otros modernos instrumentos a los cuales estamos acostumbrados, antes de que fueran desarrollados los principios de la Biología molecular, y mucho antes de que se estableciesen las diferencias fundamentales entre las bacterias (procariotas) y células nucleadas (eucariotas) y fueran descritas, el botánico ruso Boris Kozo-Polyansky ya perfiló el origen simbiótico de los núcleos de las células.
En aquella época, cuando apenas se podían visualizar con detalle los cloroplastos y las mitocondrias – lo cierto es que fueron confundidos el uno con el otro y a menudo se les denominaba a ambos plástidos ( del griego “brotes”) – Kozo-Polyansky reconoció en estos orgánulos de la célula a antiguas bacterias y afirmaron que eran microorganismos simbióticos. Este joven, que vivió en la ciudad de Voronezh, un centro agrícola en lo que se conoce como la Región de las tierras negras, observó células complejas de plantas y animales ( se las denomina ahora eucariotas), y dijo que eran consorcios en los que que cohabitaban partes que habían tenido un origen muy diferente, bacterias que fueron libres (bioblastos), que luego se hicieron simbiontes microbianos.
Sólo medio siglo después de que escribiese este asombroso libro se conocieron las teorías de Kozo-Polyansky. Sólo después de que los enfoques experimentales de los que carecía fuesen realizados para probar la hipótesis, que era desconocida con anterioridad tanto en Europa como en América, de su idea de la “simbiogénesis- selección natural”, fue expuesta de forma correcta e independiente por los científicos en la literatura profesional. Después de décadas de abandono, burla y abuso intelectual, ahora se cree que estas ideas son correctas por prácticamente todos los biólogos.
En la elaboración de su teoría de la simbiogénesis, Kozo-Polyansky demostró un gran conocimiento de varias lenguas académicas. Su educación clásica incluyó la comprensión tanto de los fundamentos filosóficos de la ciencia como de sus predecesores rusos: Andrey Sergeevich Famintsyn, que intentó el desarrollo de cloroplastos aislados en el laboratorio, y Konstantin Sergeevič Merežkovski, que inventó el término simbiogénesis y escribió de forma extensa en varias lenguas, de modo que todavía genera novedades que se ejemplifican en la simbiosis moderna. A pesar de que los primeros trabajos de investigación publicados por Kozo-Polyansky carecían de las modernas herramientas y de una comprensión de la expresión genética, tenía muchas observaciones certeras. Este fue su disfrute, o tal vez sufrimiento, Sitzfleish: paciencia, curiosidad, pasión e interés por observar los fenómenos microscópicos. Observaron la sexualidad, incluida la génesis de los géneros y los órganos sexuales, la formación de los gametos, la fecundación y el desarrollo embrionario, así como numerosos ejemplos de la sucesión ecológica microbiana y los modos de fusión simbionte. En su conjunto, Kozo-Polyansky y sus colegas tejieron de forma brillante una teoría coherente. Se comprende el debate posterior que generó su enunciación, pero hoy en día podemos ver que su punto de vista evolutivo, como el de Darwin, ha resistido la prueba del tiempo. La acumulación de numerosas evidencias verifica el objetivo principal de sus postulados y la exactitud en sus detalles.
B.M. Kozo-Polyansky señala correctamente la existencia de muchos sistemas coevolutivos que producen complejas fusiones, temporales o permanentes, en muy diferentes tipos de organismos. Observó las analogías entre ellos y la coevolución, simbiótica, sistemas que constituyen células eucariotas.
Kozo-Polyansky, en definitiva, es un pensador brillante y original, al mismo que un sintetizador. Resulta apropiado que su obra fundamental, “Nuevos principios”, se presente en una excelente traducción del académico ruso, poeta, zoólogo y experto en escorpiones y en la mitocondria, el profesor Victor Fet, en Huntington, West Virginia. El libro es de interés para biólogos y ecologistas en general, y especialmente para todos los interesados en la evolución de la vida y en la historia de la ciencia.
Ciertamente, la falta de aprecio por las aportaciones de Kozo-Polyansky en Europa Occidental y en América del Norte se debe en buena medida a su extrema originalidad. Pero también viene de la falta de interés que los anglófonos tienen por las lenguas extranjeras. En particular, desconocen la literatura rusa sobre Biología. Gran mérito del descubrimiento se debe también a Lynn Margulis, que ha dedicado su vida a la exploración de la naturaleza simbiótica de las células complejas, las células eucariotas nucleadas de plantas, animales y hongos, y a la diversidad, especialmente de microorganismos eucarióticos de vida libre que forman más de treinta phila de protoctistas: las diatomeas y algunas algas, los mohos… los foraminíferos , amebas, ciliados, etc.
El extraordinario papel evolutivo y ecológico de las pequeñas formas no nucleadas, que ahora se denominan procariotas (bacterias, en sentido amplio) – el papel de la geoquímica planetaria, que muestra una asombrosa diversidad y una tenacidad frente a las condiciones extremas- ya fue insinuado por B. M. Kozo-Polyansky. Ahora sabemos que son los microbios inferiores los que han generado nuestros antepasados celulares nucleados, como muestra el joven ruso en su obra sorprendentemente moderna, de 1924. Antes del artículo de Edouard Chatton que puso en liza a las células eucariotas y procariotas; antes de la moderna escuela holandesa de Delft (Albert van Klyuver, Cornelius van Neil y sus colegas norteamericanos, como Sorin Sonea, Roger Stanier, Michael Douderoff, y Edward Alderberg), Kozo-Polyanski se dio cuenta de que la vida microbiana en comunidad, no como individuos, había producido los tejidos de los seres vivos. ¿No tendríamos que reconocer que había reconstruido más de dos mil millones de años de la evolución antes de que apareciesen animales y plantas?
Sobre la base de la traducción de Victor Fet, estimulada por la impaciencia del profesor Armen Takhatajan y el libro de la Dra. Liya Nikolaevna Khakhina (1992), ¿qué ideas legítimas podemos acreditar a Kozo-Polyansky?
1.- El término “célula” siempre fue entendido en el sentido de célula eucariótica por Kozo-Polyansky y sus colegas de principios del siglo XX. Sin embargo, sostenía que la vida en sí misma procedía de células en forma de bioblastos, citodos (cytodes) (incluso el citodo (cytode) flagelado capaz de moverse), y la fotosintetizadores oxigénicos, entonces llamados Cianofiáceas (algas verde-azuladas, ahora las cianobacterias). Hoy reconocemos estas pequeñas formas de vida fotosintéticas, que producen oxígeno, como “bacterias”. B. M. Kozo-Polyansky, como ocurre ahora, vio a tales seres microscópicos como los descendientes modernos de formas de vida más tempranas, a partir de la cual evolucionaron animales y plantas.
Las bacterias, en sentido amplio, son muy diversas en cuanto a las actividades químicas que realizan. Muchas son capaces de sobrevivir en condiciones extremas de temperatura. Unas resucitan después de superadas las limitaciones que impedían su crecimiento (carencia de agua, de oxígeno, o de alimento) para formar filamentos o esferas. Kozo-Polyansky observó que su crecimiento y metabolismo cambiaba de inmediato al cambiar las condiciones ambientales.
Tales citodos o bioblastos le parecieron formas más simples que las células con núcleo, pero no obstante tenían todas las propiedades de la vida. Por lo tanto, me parece que Kozo-Polyansky reconoció y nombró las principales diferencias entre varias formas de vida procariota y las células nucleadas de los eucariotas. Cuando escribió el libro en 1923. ya entendía la influencia ecológica de los procariotas.
2.- Las células (se refiere a las células nucleadas) están formadas por orgánulos. Algunos de ellos, como las estructuras verdes que proceden de la cianofiáceas. Como ha ocurrido en los organismos mayores que adquirieron víctimas no fotosintetizadoras, las adquisiciones se hicieron permanentes en aquellas que habían intentado digerirlas. ¿El resultado? El depredador, fuera animal, hongo, protista u otro organismo no fotosintetizador, adquirió la propiedad espectacular de la fotosíntesis.
3.- Kozo-Polyansky, a diferencia de sus predecesores simbiogenetistas, no rechazó de Charles Darwin la “descendencia con modificación” o la darwiniana “selección natural”, pero unió el concepto de simbiogénesis, un proceso creativo, con el proceso de eliminación de Darwin: la selección natural. De este modo el cambio evolutivo se podía producir con rapidez ( desde el punto de vista geológico) en unas pocas generaciones y no requerir millones de años. De repente ( no de forma gradual) podían aparecer nuevas formas de vida como las esponjas verdes, las babosas verdes, los medusoides verdes. B. M. Kozo-Polyansky vio claramente como por combinación simbiótica podían aparecer nuevas formas biológicas y mantenerse de forma natural por el proceso de selección de Darwin. Estuvo de acuerdo con sus precursores, A. S. Famintsyn y K. S. Merezhkovsky que la selección natural no producía innovaciones. Pero la visión de Kozo-Polyansky tiene mayor amplitud de miras, ya que incluye el concepto darwiniano de eliminación de los organismos incapaces de sobrevivir en un ambiente particular y el fracaso para reproducirse.
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